Espacio Abierto Cuaderno Venezolano de Sociología Vol.28 No.2 (abril-junio, 2019): 103-128


La experiencia de formación militante. El entrenamiento y aprendizaje político al inicio de la militancia juvenil en organizaciones político partidarias de Resistencia – Chaco (Argentina)

Marina Campusano*


Resumen

Este artículo tiene por objetivo indagar los procesos de formación y aprendizaje militante de jóvenes que participan en organizaciones político partidarias de la ciudad de Resistencia, capital de la Provincia del Chaco, Argentina. Se analiza lo que los autores denominan la “experiencia de formación militante”, a partir de la reconstrucción desde las experiencias de las y los militantes en su etapa inicial en las agrupaciones. Desde un diseño de investigación de tipo cualitativo que privilegia la mirada desde los actores a través de la implementación de entrevistas semiestructuradas, se da cuenta que durante ese tramo las organizaciones partidarias configuran a los y las jóvenes como “aprendices de militante”. El artículo muestra una fuerte apuesta de las agrupaciones en la formación y entrenamiento de sus militantes en esta etapa inicial a través de lo que se identifica, por un lado, como “formatos de formación”, que refieren a las distintas modalidades de instrucción donde se van plasmando los atributos, valores y formas de militar en tales espacios. Por otro, se aborda el entrenamiento militante en el territorio donde llevan adelante el trabajo político inscribiéndose en la tradición


Recibido: 18-12-2018 / Aceptado: 06-02-2019

* Universidad Nacional del Nordeste (UNNE). Resistencia, Chaco, Argentina.

E-mail: marinacampusa@gmail.com


de cada espacio. De este modo, el artículo logra avanzar sobre la discusión y estudio de procesos sociales poco estudiados como la formación política en contextos subnacionales, desentramando las dinámicas y vínculos a nivel local y en un contexto de reposicionamiento de la participación juvenil en las organizaciones partidarias.

Palabras clave: Militantes; aprendizaje; experiencia;

organizaciones partidarias; juventudes; Argentina


The militant formation experience. The political training andapprenticeship at the beginning of youth militancy in political parties organizations from Resistencia – Chaco (Argentina).


Abstract

This article aims to investigate the processes of formation and militant learning of young people who participate in political organizations in favor of the city of Resistencia, Capital of the Province of Chaco, Argentina. Thus we analyze what we call the “experience of militant formation”, starting from reconstructing from the experiences of the militants in their initial stage in the groupings. From a qualitative research design that privileged the view from the actors through the implementation of semi- structured interviews, we realized that during this stretch the party organizations configure the young people as “militant apprentices”. The article shows a strong commitment of the groups in the formation and training of its members through what we identify, on the one hand, as “training formats”, which refer to the different modalities of instruction where the attributes are formed, values and military forms in such spaces. On the other, we address the militant training in the territory where they carry out political work enrolling in the tradition of each space. In this way, the article manages to move forward on the discussion and study of social processes little addressed such as political formation in subnational contexts, unraveling the dynamics and links at the local level and in a context of repositioning of youth participation in party organizations.


Keywords: Activist; apprenticeship; experience; party organizations; young people; Argentina.


Introducción

La reflexión académica de los últimos veinte años en torno a los ámbitos de participación juvenil da muestra de las transformaciones y crecimiento de su accionar político en distintos contextos, no solo en América Latina sino que dieron la vuelta al mundo. Mostrando por ejemplo para la década del ’90 y primera parte del 2000 la preponderancia del activismo en los espacios socio-culturales alternativos por sobre aquellos considerados más tradicionales como sindicatos y partidos políticos (Feixa, 1999; Reguillo, 2000; Alvarado, Borelli y Vommaro, 2012).

En el escenario argentino resultan clave los impactos de las experiencias participativas tras la denominada crisis de representación después del 2001 (Quiroga, 2006). Donde en un clima de desafección ciudadana con relación a los partidos, se movilizaron una diversidad de prácticas autogestivas y por fuera de los límites institucionales que contaron con gran presencia juvenil y fueron retomadas posteriormente por los movimientos juveniles (Alvarado y Vommaro, 2010; Bonvillani, Palermo, Vázquez, y Vommaro, 2009; Vommaro, 2011). Más adelante, en el período de 2008 a 2015 algunos trabajos señalan un momento de recomposición de la política partidaria en general y en relación a la participación juvenil de manera particular, caracterizado por la transformación en las formas organizativas y del vínculo militante (Rocca Rivarola, 2015, 2016; Vázquez, 2015). Se observa una fuerte presencia de personas jóvenes en espacios institucionalizados de la política sobre nuevas bases de participación (Vommaro y Larrondo, 2013; Vommaro, 2013; Grandinetti, 2013, 2015).

Este contexto estaba caracterizado por la intensa fluctuación y volatilidad de las identidades políticas (Rocca Rivarola, 2015) en donde los partidos y sus dirigentes pudieron reacomodarse en el espacio público de mejor manera que en la década pasada, donde es factible destacar la influencia de los gobiernos “kirchneristas”.1 Principalmente en los procesos de recomposición de la vida institucional con estrategias de integración estatal de aquellas organizaciones y movimientos sociales de matiz nacional popular (Perelmiter, 2012). Al igual que la interpelación hacia la juventud como actor político central, vemos para esa parte la formación de nuevas agrupaciones dentro de sus fuerzas –generando nuevos grupos al interior o por fuera del Estado de gran protagonismo juvenil– (Vázquez, 2013, 2014ª, 2014b), además generando el mismo efecto en parte de las fuerzas opositoras (Vázquez y Vommaro, 2012; Grandinetti, 2013).

De acuerdo con Vázquez (2015) durante el primer gobierno de Cristina Fernández (2007-2011) las juventudes se consagran y legitiman públicamente. La autora, advierte que se produjeron una serie de hitos –el asesinato del militante de Partido Obrero Mariano


  1. Con gobiernos kirchneristas hacemos referencia al período comprendido desde la presidencia de Néstor Kircher 2003-2007 y las de Cristina Fernández (2007-2011 y 2011-2015).


    Ferreyra, la muerte de Néstor Kirchner, ambos en 2010, entre otros– que propiciaron el ingreso de jóvenes a la militancia instaurando lo que se puede entender como “ciclo de movilización política juvenil”. Los cuales podemos recuperar como parámetros generacionales en los que esos jóvenes fueron creciendo, demostrado un gran interés por la participación en agrupaciones partidarias.

    Estos temas fueron recuperados y tuvieron un gran desarrollo académico, sin embargo, los estudios tendieron a concentrarse en Capital Federal, Gran Buenos Aires y algunos núcleos urbanos mientras que los contextos de las provincias del interior del país aún no fueron suficientemente explorados. Los aportes del presente trabajo se inscriben con intenciones de llenar esos vacíos, nos detenemos en el contexto de la provincia del Chaco, específicamente en la ciudad de Resistencia avanzando sobre el conocimiento de la participación juvenil en las agrupaciones partidarias de la ciudad capital. A partir del relevamiento para esta investigación, observamos contextos muy diversos de participación que reflejan la heterogeneidad de intereses y espacios desde los cuales los y las jóvenes deciden actuar (Campusano, 2016; Campusano y Favieri, 2016; Román, 2016). Entre otras cuestiones pueden señalarse que recién para fines de la primera década del 2000 se observa la formación en la ciudad de nuevas agrupaciones y movimientos de alcance nacional, como así también la revitalización e incremento de la participación juvenil al interior de las organizaciones, tanto para las nuevas como para las existentes (Campusano, 2019).

