Instituto de Estudios Políticos y Derecho Público "Dr. Humberto J. La Roche"
de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad del Zulia
Maracaibo, Venezuela
Esta publicación cientíca en formato digital es continuidad de la revista impresa
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197402ZU34
ppi 201502ZU4645
Vol.42 N° 81
Julio
Diciembre
2024
Recibido el 22/07/24 Aceptado el 15/09/24
ISSN 0798- 1406 ~ De pó si to le gal pp 198502ZU132
Cues tio nes Po lí ti cas
La re vis ta Cues tio nes Po lí ti cas, es una pu bli ca cn aus pi cia da por el Ins ti tu to
de Es tu dios Po lí ti cos y De re cho Pú bli co Dr. Hum ber to J. La Ro che” (IEPDP) de la Fa-
cul tad de Cien cias Ju rí di cas y Po ti cas de la Uni ver si dad del Zu lia.
En tre sus ob je ti vos fi gu ran: con tri buir con el pro gre so cien tí fi co de las Cien cias
Hu ma nas y So cia les, a tra vés de la di vul ga ción de los re sul ta dos lo gra dos por sus in ves-
ti ga do res; es ti mu lar la in ves ti ga ción en es tas áreas del sa ber; y pro pi ciar la pre sen ta-
ción, dis cu sión y con fron ta ción de las ideas y avan ces cien tí fi cos con com pro mi so so cial.
Cues tio nes Po lí ti cas apa re ce dos ve ces al o y pu bli ca tra ba jos ori gi na les con
avan ces o re sul ta dos de in ves ti ga ción en las áreas de Cien cia Po lí ti ca y De re cho Pú bli-
co, los cua les son so me ti dos a la con si de ra ción de ár bi tros ca li fi ca dos.
ESTA PU BLI CA CIÓN APA RE CE RE SE ÑA DA, EN TRE OTROS ÍN DI CES, EN
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Re vicyhLUZ, In ter na tio nal Po li ti cal Scien ce Abs tracts, Re vis ta In ter ame ri ca na de
Bi blio gra fía, en el Cen tro La ti no ame ri ca no para el De sa rrol lo (CLAD), en Bi blio-
gra fía So cio Eco nó mi ca de Ve ne zue la de RE DIN SE, In ter na tio nal Bi blio graphy of
Po li ti cal Scien ce, Re vencyt, His pa nic Ame ri can Pe rio di cals In dex/HAPI), Ul ri chs
Pe rio di cals Di rec tory, EBS CO. Se en cuen tra acre di ta da al Re gis tro de Pu bli ca cio-
nes Cien tí fi cas y Tec no ló gi cas Ve ne zo la nas del FO NA CIT, La tin dex.
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M. C
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Co mi Edi tor
Eduviges Morales Villalobos
Fabiola Tavares Duarte
Ma ría Eu ge nia Soto Hernández
Nila Leal González
Carmen Pérez Baralt
Co mi Ase sor
Pedro Bracho Grand
J. M. Del ga do Ocan do
Jo Ce rra da
Ri car do Com bel las
An gel Lom bar di
Die ter Nohlen
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Go ran Ther born
Frie drich Welsch
Asis ten tes Ad mi nis tra ti vos
Joan López Urdaneta y Nil da Ma n
Re vis ta Cues tio nes Po lí ti cas. Av. Gua ji ra. Uni ver si dad del Zu lia. Nú cleo Hu ma nís ti co. Fa-
cul tad de Cien cias Ju rí di cas y Po lí ti cas. Ins ti tu to de Es tu dios Po lí ti cos y De re cho Pú bli co
Dr. Hum ber to J. La Ro che. Ma ra cai bo, Ve ne zue la. E- mail: cues tio nes po li ti cas@gmail.
com ~ loi chi ri nos por til lo@gmail.com. Te le fax: 58- 0261- 4127018.
Vol. 42, Nº 81 (2024), 144-164
IEPDP-Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas - LUZ
La violencia de género en Ecuador
¿óbice para el bien común?
María José Luna Lara *
María Gabriela Rodríguez Llamas **
Resumen
El presente artículo de investigación profundiza en la
concepción de la familia como núcleo de la sociedad y germen de
valores interpersonales que proporcionan un entorno armónico
y de convivencia pacíca a sus miembros. En este contexto,
se pretende demostrar que cuando faltan vínculos familiares
sólidos, en desmedro del desarrollo de los individuos o, peor
aún, cuando se afectan las relaciones a tal punto de que las
tensiones, se conviertan en violencia, esto afecta no sólo al núcleo
familiar sino directamente a la sociedad. Para este estudio, se
han obtenido datos del Ministerio del Interior, seleccionando
procesos judiciales con sentencia ejecutoriada entre los años
2014 al 2022, sobre delitos contra la vida de las mujeres. Del análisis de la
data se desprende que la falta de educación y la pobreza son circunstancias
que, estadísticamente, han desatado más casos de este tipo de delitos en
Ecuador. Se concluye que, lamentablemente, las relaciones violentas entre
víctimas y victimarios acontecen, en su mayoría, en ámbitos familiares y en
relaciones de pareja. Lo que dirige la mirada a la importancia de la familia
en su labor de cuidar y promover el bien para cada individuo, reconociendo
el valor de la dignidad de las personas.
Palabras clave: familia en Ecuador; amor incondicional; violencia de
género; víctima; victimario.
* PhD. Gobierno y Administración Pública por la Universidad Complutense de Madrid. Directora de la
Maestría en Derecho. Universidad Hemisferios, Ecuador. ORCID ID: https://orcid.org/0009-0004-
6992-5113. Email: mariajosel@.uhemisferios.edu.ec
** Doctoranda en Derecho en la Universidad Austral. Directora del Instituto para el Desarrollo de la
Cultura y Sociedad IDECS. Universidad Hemisferios, Ecuador. ORCID ID: https://orcid.org/0000-
0002-9899-9574. Email: gabrielar@uhemisferios.edu
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Gender violence in Ecuador, an obstacle to the
common good?
