Volumen 34 No. 3 (julio-septiembre) 2025, pp. 66-77
ISSN 1315-0006. Depósito legal pp 199202zu44
DOI: 10.5281/zenodo.15609161
La utilidad de las fuentes en la reconstrucción del conocimiento histórico
Francisco Pérez Piñón* y Stefany Liddiard Cárdenas**
Resumen
Se visualiza la utilidad y la gran importancia de las fuentes en la reconstrucción de los acontecimientos históricos, se aportan otros elementos como la subjetividad y las interpretaciones de los investigadores que dan vida, que las hacen hablar, pretendiendo con ello impactar en la construcción de las sociedades futuras. Se presentan los dos padres de la historia, a Leopoldo Ranke como el padre de la historia científica en donde la cientificidad a partir del siglo XIX recayó en la objetividad y la idea que estaba en boga en ese siglo, la imparcialidad que debería de estar presente en la reconstrucción de los acontecimientos con el fin de no tergiversar el rumbo de la historia y a Heródoto de Halicarnaso quien en sus narrativas poéticas de lo histórico tenían como fin el de moralizar a las sociedades de la antigüedad, en especial la griega, las pretensiones eran la creación de las incipientes nacionalidades apoyadas en las batallas, los héroes, los dioses, la idea de crear sociedades futuras, éticas, mediante sus narrativas. La discusión se centra en seguir con la objetividad y cientificidad de la historia o construir la sociedad, al conocer los espacios de experiencia y pensar en el horizonte de espera; en este sentido se recuperan teóricos posmodernistas que consideran que el factor psicológico es el que actúa para otorgar sentido a las fuentes, por lo que el trabajo se direcciona en proponer el elemento psicológico, subjetivo, interpretativo como otra más de las fuentes que actúan en las narrativas histórico-educativas.
Palabras clave: Historia científica; historia moralizante; historia como proceso dialógico; historia como ciencia reflexiva; utilidad de las fuentes
*Universidad Autónoma de Chihuahua. México
ORCID: 0000-0003-4316-6484
E-mail: aperezp@uach.mx
Universidad Pedagógica Nacional
del Estado de Chihuahua. México
ORCID: 0000-0002-3234-4372
E-mail: sliddiard@upnech.edu.mx ,
Recibido: 28/01/2025 Aceptado: 02/03/2025
The usefulness of sources in the reconstruction of historical knowledge
Abstract
The discipline of history is presented as a reflective and dialogic science of the historian with the past, present and future configuration and supported by Michell Foucault’s toolbox, it is considered as the intellectual process, as the rational logic of struggle. against inequalities and the marginality of socio-educational processes. The usefulness and great importance of the sources in the reconstruction of historical events are visualized, other elements are provided such as the subjectivity and interpretations of the researchers who give life, who make them speak, thereby intending to impact the construction of the future societies. The two fathers of history are presented, Leopoldo Ranke as the father of scientific history where scientificity from the 19th century fell on objectivity and the idea that was in vogue in that century, the impartiality that should be present in the reconstruction of events in order not to distort the course of history and to Herodotus of Halicarnassus who, in his poetic narratives of history, had the purpose of moralizing the societies of antiquity, especially the Greek one, the pretensions were the creation of the incipient nationalities supported in battles, the heroes the gods, the idea of creating future, ethical societies through their narratives. The discussion focuses on continuing with the objectivity and scientificity of history or building society, by knowing the spaces of experience and thinking about the horizon of waiting; In this sense, postmodernist theorists are recovered who consider that the psychological factor is what acts in giving meaning to the sources, so the work is directed in the sense of proposing the psychological, subjective, interpretive element as another of the sources that act. in historical-educational narratives.
Keywords: Scientific history; moralizing history; history as a dialogic process; history as a reflective science; usefulness of sources
Antecedentes.
Se considera en el artículo a la historia como una disciplina que se revive por parte de los investigadores del área, quienes se auxilian de las fuentes primarias, como documentos, testimonios orales, objetos arqueológicos y artefactos para ofrecer perpectivas de los acontecimientos sin desconocimiento de que toda historia se hace desde el presente en el cual se encuentra el investigador y las utiliza en los elementos linguísticos e interpretativos en las narrativas, ya sean estas abocadas al pasado, al presente o como desideratum de los horizontes futuros, deseados; por lo que se propone que como una más de las fuentes, sea considerado el sujeto que investiga y que tiene una carga cultural e ideológica, como sujeto resultado de la historia y que hace historia, disciplina que se revive por parte del sujeto con sus interpretaciones, subjetividades y valoraciones. En la actualidad se ubica a la historia como una disciplina de las ciencias sociales que tiene como fin conocer el desarrollo y el progreso dialéctico de la sociedad en las distintas temporalidades y también como una disciplina humanística en la que se intenta el rescate de lo humano, las vivencias de los seres que nos antecedieron, que conviven y coexisten en esta tempralidad presente y las esperanzas futuras de los seres humanos; lo que concede apuntalar la idea de que la historia, sus fuentes y expectativas son obra de las interpretaciones hominales.