    Este trabajo parte de los resultados de una tesis doctoral que indagó en los itinerarios militantes juveniles al interior de organizaciones partidarias de la ciudad para el período 2012-2017. Analizaremos aquí los procesos por los que atraviesan los y las jóvenes al inicio de su militancia en las agrupaciones. Nuestra investigación parte de un diseño metodológico de acuerdo al enfoque cualitativo que permitió la producción de datos descriptivos a partir de la perspectiva de los actores, es así que nos situamos dentro del paradigma interpretativo (Vasilachis Gialdino, 2007). El trabajo de campo estuvo compuesto por un relevamiento inicial2, a partir del cual seleccionamos las agrupaciones que contaban con una mayor presencia juvenil y que a su vez se correspondían con las fuerzas políticas más representativas y diversas en el arco ideológico. Presentamos entonces casos de jóvenes que integran La Cámpora3 (LC), la Juventud Radical (JR) perteneciente al partido Unión


  2. El trabajo de campo se llevó adelante desde el año 2015 hasta el año 2017.

  3. La Cámpora es una agrupación política argentina de línea peronista fundada a nivel nacional en 2006 vinculada al kirchnerismo en apoyo a las gestiones de Néstor Kirchner y las posteriores presidencias de Cristina Fernández. En Chaco aparece aproximadamente en 2008 agrupando a organizaciones peronistas y kirchneristas locales y vinculadas a movimientos nacionales. Actualmente se encuentra cercana a la gestión del intendente de la ciudad de Resistencia Jorge “Coqui” Capitanich.


    Cívica Radical4 y el Partido Obrero5 (PO). Consideramos que más allá de las diferencias ideológicas y organizativas que podemos observar entre las distintas agrupaciones la comparación nos permitirá tener un esquema general de diferencias y similitudes entre las mismas. Asimismo, para la recolección de datos nos valimos de la aplicación de una encuesta, el análisis de documentos partidarios, materiales de prensa y de difusión de las organizaciones, y principalmente la realización de entrevistas semiestructuradas a un total de veintiún militantes.

    Analizaremos aquí los procesos por los que atraviesan los y las jóvenes al inicio de su militancia en las agrupaciones. De acuerdo con el trabajo de campo, durante esa etapa es destacable el valor relevante que se le asigna a la formación para el desempeño de la militancia partidaria. Nos preguntamos entonces ¿qué implica esa formación?, ¿cuáles son las modalidades que se instauran de acuerdo a la estructura de las organizaciones?, ¿en qué hay que formarse para ser militante partidario?, ¿qué atributos se les exigen?, ¿qué aprendizajes demanda por parte de los y las militantes?, y sobre todo ¿cómo la atraviesan los y las jóvenes?

    Nos interesan los procesos y ámbitos de socialización que están instituidos y se proponen desde las organizaciones con el objetivo de lograr la incorporación de esquemas de saberes sobre el mundo político, principalmente aquellos desde la perspectiva y valores del espacio. De esta manera la pregunta por la socialización política dirige la mirada hacia los procesos a través de los cuales los individuos van construyendo sus concepciones y valores en torno a cómo entienden se da el funcionamiento y distribución del poder político (Vázquez, 2007). Es así que entendemos a la socialización como un proceso abierto y prolongado a través del tiempo, intentando superar la delimitación por etapas y la fuerte relevancia de los primeros años de vida y que a su vez permita considerar la existencia de un individuo cada vez más complejo (Morán y Benedicto, 2002; Morán, 2002; Martuccelli, 2007; Alvarado, Ospina y García, 2012).

    El artículo se estructura en cuatro momentos, en el primero presentamos la contextualización del escenario político chaqueño. Avanzamos luego en la definición de la experiencia de formación donde nos detenemos en la configuración de los y las jóvenes como aprendices de militantes. En el tercer apartado nos detenemos en lo que denominamos como los formatos de formación donde se traslucen las dinámicas y modalidades desde los cuales las agrupaciones, las y los instruyen en torno a las normas y valores del espacio como así también las formas de militar en él. Finalmente, en el cuarto


  4. La Unión Cívica radical es un partido político argentino fundado nacionalmente en 1891. En el Chaco tiene sus orígenes en 1913, no obstante, es uno de los más antiguos de la provincia y la gobernó durante tres períodos consecutivos 1995-1999, 1999-2003 y 2003-2007. Entre sus principales figuras podemos nombrar a los exgobernadores Ángel Rozas y Roy Nikish y la exintendenta de la ciudad de Resistencia Aida Ayala.

  5. Es un partido político argentino que nace a nivel nacional en 1964 de orientación trotskista y socialista. En la provincia tiene sus orígenes en 1984, con una fuerte participación estudiantil universitaria, más adelante en los noventa virará su conformación más obrera y en alianza con movimientos sociales. Una de sus principales figuras es Aurelio Díaz, actual diputado provincial.


    recuperamos el entrenamiento de los y las militantes en el territorio como parte de su formación. Recuperamos para ello las percepciones y experiencias que las y los militantes fueron atravesando durante esta etapa.


    La dinámica política chaqueña como “el tiempo de la política”

    Antes de avanzar es necesario dejar en claro algunas coordenadas que nos permitan comprender el escenario político local. La provincia del Chaco con la vuelta a la democracia en 1983 tras la última dictadura cívico militar en Argentina, fue fortaleciendo dos grandes tradiciones políticas. Por un lado, el radicalismo (UCR) y por otro el peronismo correspondiente al Partido Justicialista, coincidiendo con las dos fuerzas políticas históricamente más importantes del país (Tcach, 1996).6 La evolución de las contiendas electorales constata las victorias pasando de peronistas a radicales, con la excepción de la emergencia de un nuevo partido que gana la gobernación en 1991. Se trata del Partido Acción Chaqueña, creado por José Ruiz Palacios,7 quien fuera ex viceministro del Interior de la dictadura a cargo en ese momento de Rafael Videla y luego gobernador de facto de la provincia durante 1981-1983. Si bien este nuevo actor termina con el bipartidismo entre radicales y peronistas, fue momentánea dado que no pudo resolver la grave crisis institucional y financiera que atravesaba la provincia.

    Desde ahí inicia la etapa radical, con las gobernaciones de Ángel Rozas (1995-1999), su reelección (1999-2003) y Roy Nikisch (2003-2007). Durante esta época se profundiza la dependencia constante con la Nación en términos de coparticipación y el endeudamiento interno. Llevando a que en las elecciones a gobernador de 2007 se produjera el sorpresivo y ajustado triunfo del peronista Jorge Capitanich (Frente para la Victoria) sobre Ángel Rozas. Más adelante fue reelecto (2011-2015) y en las elecciones a gobernador siguientes lo sucedió Domingo Peppo, exintendente de la ciudad de Villa Ángela8 también del partido justicialista, quien continúa hasta el presente. Es de destacar en este escenario que la tercera fuerza es el Partido Obrero, el cual se fue lentamente fortaleciendo hasta llegar al 6% de los votos en la elección legislativa de 2017. La cual significó su mejor elección logrando el ingreso como diputado provincial de su mayor referente Aurelio Díaz.


