Volumen 34 No. 2 (abril-junio) 2025, pp. 112-131
ISSN 1315-0006. Depósito legal pp 199202zu44
DOI: 10.5281/zenodo.15110052
Redes tecnológicas, ciudadanías digitales emergentes y la banalización digital en las sociedades globales contemporáneas
Camilo Vargas Machado*, Julie Armenta Calderòn** y
Salvador Cazzato Dávila
Resumen
En la contemporaneidad reciente los avances tecnológicos de las redes sociales junto a la IA han tenido una reciente voracidad sin precedentes en el mundo global, la mayoría de los seres humanos estamos envueltos en esta globalidad debido al fenómeno avasallante del proceso de digitalización y virtualidad presente. Este papel de trabajo se plantea el objetivo de caracterizar el impacto de las nuevas formas expresivas sociopolíticas que han llegado para modificar -con sus potencialidades tecnológicas- las interrelaciones sociales, las dinámicas de la cultura política contenida en las percepciones y ulterior construcción de las diversas ciudadanías digitales emergentes. Se busca determinar cómo el avance tecnológico de las redes sociales ha permeado muchos ámbitos humanos, especialmente, de las culturas políticas digitales. Se destaca cómo las incidencias de estas nuevas formas de ciudadanías están transformando nuestras perspectivas de mirar el ‘mundo de vida’ y las sociabilidades que particularmente se configuran en el mundo digital. La influencia de las redes tecnológicas inductivamente ha fomentado percepciones, posturas y conductas complejas con una marcada tendencia hacia una banalización digital de los entramados sociales de la humanidad global. Abordar las complejidades de tales incidencias conlleva metodológicamente acudir a los diversos métodos analíticos sociológicos y de la ciencia política, el análisis critico de las ciencias sociales y los aportes de la perspectiva fluida (liquida) de Bauman. Asimismo, el uso de las representaciones sociales permite analizar interpretativamente el ímpetu de la fenomenología social de las redes sociales significantes de nuestra contemporaneidad. Lo planteado denota el carácter interdisciplinario que contiene el desarrollo de la investigación, cuyas múltiples disciplinas persiguen desglosar las sustancialidades de las nuevas formas fenoménicas y culturales de la comunicación política con categorías como la de las ciudadanías digitales, banalización digital y perspectiva liquida observables en el imponente proceso de globalización tecnológica de las redes que nos abarca
Palabras clave: Redes tecnológicas sociales; contemporaneidad; ciudadanías y percepciones digitales; banalización digital
*Universidad Cooperativa de Colombia. Bogotá. ORCID: 0000-0003-0993-358X
E-mail: camilo.vargasma@campusucc.edu.co
**Universidad Cooperativa de Colombia. Bogotá. ORCID: 0000-0003-2561-2364?lang=es
E-mail: julie.armenta@campusucc.edu.co
***Universidad de Zulia. Maracaibo, Venezuela. ORCID: 0000-0003-3255-6700
E-mail: salvadorcazzato@gmail.com
Recibido: 23/10/2024 Aceptado: 15/01/2025
Technological networks, emerging digital citizenships, and digital trivialization in contemporary global societies
Abstract
In recent times, technological advances in social media, along with AI, have experienced unprecedented growth in the global world. Most human beings are immersed in this globalization due to the overwhelming phenomenon of digitalization and virtuality. This working paper aims to characterize the impact of the new sociopolitical forms of expression that, with their technological potential, have come to modify social interrelations and the dynamics of political culture contained in the perceptions and subsequent construction of the various emerging digital ci This article seeks to determine how the technological advancement of social media has permeated many human spheres, especially digital political cultures. It highlights how the impact of these new forms of citizenship are transforming our perspectives on the “lifeworld” and the sociabilities that are particularly configured in the digital world. The influence of technological networks has inductively fostered complex perceptions, stances, and behaviors, with a marked tendency toward a digital trivialization of the social fabric of global humanity. Addressing the complexities of such impacts methodologically entails drawing on various analytical methods from sociology and political science, critical analysis from the social sciences, and the contributions of Bauman’s fluid (liquid) perspective. Furthermore, the use of social representations allows for an interpretive analysis of the impetus behind the social phenomenology of the significant social media networks of our contemporary times. The above highlights the interdisciplinary nature of this research, whose multiple disciplines seek to unpack the essentials of the new phenomenological and cultural forms of political communication with categories such as digital citizenship, digital trivialization, and the liquid perspective, observable in the impressive process of technological globalization of the networks that encompasses us.
Keywords: Social technological networks; contemporaneity; citizenship and digital perceptions; digital trivialization
Introducción.
La influencia inmanente de las redes tecnológicas en las múltiples sociedades occidentales que ahora conforman a las comunidades de la aldea global es básicamente de sustrato digital, configurando en un espectro de poder difícil de proyectar en su incidencia. Éstas (las redes) junto a la Inteligencia Artificial están marcando el paso sobre nuestro mundo de vida moderno, un mundo de vida remasterizado a través de las redes tecnológicas, cuyas percepciones y conductas sociales ahora se encuentran conectadas en el mundo de lo digital, lo que se percibe, a ciencia cierta, es una globalidad digital que se enmarca como un proceso adscrito a la sociedad occidental. Son muchas las aristas provenientes de las actividades humanas que se pueden abordar analíticamente. Pero serán los fenómenos de reciente data denominados ciudadanías digitales y mundos de vida lo que ciertamente ocupa nuestro interés investigativo.
A partir del surgimiento de ese mundo digital de las redes tecnológicas se han derivado entramados de vidas únicos que se ciñen a una globalidad singularmente digital, donde el “desarrollo humano alcanzado” por las sociedades humanas occidentales solo se le asocia ligeramente al progreso “tecnocrático” en la contemporaneidad.
Pues si bien el desarrollo de la humanidad ahora pasa por el papel esencial de comprender las extensiones esenciales de un nuevo poder -que está concebido en aras de lograr ese ansiado progreso-, también deben considerarse todas esas repercusiones provenientes del cultivo intenso del mundo de las redes sociales, que han llegado para modificar de fondo las formas perceptivas de las actividades humanas junto al mundo de vida concebido por Beriain (1990).
El poder de estas herramientas -las redes- conlleva una pluridimensionalidad de actividad los individuos reproducen constantemente en incontables situaciones que cobran mayor ímpetu en la cotidianidad contemporánea.
Cabe destacar que el impacto de las autopistas y redes tecnológicas ha traído consigo aristas y condiciones que, a menudo, determinan el surgimiento de nuevas situaciones y devenires humanos que deben ser considerados en estudios de más hondura con respecto a la globalización (Vargas, Cazzato y Alvarado, 2024). El ahora mundo de las redes globalizadas refleja un orden cosificado expresado en una modernidad que lejos de perder su influencia, excepcionalmente, aun transcurre por la extensión histórica del siglo XXI. En sí, representa una modernidad global que nos sobrecoge con la impactante World Wide Web esbozada por Jean Francois Fogel y B. Patiño. (2008).