El tratamiento metodológico para la estructuración del trabajo, está basado en el método histórico lógico, el cual permite la localización y búsqueda de las fuentes con el fin de realizar su concatenación y estar en posibilidades de reflexionarlas, criticarlas, compararlas y reconstruir el objeto histórico y porteriormente, realizar las interpretaciones que como subjetividades estarán presentes en las narraciones, mismas que reviven los acontecimientos.
Algunos trabajos que consideran a las fuentes como esa heramienta de la cual parten las interpretaciones y que permiten sustentar el artículo como el juicio del sujeto que investiga como un más de las fuentes, podemos citar de manera suscinta la obra de Ginzburg, C. (2018). El queso y los gusanos: El cosmos de un molinero del siglo XVI; quien realiza en este texto perpectivas relacionadas con la interpretación de las fuentes, y la importancia del análisis crítico del investigador. Se cita también a Carr, D. (2019). ¿Qué es la historia?; obra cumbre en la cual discute los métodos y enfoques en la historia, priorizando la importancia de la crítica a las fuentes y la contextualización en la construcción del conocimiento histórico. Los aportes de Evans, R. J. (2020). La historia y sus fuentes: Nuevas perspectivas; en cuanto a la utilización de las fuentes y su fiabilidad, la interpretación y la contextualización en la investigación histórica; sin dejar de lado a otros intelectuales que aborda las formas de hacer historia, porque ésta se hace y es el sujeto quien se involucra con las fuentes y éstas pueden ser interpretadas desde distintos enfoques teóricos, enriqueciendo la comprensión de nuestra disciplina, la historia.
Desarrollo
Cuando se cita a Michell Foucault (Vivas, 2008) y a su caja de herramientas intelectuales, las cuales se ponen en práctica ante las situaciones que así lo demandan, nos lleva a considerar que la disciplina de la historia es una ciencia reflexiva, de allí la analogía con la caja de herramientas intelectuales de Foucault apoyándonos en la interdisciplinariedad para ser abundante y profundo con los juicios. Por ello cuando se menciona lo reflexivo es precisamente, cuando se traspasan los límites de las simples descripciones en esta área del conocimiento y se pretende dar una mirada desde el interior del espíritu (hombre-mujer) para responder al res gestae (acontecimiento, hechos ) con el rerum gestarum (interpretaciones y representaciones de los acontecimientos) lo que nos lleva a imaginar que lo que da vida a los acontecimientos son las interpretaciones; ahora, es menester aclarar a que se le llama interpretaciones, porque éstas son muy subjetivas (juicios de los sujetos que abordan los hechos). Para el caso de la disciplina que nos ocupa (la historia), tenemos que realizar la pregunta, ¿Por cuál de las interpretaciones podremos inclinarnos como la verdadera? La razón es, porque de un acontecimiento histórico pueden presentarse múltiples interpretaciones y es aquí en donde tenemos que pensar y repensar que la historia como ese rerum gastarum es un resultado del imaginario de personas que ocupan un lugar en la estructura de la sociedad y no debemos de perder de vista que tienen intencionalidades, deseos y aspiraciones por no mencionar posturas ideológicas, que por supuesto existen; sin ser profundo, pero ante estos razonamientos, citamos a Beouchot (2022) cuando aborda el criterio de verdad de los juicios humanos ante los sucesos histórico sociales y naturales, nos advierte en el sentido de anteponer la Phronesis como esa prudencia que debe mediar ante lo objetivo (descriptivo) y lo subjetivo (interpretativo), por lo tanto no aventurar juicios y es aquí en donde podemos expresar el dispositivo humano que debe de ser analógico; porque la analogía en su sentido etimológico nos direcciona a la proporción como la relación entre dos posturas, de allí que tengamos el paradigma del univocismo y el equivocismo, por ello, entonces podemos pensar que la narrativa de algún acontecimiento es verdadero algo incólume a la manera de las ciencias duras o está arrojando acercamientos a la verdad, lo que sería el equivocismo y es en este punto en el cual también se rescata la categoría de la Areté (el punto medio) como armonía en la búsqueda de la excelencia y por lo tanto de realizar narrativas históricas que se perfilen en ese camino. Al estar considerando en el presente artículo la utilidad de las fuentes en el conocimiento histórico como se enuncia en el título, es necesario hacer alusión a la dialógica que debe de establecerse entre las interacciones entre las fuentes y de quien las interpretará y no se refiere solo a los documentos de archivos, sino también a sujetos que pueden participar como informantes, que regularmente apoyen en la reconstrucción de los acontecimientos. Cuando se realizan las búsquedas de las fuentes para la reconstrucción del acontecimiento, es necesario que éstas sean concatenadas para estar en posibilidades de realizar la descripción y darle forma a la manera de un rompecabezas y posteriormente, realizar los juicios o subjetividades o interpretaciones que den vida a lo narrado; como se mencionó anteriormente.