  6. César Tcach (1996) sostiene que: “Argentina es un país caracterizado por fuertes y persistentes identidades políticas. El radicalismo es un partido centenario y el justicialismo sobrevivió a todas las proscripciones. La fortaleza de estas identidades tiene una explicación histórica: en la percepción social de los argentinos, la sociedad debe al radicalismo la conquista de la democracia política y al justicialismo la ampliación de la ciudadanía” (p.25).

  7. Militar cordobés, que, hasta su designación como interventor del Chaco, se desempeñó como Subsecretario de Asuntos Institucionales del Ministerio del Interior de la Nación, mientras era su titular Albano Harguindeguy, durante la dictadura de Rafael Videla. Más tarde sería electo como intendente de la ciudad de Resistencia en 1989-1991.

  8. Villa Ángela se encuentra a 253 km de la capital chaqueña y es la cuarta ciudad de la provincia de acuerdo a la cantidad de habitantes.


    Reconocemos que la dinámica de funcionamiento político que se establece entre las organizaciones y sus actores está dada por los momentos electorales, al decir de Palmeira y Heredia (1995) se trata del “tiempo de la política” en donde ciertas condiciones del ámbito político se (re)activan. En esos momentos se traslucen las alianzas entre las fuerzas políticas en constitución de frentes electorales, donde los partidos y agrupaciones más pequeñas se enmarcan en alguna de las fuerzas predominantes. De esta forma negocian recursos y tras las elecciones, dependiendo de los resultados, las alianzas se vuelven a renegociar. Esta dinámica es la se mantiene hasta la actualidad.

    En esta etapa es necesario resaltar el crecimiento de la presencia juvenil en el escenario político local, por un lado, se observa el surgimiento de organizaciones juveniles, especialmente dentro del arco kirchnerista.9 Por otro, la vinculación estrecha entre las organizaciones emergentes y sus militantes con políticas y programas nacionales, los cuales estaban coordinados a nivel local por los referentes de las agrupaciones quienes empezaron a tener más relevancia y visibilidad. Más tarde este reposicionamiento juvenil se tradujo en la inclusión de algunos y algunas dirigentes jóvenes como candidatos en lugares expectantes de las listas electorales de 2015 (Campusano, 2019).

    A su vez, la ciudad es terreno fértil de grandes movilizaciones por parte de numerosas organizaciones piqueteras10 activas –100 aproximadamente–, Román (2016) agrega que “el movimiento chaqueño da cuenta de una fuerte apropiación de la metodología de protesta y la identidad ‘piquetera’ por parte de sectores de extracción social vinculada a la población sobrante” (p.2). Asimismo, el autor remarca dos rasgos diferenciales de las agrupaciones sociales chaqueñas, por un lado, la presencia mayoritaria de militantes sindicales (de la construcción, la docencia y la administración pública) lo cual indica presencia y vinculación entre distintos sectores y por otro la metodología marcada de acción directa constante. Convirtiéndose esta última en un rasgo característico de la ciudad.


    1. La experiencia de formación para las y los aprendices de militante

      El análisis de esta etapa inicial la abordaremos a través de la reconstrucción de lo que denominamos experiencia de formación militante. La noción nos permite atender al proceso que atraviesan las y los jóvenes al momento de incorporar tanto la doctrina del partido –los valores e historia del espacio– como los modos de ser y militar propios del mismo. El concepto de experiencia cobra relevancia, y de acuerdo con el recorrido por la


  9. Agrupaciones como Movimiento Evita, Descamisados, Kolina, Peronismo Militante, Jóvenes PRO (Juventud de Propuesta Republicana).

  10. Se denomina de esa forma a las personas u organizaciones que en contextos de movilización y protesta social implementan los “piquetes” que son cortes de rutas o calles. Esta denominación que se generalizó en la década del 90 y fue protagonista de la crisis del 2001, es un término clave para comprender las formas de movilización contemporáneas (Pereyra, 2014).


    literatura presenta un gran desarrollo (Thompson, 2012; Jay, 2009; Rorty, 1996). Nos interesa aquí a modo de identificar desde las palabras de los y las militantes la experiencia en tanto “punto nodal de intersección entre el lenguaje público y la subjetividad privada, entre los rasgos comunes expresables y el carácter inefable de la interioridad individual” (Jay, 2009: 20). La noción, a través de la narrativa en retrospectiva nos permite detenernos en la formación militante, focalizando en las modalidades que las organizaciones partidarias implementan, en los rasgos que demandan y los modos de apropiación de los individuos (Carli, 2012).

    Así como comprendemos a la socialización política como un proceso abierto y prolongado en el tiempo, la formación es parte del mismo ensamble y observamos se produce a lo largo del trayecto militante. No obstante, es de destacar el énfasis que cobra durante la etapa inicial de las y los militantes jóvenes, en donde distinguimos sobresalen distintas instancias desde las organizaciones. Por un lado, aquellas donde cobran relevancia las modalidades y formatos de formación y por otro, aquellas que señalamos como parte de un entrenamiento en el territorio, que analizaremos más adelante.

    Estos procesos de formación que atraviesan para convertirse en militantes de la agrupación las y los posicionan en un estado diferenciado. Ensayamos en este apartado el concepto de aprendices de militantes para referirnos a quienes dan sus primeros pasos en las agrupaciones partidarias, aludiendo en principio a la cualidad de novatos y novatas que desde las organizaciones se reconoce e intenta modificar. Sin embargo, de acuerdo con nuestra investigación la mayoría contaba antes del ingreso con diferentes vínculos con las organizaciones actuales de militancia, al igual que con experiencias de participación política anteriores que las y los han dotado de un cúmulo de capitales sobre la praxis política. Entonces la idea de aprendiz nos lleva a indagar tanto en los mecanismos de formación como en las apropiaciones y aprendizajes que ponen en diálogo los capitales anteriores que entran en juego en y por la práctica de los esquemas cognitivos, morales y políticos en los contextos de formación y entrenamiento diarios de cada espacio.

    Loic Wacquant (2006) en su etnografía Entre las cuerdas y posicionado como un aprendiz de púgil registra que hacerse boxeador significó “apropiarse por impregnación progresiva de un conjunto de mecanismos corporales y de esquemas mentales… que supone de capacidades atléticas y lo que tiene de facultades morales y de voluntad” (2006: 32). Así es que para poder ser un boxeador tuvo que aprender no solo a moverse como uno sino empaparse en la cultura del box y del club en donde entrenaba. Haciendo una analogía, observamos que de la misma manera las y los aprendices de militante se involucran en esta etapa en una serie de instancias que le aseguran el dominio no solo de forma, sino también la incorporación de signos culturales de reconocimiento que lo conviertan en una y un militante de su agrupación (Bargel, 2009).

    A continuación, reconstruiremos las características y percepciones que van definiendo a los y las jóvenes que recién ingresan como aprendices de militantes y los procesos que como tales las y los van iniciando en la práctica política de la agrupación partidaria.