Entendido de otro modo, la globalización también constituye una red de denotaciones y connotaciones que ahora se cosifican en el espacio de la World Wide Web, por cuanto la globalización contemporánea asume el impacto de esta sobre los llamados “contextos coetáneos contemporáneos” (Aróstegui, 2001). Estos estados diferentes de contextos se expresan en dimensiones diversas como la glocalización, la Inteligencia Artificial, Biotecnología entre otros fenómenos afines (Vargas, et al., 2024).
Desde lo metodológico, se persigue entender el manejo expresivo de estas estas redes dinámicas y las influencias fenoménicas (ciudadanías) que se desprenden de las voluntades humanas se utilizaron algunos métodos, categorías y enfoques diversos y de carácter interdisciplinario como el de las representaciones sociales, mundo de vida (Beriain), espacios públicos y privados (Ariés y Duby), ciudadanías digitales de expansión.mx, modernidad líquida de Bauman, los enfoques de crítica periodística de Fogel y Patiño. Así como se emplean los métodos analíticos deductivos e inductivos ya conocidos en la sociología, sin menoscabar tampoco el análisis crítico de lo social mirado desde un ángulo cognitivo-epistémico de la epistemología precisado en el desarrollo de esta investigación transdiciplinaria.
1. Las redes tecnológicas, representaciones sociales y los contextos de las ciudadanías responsables.
Las redes sociales y tecnológicas representan un mundo de lo moderno que no solo refleja la lógica interna de la modernidad, sino que también refleja la ambivalencia y la ambigüedad de este momento épocal (Bauman, 2005). Su desarrollo inusitado representa una actividad sin precedentes que ha llegado a reemplazar la presencialidad corpórea de los seres humanos, así como su interacción directa. Convirtiendo a la presencialidad en un evento necesario o no.
La presencialidad se ha visto menoscabada a causa de la potencia inusitada de las redes tecnológicas, especialmente, con un empuje a partir de la endemia provocada por el patógeno del Covid-19. De manera que muchas actividades humanas llevadas adelante pasaron de un plano físico a un campo virtual, donde los hombres y las mujeres perdieron la preeminencia del lazo de lo presencial, generando circunstancias especiales ligadas a “nuevas realidades” que se manifiestan en las conexiones a través de dispositivos, tabletas u ordenadores.
He de advertir que con cada acceso virtual a las redes tecnológicas nuevas realidades que se fundan “en perspectivas sociotemporales propias” (Aróstegui, 1991: 124). Son estados reales que necesariamente deben ser sometidos a las cualidades de métodos analíticos/hermeneúticos más rigurosos, puesto que lo pluridimensional de las actividades humanas virtuales genera perspectivas y redes de significados que desde su primigenio origen universal de la World Wide Web deben ser deconstruidas (Fogel et al., 2008).
Verbigracia, una de estas ‘realidades de perspectivas socio-temporales’ se expresa en el surgimiento de nuevas dinámicas vinculadas al periodismo digital o digitalización comunicacional. Ese mencionado fenómeno de periodismo digital ha sido analizado e interpretado con certezas esenciales bien fundamentadas por Fogel y Patiño en su afamado libro La Prensa Sin Gutenberg. El Periodismo en la Era Digital. Este texto es de cabecera si se quiere primordialmente abordar los nuevos contextos de la comunicación social y política a partir del siglo XXI.
Al fin y al cabo, el mencionado proceso de digitalización humana amerita enfoques que redefinan las causas que motivan dichas dinámicas comunicacionales sociotemporales, una vez que se entiende que ese proceso digital tampoco opera o se emplea fuera del sistema social instituido según Niklas Luhmann gracias a su texto Soziale Systeme (1984)1, con el que reimpulsó sociológicamente la Teoría General de Sistemas Sociales (TGSS).
La digitalización humana está sometida a permanentes reconfiguraciones que se fundan en temporalidades efímeras del sistema de lo social; donde los mensajes de textos de WhatsApp, por ejemplo, pierden vigencia prestamente para dar paso preclaro a nuevas informaciones provenientes de otras personas o de la IA quizás. Por cuanto a esta configuración comunicativa efímera se nutre de: x, WhatsApp, telegram, flyers, memes, presentaciones y videos de tiktok, opiniones, críticas y juicios en instagram, publicaciones de diversa índole en facebook y muchas tantas otras.
Es primordial tener en cuenta que cada una de estas modalidades o herramientas tecnológicas reflejan matrices de opiniones frecuentes y fugaces que se entrelazan cotidianamente con nuestro mundo de vida instituido en el sistema social. Se está en presencia de los denominados no lugares de Marc Augé cuando tales matrices se expresan.
Ahora bien, es preciso advertir que tales percepciones individuales de lo política son ahora vertientes que emanan desde los no lugares que son espacios distantes no menos importantes por su letanía.
Es decir, se avista una matriz de opinión que se deviene, a menudo, en una ‘percepción particular de lo real’. Cuando un comentario o juicio puede que se desvanezca o permanezca dependiendo de lo que pueda perdurar el registro del cronos de las redes. Mas aun, si se considera que éste fuese borrado/eliminado “en instantes” sin llegar a detenernos a pensar o concienciar o prestarle la debida atención a ese dato o información por su importancia en sí.
Cabe resaltar que el auge de las redes tecnológicas ha potenciado la concatenación de las construcciones comunicacionales (matrices) con las emergentes construcciones de ciertas ciudadanías alternativas referidas en el plano digital. Ya que estas formas ciudadanas entrañan comportamientos y conductas de vida ad hoc; sobre todo, si se muestran sujetas al uso de dispositivos o tecnologías de vanguardia ligadas al mundo de la World Wide Web.
Como fue planteado, cada dispositivo o aparato pasa a constituirse en “una posición determinada” en sí. En este contexto dichas posiciones se manifiestan alteridades en matrices individuales que se encapsulan la duración fugaz de un momento en la network (bien sea con emoticones, un me gusta (like) o una manito abajo, o alguna reacción específica, etc.). (Pfr. Bauman, 2005).
Por ende, la eventualidad de una opinión, juicio se hace digital, se “humaniza digitalmente” si se puede afirmar así. Una vez que se publica -algún comentario- alimenta un plano efímero de una forma de vida que aflora en percepciones.
Es importante advertir que dichas redes tecnológicas humanas también emergen como perspectivas ciudadanas cada vez más presentes, si se considera que el tiempo personal que se consume en el uso in crescendo de las redes tecnológicas es sin precedente.