No se puede obviar que las fuentes de archivo así catalogadas, se les debe dar vida porque en ellas se encierra el sentido de quienes las escriben, que fueron humanos y tenían deseos y aspiraciones para las sociedades del futuro, mismo que ya en esta temporalidad es pasado, un futuro pasado. Con la ausencia de fuentes es más complicado reconstruir los acontecimientos pero también es necesario abordar que cuando éstas no existen se tienen que aventurar ideas, imaginarios de la ocurrencia o no del conocimiento histórico ya sea del pasado o del presente, porque sin pecar de obsesivo la historia no es narración de los acontecimientos del pasado, no en exclusiva, porque es también la narrativa de los acontecimientos presentes y de la configuración del futuro social al que se aspira construir, es por lo tanto la disciplina histórica la encargada del abordaje de las distintas temporalidades, ciencia que se debe de abocar a dichos procesos, así como al cuestionamiento de los acontecimientos temporales marginales así como no marginales y para ello, hacemos uso de la cita de Cruz:
Entender la teoría como una caja de herramientas quiere decir: que no se trata de construir un sistema sino un instrumento, una lógica propia a las relaciones de poder y a las luchas que se comprometen alrededor de ellas; - que esta búsqueda no puede hacerse más que poco a poco, a partir de una reflexión (necesariamente histórica en algunas de sus dimensiones) sobre situaciones dadas. (2006, 184)
La cita nos transporta a la necesidad de considerar a la disciplina de la historia como una herramienta intelectual de la forma como la trabaja Foucault, en donde la lógica de la historia e historiografía sea en bien de los individuos, de la sociedad y del ambiente natural, para lo cual la lógica que debe de inspirar al sujeto historiador, como parte de su oficio, debe de ser en la búsqueda del bien común, buscando que el pasado que siempre es selectivo por quienes lo investigan, tenga relaciones con el presente que se vive y con el futuro venidero que se intentará configurar por medio de ideas, encuentros, diatribas con el fin de dejar en claro que la disciplina de la historia no es solo la narración de los acontecimientos del pasado como lo dejó claro el padre de la historia científica, Leopoldo Ranke (Palti, 2006)
Regresamos a Foucault, recordar al personaje que visto desde la disciplina de la historia, se le ubica como uno de los posmodernistas y de manera parsimoniosa mencionar que fue un crítico de la univocidad del conocimiento y del objetivismo de las distintas disciplinas, pero para la que nos ocupa, la historia, esta debe de ser crítica y combativa en la búsqueda de una mejora de los seres humanos en los distintos ámbitos de la vida social, no está de más mencionar que el personaje también es considerado un posestructuralista dándoles fuerza al sujeto innovador, creativo, capaz de trascender los límites impuestos por las estructuras que aprisionan al sujeto; lo que nos lleva a pensar que al abordar la teoría de la historia desde los márgenes, tiene mucho que abrevar de las ideas de Michel Foucault; pensar históricamente desde los márgenes significa, dar voz a quienes no la tienen, rescatar las historias de las clases sociales subalternas, pensar de manera descentrada, rescatar a los de abajo y sobre todo, rescatar las memorias excluidas en la Historia; porque debemos dejarlo por escrito, la disciplina de la historia como ciencia viva debe de rescatar los acontecimientos de los grupos e individuos, no sólo la historia de las élites como durante mucho tiempo se hizo para limpiar los nombres de personajes que posteriormente convirtieron en héroes.