    1. 1. Aperturas: los posicionamientos iniciales en el espacio político


      En el ajedrez las aperturas comprenden la etapa inicial del juego donde la y el jugador desarrollan las piezas en función de un objetivo, ya sea mayor dinamismo, que apuntale una no definición temprana de la jugada y controlar el centro. Hay quienes consideran que una apertura sólida asegurará posiciones ventajosas para la definición del juego; mientras por el contrario, la debilidad en la misma difícilmente podrá ser compensada en el posterior transcurso. Estas ideas, en tanto metáforas, nos permiten pensar y delimitar las aperturas en la etapa de formación militante como aquellas medidas y acciones que las agrupaciones ponen en práctica para formar a los y las aprendices. Asimismo, del lado de los y las jóvenes es posible pensarlas como las posiciones e improvisaciones que llevan adelante en esta etapa para posicionarse mejor en el tablero.

      De los relatos sobre esta etapa se desprende que una vez que ya se han sumado a la agrupación, una de las primeras aperturas desde la misma, la constituye una serie de reuniones iniciales en donde se les explica de modo general qué hace la organización y cómo funciona. Estos encuentros, de acuerdo a la estructura de cada una, son llevados adelante ya sea por un o una militante con más antigüedad o en el caso de algunas organizaciones presentan un nivel de mayor formalidad y cuentan con un área específica para ello. Como por ejemplo La Cámpora con el “Área de Encuadramiento”, cuya función es informar y orientar a las y los nuevos integrantes designándolos a un área específica, de acuerdo con los intereses que expresen las y los aprendices. Así recuerda su primera reunión Carlos11 (LC, 28 años):


      “Nosotros llegamos a un lugar, a la unidad básica donde había un responsable y nos dice qué es La Cámpora y cómo se maneja, cómo es la metodología, es como un ‘asignador de talentos’ algo así (risas). Y te pregunta a vos ¿qué te gusta hacer?

      ¿Qué crees que le podés aportar a la organización? ‘Bueno a mí me gusta pintar’ ‘Bueno vos te vas a la secretaría de cultura’”.


      A partir del fragmento se advierte un proceso de selección inicial que se desarrolla teniendo en cuenta la estructura de cada organización, es decir las áreas que presenten según las líneas de intervención de las mismas. De acuerdo con las palabras de Carlos, este paso parece generar un empalme entre lo que la persona joven va identificando como lo que le gusta y se reconoce como bueno en y lo que la organización, encarnada en el referente, le reconoce como valor o aptitud para la organización. Una vez que se incorporan al área o secretaría designada participan de una serie de actividades como “talleres” o “cursos” de formación para aprender a desempeñarse en su nuevo rol, en los cuales nos detendremos en el siguiente apartado.

      Estas aperturas, sean reuniones o actividades territoriales de iniciación, funcionan más que como simples guías inaugurales para ubicar a los y las jóvenes, sino que tienen por


  11. Los nombres de los y las entrevistadas en algunos casos fueron modificados para preservar su anonimato.

    Las expresiones nativas se presentan entre comillas.


    objetivo atender el interés –el “entusiasmo”–, con el que llegan a la agrupación y lograr canalizarlo de manera inicial en los términos de la práctica e identidad política del espacio. Responsabilidad que reside en las y los “compañeros responsables”, se evidencia por lo tanto una figura encargada en advertir el potencial de los y las aprendices en la práctica política. Es de notar que esta figura de mayor jerarquía, que funciona a modo de veedor o tutor en este proceso, está presente en todas las agrupaciones.

    La composición del conjunto de militantes al interior de cada organización es variada y cuya cantidad oscila entre quince y treinta jóvenes. Observamos que en sus relatos se delimita hacia dentro una primera demarcación entre sus integrantes, dan cuenta de un grupo más chico conocido como las y los “estables”, son quienes “siempre están”. A quienes denominamos como grupo consolidado, dado que los rasgos que las y los definen son una mayor antigüedad y compromiso que se denota en roles y cargos de más responsabilidad e importancia en la agrupación.

    En ese grupo más cerrado se encuentran los “referentes” de las áreas en las que se organiza la agrupación –en algunas se los conoce como “la conducción”–, son los y las que se encargan de planificar y coordinar las líneas de acción. En cambio, del otro lado están los y las aprendices, como el grupo de las “caras nuevas”, fáciles de identificar. Ellas y ellos mismos se distinguían en ese momento como inexpertos, se notaban desorientados y atravesando un momento de aprendizaje. Es así que una primera apertura por parte de los y las aprendices, fue su posicionamiento desde un lugar de acompañamiento en donde su actividad estuvo marcada por hacerse cargo de tareas “de base” de todo tipo en el territorio. Así en esta fase de experimentación podían ir encontrando su lugar de acuerdo a lo que les gustaba hacer y las necesidades de la agrupación. Como por ejemplo Ramiro (JR, 31 años), recuerda que en esa primera etapa se identificaba como “ayudante”, aclarando que: “no me gustaba ponerme al frente de algo porque no me sentía preparado”. En el mismo sentido Esteban (JR, 27 años) no se animaba a opinar, por ello en las reuniones que participaba prefería seguir las discusiones sin intervenir:



    Estas aperturas que emergen desde las y los militantes reafirman su condición de aprendiz, ratificada con fuerza en algunos rasgos, al identificarse carentes de la preparación para ocupar un rol más activo en el caso de Ramiro, o no animarse a levantar la voz en el caso de Esteban. Las reconocen, sin embargo, como vivencias de las cuales fueron aprendiendo, sus aperturas consistieron en posicionase como aprendices en actitud expectante y de acompañamiento con el objetivo de “aprender” del entorno desconocido, sus prácticas y a sus integrantes.

    A estas experiencias es necesario contraponer la de Lucía (PO, 28 años), quien comparte una anécdota de una de sus primeras reuniones:


    “estaba Aurelio12 y no me acuerdo sobre qué estábamos discutiendo, y él había opinado algo y yo estaba en contra y era re nueva y ‘como de dónde salió ésta’ y nadie me miró así y al contrario como que Aurelio me escuchó y dijo ‘si, puede ser, yo no lo había pensado de esa manera, puede ser que la compañera tenga razón’. Pero fue algo genuino”.


    La historia de Lucía nos plantea ciertos emergentes a indagar al momento de entender su posicionamiento distinto al de los anteriores a pesar de encontrarse en la misma etapa. Es necesario destacar que las experiencias con las y los jóvenes llegan a la agrupación son bien distintas, las cuales las y los fueron dotando de diversos capitales al momento de enfrentar la etapa inicial en la agrupación, por ello no va a ser vivida de la misma manera para todos y todas. En el caso de Lucía puntualmente, contaba con antecedentes en organizaciones estudiantiles y sociales, las cuales le imprimieron un saber hacer y sobre cómo manejarse en espacios de discusión como por ejemplo las asambleas. Podemos comprender entonces el tono diferencial que toma su caso en tanto que a partir de sus experiencias anteriores ha logrado una acumulación de capitales (Bourdieu, 1987) de los cuales dispone y les permite moverse con mayor desenvoltura en este momento. En términos de Lahire (2004), podemos decir que cuenta con un “stock” variado de esquemas de acción que han sido construidos-incorporados en el curso de los procesos de socialización anteriores.