Cuando en la actualidad ya hay estudios científicos de cómo éstas (las redes) causan afectaciones que se adentran en el campo de la salud mental, cuyas conductas ya son clasificadas de patologías por el grado de adicción o de incontinencia personal causada por las redes sociales tecnológicas. En términos más simples es factible considerar que:
“Las redes sociales constituyen una nueva forma de interacción, una nueva puerta que genera distintas posibilidades en el ámbito de las relaciones personales y profesionales. Las causas de la popularidad de las redes sociales se deben a muchos factores, lo que es innegable es que a día de hoy representa uno de los pilares de la comunicación. Sin embargo, en ocasiones, el uso de las redes sociales comporta un riesgo importante. Así ocurre cuando las personas reducen su universo al filtro constante de las redes sociales, desplazando los vínculos presenciales a un segundo plano. La adicción a las redes sociales forma parte de un nuevo tipo de patología: las adicciones comportamentales, un hecho real que produce mucho sufrimiento a quien lo padece”. (https://www.psicologia-online.com/adiccion-a-las-redes-sociales-causas-consecuencias-y-soluciones-3622.html, 2024: 1).
Efectivamente, algunos estudios profesionales se han dado a la tarea de investigarlas como estas “nuevas formas de interacción” se trasforman en formas de digitalización que hace remota las posibilidades de quienes ahora se relacionan o interactúan de estos modos. Por supuesto, cuando el empleo de estos medios es constante significa que es una adicción comportamental a las redes sociales.
Sin embargo, la utilización de las redes sociales implica, asimismo, una responsabilidad individual que está personalizada en cada sujeto haga uso de ellas. Algunos sujetos sociales suelen comportarse distinta o generan sociabilidades distintas a las conocidas desde el siglo pasado. Lo que ciertamente nos remite a una otredad alterna acompañada de variadas dimensiones humanas, siendo la “ciudadanía digital” la de nuestro interés caracterizado por el poder representado socialmente en las redes.
Es factible inferir que el poder obtenido por las redes adquiere matices hegemónicos. Pues, en la medida que se conecta el (internauta) se hace un ser digital, indetenible, si se le proporciona un mundo infinito de posibilidades obedientes a la web, a los medios de información o aplicaciones que ahora definen o predominan en la humanidad occidental.
2. Las ciudadanías digitales: Análisis introductorio de los contextos en proceso.
De entrada, es básico definir sociológicamente: ¿Qué es la ciudadanía moderna? Thomas Janoski define la ciudadanía como “[...] la membresía pasiva y activa de individuos en un Estado-nación con ciertos derechos universales y obligaciones en un dado nivel de igualdad”.
En primer lugar, como podemos observar, se alude a la membresía en un Estado-nación. Podríamos llamar a esta la dimensión jurídica o normativa, la cual, “si la analizamos desde la perspectiva de la adscripción formal de la gente a un Estado y a su territorio, podríamos definirla simplemente como nacionalidad.” (Janoski, 1998: 9).
La categoría de ciudadanía digital es de reciente data, los enunciados de las informaciones, contenidos adicionados a los enfoques de sustentación crítica o constructiva sobre ésta son escasos en investigación. La idea presente se precisa en cómo el individuo se hace ciudadano en la medida que logra tener acceso a las TIC o posea un manejo adecuado de las habilidades tecnológicas que le permitan ser ubicados en el mundo virtual.
Los estudios académicos que se dignen de ser serios o con una rigurosidad académica respecto a la ciudadanía son exiguos o superfluos en este sentido, en el instante del arqueo o registro sobresale solo portales como wikipedia o expansion.mx cuando de esta ciudadanía consiste:
“La ciudadanía digital (también denominado ciberciudadanía o e-ciudadanía) es un concepto en transformación constante, ya que se encuentra ligado a la evolución y las posibilidades generadas por las tecnologías de la información y la comunicación. Precisamente, un ciudadano digital es aquel que tiene derecho al acceso y apropiación a las tecnologías de la información y la comunicación, al desarrollo de habilidades digitales, al acceso a la información en línea de forma segura, transparente y privada, así como a la participación a través de medios tecnológicos.”. (2022) (https://expansion.mx/tecnologia/2022/05/03/que-es-la-ciudadania-digital-y-cuales-son-sus-caracteristicas).
En la contemporaneidad, resulta innegable el abuso desmedido que se le ha brindado a lo virtual y cómo lo digital se ha configurado en un refugio para quienes se inclinan por las ‘virtudes del anonimato ofrecido por la virtualidad’, es clara la modificación de fondo que se nos presenta al ojo critico de los investigadores de los hechos sociales.
Por ejemplo, el fenómeno socio/antropológico de que un individuo se convierta en un “receptor continuo de informaciones o comentarios da cuenta de una serie de escenarios plagados de fakenews con el propósito, a menudo, de tornarse en postruth cuando esta es comunicada por los diferentes medios/redes sin ser contrastada con otras fuentes. De ahí se pueden devenir en escenarios que ‘pervierten lo real’, se convierten, a su vez, en otredades la frónesis necesaria.
La prudencia de corroborar la fuente de una información se ha ido disipando frente a los vertiginosos pulgares del consumidor de las redes y cuya ausencia no nos permite sopesar las circunstancias y consecuencias que acarree la información dada en estas sociedades del conocimiento. (Mattelart, 2007).
Ahora bien, expresar opiniones desmedidas ‘o no filtradas’ en las redes también involucra un factor de responsabilidad personal que debe ser considerada en su justa medida y alcance. Puesto que cada una de ellas (doxas) puede conllevar el sentido extralimitado del abuso alterando ‘un escenario o la postura del otro’; Puesto que una expresión abusiva requiere una responsabilidad que evite juicios a priori, por ejemplo.
De tal manera que a partir de ese plano emergen los entramados de sociabilidades que posibilitan redefinir qué son las ciudadanías digitales, siendo la siguiente nuestra categorización:
Son el conjunto y subconjunto de juicios, opiniones, códigos, interpretaciones entre otros que se emiten públicamente por medios tecnológicos virtuales (como las redes sociales), este conjunto se encuentra interconectado a la web global dinamizando la publicidad de estas expresiones de significados humanos a una velocidad vertiginosa, y con ella da a conocer la diversidad humana del emisor o del grupo social determinado reproduciendo los marcos cognitivos-prácticos de los sistemas de creencias, posturas, opiniones, convicciones o sustentaciones de éstos.
Con esta definición conceptual resulta posible aproximarse a los rasgos esenciales del conjunto o subconjunto de sociabilidades novedosas que se derivan del surgimiento de nuevas ciudadanías contemporáneas.
De tal manera que las ciudadanías digitales son actividades humanas -esencialmente- sin fronteras, por medio de las cuales frecuentemente se emiten juicios, opiniones sin la prudencia o la sapiencia debida, puesto que el amparo del modo remoto de lo expresado es abono de los fenómenos definidos arriba.
Llama expresamente la atención que las ciudadanías digitales tienden a ser “miradas en lo ilimitado” o se piensa que lo sean, lo racional es pensar que sus delimitaciones son minúsculas, que su proceso digital en expansión epistémica indetenible; pocas veces obliga al usuario a que se detenga desde una postura reflexiva o al menos critica de si realmente de si esa noticia, video o dato contenga la certeza necesaria.
El asunto que nos atañe acá no es solo el uso indebido de las redes, sino sobre cómo el desenvolvimiento del usuario se torna irrespetuoso, irresponsable y hasta abusivo cuando de un juicio ligero se trata.