Regresamos con Leopoldo Ranke, el padre de la historia científica, la cual surge sin ser precisos, pero de conformidad con la publicación de las primeras obras Rankeanas en el año de 1824, (principios del siglo XIX) cuando estaban en boga las ciencias naturales, las cuales respondían a un método excelso que se conserva hasta ahora, el método científico, mismo que se basa en la observación, experimentación como forma de comprobación, mediciones de la ocurrencia del fenómeno y la predicción de la presencia de los fenómenos, con esos principios enunciados de manera sencilla le daban a las ciencias sociales el carácter de científicas y la historia con Ranke como una ciencia que aspira a esa cientificidad, debería mínimamente apoyarse en esos principios, por lo cual en esa temporalidad la historia se convirtió en una ciencia objetiva, esto es, partiendo de las fuentes o huellas ya que sin ellas no puede haber historia o al menos así se pensaba en aquellos inicios del siglo XIX y por desgracia aún hay quienes lo mencionan en nuestro tiempo, pero en relación a la comprobación y experimentación mediante la reproducción del fenómeno, en este caso humano-social, es donde no es posible pensar en esa equiparable comparación con las ciencias naturales, sin embargo hubo intentos de apegarse al método de las ciencias naturales y se vendrán varias discusiones y debates de suma importancia, que a la postre desembocarán en la aceptación de métodos distintos y had hoc para las ciencias humanas y para las naturales. A manera de ejemplo se menciona a la Revolución Mexicana, fenómeno que se presentó en los años de 1910 como la lucha de los sectores sociales marginados del progreso social, económico y político con fines de una sociedad más homogénea y que dicha lucha concluyó al menos en su fase del caudillaje en el año de 1920 con la llegada al poder del General Álvaro Obregón (Sánchez, 2017) y aunque la lucha continuó ahora entre las élites que se querían hacer del poder político, tenemos un clásico ejemplo de ¿cómo sería posible hoy en día analizar dicho acontecimiento? El método científico en su aplicación nos direcciona a la reproducción del fenómeno natural, pero en este caso fenómeno social, algo imposible de lograr porque en las ciencias sociales, la historia en este caso, no lo podríamos lograr, porque el pasado ya ocurrió y los acontecimientos sociales son irrepetibles, sería pecar de imprudentes tratar con objetos metafísicos porque este mundo físico ya no existe ni existirá más, entonces, es aquí donde el método científico Rankeano pierde toda autoridad; parece demasiado parsimonioso y simplista lo que se escrituró en los renglones que anteceden, pero no olvidemos aquellas viejas acepciones en los que se trataban los fenómenos históricos como resultado de las causas y efectos a la usanza de como lo trataba David Hume, cuando ilustraba con las bolas de billar, que si cuando una de ellas choca a otra, la primera es la cusa del efecto de la segunda y no permitía la miopía intelectual percibir que también hay un efecto en la primera bola que golpea; pero esto no es posible aplicarlo a lo social precisamente porque el humano tiene reacciones, pensamientos y acciones inteligentes y no de forma automática. Es simplista cuestionar los postulados de Ranke desde este presente que estamos viviendo, estructurados en un pasado ya de siglos y suena ventajoso hacerlo, sin embargo no es posible que hoy en estos tiempos aún haya investigadores de esta disciplina que los sigan considerando como fundamento de sus trabajos; aunque también no es posible soslayar la importancia de dichos postulados en esos siglos de debates de las ciencias en que las ciencias humanistas aspiraban al estatuto de científicas a la manera de las ciencias naturales; para lo que nos ocupa, la utilidad de las fuentes, éstas son de una gran valoración pero también es ya la temporalidad de considerar nuevas fuentes; al mismo investigador como fuente, éste que hace hablar documentos, vestigios, personas, escenarios.
A reserva de pecar de tautológico, pero se amerita dejarlo claro en el presente artículo, la objetividad planteada por Ranke será un postulado de suma importancia el cual recaerá con fuerza en las fuentes que dan cuenta de las ocurrencias del suceso, mismo que debía ser narrado de manera aséptica, esto es, sin que el investigador contamine con sus juicios el acontecimiento, con el fin de no cambiar el rumbo en el caso que nos ocupa de la historia, argumentos y principios para hacer historia, mismos que hoy en día, tenemos que dejarlo como impasse, es necesario cuestionarlos y dejar en claro que no es posible que el sujeto investigador permanezca ajeno o imparcial ante una disciplina encargada del rescate de lo humano por los propios humanos y como disciplina hermenéutica que tiene como fin el rescate de sus sentimientos, emociones, pasiones, deseos y del sentido que se imprime en cada temporalidad en los acontecimientos que son abordados.