    En este sentido, Combes (2004) destaca la imbricación del saber hacer acumulado con el “ethos militante” de la agrupación actual. Funcionando de acuerdo con Franz (2016, 2017), como un continumm entre el involucramiento político y el activismo anterior, es así que de tales esferas y experiencias obtienen recursos para llevar a cabo sus actividades políticas en un nuevo marco. Podemos trazar así una demarcación entre los y las aprendices en base a sus trayectos previos y la capitalización de los mismos en su etapa de formación, por un lado, aquellos y aquellas cuyas primeras experiencias de participación son las de la agrupación actual y por otro quienes ya cuentan con un recorrido por otras organizaciones y experiencias de participación. Los posicionamientos, sus aperturas, es preciso que sean leídos en base a esta diferenciación.

    A su vez se vuelve necesario tener en cuenta, las características del espacio político. El Partido Obrero es una organización que presenta más posibilidades –por su estructura y rasgos como ser la cantidad reducida de integrantes– que habilitan instancias de intercambio con las primeras líneas dirigenciales.13 Asimismo, la introducción a las ideas partidarias propia de esta agrupación en la etapa de formación, favorece las instancias de “discusión política” en donde se demanda y valoriza positivamente de los y las militantes, atributos como una “actitud crítica” y la toma de la palabra e intervención en tales espacios (Rosato y Quirós, 2004; Gygli Pascual, 2015). En esta misma línea podemos ubicar a La Cámpora la cual contempla este tipo de modalidades, que desarrollaremos con más


  12. Se trata de Aurelio Díaz, el referente histórico del Partido Obrero en Chaco, actual diputado provincial.

  13. La participación en las reuniones de “círculo” en el Partido Obrero permite la discusión e intercambio de la dirigencia, sus referentes, con los y las “bases militantes” (Gygli pascual, 2015).


    detenimiento en el siguiente apartado. Sin embargo, otra es la historia del radicalismo, que de acuerdo a las entrevistas ese tipo de intercambios se dan en el grupo más cerrado –como la “conducción” o entre “los mayores”–, quedando para los y las aprendices las instancias de trabajo al interior de las áreas y secretarías donde llevan adelante las líneas ya definidas “desde arriba”. Pedrosa (2012) destaca que los escasos estudios sobre la vida interna de la UCR lo señalan como un partido con una pesada estructura organizativa que monopoliza las decisiones trascendentes en grupos cerrados (Acuña, 1998; Malamud, 1994).

    Podemos entender entonces que los procesos de socialización política no se dan ni son vividos como etapas acabadas, lineales o separados de los aprendizajes previos que suponen las experiencias anteriores. Sino que se las puede evidenciar en articulación con las mismas, poniendo en diálogo o tensionando sus distintas lógicas. Las aperturas por parte de los y las jóvenes, a partir del reconocimiento de su condición de aprendiz y de acuerdo con los recorridos previos, les permiten abrir el juego desde posiciones de acompañamiento o de mayor dinamismo adentrándose e internalizando las estructuras de las organizaciones. Mientras que por parte de la agrupación serán más de orientación y acompañamiento con la intención de apuntalar el interés y motivación con el que llegan a la militancia.


    1. Los formatos de la formación

      La formación es percibida por las y los jóvenes como central para su actividad política, a través de la cual van adquiriendo herramientas y entendiendo la lógica de cada acción de acuerdo a la identidad política de la agrupación. La forma de militar se presenta así indisociable de las características, identidad e historia del espacio político, donde a su vez se les va demandando y reconociendo determinados atributos para distinguirse como militantes de una fuerza política determinada.

      Analizamos en este apartado el trabajo de politización que se lleva adelante identificando una serie de modalidades que agrupamos en tanto siguen un formato específico. Atendemos en cada una de ellas a las formas en que se busca la incorporación de las ideas partidarias, al igual que las aptitudes que se valorizan y ejercitan. Nos encontramos con las modalidades más formales, donde se advierten ciertas similitudes con algunos formatos de la educación institucionalizada, los cuales de acuerdo a las agrupaciones revestirán mayor o menor rigurosidad. A partir de este punto, podemos establecer una diferenciación entre las agrupaciones, distinguiendo aquellas que presentan estructuras más organizadas, con rutinas de formación y una distribución de roles, como son los casos del Partido Obrero y La Cámpora. En la Juventud Radical damos cuenta que los ámbitos de formación se muestran más limitados, en donde prevalece un mayor margen de autonomía e improvisación por parte de los y las militantes. De esta manera detenernos en los formatos nos permitirá ver esas diferencias.

      Es así que, identificamos modalidades que son transversales a todas las organizaciones con sus respectivos matices, en líneas generales se trata de actividades que se planifican con tiempo y son coordinadas por militantes en roles de mayor protagonismo. Las agrupamos de la siguiente manera:


      1. De contenido: son instancias que se presentan como “capacitaciones” en donde desde el partido dejan en claro las temáticas que los y las militantes tienen que aprender y manejar. Son las modalidades que se utilizan por excelencia para desarrollar la historia de las agrupaciones y la formación doctrinaria, que se repite en todas, siendo las principales modalidades: “cursos”, “seminarios” y “clases magistrales”.

        En el caso del Partido Obrero las hallamos con mayor fuerza dado la importancia que la agrupación le asigna a la formación y “discusión teórica”, pero que como nos cuenta Raúl (PO, 26 años) es necesario articularla constantemente con la realidad.


        El curso del Estado es el principal curso que inicia la formación política de los militantes y dentro del círculo teníamos una parte de la reunión que era lectura de la situación política a través de la Prensa14, material bibliográfico también teórico de los autores marxistas y eso se complementa constantemente con la práctica, ir a discutir esa teoría aplicada a la realidad que estamos viviendo acá en la provincia, en nuestra vida cotidiana con los trabajadores y eso en definitiva te da la conclusión final que si bien el autor teórico te aporta, la tenés más palpable o más cercana con lo que se puede ver con los trabajadores, discutiéndolo…”


        Se advierte la existencia de una rutina de formación más estabilizada en el PO dentro de un esquema que es delimitado por la dirigencia y compartido por las y los militantes. Prestando atención se nota que el “curso” no funciona de manera aislada, sino que es un eje más dentro de la experiencia de formación militante, que se complementa con otras modalidades como ser la “discusión” a partir de la “lectura” de materiales como la publicación de la agrupación Prensa Obrera. De esta manera van incorporando y discutiendo los argumentos que sostiene el espacio. Como explica Gygli Pascual “este sistema organizacional articula la discusión interna con una disciplina rigurosa” (p. 122) que luego se evidencia en la práctica en el territorio.

        En el caso de la Juventud Radical observamos una estructura más flexible con relación a las rutinas de formación, que obedece a la forma de organización que adopta cada línea interna.15 Las cuales se mueven con cierta independencia del partido y de los “mayores”16 al momento de definir las acciones de este tipo. De acuerdo con Pedrosa (2011) el radicalismo es un partido con una intensa competencia interna donde la figura de los referentes es central, sin embargo, existen de fuertes prácticas informales en el funcionamiento cotidiano del partido.


  14. La “Prensa Obrera” es una publicación semanal editado por el Partido Obrero donde van sentando la postura del mismo sobre la actualidad política tanto nacional como internacional y brindando. Es uno de los materiales de formación para los y las militantes que el mismo partido produce. Ver más en www. prensaobrera.com

  15. Al momento del trabajo de campo el radicalismo chaqueño contaba con tres líneas internas: Nuevo Espacio Abierto, Convergencia Social y Somos Parte.