Abstract
This research article delves into the conception of the family as the
nucleus of society and the seed of interpersonal values that provide a
harmonious environment and peaceful coexistence for its members. In
this context, it is intended to demonstrate that when solid family ties are
lacking, to the detriment of the development of individuals or, even worse,
when relationships are aected to such an extent that tensions turn into
violence, this aects not only the family nucleus but also society directly.
For this study, data were obtained from the Ministry of the Interior,
selecting judicial processes with executed sentence between the years 2014
to 2022, on crimes against women’s lives. From the analysis of the data,
lack of education and poverty are circumstances that, statistically, have
unleashed more cases of this type of crime in Ecuador. It is concluded that,
unfortunately, violent relationships between victims and perpetrators occur
mostly in family and couple relationships. This points to the importance of
the family in its work of caring for and promoting the good of everyone,
recognizing the value of personal dignity.
Keywords: family in Ecuador; unconditional love; gender violence;
victim; victimizer.
Introducción
La primera, anterior, fontal, fundante y prevalente institución humana
es la familia, núcleo de la sociedad. Así que su afectación incide en el
desarrollo de la comunidad, y como se busca probar en este estudio, la
deshumanización de la persona envilece al individuo y a su contorno.
La familia entendida, como la manifestación natural de la persona para
conformar un espacio o entorno donde sus miembros sean queridos por
ser, por existir y no por méritos o éxitos que alcancen o por las cualidades
que posean. Es entonces, el espacio propicio para generar vínculos sanos
y sólidos que permitan a sus miembros crecer, desarrollarse, humanizarse
y así convertirse en personas capaces de construir el bien común dentro
de la sociedad, como expresión máxima del amor incondicional que les ha
forjado. Amor de donación de cada uno de sus miembros y de acogimiento
del otro, de salir de sí mismos para aceptar al otro.
La degradación del hombre trastorna a la familia; y por tanto a la
sociedad; y es a la vez causa y efecto de la violencia. A n de determinar
esa relación como realidad cuanticable, se van a utilizar datos de las
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La violencia de género en Ecuador ¿óbice para el bien común?
sentencias ejecutoriadas mencionadas sobre violencia contra las mujeres,
en una temporalidad de ocho años en el Ecuador.
Los resultados del estudio de la violencia en cifras, permitirá concluir
si la hipótesis se cumple o no, sobre la reciprocidad que existiría entre la
ignominia del ser humano y la decadencia de sus relaciones interpersonales.
1. Metodología
La presente investigación, parte de un enfoque mayoritariamente
cualitativo y descriptivo. En la primera etapa de la investigación, se hizo
una revisión documental de la información para poder operacionalizar los
conceptos de bien común, persona, femicidio y violencia basada en género,
familia. En un segundo momento se analizaron los datos estadísticos
recopilados sobre violencia de género en el país para entender la magnitud
de la problemática y las afectaciones sociales que se desprenden de
este fenómeno. En una etapa posterior de la investigación, se obtuvo
del Ministerio del Interior información sobre las características socio
demográcas de las víctimas, victimarios, afectados directos y el femicidio.
Así se accedió a la base de datos de las muertes violentas de mujeres y
que se judicializaron entre 2014 y 2022. La delimitación temporal de este
estudio se realiza en ese periodo de tiempo según que, a partir de 2014, se
introdujo la gura penal del femicidio en el Código Orgánico Integral Penal
del Ecuador, y hasta el 2022 se tienen casos judicializados.
En ese contexto, se seleccionó dentro del universo de investigación
únicamente aquellos casos que tienen sentencia condenatoria en rme.
Esto era esencial para evitar cualquier tipo de variación y que el caso haya
concluido, a n de no afectar el universo de estudio en el caso del victimario.
A partir de la selección de casos, el estudio se concentró en los datos
estadísticos descriptivos de los siguientes indicadores: promedio de edad
de las víctimas, promedio de edad de los victimarios, nivel de instrucción de
la víctima, porcentaje de víctimas con hijos menores de edad, antecedentes
penales del victimario, antecedentes de violencia hacia la víctima, relación
entre víctima y victimario, motivación, tipo de violencia, etc.
Esta data permitió una mejor aproximación hacia la problemática,
que, en una siguiente etapa sirvió para el análisis estadístico, a la luz de
las reexiones y los conceptos propuestos alrededor de la persona, la
corrupción de la persona, la familia, y las afectaciones al bien común. Por
consiguiente, se establecieron algunos patrones correlacionales en las
víctimas, victimarios y se pudo constatar cómo la corrupción de la persona
que puede empezar en la familia repercute negativamente en la sociedad,
a partir de evidencia empírica que sustente las reexiones losóco
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antropológicas planteadas usando como unidad de análisis un caso de
estudio concreto que es el femicidio en el Ecuador (2014-2022).
2. El bien común y la persona
La pregunta sobre quiénes somos y la realidad de la persona humana
es tan compleja como variada en sus respuestas. Las circunstancias que
se atraviesan hoy reejan el poco entendimiento y el alejamiento de esta
realidad que causa una pérdida de sentido; se desconoce como sociedad, la
fuente de inspiración y criterio de interpretación universal para reconocer
a las personas que conviven como grupo humano. Es importante, entonces,
volver la mirada a un modelo antropológico de la persona que intente
descifrar algunos cuestionamientos existenciales.
Entre las varias corrientes de antropología se tomará como referencia
la antropología trascendental de Polo3 cuya concepción reconoce la
complejidad de la totalidad de la persona humana desde tres dimensiones
diferentes: corporal, esencial y personal. Bajo esta propuesta, se
relacionará, la manifestación de la persona en sus tres dimensiones con
la búsqueda del bien común, su realización o las consecuencias de atentar
directamente contra este.
El ser humano, en su dimensión corporal constituye la vida recibida que
comprende la naturaleza biológica común a toda la especie y por tanto a
todos los seres humanos. Esta dimensión supone un cuerpo vivo que no es
determinado por la persona. La persona no decide nacer con determinadas
características físicas, sino con lo que han dotado sus padres en el momento
de la procreación. Así, su corporeidad responde a la pregunta de ¿Qué es?
La persona es un ser vivo pertenecientes a la especie humana.