Ahora vayamos con el otro padre de la historia Heródoto, para establecer comparaciones con la mirada impresa por Ranke a la historia como ciencia y para ello nos apoyamos en la siguiente en el juicio de Ordoñez-Burgos:
Heródoto, uno de los pensadores más importantes de la Antigüedad, considerado por la consciencia occidental como “El padre de la Historia”, es una pieza clave para comprender el tratamiento dado al pensamiento oriental en nuestros días. Antes que todo, debo aclarar que partiré de la idea que Heródoto es un filósofo, y lo es a tal grado que sus investigaciones son aportaciones significativas para la filosofía de la historia, la antropología filosófica, además de brindar herramientas epistemológicas de gran valía para lo que hoy llamamos “hermenéutica” (2007, 210)
En la antigüedad había la intención de rescatar las batallas, los personajes y los lugares solo que la expresión era en forma poética en forma de cantos y rezos, con el fin de configurar una moralidad en la sociedad y básicamente le interesaba la helénica, cultura de la cual formaba parte; crear los cimientos, como la fuerza de la constitución de las nuevas nacionalidades que estaban surgiendo demuestra la importancia que representaba la historia, no una historia científica sino una historia basada en la ética para la construcción de valores e intentos por acercarse en lo futuro a sociedades deseables para vivir, principalmente la helénica; lejos estamos ya con estas ideas de utilizar la historia como ese instrumento de unificación nacional y de creación de los mitos heroicos, el cambio fue por una ciencia objetiva a la usanza de como sucedía con las ciencias naturales y será nuevamente la temporalidad como esa oportunidad para rescatar esas ideas hermenéuticas de Heródoto y dejarlas claro a manera de moralejas de lo que ha ocurrido en el pasado, conectarlo con el presente y lanzar los juicios futuros para la construcción de una sociedad más equitativa en lo económico; con la distribución de la producción para el consumo por los individuos, en lo político; con la distribución más equitativa del poder de organizar a la sociedad y en lo social; crear sociedades más abiertas y plurales para decidir su porvenir, por qué no pensar en que Heródoto marca la pauta para que la historia se convierta en esa disciplina combativa y justiciera en bien de las clases sociales más desprotegidas, que habitan desde los márgenes. Nos preguntamos, ¿Por qué hoy en día la disciplina de la historia está con los dados cargados a las evidencias y al parecer deja de lado lo verdaderamente humano? Esto a manera de pregunta para responder más adelante, la planteamos así, ¿que será lo mejor?, ceñirnos a las fuentes y hacer las narrativas a la manera de como lo pretendió la historia científica Rankeana o plantear de manera más racional las moralejas de lo que nos pueden proporcionar los acontecimientos históricos en cualquiera de las dos temporalidades; el pasado y el presente y pensar en el futuro con fines de su construcción por humanos y para los humanos. En estas interrogantes es necesario traer al escrito a Reinarth Koselleck (Blanco, 2012) quien estructura dos categorías de análisis como basamento del conocimiento histórico; el especio de experiencia y el horizonte de espera. Koselleck, menciona que en la categoría de espacio de experiencia se cuenta con las vivencias ya de los acontecimientos del pasado, que se convierten en empíreas, al igual que el presente, eso es ya el conocimiento histórico, que sirve de sustento para pensar el devenir, el futuro humano deseable como ese horizonte de espera para su construcción, no que se tenga la bola de la pitonisa de Delfos, esa sacerdotisa adoradora del dios Apolo para vaticinar lo que podría suceder en el futuro, no, la bola de los historiadores debe de ser ahora, esos procesos dialógicos, reflexivos que al considerar el espacio de experiencia se arriesguen de manera constructivista a la conformación de la sociedad deseable, es necesario remarcarlo sin la pérdida de la objetividad de lo aconteciendo, lanzar los juicos e interpretaciones en bien de los hombres y mujeres de carne y hueso del pasado, del presente y del futuro.