Ocupa más nuestra atención cómo el manejo de las redes tecnológicas se ha convertido en un registro de irresponsabilidad individual en lo relativo a la construcción de los espacios públicos a la fecha. Pues, la emisión de “…una opinión alegre o una fakenew” puede contener una carga de toxicidad incalculable, plena de secuelas imperceptibles que refuerzan un entramado de subjetividades digitales bien sea de los sujetos o de grupos que demuestran juicios o doxas sin freno o sin algún tipo de filtro.
De forma que se está en presencia de una variable temática con mucha tela que cortar en cuanto a los tipos de análisis de forma o las construcciones de fondo que se pueden establecer desde la deliberación académico-científica global.
3. Relaciones entre mundo de vida, personalización de las redes y digitalización humana.
Occidentalmente, existe un mundo de vida pre/digital que cohabita con un mundo de sociabilidades modernas que se distinguen de entrada, por la irrupción inusitada de esta ‘etapa moderna’ con la incursión de redes tecnológicas que demarca un fenómeno de personalización ciudadana distintiva.
La distinción estriba fundamentalmente en el hecho dicotómico de que los espacios públicos y privados han sido afectados y han sido modificados medularmente. Ambos espacios han sido permeados en las sustancias o constructos que los componen, los mismos no pueden ser interpretados ni analizados solamente desde el binomio clásico de la reconocida obra de Georges Duby y Phillipé Ariés.
A partir de sociología antropológica lo público y lo privado deben ser repensados desde las nuevas potencialidades de la cotidianidad de las redes modernas. Aunque los antedichos pensadores franceses mentados recopilaron en dos tomos la construcción primigenia, el desarrollo y la evolución práctica de ambos espacios binarios, vale el esfuerzo preguntarse ¿Si solo se está presencia ahora de dos espacios preclaros? ¿O si la humanidad occidental sufrió una eclosión epistemológica por el inesperado asalto representado en la dinámica digital?.
Se podría aseverar que las líneas divisorias entre ambos espacios a finales del siglo XX no son más nítidas, más bien se difuminan esencialmente si se acude al impacto de la app Tiktok por ejemplo. Esas líneas divisorias apenas se atisban si se observa cómo lo privado ha rebasado lo público del espacio en la globalidad digital. Esa distinción espacial es grisácea, se entrecruza a menudo donde sin estar en un espacio público, y sin salir del área de confort de la oficina o del confort se conecta (Bauman, 2005).
De tal modo que el sujeto moderno digital sociabiliza bajo nuevas formas de interacción social, que alcanza sociabilidades que fluctúan “entre amistades o relaciones digitales”. Los grisáceos de estas formas novedosas debe ser examinadas su justa complejidad precisada en la modernidad liquida (Bauman, 2005).
Se esta en presencia de dinámicas distintivas de sociabilidades contemporáneas, cuyas formas de forjarse no interviene aislada, se basa en la conexión urdida por los dispositivos móviles de última generación que conllevan, en sí, un proceso de individuación potencial. En la medida que el proceso de individuación se acrecienta, nutre perfiles y posturas que se forjan, se esconden o se refugian bajo seudónimos variados, alias, imágenes, perfiles que pueden anidar una fakenews amparadas en identidades difusas o sombrías.
A nuestro juicio interpretativo, no dejan de forjarse identidades más dinámicas y dialécticas respaldadas por identidades en redes como Facebook, Instagram, Tinder que suelen ser momentáneas en el tiempo.
En lo relativo a las identidades Juliana Marcús afirma que la identidad no es más que “una construcción nunca acabada, abierta a la temporalidad, la contingencia, una posicionalidad relacional sólo temporariamente fijada en el juego de las diferencias” (Arfuch, 2002a citado por Marcus: 21). Para Hall (2003: 16 referenciado por Juliana Marcús, 2023) la identidad es “...un proceso que actúa a través de la diferencia, entraña un trabajo discursivo, la marcación y ratificación de límites simbólicos. Necesita lo que queda afuera, su exterior constitutivo, para consolidar el proceso”. Esta construcción de identidad se individualiza cada día más fundamentada en las posturas que las distinguen.
En este sentido, Zigmunt Bauman ha sido insistente en este axioma cuando apunta analíticamente que “...encender el móvil, la tableta o algún dispositivo para conectarse” a la red resulta en una acción y una actitud colmada de intencionalidad pura y líquida (2005). Donde la ambivalencia de la intención de conectarse o no es una decisión personal del sujeto moderno, pues con cada decisión individual se somete o supedita a la avasallante digitalización humana (Bauman, 2005).
Porque la digitalización humana es, en sí, una forma líquida ciudadana del presente, representa la intensificación conectiva que las redes tecnológicas predetermina las relaciones sociales modernas. También es una liquidez efímera en su quid que convierte al sujeto moderno en un presente virtual fugaz que se disipa en un pasado inmediato. Es un ayer calificado de “pasado” en cuestión de milésimas de segundos- fundado en la observación momentánea del instante.
Asimismo, la volatilidad de las redes da pie, muchas veces, a la ligereza expresión de algunas matrices de opinión acompañadas de aseveraciones o posiciones irrespetuosas, abusivas, irresponsables y hasta agresivas que deben ser enfocadas en su contexto bajo una perspectiva más filosófica, más fenoménica.
Se configura un mundo de vida repleto con formas propiamente banales. donde la fenomenología de la digitalización humana “se adueña de la cotidianidad de las personas” inserta en la vastedad de un ‘presente continúo interconectado a la www.’ (Fogel, 2008).
Estas formas propias banales tampoco distan mucho de la Era del Vacío a la cual nos remite el sesgo del sociólogo Gilles Lipovetski. Magistralmente en su texto con el mismo nombre le adjudica a este mundo de vida un vacío emergente considerado una “problemática” que “nos representan socialmente” según éste.
El presente continuo del Vacío puede deberse, según él, al carácter de lo etéreo y la simultaneidad temporal escurridiza en el tiempo; en la que, a duras penas, demore una persona o un individuo en borrarlo o eliminarlo del contenido del WhatsApp, Facebook o del Instagram, etc.
4. Definición básica de cultura política con tendencia hacia una cultura política digital: Caso Chile (2021).
Para adentrarnos en la definición básica sobre lo que es la cultura política es obligatorio detenerse al menos en un autor, en este caso específico se precisa a los clásicos Almond y Vera (con una cultura concebida dentro de los marcos sistémicos de la democracia o de la Teoría General de Sistemas).
Para Almond y Verba acotan que para qué un sistema democrático se incline hacia su razón de ser, primero es necesario acentuar el factor de la estabilidad. Gracias a la tendencia de la sociología política de ambos aun se considera importante su definición académica de cultura política. Para Almond y Verba (2022):
“«el término cultura política se refiere a orientaciones específicamente políticas, posturas relativas al sistema político y sus diferentes elementos, así como actitudes relacionadas con la función de uno mismo dentro de dicho sistema». Por medio de este concepto se trata de detectar las pautas de orientación de los ciudadanos de un país que subyacen a la acción política y la dotan de un determinado sentido”. https://www.24heconomia.com/actualidad/politica/20221120/cultura-politica-teoria-gabriel-almond-sidney-verba-noticia-1221000935/.