Ahora bien, la persona humana no solo es un cuerpo recibido: no es solo
un corazón que bombea sangre, un hígado que funciona, un páncreas o un
intestino. La persona humana no es solo un cuerpo vivo porque ese cuerpo
tiene algo que lo anima y lo convierte en la expresión de lo que es.
Ese cuerpo ―a más de sus funciones biológicas― puede saber qué es
bueno y qué es malo, y, además tomar decisiones que le lleven al bien o
al mal. Esta es la segunda dimensión que se reconoce como dimensión
esencial y que está conformada por dos potencias: inteligencia y voluntad.
Estas cualidades hacen que la persona humana se diferencie del resto de
los seres vivos; aquí claramente existe una diferenciación entre la especie
humana y la especie animal y vegetal. La corporeidad animada expresa lo
que es la persona, y es en esta dimensión donde se generan los actos libres
3 Leonardo Polo Barrena (Madrid, 1 de febrero de 1926 - Pamplona, 9 de febrero de 2013) fue un lósofo,
profesor universitario y escritor español.
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La violencia de género en Ecuador ¿óbice para el bien común?
y voluntarios. Por lo tanto, en esta dimensión se responde a la pregunta de,
¿cómo es? La persona es un ser vivo de la especie humana, racional, libre,
dotada de inteligencia y voluntad.
Finalmente, la tercera dimensión es la dimensión personal. Es esta
dimensión que hace ser a lo persona quien es, responde a la pregunta
¿quién es? Cada persona es un ser único e irrepetible, diferente a todos. El
hombre es más individual que los otros seres materiales, inertes o vivos:
“la expresión persona humana, signica, por ello, lo más propio que es
cada hombre, lo más incomunicable, o lo menos común, lo más singular”
(Foment, 2004: 308). La dimensión personal implica el saberse ¿quién
soy?, el aceptarse ¿quién soy? En esta dimensión, la persona se acepta y
también acepta y reconoce a las otras personas con su verdadero valor. Así,
es en esta dimensión, donde la persona se abre a un amor personal que hace
posible la apertura hacia su intimidad, hacia los demás y al entorno. La
dimensión personal, posibilita elevar a la dimensión esencial porque lleva a
la persona a la plenitud que implica amar de esa manera personal.
¿Cómo se relaciona esta propuesta antropológica con el bien común?
Pues, si se dice que la persona para llegar a la plenitud requiere saberse
y aceptarse como la apertura que es hacia la intimidad personal, hacia
los demás y al entorno, la persona más que ser un ser social es un ser que
coexiste con y, que en palabras de Juan Fernando Sellés la coexistencia: “…
es la vinculación real de ámbito personal que cada persona mantiene con
cada persona distinta, no con la especie, sino con cada quién, para aceptar y
darse” (Sellés, 2011: 391). Así, concluye el mencionado autor que “lo social”
corresponde a la manifestación de la persona a través de su naturaleza y
esencia humana (dimensión corpórea y esencial) del rasgo de su núcleo
personal que es la coexistencia (dimensión personal).
En la misma línea, según la sociología relacional de Donati y García,
la sociedad es un conjunto de relaciones humanas y no simplemente un
conjunto de individuos, de tal suerte que las relaciones humanas convergen
en la reciprocidad:
Max Weber entendía la relación social como el actuar basándose en
las intenciones recíprocas. Desde el enfoque relacional que adoptamos en
estas páginas, estar en relación implica que, cuando alguien (ego) actúa
en referencia a otro (alter), ambos no solo se orientan y se condicionan
mutuamente, sino que dan lugar a una conexión especíca (sui generis) que
en parte depende de ego, en parte de alter y en parte de una realidad que no
depende de ellos, sino que los excede. (García, 2021: 16)
Así, el conjunto de relaciones humanas que convergen en reciprocidad
maniesta la condición de las personas de abrirse a su entorno de manera
personal, posibilitando vínculos reales entre ellas.
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A partir de esta realidad, toma sentido que las personas en sociedad,
desde la vinculación entre unas y otras busquen un n que sea bueno y que
les permita llegar a la plenitud; este n es el bien común. En consecuencia,
se pone de maniesto la relación entre la sociedad y el individuo que, como
lo mencionaba san Juan Pablo II en la alocución a la Unión de Juristas
Católicos Italianos realizada el 7 de diciembre de 1979, se resalta la
necesidad respecto del hombre de:
…la aportación de la comunidad para la plena realización de él mismo ya
sea porque sólo en el encuentro con los otros puede revelarse totalmente a sí
mismo, o también porque fuera de un contexto social adecuado, contexto que se
suele designar con el término de “bien común”, no le sería posible desarrollar y
alcanzar la madurez de las posibilidades que porta dentro de sí. De aquí el que esté
ordenado «secundum quid» a la comunidad. (Juan Pablo II ,1979: 16)
En otras palabras, el bien común que no es la suma de bienes particulares,
resulta de la manifestación del ser abierto de la persona que se expresa en el
encuentro entre ellas, posibilitando el desarrollo y perfeccionamiento en el
plano humano. Por lo tanto, para que pueda darse este perfeccionamiento,
el vínculo que une a las personas en sociedad es la ética como lo señala
Juan Fernando Sellés en su obra: “Antropología para inconformes” y, si de
ética se habla, la práctica de esta se alcanza con el ejercicio de las virtudes.
Al respecto, como lo anota Jimmy Baquero, “…el sentido positivo del bien
común tiene como n no tanto prohibir los vicios, cuanto crear un ambiente
social que favorezca el bien” (Baquero, 2009: 133). El mismo autor menciona
en su obra “Ética para políticos y juristas” que el bien común se fundamenta
en principios éticos que precisamente demarcan el alcance y sentido del
bien común. Estos principios son:
1. El bien particular y el bien común no se contraponen.
2. Existe igualdad de los particulares ante el bien común.
3. Supone la limitación de derechos particulares frente a las demandas
del bien común.
