Revista de Filosofía
Vol. 41, Nº Especial 2024, pp. 12-27
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
ISSN: 0798-1171 / e-ISSN: 2477-9598
Esta obra se publica bajo licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
(CC BY-NC-SA 4.0)
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De los límites del conocimiento a los límites del lenguaje.
La herencia kantiana en la filosofía del siglo XX
From the limits of knowledge to the limits of language.
The Kantian heritage in the philosophy of the 20th
Rafael Balza García
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5831-661X
Universidad Católica Cecilio Acosta
Centro de Estudios de la Ciencia-IVIC
Universidad Pedagógica Experimental Libertador-IPRGR
Círculo WittgensteineanoMaracaibo-Venezuela
Maracaibo - Caracas - San Cristóbal / Venezuela
darkdrako1915@gmail.com
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.14295780
Resumen
Ya en la tercera parte de la Introducción a la Crítica de la Razón Pura, Immanuel Kant
nos habla de la necesidad de una “ciencia que determine la posibilidad, los principios y la
extensión de todos los conocimientos «a priori»”, señalando con esto una cierta dirección
en el pensamiento filosófico. Una dirección enmarcada en el problema de los límites
(internos y externos) y en las posibilidades (del conocimiento). Trecientos años después, y
dentro de una amplia gama de problemas filosóficos que emergieron en los dos últimos
siglos, el eco de esa necesidad, hasta cierto punto, se ha materializado; si bien no en una
ciencia como tal, sí en la base epistémica y en las interrogantes que han dado forma a gran
parte de los movimientos filosóficos después de él. A partir de Kant uno de los problemas
clave, primero como problema epistemológico en él y, luego como problema lingüístico en
todo el siglo XX, fue el de los límites y las posibilidades como tema filosófico en mismo;
casi como una herramienta metodológica o como términos técnicos. El siguiente trabajo
abordará la importancia y la forma cómo tales conceptos se convirtieron en una
herramienta y en un problema filosófico como tal a partir de Kant, articulándose y
emergiendo primero en un contexto epistémico y, posteriormente, tomando fuerza en un
contexto lingüístico en el siglo XX; marcando ampliamente la reflexión filosófica
contemporánea sobre el problema de la conciencia, la comprensión, la ciencia o la cultura.
Palabras clave: Kant, Wittgenstein, episteme, posibilidad, límite.
_______________________________
Recibido 15-02-2024 Aceptado 15-05-2024
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Abstract
Already in the third part of the Introduction to the Critique of Pure Reason, Immanuel
Kant speaks to us of the need for a “science that determines the possibility, the principles
and the extension of all knowledge «a priori»”, thereby indicating a certain direction in
philosophical thought. A direction framed within the problem of limits (internal and
external) and possibilities (of knowledge). Three hundred years later, and within a wide
range of philosophical problems that emerged in the last two centuries, the echo of that
need, to a certain extent, has been materialized; although not in a science as such, at least
in the epistemic basis and in the questions that have shaped a large part of the
philosophical movements after him. Beginning with Kant, one of the key problems, first as
an epistemological problem in him and, then as a linguistic problem throughout the
twentieth century, was that of limits and possibilities as a philosophical theme in itself;
almost as a methodological tool or as technical terms. The following work will address the
importance and the way in which such concepts became a tool and a philosophical
problem as such from Kant onwards, articulating and emerging first in an epistemic
context and, later, gaining strength in a linguistic context in the 20th century; broadly
marking contemporary philosophical reflection on the problem of consciousness,
understanding, science or culture.
Key Words: Kant, Wittgenstein, episteme, possibility, limit.
El margen dentro del cual podemos usar el poder del
conocimiento de acuerdo a nuestros principios, es el rango
dentro del cual los conceptos en un principio tienen aplicación.
Immanuel Kant
[La filosofía] Debe delimitar lo pensable y con ello lo impensable.