Estos autores le imprimen cierto carácter antropológico desde 1963 cuando aluden sobre las “pautas de orientación hacia los objetos políticos” (Almond et al., 2022). En este interesante texto se dedican a desglosar tales pautas de orientación, las cuales se predeterminan por ser una vertiente de tres formas que se internalizan en la concepción politológica de vida política; éstas son: 1. «orientación cognitiva» 2. «orientación afectiva» 3. «orientación evaluativa».(https://www.24heconomia.com/actualidad/politica/20221120/cultura-politica-teoria-gabriel-almond-sidney-verba-noticia-1221000935/.
Para Almond y Vera (1992) el abordaje de dichas pautas se basa en dos tipos de elementos: Análisis macro y el análisis micro en virtud del funcionalismo primigenio de Talcott-Parsons, quienes habían desarrollado su teoría sociológica política en su debido momento la década de los años 60.
Cuando engranan la cultura política con los sistemas políticos a través de las pautas de orientación se plantean un enfoque teórico relacional que parte de la conocida teoría sistémica de David Easton; él logro adaptar estas “especificidades de los objetos” a su teoría política subdividiéndola en cuatro tipos:
Así que la cultura política para ambos es el nexo de unión entre los niveles (pautas) de lo político (expresado en los niveles macro -las instituciones- y los micros -los propios individuos-).
Es preclaro reflexionar que el tiempo contemporáneo no es el de la década de los 60, se debe contextualizar y consubstanciar con las “redes conectadas a la autopista”, cuando la misma obedece al elemento de la coetaneidad o historia del presente2.
Cuando la cultura política actual es abordada desde el análisis del impacto de las redes tecnológicas, ésta puede elevarse a un papel fenoménico, más filosófico “de lo público”, que apenas era pensable y verosímil hace tan solo 20 años. Si se piensa desde la comunicación social también era impensable un mundo de vida de tales alcances tecnológicos, donde el espacio de lo público se reacomodó en el mundo global. El espacio de lo público se ha modificado sustantivamente porque se ha “re-humanizado”. Los entramados sociales (sociabilidades) “se reconfiguran porque se rehumanizan las culturas políticas” antes explanadas por Almond y Vera (Lipovektski y Juvin, 2011).
Una de estas reconfiguraciones se traduce en la cultura política virtual, la cual valida el espacio de lo digital precisada en la cobija del anonimato; muchas veces, de la clandestinidad virtual que resguarda identidades en la distancia, en ocasiones, para favorecer posturas o conductas sombrías. Redes como Watassap, Telegram (por citar una de las modalidades más utilizadas en Occidente) representan claros ejemplos puntuales para emitir nuestro juicio.
La clandestinidad posibilita identidades o perspectivas individuales “ocultables” bajo el refugio ambivalente del anonimato como diría Bauman, siendo contraproducente si su uso se destina para cometer delitos o crímenes de algún tipo determinado, por ejemplo, en cuanto a delitos electrónicos. Ya que una vez que se utiliza para fines deshonrosos o delictivos tampoco pierde su carácter humano; por lo que se re-humaniza si se atiende como una consideración de registro de fenómeno cultural digital. (Bauman, 2005).
A menudo esta vorágine digital ha ‘recreado’ las interrelaciones humanas y sus alcances erigiéndose como una premisa de constante histórica, presentista y coetánea. Es un mundo de vida de tendencia digital que embona con el fenómeno de las fakenews o no, y de llegar a ser una posverdad difícilmente contrastable con lo factual del mundo de vida (Beriain, 1990) debido al desarrollo simétrico de la Inteligencia Artificial en la ultima década.
Este complejo entramado de interrelaciones sociales ha arribado para asumir nuevas formas de politizarnos. (Biopolítica, 2014). Nuestras formas de hacer política son a través de las redes sociales tecnológicas (Biopolítica, 2014). Con frecuencia hacer política, por estos medios, ya no requiere ni demanda necesariamente el acto conmensurable de reflexionar o medir las consecuencias de lo expresado; permite al usuario, a menudo, evadir críticas de carácter argumentativo, igualmente se emiten juicios sin el sentido común necesario de parte de usuarios que ‘alegremente’ expresan sus doxas (opiniones).
He de advertir que en la medida que aquel el hombre político (de S. Lipset) es un hacedor de política aunado a una ciudadanía distintiva a través de las redes (no convencional), por cuanto la digitalización de su doxa secuencialmente se mimetizara en su ethos, es decir, se afronta una modernidad política que nos replantean el carácter de las virtudes y cualidades que pertenecen al zoom politikon griego, gracias al criterio argumentativo de César Cansino en La Muerte de la Ciencia Política (2009).
En el libro La Muerte de la Ciencia Política Cansino (2009) aborda determinados cambios que se manifestaban a inicios de siglo, uno de estos cambios originados deriva sobre el uso indiscriminado e irresponsable de los individuos en relación con estas herramientas virtuales de vanguardia, las cuales posibilitan la aseveración de la muerte de aquella política (o del político tradicional). La política tradicional ha sufrido reacomodos sustantivos tanto en sus contenidos como mecanismos expresión influenciados por el mundo virtual de los algoritmos coetáneos.
Nótese el caso de las últimas elecciones presidenciales chilenas realizadas en 2021 donde salta a la vista el caso particular de un candidato -sin opción aparente de ganar- de aquel entonces: El joven Franco Parisi, quien en una primera vuelta de balotaje (el 21/11/2021) no gana la elección como tampoco obtiene el número de suficientes papeletas para trasladarse a la siguiente vuelta, porque apenas obtuvo un 12.8% en los primeros comicios, (www.meganoticias.cl) sólo que este aspirante a la presidencia no residía ni estaba dentro del territorio nacional, de hecho, éste tenía años fuera de los predios de la República de Chile.
Su intensa campaña de marketing por la aspiración presidencial se fundamentó en las redes tecnológicas únicamente. Fue mirado como una opción presidencial ‘distinta’ a las conocidas hasta entonces, a pesar de no encontrarse físicamente en la nación chilena. La primera vuelta presidencial estuvo signada por un 27.9% obtenido por el aspirante de la derecha José Antonio Kast seguido por Gabriel Boric con un 25.8%; en cambio el mencionado Franco Parisi obtuvo un 12.8% (www.meganoticias.cl) lo que a la postre se traducía cuantitativamente en casi 900 mil votantes que, luego, se decantarían por la opción de izquierda Gabriel Boric. (www.meganoticias.cl).