4. Implica una gradualidad en la aplicación del bien común.
5. El bien común abarca a todo hombre.
6. Valores concretos integran el bien común.
7. El bien común debe respetar la naturaleza humana.
8. Debe primar la búsqueda de lo posible frente a lo mejor. (Baquero,
2009: 135-137)
Entender el sentido del bien común implica comprender la
responsabilidad que tiene la sociedad y cada uno de sus individuos para
alcanzarlo. Desde la perspectiva planteada en este artículo, no es la sociedad
únicamente un conjunto de individuos que comparten un tiempo y espacio
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La violencia de género en Ecuador ¿óbice para el bien común?
común, la sociedad es una manifestación natural de las personas que resulta
en la reciprocidad de vínculos reales y que, además, la agrupación de sus
individuos “presupone su unión formal y orgánica con el objeto de buscar
el bien común” (Colom, 2006, p. 76). Por tanto, a decir Enrique Colom, la
sociedad está ordenada al bien y debe estar al servicio de la persona.
La sociedad, a través del bien común, está llamada a posibilitar el
desarrollo y progreso de cada uno de sus miembros y, como lo planteaba
Benedicto XVI, este desarrollo debe ser “auténtico e integral”, para lo cual,
debe responder a la dignidad de la persona y a las exigencias de la justicia
que de ella se derivan. (Benedicto XVI, 2009: 32)
Por último, si el bien común es la respuesta de lo que la persona es desde
su dimensión corporal, esencial y personal; su existencia como resultado
del encuentro de personas para que se conviertan en quienes están llamadas
a ser, es requerida y esencial pues, de lo contrario, no sería posible que
las personas logren un desarrollo pleno y humano. Así, la Constitución
Pastoral, Gaudium et Spes que en su número 74 acertadamente dice: “El
bien común abarca el conjunto de aquellas condiciones de vida social, con
las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con
mayor plenitud y facilidad su propia perfección” (Juan Pablo II, 1965: 74).
3. ¿Qué relación existe entre la violencia de género en Ecuador
y la corrupción de la persona?
Al analizar las dimensiones del ser humano frente al bien común, se
maniesta el deber ser, en el que una sociedad justa es la expresión de una
familia integralmente protegida, bajo el fundamento y valor intrínseco de
la dignidad humana.
El literal b), numeral 3, del artículo 66 de la Constitución de la República
del Ecuador reconoce y garantiza a las personas una vida libre de violencia
en el ámbito público y privado y ordena la adopción de medidas para
prevenir, eliminar y sancionar toda forma de violencia; en especial la
ejercida contra las mujeres, niñas, niños y adolescentes, personas adultas
mayores, personas con discapacidad y contra toda persona en situación de
desventaja o vulnerabilidad.
La violencia de género:
Es todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga
o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico
para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación
arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública, como en la vida
privada4 (Organización de Naciones Unidas, 1993: 16)
4 Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Resolución de la Asamblea General
48/104 del 20 de diciembre de 1993; Organización de las Naciones Unidas.
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En la Convención de Belém do Pará se estableció que la violencia contra
la mujer es cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause
muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en
el ámbito público como en el privado.
La legislación ecuatoriana, especícamente el Código Orgánico Integral
Penal (COIP) dene la violencia intrafamiliar, dentro de los delitos de
violencia contra la mujer o miembros del núcleo familiar, en el artículo 155
como:
toda acción que consista en maltrato, físico, psicológico o sexual ejecutado
por un miembro de la familia en contra de la mujer o demás integrantes del
núcleo familiar. Se consideran miembros del núcleo familiar a la o al cónyuge, a la
pareja en unión de hecho o unión libre, conviviente, ascendientes, descendientes,
hermanas, hermanos, parientes hasta el segundo grado de anidad y personas con
las que se determine que el procesado o la procesada mantenga o haya mantenido
vínculos familiares, íntimos, afectivos, conyugales, de convivencia, noviazgo o de
cohabitación.
En la Región de las Américas, una de cada tres mujeres ha sido víctima
en algún momento de su vida de violencia inigida por el compañero
íntimo o violencia sexual perpetrada por alguien que no es su pareja (OPS
& OMS, 2015). La violencia por tanto tiene alcances universales, y que ha
escalonado a cifras devastadoras, de los cuales el Ecuador es un ejemplo.
Y en los subsiguientes artículos del COIP se determinan los tipos:
violencia física contra la mujer o miembros del núcleo familiar, que cause
lesiones; violencia psicológica, que busca degradar o controlar acciones,
comportamientos, pensamientos, creencias y decisiones, mediante amenaza,
manipulación, chantaje, hostigamiento, humillación, o aislamiento, o
cualquier otra conducta que cause afectación psicológica; violencia sexual
cuando se imponga a otra y la obligue a tener relaciones sexuales u otras
prácticas análogas. Esta disposición guarda consonancia con la enunciación
de la Organización Mundial de la Salud, que diferencia los tipos de violencia
en función de los actos que se inigen: daño físico, sexual, psicológico o
económico, así como amenazas (Organización Mundial de la Salud, 2022).
Si como resultado de relaciones de poder manifestadas en cualquier
clase de violencia, se da muerte a una mujer por el hecho de serlo o por su
condición de género, estamos frente a un femicidio.5
El femicidio es la expresión más extrema de la violencia en contra de las
mujeres. Es la violencia más cruel y la última para ellas, porque pone n a sus
vidas. Por ello, no se puede entender al femicidio fuera de un contexto de violencia
de género, porque usualmente las víctimas han soportado violencia sicológica,
física, sexual antes de que se cometa el crimen. (Ministerio de Gobierno, 2022:
107)
5 Código Orgánico Integral Penal, Art. 141
152 María José Luna Lara y María Gabriela Rodríguez Llamas
La violencia de género en Ecuador ¿óbice para el bien común?
Sin querer ahondar en los tipos de violencia, es necesario hacer
puntualizaciones de cada una, a n de entender las conductas tanto del
agresor como de la víctima, que ayuden a identicar el problema y lograr
romper el ciclo de la violencia.