Han sucedido varios años entre lo que planteaba Heródoto con su idea construir y de moralizar a la sociedad, tratamos de explicitarlo de manera más concreta, los acontecimientos que narraba Heródoto llevaban la intencionalidad de crear una sociedad y aunque le interesaba la Helénica lo podemos generalizar hoy en día, para las sociedades en su totalidad y con el teórico Koselleck ocurre algo similar, le interesa por supuesto el rescate de los acontecimientos temporales del pasado y del presente, su narración, sus interpretaciones, pero lo más importante la construcción y edificación de ese Horizonte de Espera que podemos traducir como la sociedad deseada; tal vez, pecar de utópicos en este siglo XXI, pueda enfrentar varias diatribas y rechazos, sin embargo, quienes nos dedicamos a la investigación histórica, estamos conscientes de que se debe de pensar utópicamente, la historia no puede ser solo ilustrativa, demostrativa de la ocurrencia en el pasado o de la búsqueda de verdades de ese pasado, muy emotivas que en muchos casos son solo adornos en los libreros y que se toman como lecturas recreativas, no se está en contra de ello, pero la postura en este escrito es pensar en la disciplina de la historia como esa herramienta Foucaultiana, herramienta intelectual de humanos y para humanos que sustente el devenir con acciones para el arribo a sociedades deseables.
Innegablemente las fuentes son la materia prima de la cual parte el conocimiento histórico en cualquiera de las temporalidades, ya se ha mencionado su utilidad, sin embargo, las fuentes por si solas no sería posible que nos hablaran; desde la disciplina de la historia, a éstas se les hace hablar y de allí entonces la necesidad de tomar conciencia de quien las hace hablar, de quien las interpreta; por lo tanto, son varios componentes que interactúan en las descripciones y las narrativas de los acontecimientos históricos; tomamos aquí a manera de ilustración estas dos categorías; las descripciones parten de las fuentes y es lo que aporta el objeto de trabajo y que nos permite describirlo; pero la narración depende del sujeto que narra el acontecimiento y es allí donde se adicionan al objeto histórico las interpretaciones que de él realizan los sujetos que lo investigan, esto responde a uno de los métodos conocido como el histórico lógico; el cual en primera instancia se dedica a la recolección de las fuentes orales, documentales, vestigios, ruinas, con el fin de hacer una concatenación que permita realizar el desarrollo histórico contextualizado del objeto de estudio, posteriormente hacer las valoraciones pertinentes y refrendarlas con subjetividades que son los juicios de las personas o interpretaciones, como esa vestimenta dialógica que blinda el acontecimiento; pero es necesario reforzar que debe de ser el afán de rescatar lo humano, porque esta es una disciplina humana y por lo tanto, ya basta de tanto recordatorio de fechas, acontecimientos, personajes, como en la época de la educación ilustrada, que se dedicaba hacer gala de la memoria al resaltar los hechos históricos; no, ahora en este siglo XXI se vuelve a mencionar que la historia debe ser la disciplina encargada a la manera de como Koselleck la concibe, disciplina representante de configurar futuro; también sin olvidar al padre de la Historia a Heródoto, con sus valoraciones y deseos de crear sociedades moralistas, uniformes culturalmente, pensando en los nacionalismos que más adelante se originarán, no solos, sino en procesos dialécticos de superación. Con estos planteamientos se está dando cabida a las posturas del posmodernismo que, como señalan Pérez, Hernández y Trujillo:
“Sin pretender dar una definición del significado del posmodernismo, ante las múltiples acepciones del término, … no puede hablarse de univocidad, lo tomamos en el presente escrito como el movimiento que se ha generado en relación a la crítica del conocimiento fijo, a las verdades establecidas como únicas y a los criterios de la objetividad como insuperable fuente del conocimiento cierto, seguro; lo consideramos para el presente escrito como el movimiento que inaugura nuevos caminos en las indagaciones de lo social, tendencia que rescata los planteamientos en la búsqueda del hombre, lo social y su sentido. (2016, 258)
Precisamente el posmodernismo es considerado una época de crisis y de toma de nuevos postulados y sustentos del conocimiento general y particular como el que nos ocupa, por lo que se ha cuestionado el conocimiento que aporta la disciplina, en el sentido de descubrir verdades del pasado y ahora en estos tiempos posmodernistas se busca su utilidad, más allá de las descripciones densas del pasado que poco o nada se eslabonan con el presente y no avizoran la construcción del futuro, surge de nuevo otra pregunta, entonces ¿No deberían servir los constructos históricos a la construcción de la sociedad en la que se aspira vivir sin dejar de ser ilustrados? Dejamos la interrogante para los posibles lectores del presente escrito, para que realicen sus reflexiones y juicios.