Debe delimitar lo impensable desde el centro de lo pensable.
La lógica llena el mundo; los límites del mundo son también sus límites.
Ludwig Wittgenstein
I
Más allá de todo lo conocido que pueda decirse sobre la obra de Immanuel Kant,
nos enfocaremos en un aspecto clave de eso conocido, pero que adquiere un matiz
particular cuando se aborda, en stricto sensu, como un problema filosófico en mismo: el
tema de los límites epistémicos y el problema de las posibilidades. Esto no supone que
para I. Kant ello no haya sido un problema en mismo, al contrario, fue el problema
kantiano, o para otros pensadores en otras épocas un tema de discusión; lo que se trata es
de considerarlos como una cierta dicotomía (límite-posibilidad) que, a partir o después de
él, define gran parte del modo cómo se abordaron distintos problemas filosófico-lógicos.
Casi como una cierta “herramienta metodológica”, o como términos técnicos, que
direccionaron la forma de hablar o encontrar una respuesta del funcionamiento del
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mundo, el sujeto, la conciencia, la comprensión, la sociedad o, en gran medida, el lenguaje;
o para explicar el mecanismo de funcionamiento de la mente humana o la cultura.
El existencialismo, la fenomenología, el psicoanálisis, la filosofía analítica, la
hermenéutica o el estructuralismo, en cierta medida, encuentran gran parte de su
fundamento epistémico, conceptual y analítico en la pregunta sobre lo que es posible
concebir y sobre los límites de aquello que es posible. Y, sobre todo, gracias a que dicha
“dicotomía”, que inaugura Kant epistemológicamente, se amplió del tema del
conocimiento al tema del lenguaje y el significado, siendo este último un problema clave de
fondo en casi toda la filosofía y en las ciencias sociales del siglo XX. Aunque ya Kant lo
avizoraba cuando explicaba las leyes trascendentales de la experiencia y de sus condiciones
de posibilidad en su lógica trascendental, señalando que, en última instancia, la
experiencia no puede llegar a adoptar otras formas y otras condiciones de posibilidad que
las que le ofrece la articulación de las categorías y los conceptos puros del entendimiento
1
.
De cierto que, (…) [algunos] conocimientos abandonan incluso el campo de todas las
experiencias posibles y, mediante conceptos para los cuales no puede ser dado en la
experiencia ningún objeto correspondiente, parece que amplifican la extensión de nuestros
juicios por encima de todos los límites de la experiencia”
2
. Esto supone, colateralmente,
que adjunto al problema de los límites del conocimiento, también estaba el problema
acerca de los límites de lo que la propia lógica trascendental estipula para la extensión de
las formas puras de nuestros juicios; dejando ver un tema y un problema, el de los límites
del lenguaje, que será uno de los núcleos centrales del pensamiento contemporáneo, pero
que en Kant será subsumido al problema del límite del conocimiento (conceptos e
intuición). Por tanto:
(…) precisamente en estos últimos conocimientos, que se salen del mundo de
los sentidos y en donde la experiencia no puede proporcionar ni hilo
conductor ni rectificación alguna, es donde están las investigaciones de
nuestra razón, que nosotros consideramos, por su importancia, como mucho
más excelentes y sublimes en su intención última que todo lo que el
entendimiento puede aprender en el campo de los fenómenos
3
.
Es en el universo del conocimiento que desborda lo empírico para ubicarse en el
reino de lo puro, aunque lo empírico sea la fuente de receptividad de las impresiones,
donde el límite y las posibilidades se transforman en un verdadero problema filosófico y
en un programa de investigación para Kant; pues es en ese universo donde el sujeto
articula y posibilita la experiencia y el conocimiento, objetivando los propios límites de la
razón y la experiencia. Por ello, “(…) la intuición pura encierra solamente la forma bajo la
cual algo es intuido; y el concepto puro, sólo la forma de pensar un objeto en general
4
.