  16. Mayores es como denominan a los integrantes adultos, de acuerdo a la división por integrantes: adherentes, jóvenes y mayores.


    Se evidencian modalidades establecidas como lo son los cursos sobre la historia del radicalismo, pero sin definición sobre momentos o recursos y por lo tanto para llevarlas adelante dependerán del nivel organizativo de cada línea, la importancia que le asignen a la formación y la capacidad resolutiva de los y las referentes de Juventud. Es por ello que estas actividades aparecen como modalidades comodín para las agrupaciones juveniles que las pueden utilizar de acuerdo con los momentos y necesidades de la misma. Por ejemplo, en la Juventud de la línea Convergencia Social delimitaron como ejes centrales de formación: la “interna partidaria” y la “historia del radicalismo”, como explica Ramiro, con el propósito de “que [los y las aprendices] adquieran la identidad, de saber dónde están y porqué están en el partido en el que están”. Además, se proponen aquellos cursos que refuerzan las cualidades de una y un buen militante, como por ejemplo los cursos de oratoria que las y los ayuda a expresarse y argumentar las ideas.

    Partiendo de los dos casos que retomamos, observamos que en cada uno el mismo formato, como un “curso”, adquiere características diferenciadas atendiendo a un factor central como es la estructura e ideología de la agrupación. Éstas delimitan con una mayor claridad los elementos y sus roles en la experiencia de formación, al cual el formato sirve. Mientras, a partir de la experiencia de Raúl (PO) podemos comprender cómo empalma el “curso” dentro de un proceso que podemos denominar como formación integral, que se sostiene desde distintos soportes para un mismo fin. En el caso de la Juventud Radical la modalidad comodín va respondiendo a las demandas de los y las militantes en el transcurrir de su avance político, marcando un tipo de formación que reconocemos como fragmentada e improvisada.

    1. Performativas: estas modalidades se presentan con el objetivo de generar instancias de “discusión política” sobre las posturas de la organización en relación con los ejes de la agenda partidaria y temas de coyuntura. Se evidencia un énfasis en la instrucción y ejercicio de toma de la palabra hacia los y las aprendices. Se trata de instancias con un mayor nivel de intercambio, donde participan algunos referentes o se da entre pares.

      La “discusión” se presenta como una actividad de gran valor para la formación, donde la y el aprendiz, no solo se interiorizan sobre los lineamientos de la agrupación, sino que son puestos a prueba dado que se les exige el uso de competencias específicas (Petitfils, 2007). Se los y las incentiva para que abandonen la posición de espectadores para pasar a plantear sus puntos de vista en línea con las lecturas y análisis de una serie de materiales, demostrando conocimiento y manejo de la postura política ideológica de la organización. De este modo, van incorporando discursivamente términos, argumentos coherentes y fundamentados con las ideas políticas del espacio. Los ensayan y discuten con sus pares para luego poder implementarlo en el territorio.

      Los formatos más comunes son las “charlas” y “debates”, las que encontramos de manera predominante en el Partido Obrero y La Cámpora. Pablo (LC, 24 años), recuerda que la discusión en los debates le permitía incorporar a nivel discursivo los argumentos para moverse mejor en el “cuerpo a cuerpo” que el trabajo territorial le demandaba.


      • Pablo: Discutíamos los temas coyunturales, es decir la recuperación de YPF, la Asignación Universal por Hijo… A mi particularmente me permitía agarrarme más en la facultad.

      • Investigadora: ¿Y, como militante?

      • Pablo: Te da muchas más herramientas a la hora de discutir en el cuerpo a cuerpo. Venían vecinos y planteaban ‘No, porque a mí no me van a venir con el kirchnerismo’. ‘Señor, señora me parece que usted tiene en su casa hoy un derecho establecido por la presidencia de la nación como es la Asignación Universal por Hijo que permite que sus hijos vayan a la escuela (…)’. Más que nada va por ahí, por llenar de contenido y llegar a una discusión un poco más cultural.


        Estas instancias nos permiten entender a las organizaciones partidarias habilitando espacios para reforzarla como una estructura de significado en donde a través de tales mecanismos las y los militantes pueden inscribirse en un imaginario colectivo e identidad política. Para Boivín, Rosato y Balbi, (1998) en el caso del peronismo la común adscripción a los símbolos, definen su comunidad imaginada que requiere de constantes actualizaciones en la práctica política central para al fortalecimiento de solidaridades y lazos afectivos.

    2. De encuentro: en principio se las puede considerar como instancias más de dispersión o momentos de fraternidad entre los distintos miembros. Sin embargo, los entendemos como formatos que, con una fuerte base de sociabilidad e intercambio, instauran instancias de formación en contextos más distendidos o relajados y fortalecen los vínculos en el grupo. Los formatos a los que nos referimos son los “campamentos” y “picnics”, que en muchos de los casos representan la oportunidad para los y las referentes históricos de encontrarse en otro marco con las “bases militantes”.

    Al respecto Lorena (JR, 34 años), recuerda en especial el intercambio con referentes históricos del radicalismo chaqueño que les servía en ese momento para ubicarse en el espacio político: “ahí vos vas tomando más imagen de lo que vos querés llegar a ser, uno por ahí va tomando distintas cosas, distintos puntos de vista y cuando vas participando más ya vas tomando decisiones”. A lo que agrega Ramiro (JR) que lo que más le gustó de su primer “campamento radical” fue encontrarse con “chicos” de su misma edad con los cuales “tocaba la guitarra y nos juntábamos a compartir”. Es así que ese primer grupo que armó en el campamento trató de mantenerlo en las reuniones posteriores con la misma dinámica “relajada” de “pasarla bien” ante todo.

    De acuerdo con trabajos que han estudiado esta modalidad como instancia de formación y politización, resaltan la significación que adquiere al momento de, por un lado consolidar una cultura organizacional interna, como también son instancias de reapropiación de la memoria histórica de las agrupaciones por otro, reforzando la idea de un “nosotros” (Cozachcow, 2013). Como afirman Vázquez, Vommaro y Bonvillani (2012) el estar juntos “colabora en la constitución y transformación de una identidad política colectiva” (p. 228).

    Estos formatos para las y los aprendices son instancias de aprendizaje donde el componente de la proximidad desde el encuentro y la vinculación más cercana con las y los distintos integrantes del partido va delineando el sentido de pertenencia, de reconocerse como militantes con otros y otras (Dechezelles, 2006). Así van comprendiendo a la


    organización, identificando personalidades y referentes históricos, la van dimensionando en sus recursos, entendiendo cómo se mueve a través de sus miembros, cómo esos conceptos y valores que discutieron en las instancias anteriores toman cuerpo en las experiencias, en el diálogo y conversación con sus “compañeros”.