Tanto Heródoto como Ranke aportan cada uno de conformidad con el momento histórico que les tocó vivir hicieron aportaciones a la altura de sus circunstancias, pero ahora se deben de complementar, pensando en los aportes para hacer historia y para ello son necesarias las fuentes que alimenten las narrativas del acontecimiento sea natural o social, sin descuido de las valoraciones que realiza el sujeto, mismo que a la vez debe de ser considerado otra de las fuentes; así que cuando leemos un texto, siempre debemos estar cuestionándonos quien lo escribe y para qué y para quién lo hace. Lo científico: lo aporta lo epistémico con sustento en las fuentes y en los juicios y valoraciones del sujeto. De nuevo citamos a Pérez, Hernández y Trujillo para reforzar el planteamiento anterior con la narrativa que nos acerca a las diosas Clío y Calíope:
“Clío, la musa inspiradora de los historiadores y de la poesía heroica, llevó al pedestal de héroes a personajes de carne y hueso y edificó naciones desde la antigüedad a nuestros días mediante el rescate de los rasgos de la cultura identitaria, no ha dejado de tener la relación con Calíope -Rivero, 2013- quien en la mitología griega, es la musa de la poesía épica y la elocuencia (la representación de las acciones legendarias, expresadas en un lenguaje bien fabricado para su convencimiento) y dicho acercamiento nunca se ha perdido …” (2016, 256)
Abundando más en lo antecedido, las fuentes y su interpretación son el sustento epistémico de los constructos históricos, sin embargo, las interpretaciones como nos lo señala Mariana Imaz (2024) al partir de una pregunta que elabora; ¿Por qué tenemos ante un acontecimiento tantas interpretaciones y a veces diferentes y hasta contradictoria? De forma parsimoniosa se le puede dar respuesta no con univocidad porque se caería en el objetivismo sino de manera sencilla, simple, porque en los intereses del investigador entran en juego sus cualidades humanas para juzgar acontecimientos humanos, resultado de los propios humanos, lo que nos permite enunciar que la disciplina de la historia es dialógica, reflexiva y se posiciona en el paradigma de la equivocidad en la cual tienen cabida distintas interpretaciones y eso tenemos que mencionarlo, en las ciencias duras sería inadmisible pero en nuestra disciplina es lo que la enriquece y da respuesta a lo que se ha venido narrando, asumiendo la postura de que; la historia debe de contribuir a la construcción del futuro social.
Imaz nos lleva a la idea de que su trabajo
“… ofrece un relato naturalizado de las narraciones que no es reduccionista, sino que profundiza en la actividad cognitiva involucrada en la construcción del conocimiento, particularmente del conocimiento histórico. Sostengo que los principios de la psicología de la Gestalt iluminan la actividad que realizan los historiadores a la hora de construir narrativas” (2024, 16)
La cita enuncia que el conocimiento histórico es narración y como se mencionaba en líneas anteriores, ésta depende del sujeto que narra el acontecimiento y este sujeto realiza las narraciones gracias a sus entramados psicológicos y Mariana se apoya para ello en la psicología Gestalt y sin mucha profundidad, la Gestalt permite al sujeto investigador el percibir los acontecimientos no de forma aislada, sino como parte de un complejo de relaciones contextuales, no se perciben objetos en solitario, siempre existen relaciones de plano, fondo, proximidad, continuidad, similitud que son los elementos que actúan en la estructura psicológica. Tratando de ejemplificar el enunciado anterior, cuando se trabaja en la recuperación de algún acontecimiento histórico como es el caso que anteriormente se comentó, La Revolución Mexicana, ésta tiene que contextualizarse temporalmente con la ocurrencia del fenómeno; se tiene que obligadamente percibir y rescatar los actores que participaron, idearios, postulados; rescatar el contexto tanto físico como social; solo se pretende mencionar que de conformidad con Imaz, no se perciben los fenómenos en solitario siempre se asocian o se eslabonan de conformidad con el enfoque psicológico de la Gestalt.
Tal vez lo que menciona la investigadora del área histórica, Imaz, se había venido discutiendo cuando se ponía en el plano de la subjetividad a la disciplina de la historia, no carente de objetividad, sino que esa subjetividad partía de las interpretaciones resultado de juicios de sujetos que tenían ópticas distintas ante un mismo acontecimiento. El historiador posmodernista Keith Jenkins enunciaba que ante un acontecimiento se tenían capas y capas de interpretaciones no coincidentes, a veces contrarias, pero en fin la historia era fiel a su método, el narrativo (Vivas García, 207). Entonces existe la necesidad de conocer cual narrativa del acontecimiento es la más cercana a la verdad o de otra forma la pregunta, a quien creerle ante una misma narrativa con interpretaciones distintas, en definitiva, desde quien escribe se puede afirmar que ante esta pregunta, la respuesta podría ser que hay que creerle a quien más ha investigado el fenómeno; pero se desea dejar la pregunta flotando para la respuesta de los interesados en esta área, esperando sus reflexiones, comentarios y por supuesto las críticas.