La violencia física es disruptiva y, aun así, no necesariamente pone
en riesgo la continuidad del vínculo. La psicológica implica cualquier
acción u omisión directa o indirecta con el n de su controlar o degradar
comportamientos, creencias, decisiones de otras personas, a través
de amenaza, aislamiento, manipulación, humillación, intimidación u
otra actitud que provoque daños en la salud mental de la persona, baja
autoestima y que tengan otras consecuencias de vulnerabilidad emocional
que impidan su integral desarrollo.
El Síndrome de Adaptación Paradójica, explica cómo las mujeres
víctimas de violencia de género desarrollan un paradójico vínculo afectivo
con el maltratador, “llegando a asumir las excusas esgrimidas por el agresor
tras cada episodio de violencia y aceptando sus arrepentimientos, retirando
denuncias policiales”. Se describe el SAPVD como un conjunto de procesos
psicológicos que, por medio de la respuesta cognitiva, conductual y
siológico-emocional culmina en el desarrollo de un vínculo interpersonal
de protección entre la víctima y el agresor (Villanueva, 2012: 54).
En cuanto a la violencia sexual, como se demuestra en la data que se
expone líneas abajo, es más difícil de ser reconocida, porque la víctima a
pesar de saberse obligada a tener relaciones sexuales, no se logra establecer
el delito por una cierta apariencia de normalidad, y se someten a esta
vejación para evitar el enojo de la pareja. Sobre esto último, la autora
Mónica González señala que:
es clara la referencia violencia-violación, en el sentido de irrupción, de
imposición de algo no del todo aceptado o consensuado. La disponibilidad
sexual de las mujeres parece considerarse un derecho adquirido y por tanto una
obligación, sobre la que no sería posible dirimir sin generar malestar en la pareja o
hacer surgir la sospecha de una indelidad. (González, 2015: 219)
La violencia de género es un comportamiento lesivo que incluso puede
provocar la muerte; y, al ser un acto u omisión consentida, con intención
de causar daño, se tipica el delito, que conlleva la degradación del ser
humano, porque sus actuaciones son contrarias a los principios morales
universales por parte del sujeto activo, que lo envilecen; y para el sujeto
pasivo la alienación de sí mismo, la pérdida de la autodeterminación, y que
esa sujeción en relaciones de poder le anulen mental y emocionalmente.
Por lo tanto,
La violencia de género no se puede considerar como el fruto de personas con
problemas mentales; es decir, hombres que traen consigo traumas infantiles o que
su actuar negativo fue por un enojo debido a una pelea pasional de un determinado
153
CUESTIONES POLÍTICAS
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momento. Si no, se reere a la implantación de una mentalidad formada bajo
parámetros de superioridad, en el cual el hombre imagina que tiene poder y
derechos por encima de las mujeres. (Macías-Bowen y Macías-Bowen, 2022: 63)
Sin embargo, es importante considerar las limitaciones del uso de
un criterio estrictamente descriptivo o comportamental para ubicar las
situaciones de violencia (González, 2015, p. 220). “…la conducta violenta
tiene entre sus elementos de contenido, manifestaciones e implicaciones
fundamentalmente psicológicas emocionales, que tampoco deben
estudiarse al margen de los condicionantes grupales y sociales en que se
desenvuelven” (Araujo, 2000: 3)
Con estos antecedentes, se verica que la violencia deshumaniza a la
persona considerada individual y grupalmente, que le hace incapaz de
reconocer la nota esencial de la dignidad del ser humano, tanto del que
agrede como del que es agredido; y esa inuencia nociva se extrapola a los
miembros de la familia, y nalmente a la sociedad.
4. Ciclos de violencia
Estudios de Leonor Walker, ya en 1978, demostraban el carácter cíclico
del fenómeno de la violencia, separándola en tres fases o momentos que
se repiten inexorablemente. Pero, además existen: “Ocasiones en las que
la violencia se presenta de manera abrupta sin atravesar todo el proceso”
(INMUJERES, 2016: 14).
Estos pasos inician con una fase de tensión o acumulación, por un
aumento gradual y sin un motivo conocido de irritabilidad. Se empiezan
a dar incidentes menores de agresión. Paulatinamente se llega a la fase
de agresión, que consiste en una descarga incontrolada de las tensiones
acumuladas, desatándose actos de violencia física, psíquica y/o sexuales,
entre otras. Acto seguido se da la fase de calma o remisión, en el que
aparentemente hay arrepentimiento, surgen promesas de cambio, se
apela a los sentimientos, manipulando a la víctima, que entra en este ciclo
permanente.
Posteriores estudios han establecido distintas categorías y subcategorías
para los ciclos de violencia. La primera categoría de violencia psicológica,
verbal y económica es el resultado de las subcategorías de incertidumbre,
tensión y detonantes. En un segundo momento, la violencia física y/o
sexual genera ante los actos violentos defensa, autoprotección; y en la
reconciliación, se justica al agresor, llegando a aceptar la situación, lo
que genera una dependencia ante el temor de pérdida de la relación. “La
extrema necesidad de aprobación y la esclavización espiritual y hasta física:
“Llevan a un estado de inquietud permanente. Todo se vuelve amenazante
para ese amor dependiente (¿y si él se cansa, se aburre, compara, descubre
…?)”. (Villanueva, 2012: 49)
154 María José Luna Lara y María Gabriela Rodríguez Llamas
La violencia de género en Ecuador ¿óbice para el bien común?
Para enfrentar esta lacra social se requiere en primer lugar que las
víctimas de violencia reconozcan su situación y los graves riesgos a los que
están expuestas, para romper el pernicioso ciclo de la violencia y pedir
ayuda.
5. ¿Quiénes agreden? ¿Por qué? ¿Bajo qué circunstancias? La
realidad ecuatoriana en violencia de género en los años 2014-
2021
De la base de datos proporcionada por el Ministerio del Interior, se toma
del universo de 1.400 procesos judiciales, únicamente el 33% que tienen
sentencias ejecutoriadas sobre femicidio a mujeres en el Ecuador. La data
en el ámbito temporal comprendido entre 2014 al 2021, permite señalar los
siguientes comportamientos:
Figura 1
Fuente: Datos de elaboración propia en base a los proporcionados por el Ministerio del
interior, 2022.