Nada despreciable es indicar la importancia de este “fenómeno político” ocurrido en Chile si se considera que, en gran medida, las voluntades políticas de Parisi se decantaron luego por la opción de Gabriel Boric contribuyendo para que efectivamente se produjese el triunfo del actual presidente en ejercicio Gabriel Boric, su contribución electoral no fue deleznable de parte del ingeniero Parisi para coadyuvar en las urnas al candidato de izquierda.
Por ende, ese comportamiento político chileno revela aristas fenoménicas, dignas de ser estudiadas y abordadas más a fondo por los diferentes métodos sociológicos/filosóficas de la deducción, inducción y holísticos para avistar las inferencias, certezas y representaciones políticas “modernas” que recomponen los escenarios tamizados por estas nuevas percepciones virtuales de lo que se entienda por lo político.
Este singular proceso socio-cognitivo-perceptivo de lo acontecido con Parisi en Chile revalida ‘ese vacío existencial’ nos remite al libre albedrío de los hombres y las mujeres en el momento de conectarse/desconectarse, guardar/eliminar/dejar suspendida alguna información, noticia o aseveración-negación. Lo planteado se asocia a la narrativa crítica de Sartori en Homo Videns (1998) por ejemplo.
Lo que ciertamente se percibe en el caso de Parisi son dinámicas y fenómenos con aristas propias que permiten reenfocar epistemológicamente el peso de los contenidos virtuales en nuestras vidas políticas, porque la real politik se recompone en nuevas comunidades políticas incipientes, pero con potencialidades exponenciales en el presente coetáneo.
Es decir, cada dato, imagen, app, vídeo, emoji o iconografía que se precisa en las redes sociales representa una pieza del capital cultural de cada contexto cultural, aun cuando solo sea una pieza efímera a raíz de la capacidad sensorial-perceptiva al devorar los contenidos audiovisuales del dispositivo; la atención sobre estos se supedita a la acción ‘de pasar la página o que éste sea eliminado por la misma velocidad de los dedos de quien descarta la información’.
Ahora bien, lo planteado acerca de la incipiente presencia de una cultura política digital denota la diversidad densa de formas de expresión multiplicadas y coligadas a las recientes ciudadanías digitales percibidas. Puesto que, a nuestro criterio, una ciudadanía digital se presenta como el reflejo virtual de un seriado de juicios, opiniones, datos o reflexiones de emisores interconectadas con la finalidad de compartirse, confrontarse, compararse, ser indiferente o establecer una connivencia o un desinterés que se diluye en los espacios de la globalidad contemporánea.
Con características ciudadanas como éstas no es de extrañar que surjan nuevos entramados societales que desafían la reflexión cuando se recomponen los constructos perceptivos de lo que se entiende como zoom politikon, éstas nos permiten atisbar los entramados de representaciones sociales de la cotidianidad política que nos rebasa con su presente continuo.
Ahora bien, el caso de Parisi en Chile representa la punta del iceberg acerca de la plausible tendencia de entramados complejos categorizados como democracias digitales (Goldschmidt (2019), Araujo, Penteado, Santos (2015), Blasio et al (2019), Do Carmo/Aparecida (2024). Esta temática es de nuestro interés para futuras investigaciones a mediano plazo.
Así pues, en un artículo coetáneo Do Carmo y Aparecida (2024) analizan la participación política en la interfaz, se tocaron temas acerca de políticas públicas que fueron objeto de una revisión bibliométrica en el periodo de 2013-2022. Se registraron las producciones científicas en cuanto a las obras, fuentes y autores más citados (por países) ofreciendo una idea de la relevancia del desarrollo multidisciplinario relativo de dichos temas.
Aun cuando este trabajo abarca hasta 2022 no alcanzo a tratar el caso chileno expuesto. Pero ‘participación electrónica’ de algunos procesos eleccionarios demuestran la certeza de la fragilidad teórico-practica de los modelos políticos clásicos como el de Easton y otros no porque hayan cedido en su vigencia, sino porque se descontextualizan en este cambiante mundo de vida hipermoderno.
En tanto que la emergencia de las incipientes democracias digitales (2024) no son operables con teorías clásicas que no introduzcan las posibilidades contemporáneas de la conclusiva cultura política digital.
5. Democracia, participación ciudadana y la banalización digital
El caso de Franco Parisi es de una notoriedad para la historia política, porque da cuenta de la válida distinción teórico-practico que algunos procesos políticos contienen particularizando los contextos. Ya que la participación ciudadana en área de lo virtual lejos de perder preponderancia gana mas adeptos preñados de intenciones voluntarias que alimentan esta forma de hacer política. Ahora las ciudadanías tienden a ser más globales, “ambiguas y ligeras” en sus aseveraciones, juicios que corresponden a la esfera del espacio público.
Las ‘posturas ligeras’ de los usuarios mediante las redes sociales demuestran, sin duda, que el comportamiento político de las ciudadanías está mutando, esta sufriendo una metamorfosis auténticamente proporcional con respecto a las opiniones y el peso de los constructos que ahora redefinen la esfera de la política, cuestionando, a ciencia cierta, los modelos clásicos de pensamiento y las teorías políticas que explicasen estos entramados modernos.
Con el uso indiscriminado de las redes tecnológicas la expresión de posturas ligeras produce ciudadanías ahora digitales frágiles en sus constructos o críticas, pero sumamente abundantes cuando el comportamiento activo rezaga aquellas actitudes pasivas, de manera que la participación ciudadana se observa fortalecida contribuyendo al debate social, y, por consiguiente, a la democratización. El comportamiento democrático ha adquirido otros matices y expresiones; mismas que son fruto de las ciudadanías digitales contemporánea.
La difusión innegable de dichas expresiones de lo político conlleva la reducción de comportamientos y actitudes caracterizados por su pasividad de quienes antes carecían de estos vehículos de expresión pública, sólo que ahora si cuentan con estas herramientas virtuales para manifestarse. Según Carmo y Rezende:
“Que fortalecen la relación entre los ciudadanos comunes y el Estado. Se trata de una innovación institucional que cambia el comportamiento comúnmente pasivo de los individuos hacia la política. Las redes sociales demostraron ser un vehículo ampliamente difundido para ampliar la participación ciudadana, a través de contribuciones más especializadas, basadas en debates argumentativos. A través de la opinión informada y el control social, los niveles de servicio del gobierno comienzan a mejorar y también abarcan nuevas interacciones con el público.”. (2024, 58).
Este fragmento de las brasileñas es de capital importancia al demostrar con sus estudios cómo el ciudadano deja atrás su comportamiento pasivo, demostrando más interés por las políticas públicas de los gobiernos de turno, exigiendo con mas audacia el cumplimiento de los niveles de servicio del gobierno, es decir, sus derechos que son deberes del Estado según sea el caso.