Otro investigador, el norteamericano Domick LaCapra desarrolla su trabajo apoyado en el holocausto y con esas miradas de que no vuelva a ocurrir algo semejante, aventura juicios e interpretaciones en el sentido de que el rescate de los acontecimientos históricos debe de ser un compromiso fuerte y decidido, de vivir el trauma, de ser parte del acontecimiento, de que el historiador sea capaz de intentar conocer a profundidad el mundo emocional de los otros, a esto se le ha llamado en nuestro contexto latinoamericano tener empatía por conocer y entender lo ajeno, lo externo al intentar hacerlo propio, no pensar en los otros sino en la mismidad; con este párrafo se asienta que el sujeto es quien imprime sentido a las fuentes al revivirlas y hacerlas asequibles para llevarlas como experiencias para configurar el futuro histórico-social, el establecimiento del diálogo pasado presente y futuro, es la clave para ello. Vivir el trauma vicario como ese componente para enriquecer el rescate de lo histórico, entender a profundidad lo sucedido en acontecimientos, ser parte de ellos al intentar las descripciones e interpretaciones juiciosas. (Sheck, 2007).
Con estos personajes que se han venido mencionando en el presente artículo científico, se intenta internalizar la necesidad de que la historia que se está construyendo en este siglo XXI y que actualmente estamos viviendo, considere que el rescate de lo histórico social es obra de humanos y tiene la finalidad de servir al propio ser humano y a su naturaleza de la cual forma parte.
En definitiva, se podrían citar a más destacados autores que nos envían las señalamientos de como desde la teoría de la historia apoyan con sus argumentos y destacan la necesidad de que en esta disciplina se considere no de manera forzada, sino de forma reflexiva y dialógica para que los acontecimientos que se investigan partiendo de la localización de las fuentes o de los informantes, contemplen al sujeto que investiga como otra de las fuentes y quien con sus pretensiones académicas, políticas, sociales y sin desconocer su posicionamiento en la estructura económica de la sociedad, recupere el pasado selectivo que investiga, lo relacione con el presente y se apoye con ello en la construcción del horizonte de espera a la manera koselleckiana.
Conclusiones
Leopoldo Ranke el padre de la historia científica nos deja el legado de una historia que como se narró en el cuerpo del artículo, narrativas que solo pueden ser originadas por las fuentes, llegándose al extremo de que sin fuentes no hay narrativa.
Conocedores de que posteriormente la Escuela Francesa de los Anales seguirá profundizando en el estudio de la historia con los posteriores personajes, como Bloch y Febre; Fernando Braudel y Le Roy Ladurie; Furet, Duby que vendrán a considerar a la historia como la disciplina encargada de lo humano en las distintas temporalidades, aportando novedosas metodologías y enfoques teóricos.
Se rescata al padre de la historia de la antigüedad Heródoto, quien en sus narrativas de acontecimientos podemos mencionar que hacía etnografía pero a la vez debemos de considerar que desde nuestra interpretación, tenía la firme convicción de que la historia debía de ser moralizante, servir para la configuración de sociedades modelo, como la griega, como su cultura, su patria.
La síntesis del padre de la historia científica y del padre de la historia de la antigüedad se armonizan al considerar la necesidad de construir las narrativas históricas con las fuentes sin descuido del plusvalor que aportan las interpretaciones del sujeto.
Con el fin de evocar debido a la importancia de la disciplina de la historia científica de Ranke desde el siglo XIX, no es posible soslayar que ha sido la piedra angular de la objetividad e imparcialidad de las narrativas de acontecimientos sociales, esta objetividad está presente gracias a las fuentes a las que se les ha considerado desde lo epistémico, narraciones con el sustento de la cientificidad, ante ello, en el cuerpo del trabajo se emiten argumentos apoyados en el padre de la historia antigua Heródoto, quien intentó dar fuerza a la historia moralizante útil en la construcción de futuro; Mariana Imaz quien aporta elementos psicológicos desde la Gestalt en la percepción y contextualización de los acontecimientos históricos, Dominick LaCapra quien nos nutre también con el enfoque del trauma con el fin de vivir y revivir los acontecimientos históricos como hechos de humanos y por último y no menos importante, las categorías de Reinarth Koselleck, pensados en la utilidad de la historia para la construcción del futuro; y finalmente considerar a las fuentes y sus interpretaciones de gran utilidad en el conocimiento histórico así como visualizar al sujeto investigador como otra más de las fuentes.
Referencias
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