La edad más frecuente del victimario es de 25 a 34 años, con el 31 %, y
en un porcentaje igual de 35 a 44 años; el 62 % de casos de femicidio son
hombres de edad adulta. El 80% son miembros del núcleo familiar (pareja,
cónyuge, conviviente, familiar directo, etc.). Otro dato importante, es que el
25% tiene antecedentes penales.
155
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Figura 2
Fuente: Datos de elaboración propia en base a los proporcionados por el Ministerio del
interior, 2022.
A diferencia del victimario que tiene un porcentaje de edad de 25 a 44
años, la víctima es más joven, con un 38% entre los 15 y los 24 años, seguido
por un 30% de 25 a 34 años. Hay que tomar en cuenta que la violencia se da
en mayor proporción en el núcleo familiar, de padres a hijos, de padrastros,
de amigos íntimos, etc. por lo que se comprende que las víctimas sean
menores que los victimarios; es más, son adolescentes en su mayoría o
mujeres jóvenes.
La instrucción académica también es un factor que puede servir de
medida en la violencia de género, “La baja tasa de escolaridad también se
ha relacionado al aumento en las condiciones de inseguridad de los grupos
humanos en situaciones más vulnerables” (Ministerio de Gobierno, 2022:
33). De modo que, se busca detectar coincidencias, que sirvan de alertas
para prevenir los crímenes con la implementación de políticas públicas
ecaces y efectivas para impulsar la educación de las personas, y mejorar
su capacidad económica y situación laboral, pero más para valorar su
dignidad.
Dentro de esta misma línea, es fundamental y obligatoria la capacitación
por parte del Estado, de personas naturales o jurídicas ad hoc, sobre
violencia de género, desde los principios generales del Derecho y la ley moral
natural, y no desde la ideología que no es cientíca sino confrontativa. Esta
156 María José Luna Lara y María Gabriela Rodríguez Llamas
La violencia de género en Ecuador ¿óbice para el bien común?
formación indispensable para los operadores de justicia, médicos, scales,
policía nacional, y todos quienes tienen una relación con las víctimas de
violencia y con el agresor, no se puede circunscribir a ellos, es necesario
promover los valores y fortalecer a la familia como núcleo de la sociedad,
así cada uno de sus miembros y su círculo cercano pueden tener una
convivencia pacíca.
Figura 3
Fuente: Datos de elaboración propia en base a los proporcionados por el Ministerio del
interior, 2022.
La carencia de ingresos económicos en los hogares, la falta de
instrucción en quienes los conforman y las situaciones extremas a las que
se ven muchas veces avocados, como son el lugar de sus viviendas, la falta
de servicios públicos, la pobreza y la delincuencia son elementos propicios
para la violencia intrafamiliar, psicológica, sexual, patrimonial, entre otras;
así como la que también se ejerce con niños y adultos mayores. Los factores
sociales denitivamente marcan una tendencia para que en una familia se
den comportamientos violentos.
Como señalan Rafael Araújo y Guillermo Díaz (2000), en las conductas
violentas, las condiciones que agreden o violentan la estructura biológica
y psíquica de los individuos, se da por conductas jadas por la estructura
socioeconómica y sociocultural de la sociedad y de los grupos humanos, así
como de las conductas personales de los individuos.
157
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Figura 4
Fuente: Datos de elaboración propia en base a los proporcionados por el Ministerio del
interior, 2022.
En cuanto a la motivación, es alarmante que el 55%, más de la mitad de
los tipos de violencia sea sentimental, básicamente entre parejas, seguido
de la violencia intrafamiliar que se da entre miembros del núcleo familiar y
personas cercanas, como amigos íntimos y otros. La psicología señala que:
“La permanencia en un vínculo emocional abusivo ocurre por la aparición
de un estado disociativo como estrategia de afrontamiento; esta disociación
provoca la negación del comportamiento de su agresor y la observación de
los aspectos positivos” (Miramontes y Mañas, 2028: 3).
El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos del Ecuador, INEC publicó
en 2019 que, a nivel nacional, 66 de cada 100 mujeres de estado conyugal
divorciadas, separadas y viudas, han experimentado algún tipo de violencia
por parte de su pareja a lo largo de su vida; y 65 de cada 100 mujeres ha
sufrido violencia en alguno de los distintos ámbitos a lo largo de su vida. Lo
que corrobora las cifras anteriores. González Odera apunta que:
Las razones para la violencia dado su carácter disruptivo e irracional, es
frecuente la apelación a diferentes razones para justicar la presencia de un
comportamiento violento, tanto por parte de quien lo realiza, como por parte de
quien lo recibe. Una de estas razones, privilegiada, es el consumo de alcohol o
droga (González, 2015: 226)
158 María José Luna Lara y María Gabriela Rodríguez Llamas
La violencia de género en Ecuador ¿óbice para el bien común?
La misma académica explica que otra razón aducida es la impulsividad
o un carácter explosivo, al tratarse de un desborde afectivo frente a lo que
resulta molesto, y que más que un ataque, es un despliegue agresivo. “Así,
la violencia aparece como una descarga que se produce en la esfera íntima,
pero que muchas veces es originado en otros ámbitos, como la esfera
laboral”. (González, 2015: 227).
En este contexto, Straus, Gelles y Steinmetz se preguntan: “¿Está la
familia en riesgo de ser destrozada por las tendencias violentas desatadas
de sus miembros?” (Straus, 2009: 6) Si bien se requiere un estudio
psicosocial complejo para responder esa pregunta, por todos los elementos
aquí esgrimidos, se puede concluir que, en efecto, los actos violentos
deshumanizan a los individuos, lesionando seriamente o destruyendo la
familia y con ella a la sociedad.
En la violencia intrafamiliar, el ejercicio del poder se ejerce sobre los más
vulnerables, que por lo general son los niños y niñas y los ancianos. Cuando un
niño o niña se desarrolla en un hogar donde existe violencia ya sea hacia ellos, hacia
la madre o hacia cualquier miembro de la familia, aprende que las personas que
supuestamente han de protegerles y cuidarles les agreden, por lo que interioriza
el binomio amor-violencia como algo natural, integrando la violencia como una
actuación válida ante determinadas situaciones, justicable y generalizable a otros
conceptos (López, 2014: 126).