De tal modo, iniciando como un problema epistémico y escalando luego con más
fuerza y claridad a un problema del lenguaje, límite y posibilidad adquieren la forma de
un tema o un programa filosófico que define líneas de investigación filosófica en todo el
siglo XX. En lo que sigue, analizaremos el modo cómo Kant convierte tal dicotomía en un
problema en , qué aspectos definen su noción de límite epistémico y el eco que tuvo tal
1
Cfr. BLANCO, C., Las fronteras del pensamiento, Editorial Dykinson, Madrid, 2022.
2
KANT, I., Critica de la Razón Pura, Editorial Porrúa, México D.F., 2008, p. 30.
3
Ibid., p. 31.
4
Ibid., p. 67.
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problema-tema en muchos filósofos y movimientos intelectuales en la época
contemporánea, con especial énfasis en Ludwig Wittgenstein.
II
Cuando Kant se pregunta ¿qué puedo saber (conocer)?, le da un giro a la pregunta
¿cómo conocemos?, pues ya no se pregunta sólo por la relación sujeto-objeto, y cómo el
primero aprehende al segundo o cómo el segundo determina al primero, sino, hasta dónde
es posible esa relación; hasta dónde el sujeto y el mundo fenoménico pueden
encontrarse o manifestarse sin que falte el sentido, lo cognoscible y un orden
categórico. Lo que significa que ese mundo cognoscible y posible en el orden de la
experiencia humana, dentro del problema del conocimiento en Kant y a partir de la
pregunta que se hace, no podemos pensarlo ya como algo ilimitado que desborda el juicio,
el entendimiento, los conceptos, la intuición o las categorías, sino, como una totalidad
posible que adquiere su forma en los límites de la razón pura que se impone como límite en
esa relación (sujeto-objeto); pues, más allá de esa totalidad posible no hay nada que pueda
ser objeto de nuestra intuición sensible y, por tanto, de nuestros límites epistémicos.
Cuando preguntamos qué puedo saber y no cómo, se está asumiendo el presupuesto de un
límite epistémico; y, con ello, se está retornando a la naturaleza propia del conocimiento,
aquella en cuya base se impone, inicialmente, un orden fenoménico posible.
Kant gira la pregunta hacia al ámbito interno de lo que es posible para el sujeto, y
saca el problema del conocimiento del ámbito externo, aquel que hasta el momento estaba
centrado en descubrir y explicar cómo dos cosas “independientes” se ponen en contacto
(sujeto y objeto). Kant nos devuelve a la interrogante inicial y principal, la que debió
esclarecerse primero antes que la interrogante sobre el proceso del conocimiento: saber
cómo se da el conocimiento parte, esencialmente, por saber primero hasta dónde el
sujeto le es permitido tener un sentido del mundo fenoménico. Dejar a un lado un
problema epistémico externo, y ubicar el problema en la propia naturaleza interna [y a
priori] del conocimiento, se llega bien a considerar que:
(…) parece natural que tan pronto como se ha abandonado el campo de la
experiencia, no se levante un edificio con conocimientos que se poseen sin
saber de dónde y sobre el crédito de principios, cuyo origen no se conoce, sin
antes haber asegurado, por medio de cuidadosas investigaciones, la
fundamentación de dicho edificio; y que, por lo tanto se habrá lanzado hace
tiempo la cuestión de cómo el conocimiento puede llegar a todos esos
conocimientos a priori, y qué extensión, validez y valor pueden tener. Nada,
en realidad, es mas natural, si por natural se entiende lo que debiera ocurrir
equitativa y racionalmente. Más si se entiende lo que ocurre de costumbre,
entonces nada más natural y más comprensible que el que esa investigación
no se haya hecho en tanto tiempo.
5
Para asegurar dicha empresa y no [correr] el peligro en errar”
6
, Kant, así como
Wittgenstein lo hizo en su momento, intenta mostrar dónde esla fuente del error en esa
costumbre intentando señalar un problema metafísico de fondo. Tal problema consiste en
intensificar la importancia trascendental de la experiencia, convirtiéndola en fundamento
5
Ibidem.