    De modo general los distintos formatos que fuimos recorriendo en este apartado actúan para desarrollar y apuntalar valores, aptitudes y conocimientos instaurando instancias de socialización política militante. De acuerdo con Michel Hastings (2001) la práctica política en los partidos construye y se sostiene en una densa red de significados, representaciones, normas, valores, códigos simbólicos y signos naturalizados que reafirman una identidad colectiva. Son esos significados los que se ponen en circulación y se reafirman de manera continuada y combinada a través de los formatos. De esta manera, la socialización política promueve la incorporación desde lo discursivo en cuanto a los argumentos y operan como indicadores simbólicos y por otro las modalidades al momento de la militancia en el territorio. Las agrupaciones en tanto organizaciones son productoras de códigos comunes de significado y conducta que producen formas comunes de aprehender el mundo social.


    1. Procesos de entrenamiento: hacerse militante en el territorio

    El concepto de territorio se presenta como un concepto clave en la militancia política, lo entendemos desde los aportes de la sociología y antropología de la política,17 dando cuenta que no refiere a un espacio geográficamente localizado. En cambio, manifiesta una red de sociabilidades y vinculaciones, dado que no se trata de barrios o comunidades con los que se decide vincular de manera azarosa, sino que reflejan intereses estratégicos, alianzas políticas, vínculos con referentes barriales y mediadores políticos como así también relaciones personales cotidianas. El territorio pasa de ser el escenario donde transcurre la vida y la política, a representar un entramado de relaciones, un espacio socialmente construido que constituye y a la vez es constituido por las formas de la política (Vommaro, 2010).

    Ahora bien, con relación a los procesos de formación que venimos transitando, las modalidades de formación anteriores nos refieren a la dimensión intelectual y actitudinal de la militancia, que marcaron una serie de modelos o esquemas que en el territorio veremos cómo se ponen en práctica. Es así que en esta parte recuperamos las primeras incursiones de los y las aprendices en el territorio como una instancia de formación.


  17. Este concepto ha tenido un gran desarrollo (Rosato, 1999 y 2003; Auyero 2001; Frederic 2004, 2011; Borges, 2004; Merklen, 2005; Rosato y Balbi, 2003; Rosato y Quirós 2004; Combes, 2011; Quirós, 2011, 2017; Manzano, 2013; Ferraudi Curto, 2014; Vommaro y Quirós, 2011). A su vez desde los estudios sobre juventudes también retomamos trabajos que recuperan las experiencias de participación política juvenil en el territorio como ámbito central de politización (Vázquez y Vommaro, 2009; Vommaro y Daza, 2017; Vommaro, 2010, 2012).


    De las narrativas se desprende una importancia hasta fundacional asignada al territorio, podemos percibir que hay algo del trabajo político que sólo se aprende allí, que otro lugar no puede compensar, encierra algo así como lo esencial del saber hacer de la militancia política. Como nos explica de manera contundente Martín (28 años, LC) “si no tenés contacto con el territorio vos sos otra cosa, no sos un militante, sos un pensador”, analizamos así que la trama de sentido de la y el militante político toma forma en el territorio. Advertimos entonces, que el trabajo territorial en principio las y los ayudan a dar respuesta a tres preguntas básicas: ¿qué hace una y un militante político?, ¿cómo es esa práctica política? y ¿con quiénes las lleva adelante?

    Es así que se convierte en un paso obligado para la comprensión de la actividad política en tanto trabajo, de acuerdo con Julieta Gaztañaga (Gaztañaga, 2008, 2010, 2013; Vommaro y Hurtado, 2017), no se trata de cualquier trabajo, sino que hacer política implica el desarrollo de competencias prácticas adecuadas a un entorno donde son efectivas. A su vez, retomamos la noción desde el plano de los vínculos y las situaciones en las que se desarrolla, porque nos permite reconstruir sus condiciones de producción y reproducción en una red de sociabilidades, valores e intereses que refieren a su carácter relacional y humano (Gaztañaga, 2008; Quirós, 2006; Manzano, 2009; Ferraudi Curto, 2009).

    Ahora bien, el desarrollo de las actividades comprende tareas y funciones distribuidas según la posición que ocupan los distintos miembros dentro de la jerarquía de la orgánica, y el lugar de las y los aprendices como inferimos es la inferior. El desarrollo de estas actividades delimita en la agrupación la división del trabajo político. A modo general, las dinámicas de las actividades son similares en las distintas organizaciones, se trata de la vinculación con una comunidad específica18 desarrollando las líneas de trabajo que el espacio político fija previamente articulando una red de contactos entre referentes barriales, gubernamentales y del partido (Auyero, 2001; Gaztañaga, 2010; Soprano, 2003). Articulación que se traduce en prácticas concretas como los copeos de leche, actividades infantiles y deportivas, vinculadas a políticas públicas, entre otras. De esta forma, el territorio para las organizaciones representa la instancia de visibilización, no solo de su línea política, sino que también representa el despliegue material de su fuerza en cantidad de personas, red de vínculos y recursos donde la y el aprendiz ejercita, observa, aprende.

    Estas prácticas involucran a los y las jóvenes de forma integral, donde “ponen el cuerpo”19 refiriéndose al trabajo físico que implica estar y llevar adelante las actividades. Y a su vez, también “ponen la cara”, expresión que representa la puesta en práctica de las aptitudes más sociales al momento de interactuar con las y los vecinos. Es decir que para los y las militantes el territorio significa salir a un barrio y encontrarse con sus problemáticas y actores, recorrerlo, conversar y escuchar a las y los mismos, llevando fundamentalmente las propuestas, políticas y en algunos casos a las y los propios candidatos y/o referentes


  18. En la mayoría se trata de vinculaciones que los referentes políticos de cada espacio proporcionan o son gestionados por la o el referente de la rama juvenil a partir de contactos propios.

  19. Núñez (2011) refiere a la expresión al describir las protestas estudiantiles, como rasgo tradicional de la cultura política argentina, vinculada a una estrategia que permite canalizar el conflicto.


    del espacio. Es la manera en que el colectivo se visibiliza y cobra una existencia social hacia afuera, por lo tanto, son vividos por sus protagonistas como momentos de mucha exposición, sobre todo durante las épocas electorales (Rosato y Quirós, 2004; Rosato, 2003; Scotto, 2003; Soprano, 2003).

    3.1. Enfrentar el territorio


    El trabajo territorial para los y las aprendices representa el encuentro con problemáticas en muchos casos desconocidas, generando a su paso momentos de incertidumbre, que ya no pueden ser tramitados a partir de sus experiencias y aprendizajes anteriores, sino que tensionan con las mismas encontrando sus límites. Se van moviendo dentro de un esquema que les demanda posicionarse de otra manera e incorporar otros saberes. En el caso de Blanca (28 años, JR), quien también fue militante de Franja Morada20 en la universidad, meterse en el territorio la posicionaba en un escenario completamente desconocido en cuanto a prácticas y actores, en comparación con los pasillos familiares de su facultad y la “mesita” de su agrupación.


    “yo conocía Barranqueras, pero ahora conozco más y es otro tipo de trabajo… tenés que llorar entendés, pedirle al intendente que te dé algo, y también el contacto con tu distinto, llego a hablar con una señora adulta del barrio ¿Cómo le hablo? ¿Soy amiga? … saber que tenés que meterte en lugares que para vos son como feos, así como si nada o encontrarte con situaciones incómodas… gente muy pobre o muy inculta, cosas que no ves en la universidad lo ves en la calle”.