Al ser un tema en permanente redenición, no es posible utilizar formas
determinadas para catalogarlo, pero se deben promover políticas públicas,
propuestas legislativas y la correcta aplicación de la justicia para garantizar
la vida de la comunidad familiar.
6. La familia y la violencia de género. Efectos colaterales
Investigaciones sobre la crisis de la familia conducen a pensar que la
falta de ésta provoca incapacidad de adaptación del individuo a su entorno.
La familia como grupo social posee gran importancia ya que contribuye en la
formación integral de cada uno de sus miembros en especial de los hijos; en este
sentido, muchos de los problemas que afronta la sociedad tienen su explicación en
la crisis que atraviesa la familia (Diaz Dumont, et. al., 2020: 22).
Así, la incomprensión sobre la persona, las inuencias de corrientes
postmodernistas que insertan ideas reduccionistas sobre el papel que debe
desempeñar la familia en sociedad y, el concepto sesgado de identidad
como valor general, sin considerar la referencia de origen del seno familiar;
lleva a concluir que lo importante son los valores con los que el individuo
tiene que identicarse. Es decir, pesan más las funciones de la familia que
hagan posible dicha adaptación que, la profundización sobre la misión de
la familia de formar seres humanos; quienes con su riqueza personal estén
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dispuestos a darse a la sociedad con solidaridad, alcanzando un desarrollo
integral que repercuta en la sociedad.
La denición del concepto de familia tiene sus dicultades porque en
el mundo se notan terribles desviaciones en la conformación de éstas. Es
difícil que en los tiempos modernos se constituyan familias sólidas, unidas
por el amor y orientadas a desarrollar al ser humano en su cabal plenitud.
En este sentido, el autor Francesco D´Agostino respecto de la importancia
de la familia en la formación del individuo dice:
Lo que la actividad familiar incluye no es el deseo psicológico de ser reconocido
como destinatario privilegiado de los sentimientos ajenos, sino la exigencia
-capaz de estructurar nuestra identidad humana de no ser considerados como
productos singulares y no relacionados de una naturaleza que ni conocemos ni nos
conoce, sino como sujetos contemporáneamente individuales y colectivos, hijos
de nuestros padres y, a los que nos une el amor y de la que nos divide el odio…
(D´Agostino, 2006: 98)
El nuevo esquema de nales del siglo XX responde a un individualismo
total, en el que lo único importante es la propia satisfacción, y no importa si
se logra a costa de la esposa, del esposo o de los hijos.
Los hijos, constituían el nexo entre la mortalidad y la inmortalidad, entre la
inmanencia y la trascendencia; morir sin hijos implicaba no construir esa relación,
esto es, la muerte del linaje, de la continuidad. En la modernidad líquida, en
cambio, los lazos se construyen, pero sin hijos o, peor aún, estos no constituyen un
puente, es decir, un vínculo trascendente (Chapsal, 2022: 25).
Es decir, se ha desvalorizado totalmente lo que debería ser lo más
importante para una persona: su familia. Porque, cuando se constituye una
familia, el interés de ésta es más importante que el interés de los que la
conformaron. El olvido de estos principios fundamentales afecta a toda la
estructura social. Los hijos de esta nueva generación que, se desarrollan en
hogares inestables, llevarán profundamente una herida que les provoque
una insatisfacción inconmensurable.
Ya se presencian hechos, no aislados de esa naturaleza, como son los
señalados en líneas anteriores acerca de la violencia intrafamiliar y las
fatales consecuencias que provocan en el núcleo de la sociedad. Es, por
tanto, necesario, volver la mirada a la familia y protegerla desde distintos
ámbitos. El Ponticio Consejo para la familia en Carta de los derechos de la
Familia se ha pronunciado en este sentido y en su preámbulo dice:
La experiencia de diferentes culturas a través de la historia ha mostrado la
necesidad que tiene la sociedad de reconocer y defender la institución de la familia
(...)
La sociedad, y de modo particular el Estado y las Organizaciones
Internacionales, deben proteger la familia con medidas de carácter político,
económico, social y jurídico, que contribuyan a consolidar la unidad y la estabilidad
160 María José Luna Lara y María Gabriela Rodríguez Llamas
La violencia de género en Ecuador ¿óbice para el bien común?
de la familia para que pueda cumplir su función especíca (Ponticio Consejo para
la Familia, 1983: 14)
Así, como se había anotado en el primer acápite de este artículo que,
la ética es el vínculo de cohesión en una sociedad, el amor personal (de
donación y aceptación) es el vínculo de cohesión familiar porque va dirigido
a la persona (miembro de la familia) por lo que es, con lo bueno y lo malo.
La incondicionalidad se fundamenta en que el valor depende solo del
hecho de ser padre, madre, hijo, hija, hermana, abuela, etc., del amor familiar
por el hecho de que se ama porque son los suyos. Esta incondicionalidad
se maniesta en que el amor es a una persona determinada que tiene una
identidad familiar, a saber, es padre, madre, hijos, etc. La familia, por tanto:
…expresa siempre una nueva dimensión del bien para los hombres, y por
esto suscita una nueva responsabilidad. Se trata de la responsabilidad por aquel
singular bien común en el cual se encuentra el bien del hombre: el bien de cada
miembro de la comunidad familiar; es un bien ciertamente ‘difícil’ (‘bonum
arduum’), pero atractivo. (Juan Pablo II, 1994: 15)
El amor personal en la familia es un amor que exige lo suyo en justicia,
por lo tanto, es un amor justo, porque se crean vínculos de amor a los
que tenemos derecho y que se deben los unos a los otros en justicia.
Naturalmente, es en la familia donde se da la primera razón de bondad de
ese amor incondicional que es el valor que en sí tienen las personas.