Diferentes estudios como los de las brasileñas, como los de Goldschmidt (2019), Araujo, Penteado, Santos (2015) entre otros resaltan tales exigencias características, también enfatizan que el usuario debe prever y proveer improntas más reflexivas y corresponsables acerca del “...uso de herramientas digitales en la política y la necesidad de repensar la participación ciudadana en la era digital.”. (Goldschmidt, 2019). Según los análisis bibliométricos de éste y Do Carmo et alli se registra “...un aumento significativo en la producción de artículos sobre el tema, especialmente a partir de 2016, centrándose en cómo plataformas como las redes sociales y el gobierno electrónico impactan la participación política y la gestión pública”. (Carmo y Rezende, 2024, 60).
Pero estas intelectuales destacan cómo estas publicaciones son descriptivas y bibliométricas meramente, en base a investigaciones cuantitativas. Así que Goldschmidt (2019), Blasio (2020) y Carmo et alli (2024) apuntan con acierto cómo este “...campo aún carece de una estructura teórica más robusta, lo que requiere de investigaciones que profundicen el análisis de las implicaciones de la tecnología en la democracia, incluidos los desafíos relacionados con la calidad de la información, la inclusión digital y la representatividad.” (Carmo et al., 2024).
Al fin y al cabo, las ciudadanías digitales son incipientes y por esa misma razón carecen de referentes de suficiente hondura científica en cuanto a los entramados relacionales emergentes, estudiarlas en sus profundidades teórico-prácticas es prematuro si se encamina por la senda del nivel crítico-analítico e interpretativo desde los campos de la sociología y la ciencia política.
Si bien es primordial entender que las implicaciones de los medios virtuales de expresión social como X y otros robustecen la participación ciudadana, también es notorio el debilitamiento de la argumentación comunicativa de los usuarios/ciudadanos cuando emiten “esas posturas ligeras” antes acotadas. La abundancia de las “opiniones virtuales en la web” no requiere necesariamente que las matrices en los espacios públicas sean coherentes, sensatas o sustentadas por el peso de la argumentación racional contemporánea.
Lo planteado es ciertamente un indicador de que se está en presencia de un proceso sociopolítico singular: la banalización digital. Ésta puede categorizarse cómo la conformación de un entramado de subjetividades (posturas) digitales de uno o más sujetos modernos que se expresa específicamente por medio de las redes tecnológicas conocidas hasta hoy, pero que, a menudo, suelen carecer de posiciones o niveles argumentativos de fondo en relación con un seriado de opiniones o juicios asociados a algún contexto, fenómeno, situación o alguien en circunstancias determinadas o coyuntura dada. Estas subjetividades virtuales surgen porque carecen de una axiología positiva caracterizada por la ausencia del sentido común, tolerancia, respeto, reconocimiento y tantos otros valores humanos que permitan o promuevan una convivencia social más equilibrada.
Si se enfoca desde esta categoría el vasto espectro alcanzado por las posiciones ligeras, matrices de opinión, etc con estas características singulares que se emiten mediante las redes tecnológicas sustentan la afirmativa existencia de un proceso de banalización digital, que indiscutiblemente en vez de contribuir concretamente a la ecuanimidad del desarrollo humano, lo aliviana, pierde sentido en la praxis, hace superficial las realidades a través de ese entramado de ‘posturas ligeras’, sin un verdadero debate que enriquezca la discusión -democráticamente- ciudadana si se plantea desde el Occidente.
Por un lado, el uso de las redes sociales por los individuos en democracias ha contribuido con un verdadero impulso de la participación ciudadana fortificando, por un lado, a este sistema político. Pero, por otro, denota sus debilidades intrínsecas cuando los sujetos modernos al exteriorizar los vacíos de sus opiniones o la carencia argumentativa para sostener una discusión sustantiva y coherente que robustezca una de las esencias políticas de las democracias: el debate entre quienes componen su ágora.
Sobran mencionar los casos de subjetividades modernas carentes de argumentos, axiomas, razones o premisas coherentes que ameritan ser ubicadas en la banalidad humana. Son innumerables las ‘posiciones ligeras, fakenews, posverdades, falsos juicios’ de algunas personas -individual o grupalmente- que nos permitan soportar tal afirmación.
Pero resulta tácitamente innegable que el mencionado episodio sociopolítico de Franco Parisi en Chile expone cómo un 12 % nada despreciable de la población votante en Chile en los últimos comicios presidenciales sirva de ilustración para poder precisar las “alegres y superficiales posiciones políticas” asumidas por un conglomerado de votantes al elegir un candidato “ausente” que no se encuentra en el territorio nacional desde hacía más de 10 años.
Un pequeño entramado de subjetividades políticas carentes de argumentaciones reales consideraba ejercer su ciudadanía y su derecho soberano eligiendo un sujeto político -que pudiese gobernar desde los Estados Unidos de Norteamérica-. Votar es un ejercicio ciudadano, solo que, a nuestro criterio, es una falencia, una falta de sentido común escoger un candidato presidencial que no mostró interés alguno en gobernar apropiadamente una nación sudamericana.
Conclusiones.
En este papel de trabajo se ha planteado el objetivo de cómo el impacto de las redes tecnológicas sociales a través de las nuevas formas expresivas sociopolíticas han modificado -con sus potencialidades tecnológicas- los entramados de las interrelaciones sociales, las percepciones y la construcción de ciudadanías distintas a las hoy conocidas en nuestra cultura política. La profunda digitalización que se esta llevando a cabo en la humanidad ha transformado las perspectivas sociopolíticas, ha permeado las formas de “hacer política” tornándola en una cultura política digital con rasgos propios, siendo dos de los cuales el surgimiento de nuevas formas de ciudadanías como las sociabilidades y la construcción de ciudadanías digitales.
Fue mediante el método sociológico, el análisis crítico y la hermeneútica de las ciencias sociales se perciben y detectan las posturas y conductas complejas de un nuevo mundo de vida que se extiende de manera avasallante sobre ‘nuestras vidas’.
Asimismo, el fenómeno global de la virtualidad, la digitalización humana, el uso permanente de las redes tecnológicas sociales por parte de un gran número de sujetos modernos conforma parte de la eventual cultura política digital, en la misma se detectan momentos históricos actuales (Caso F. Parisi) que evidencian la presencia de una conjunción de procesos de individuación social mediante entramados de medios virtuales en la web.
Una vez que se entiende que cada uno de las posiciones subjetivas de los usuarios cuenta con la facultad individual de cada uno de construir procesos sociales coetáneos, es que se atiende el énfasis de la tendencia de los entramados digitales que se desprenden de la participación ciudadana en las redes sociales globales. Eventualmente nos encontramos con el fenómeno de las ciudadanías digitales, los enfoques que se han tenido hasta la fecha sobre lo que expresan los individuos sociales, o cómo un sujeto común se enuncia en los espacios públicos globales. En este artículo se evidencia cómo la participación en las redes sociales puede terminar en una forma de ejercicio ciudadano NO convencional, donde las ciudadanías digitales permanecen latentes al hacerse manifiestas las percepciones, actitudes y comportamientos políticos de cada ser humano.
Estos sujetos sociales inmersos dicha globalidad marcan el tiempo vertiginoso que se vive en las redes, la digitalización humana es cambiante, se remasteriza con cada milésima de segundo otorgándole el carácter efímero y fugaz que se ha recalcado en este trabajo.