    A su vez, moverse en tales entornos también los y las enfrentaba a los estereotipos sobre la política, encontrase con la opinión de personas por fuera de los márgenes del espacio partidario. En esa línea, evidenciamos en los relatos el esfuerzo de los y las jóvenes por alejarse de las prácticas clientelares o de patronazgo, donde es necesaria la adaptación de las demandas y abordaje de problemáticas en términos de la política, formas de trabajo y acciones de la agrupación (Vommaro, 2014; Franz, 2017). Como lo explica Pablo (LC)


    “Todo el tiempo le decíamos que nosotros no veníamos a buscar su voto, no veníamos tampoco a exigirle nada, nosotros no dábamos trabajo, no dábamos mercadería pero sí dábamos organización política. Así nos manejábamos, al vecino queremos ayudarlo a que se organice, a que si falta algo en el barrio, si no le están cortando el pasto por ejemplo, si no hay luz en el barrio, nosotros queríamos organizarnos entre los vecinos para que realmente el barrio pueda crecer. Pero aparte que ellos mismos se den cuenta cuáles son sus derechos, los que ganaron, cuales son los derechos que faltan”.


    El territorio también marca las diferencias hacia afuera, definiendo con mayor

    claridad un otro encarnado en las fuerzas opositoras. Las diferencias con los otros


  20. Se trata de la agrupación estudiantil del radicalismo que se desenvuelve en las universidades públicas.


    grupos se hicieron más claras, las y los ayudaban a distinguirse reafirmando su forma de hacer política. La autora francesa Stephanie Dechezelles (2006), quien abordó a los grupos juveniles en el partido italiano Alianza Nacional, resalta que “es indispensable para cualquier organización que sus activistas compartan un conjunto de referencias comunes (homogeneidad) que sean objetivadas en un vocabulario, una retórica y en sus registros específicos” (p. 132). Es así que el avance de la práctica en el territorio supone el aprendizaje del saber hacer militante, donde el grupo también va incorporando la idea de un nosotros que lo diferencia de otros colectivos (Franz, 2017). Estas prácticas desde las organizaciones afianzan los valores, posiciones y representaciones políticas en sus militantes, que refuerzan su pertenencia con el espacio y la práctica política en esa dirección (Fretel, 2011).

    No obstante, el territorio en su extensión también evidencia las divisiones internas, las cuales se vuelven más complejas en los entornos partidarios (Rosato, 2003). Las mismas les demandaron otros cuidados al momento de organizar el trabajo político, Marcos (JR, 22 años) quien venía de militar en la Juventud Radical de su ciudad natal los explica de la siguiente manera:


    “(en Sáenz Peña21) al ser más chico no influye si sos del centro o de algún barrio estábamos todos en todos lados, en cambio en Resistencia están bien definidos los circuitos y para trabajar en uno que no es el tuyo tenés que avisarle al referente del circuito decirle: ‘mira queremos ir a trabajar’ para que no haya ningún enojo porque siempre puede surgir algún mal entendido, eso tuve que prestar atención”.


    La experiencia de Marcos nos muestra el trabajo distribuido en el territorio como en un tablero del juego de mesa TEG22, en donde la misma agrupación política se lo divide, administra y disputa (Gaztañaga, 2009; Vommaro, Hurtado y Paladino, 2017). Actuar en ese esquema conlleva estar atento a ese juego de intereses.

    A su vez, como advertimos la definición del territorio y el desarrollo del trabajo político, sus modalidades y organización en él se inscriben dentro de la tradición e identidad de cada espacio, constituyéndose en instancias de socialización política que imprimen una determinada sensibilidad política que se moviliza en la relación con los actores y sus demandas. Para el caso de agrupaciones que se ubican en el arco ideológico peronista como La Cámpora serán con mayor énfasis “los sectores populares”, mientras que para el Partido Obrero son “los trabajadores” y en el caso del radicalismo “los vecinos” y sus demandas.

    Es así que el trabajo territorial cumple una función de afirmación identitaria, dado

    que los llevaba a reconocerse dentro de un imaginario no solo ideológico sino también


  21. Ciudad chaqueña ubicada a 171 km de la capital provincial.

  22. Juego de mesa argentino “Técnicas y Estrategias de Guerra”. Plantea un conflicto bélico que ocurre sobre un planisferio dividido en 50 países, planteados en tarjetas, elegidos al azar. Al comienzo de la partida se reparte entre los jugadores todos los países, que son ocupados con fichas del color asignado a cada jugador.


habitado por referencias culturales y estéticas (Mutuverría, 2017; Franz, 2017). (Soprano, 2005; Balbi 2007 Rosato, 2003)


A modo de cierre

En este artículo se analizó la experiencia de formación militante por la que atraviesan jóvenes en su etapa inicial en organizaciones político partidarias en la ciudad de Resistencia, Chaco (Argentina). Observamos que la formación se extiende a lo largo del trayecto militante, sin embargo durante este tramo adquiere características importantes que evidencian los procesos y modalidades de instrucción y entrenamiento por parte de las agrupaciones y el aprendizaje demandado a los y las jóvenes que son transversales a todas las agrupaciones, donde se prefigura a las ramas juveniles como las puertas de entrada que se abren hacia el partido político, y a través de él a la práctica política formal. Por su parte los y las jóvenes enfrentan estos procesos en diálogo con sus experiencias anteriores de militancia que los y las dotaron de capitales militantes que les permiten tramitar los momentos de incertidumbre y tensión que la militancia les va generando.

La posición de aprendiz permite entender los límites en los que se mueven estos jóvenes, en tanto condición delimitada desde las agrupaciones que los y las evidencian como nuevos y nuevas en el campo que van reafirmando sus cualidades y las necesidades de formación. Por lo tanto, las modalidades formales que se ponen en marcha en función de ello, proponen las herramientas para saberse militante dentro de una historia y trayectoria política, para en otro nivel tomar cuerpo e identidad política en el territorio.

La formación en el territorio a su vez les demandó la adquisición de ciertas competencias políticas, por un lado, que suponen el conocimiento del espacio en tanto conjunto de actores y posicionamientos políticos e ideológicos y por otro, el dominio de competencias técnicas que implican la práctica política como un trabajo inscripto en un espacio determinado. Encontramos a la formación como una instancia que pone en diálogo los atributos que la organización demanda con aquellos que los propios que los y las militantes van registrando de su práctica, los cuales van evolucionando e internalizándose en hábitos, ideas, habilidades y destrezas que les permitirán actuar al momento de resolver la práctica en el territorio.

Los aprendizajes de esta etapa tienen un carácter múltiple y serán de gran utilidad al momento de enfrentar los desafíos que la militancia en sus agrupaciones le presenten, como por ejemplo relacionarse con actores políticos en distintas escalas, organizar y planificar el trabajo territorial, entre otros. Los y las jóvenes van comprendiendo las reglas que les impone el juego político en sus diferentes dimensiones, no sólo lo que implica el saber hacer y moverse en un territorio específico, sino también las lógicas de legitimación y validación propias del espacio. Finalmente, el trabajo cobra relevancia al analizar los procesos de formación de la militancia política juvenil en organizaciones político partidarias temáticas que han sido relativamente poco estudiados, sumado que los retomamos desde la mirada de casos subnacionales.


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Vol 28, N°2


Esta revista fue editada en formato digital en junio de 2019 por su editorial; publicada por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela


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