Para que aore dicho amor en la familia hay que ser: “capaces de
darnos a nosotros mismos y…capaces de acoger al otro de manera entera
y sincera” (Juan Viladrich, 2008: 29) lo que implica poseerse a sí mismo,
pero, además, es preciso que la voluntad de cada uno de los miembros de
la familia (esposo, esposa, hijos, hermanos, abuelos, etc.) esté formada con
el hábito constante y permanente de dar a cada uno lo suyo en cualquier
circunstancia y, en cualquier caso. Esto último se ve reejado en el hecho
tan sencillo, por parte de los padres, de dar un tiempo y un espacio a los
hijos para que se expresen.
El valor más importante es el amor, como movimiento de comunicación
para darse a sí mismo y acoger al otro. Se da algo de lo que se es, se da algo
del ser.
“El amor es, en primer lugar, personal. No se dirige a una cosa, a unas
cualidades o propiedades de un sujeto, sino al ser mismo de ese sujeto”
(Cruz, 1983: 312) Vivir un amor personal, incondicional y justo en la familia
es el mayor tesoro que se puede dar a los hijos, ya que, con ello, se enseña
que amar es entregar, es dar, es aceptar y es acoger al otro. Es decir, si se
viviera un ambiente de generosidad con apertura a la vida y hacia los seres
queridos, se traduciría lo que signica la vida de entrega y servicio y sus
frutos.
161
CUESTIONES POLÍTICAS
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Si se tiene como centro de vida el amor entrega-aceptación-don se
conseguiría al nal del camino la felicidad de la familia y en consecuencia
de la sociedad, pero no una felicidad como n sino como el resultado de
vivir generosamente, ya que cuando las personas se entregan y buscan el
bien de los suyos olvidándose de mismos, experimentan la plenitud de
la alegría.
Por último, el vivir un amor incondicional y justo entre todos los
miembros de la familia, genera un ambiente de armonía y paz interior
reejada en el exterior, lo que propicia el crecimiento y realización de cada
uno de los miembros tanto en la familia como en la sociedad pues, como lo
maniestan Ortega y Mínguez: “De ahí que la familia constituya el contexto
o nicho más apropiado, en cuyo interior, cada nuevo individuo comienza a
construir su identidad personal, el modo concreto de ser humano y vivir en
sociedad.” (Ortega y Mínguez, 2004: 44). En consecuencia, los miembros
de la familia crecen, la familia se solidica y aporta realmente a la sociedad
como célula fundamental de formación.
Conclusiones
La dignidad de la persona se promueve y desarrollada con vínculos
sólidos y permanentes de afecto. En este artículo se vio que existe una
relación directa entre persona —familia-sociedad y que puede llevar a
construir una sociedad más justa y armónica fundamentada en el bien
común, o en su defecto, violenta, corrupta y destructiva.
¿Qué es lo que hace que la balanza tienda más a un lado que al otro?
¿Qué es lo que hace que las relaciones personales de paz, respeto y amor
se vean afectadas por la violencia? Con seguridad, la respuesta está dada
en la medida en que la sociedad se aleje de la realidad de la persona; que
las personas se desconecten para que no puedan identicar y valorar el rol
esencial de las familias en las vidas y formación de sus miembros.
Así, si existen familias donde cada integrante es querido, valorado
y respetado por ser y existir; donde se procura que cada persona pueda
perfeccionarse, donde se forjan las herramientas necesarias para que cada
persona descubra su propósito y se convierta en la persona llamada a ser;
todo esto revertirá para el bien de la sociedad y contribuirá a la construcción
de un bien común deseado y buscado en conjunto. De esta manera se
rechazaría cualquier intento de corrupción hacia la persona que la destruya
y, en consecuencia, que destruya dicho bien común.
Si la persona humana por naturaleza tiende al bien de manera libre; para
alcanzarlo hay que ejercitar las prácticas de las virtudes para ir forjando una
voluntad recia. Por tanto, la familia es el espacio ideal donde las personas
162 María José Luna Lara y María Gabriela Rodríguez Llamas
La violencia de género en Ecuador ¿óbice para el bien común?
se forman cultivando el intelecto, practicando hábitos repetitivos buenos,
pero, sobre todo, es en las familias donde las personas aprenden a amar, a
dar, a perdonar, a aceptar. Es el lugar llamado a la vivencia de los valores
necesarios y esenciales que requiere una sociedad.
Lo contrario, es decir, desconocer a la persona, a la familia y no
preocuparse por procurar espacios seguros, revierte en que los seres
humanos se conviertan en lobos de cada uno y, en consecuencia, sean
fácilmente corruptibles, pues se desconoce el valor trascendental del otro
y ya no se le ve como un igual, sino como un objeto, un medio más para
conseguir un propósito.
La formación en valores y virtudes permite ejercer los derechos
constitucionales transversales, como la libertad, la igualdad, la integridad,
en función de la intrínseca e inherente dignidad del ser humano, hecha para
la trascendencia y la felicidad. Esta realidad se plasma en la familia.
Los resultados de esta investigación no se reducen a la defensa de la
primigenia y más importante institución para la vida humana, es una alerta
social, y un llamado para que el Estado adopte medidas para garantizar el
desarrollo integral de cada uno de sus miembros. El irrespeto a la persona,
y de todo aquello que mengua el perfeccionamiento del individuo, provoca
primero su instrumentalización y luego el descarte.
De este artículo se desprende que las circunstancias desfavorables para
los ciudadanos, como son la pobreza, la falta de instrucción, la carencia
de servicios públicos y toda anegación, provocan situaciones extremas que
pueden desembocar en hechos violentos.
Con estos presupuestos, el Estado se obliga por el principio de
subsidiariedad a prevenir esas situaciones y mejorar el modus vivendi de
la población. Y en caso de constatarse vulneraciones a la integridad, es su
deber eliminar y sancionar toda forma de violencia, en especial la ejercida
contra las mujeres, niñas, niños y adolescentes.
Hay que formar una sociedad de personas, no de individuos. Una
sociedad no fundada en el individualismo, sino un lugar común, en la que
se creen vínculos que coadyuven en una convivencia armónica y pacíca ab
intra y ad extra, sobre la base de los nes y valores que deben informar la
vida social.
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Esta revista fue editada en formato digital y publicada
en diciembre de 2024, por el Fondo Editorial Serbiluz,
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Vol.42 Nº 81