En gran medida lo que hace distintiva las miradas conjugadas en la contemporaneidad se refleja claramente con la llegada de las informaciones digitalizadas (realidades aparentes) que se fundan en las fakenews y postruths, que vienen a convertirse percepciones políticas efímeras y meramente escatológicas. Se alternan nuestras realidades con mundos de vida falseados que forman parte de nuestras vidas.
Ahora bien, si se parte de la premisa constructiva de que las percepciones y posturas políticas son variables sociales, también lo son las ciudadanías digitales porque emanan de éstas, porque con cada juicio o matriz de opinión (doxa) no siempre se prestablece o pase a formar parte fenoménica de lo real. Puesto que el mundo aparente de las falsas noticias y frágiles verdades coadyuvan con la esfera de la banalización que se representa con cada percepción, imagen o postura expresada. Especialmente si el fenómeno de la banalización humana es especialmente efímero, difuso o etéreo afectando los contenidos esenciales de lo que significa ser “un ser humano”, quien con sus posiciones firmes o no muestra sustratos de ciudadanía digital en esta contemporaneidad.
Pues, TikTok, WhatsApp, Facebook, Instagram entre muchas otras herramientas virtuales ubicadas en la web son los medios que nos ilustran acerca de los papeles contemporáneos que los sujetos inmersos en lo moderno nos exponen segundo a segundo. Aunque es factible inferir que estas herramientas, lamentablemente, ilustran también la banalización fenoménica de lo que el ser humano puede llegar a ser en su carácter ciudadano.
Es primordial observar la premisa de la banalidad digital que aborda con ligereza tanto el hecho de una tragedia humana como el de un desastre natural: Puesto que un terremoto es motivo de atención por un máximo de cinco a ocho segundos mientras se observa, donde la fugacidad de una conducta social apenas se disipa en un: ¡ah que mal!; por ejemplo.
Es preciso inferir que existe la presencia de un fenómeno de banalización digital que se funda en factores algorítmicos, cuyas percepciones y comportamientos a la acelerada duración temporal de lo que permanece en la pantalla o monitor, los hechos reales o simulaciones virtuales se distinguen por el vértigo coetáneo de las redes tecnológicas. Ya que, por un lado, ahora nuestras formas de vida (nuevo mundo de vida) se han ido descontextualizando para ceder paso a otros -rasgos esenciales más banales-, donde globalización digital irrumpe con una potencialidad de eventualidades virtuales (notificaciones, videos, etc) que se reproducen en cuestión de microsegundos -de un instante a otro- como en redes como Facebook se evidencia.
Sobra indicar que en los casos del WhatsApp y Telegram conforman parcialidades humanas que configuran un tipo de cultura política digital que fenoménicamente se ha instituido en la mayoría de las áreas de conocimiento pertenecientes a la era de la modernidad.
Finalmente, con el empuje de estas potenciales herramientas modernas se está generando una cultura política digital que se ensancha a latitudes que alcanza a visualizarse en una globalidad digital, ante la previsible emergencia de otras herramientas tecnológicas más avanzadas, la digitalización humana es imparable como lo es la naturaleza humana mientras apueste sin remedo a la tecnología como vanguardia representativa de lo que hoy caracteriza a los futuros entramados de una globalidad digital re-humanizada.
Enhorabuena investigaciones estarán por venir en la medida que los sujetos sociales reconfiguran ‘sus realidades’ con la apuesta tecnológica de las redes, la persistencia con la que ha arribado redefine y reenfoca los espacios público-privados, la concepción y percepción del tiempo -ahora virtual-, lo que es esencial o no en virtud de los criterios y posturas involucradas con el no convencional intercambio social de doxas, juicios, imágenes, memes que están y seguirán colmando nuestros ‘mundos de vida conocidos dentro de poco’.
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Otra fuente:
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Este Trabajo de investigación es un producto científico derivado del proyecto de investigación en curso titulado: El impacto de las redes sociales y la tecnología en las ciudadanías sociopolíticas en marco de la globalización actual, actualmente adscrito al Centro Experimental de Estudios Latinoamericanos Gastón Parra Luzardo de la FEC de la Universidad del Zulia, coordinado por el profesor titular Salvador Cazzato de la Escuela de Comunicación Social de la FHE de la Universidad del Zulia. Venezuela,
1 A través de este texto básica Luhmann planteo cómo la TGSS es concebible cómo una perspectiva emergentista de la comunicación, lo social es un fenómeno emergente parafraseando a éste, de modo que lo social no es un a priori, por cuanto el individuo (he aquí lo interesante de esa idea en aquel entonces) dejo de ser una variable independiente que transforma la sociedad, sin que por ello sea la variable dependiente de una sociedad que lo controla de acuerdo a Farias y Ossandón (2006: 23). Los sistemas sociales son comunicación por la simple idea de que esta operación necesita al menos de dos participantes que interactúan. Por tanto, la relevancia sociológica de lo replanteado por Luhmann es esta perspectiva de la TGSS supone una “estructuración comunicativa previa”, un medio electrónico es imperativamente un medio de propagación emergente de información en aquel momento histórico (solo que estos medios de información ahora también se destinan, mediante la individuación particular, a desinformar, tergiversar o distorsionar lo real acontecido), donde las expectativas societales se modificaron de base (1984) y ahora sufren transformaciones de fondo caracterizadas, y hasta fundadas, por fakenews y posverdades que nos atiborran a nuestro juicio). A lo que se agrega a los ordenadores una serie de dispositivos móviles que complejizaron ese ‘espectro informativo’. Lo planteado no subestima la formulación de la hipótesis de Sergio Pignuoli (2012: 5-6): “…la digitalización constituye un medio de comunicacion con el cual se reorganizan la expectativas societales sobre la propagación de la información...la relevancia sociológica de la digitalización radica en la emergencia y la evolución de la misma, la cual no solo es un proceso de tecnificación del contenido de los mensajes electrónicos…”, sino que lo digital también se constituye en diferencias que se difuminan en los horizontes de los análisis de la crítica social si se desmenuza con la debida perspicacia académica según este argentino.
2 Julio Aróstegui es quien desarrolla esta categoría socio-histórica de coetaneidad que fue plasmada en su libro La Investigación Histórica. Teoría y Métodos, es cuando a partir de la sociología histórica (2001: 112-116) y la historiografía contemporánea detalló el desarrollo de la nombrada Historia del Presente (HDP), asimismo, demostró empíricamente cómo las vivencias de los individuos o sujetos sociales (enunciadas por A. SHÜTZ, en su texto: La Construcción Significativa del Mundo Social. Introducción a la Sociología comprensiva. 1993) interrelacionándose exponen la existencia perenne de otras “formas inéditas de contemporaneidad” (Aróstegui, 2001: 101-107-108), las mismas fueron introducidas por el historiador clásico Charles Tilly en As Sociology Meets History (1981).