6
Ibidem.
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externo y justificación de todo hecho posible, cuando, en realidad, siempre ha mantenido
una relación interna con los límites que la intuición, los conceptos y las categorías
permiten y determinan; es decir, con los límites internos de la facultad del entendimiento y
la facultad de la sensibilidad. Por lo cual, “cuando se ha salido del círculo de la experiencia,
hay seguridad de que no ha de venir la experiencia a refutarnos”
7
.
Así, el problema del conocimiento en Kant inicia, hasta cierto punto, y como es bien
sabido, como un problema con la metafísica. El punto con ella “(…) es que sus problemas
desbordan los límites de nuestras facultades cognitivas; y esto se presenta porque, en
primera instancia, aplicamos los conceptos a las cosas del mundo como son en mismas
(…)”
8
. Su giro epistémico copernicano, antes de él, no había sido propuesto, “pues siempre
se ha[bía] entablado la relación epistémica como una relación ontológica [externa], en
otras palabras, la relación epistémica ha dependido de los objetos en cuanto lo que ellos
son”
9
. Lo que se propone ahora Kant, a partir de la pregunta por los límites y las
posibilidades del conocimiento en la relación epistémica entre sujeto-objeto, es establecer
una relación epistémica interna entre razón y mundo (fenoménico) independientemente
de lo que realmente sean los objetos; haciendo un análisis a la propia razón pura, más acá
de toda metafísica (clásica) y más allá de toda experiencia pura.
Las relaciones externas entre sujeto y mundo suponen siempre una relación con
hechos trascendentes a la propia conciencia, como si éstos tuviesen una fuerza epistémica
propia para definir cómo deben ser captados, articulados y cómo deben ser los límites
cognoscitivos; con lo cual el inconveniente con la metafísica es que se salta los propios
límites internos de la razón humana; empujándola a creer que el mundo objetivo como
mundo infinito, es inabarcable como una totalidad posible. Lo que nos viene a recordar
Kant es que los límites internos de la razón pura, lo que podemos conocer, no pueden ser
estipulados por una totalidad trascendente que no podemos acceder por nuestra
intuición sensible; al contrario, la totalidad de lo posible ya esarticulada por los límites
que nos dicta la razón pura y, por lo tanto, hasta dónde podemos acceder en el
conocimiento y de qué modo es posible o no alguna metafísica.
Lo significativo de Kant, independientemente de los puntos convergentes con
pensadores de su época, es que transforma los problemas externos de la metafísica en
problemas internos de la razón pura; y da respuesta al problema del conocimiento dentro
de los límites y posibilidades de esa razón. En su crítica a la metafísica, [e]sa
trascendencia de su objeto representa ciertamente un desconocimiento para la razón; de
modo que dicha trascendencia se refleja en la inmanencia de los límites, de la negatividad,
que esa razón tiene que reconocer en sí misma”
10
. Dice Kant:
Por tal [la Crítica de la razón pura] no entiendo una crítica de los libros y de
los sistemas, sino de la facultad de la razón en general, respecto de todos los
conocimientos a los que ésta puede aspirar independientemente de toda
experiencia; por lo tanto, la crítica resuelve la posibilidad o imposibilidad de
7
Ibidem.
8
GARCÍA CUBILLOS, J. A., “La inversión copernicana y los límites del conocimiento en Hume y en Kant,
Revista Disertaciones, No. 3, 2012, pp. 117-118.
9
Ibid., p. 120.
10
HERNÁNDEZ-PACHECO, J., Los límites de la razón. Estudios de filosofía alemana contemporánea,
Editorial Tecnos, Madrid, 1992, p. 189.
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una metafísica en general, y determina, no sólo las fuentes, sino también la
extensión y límites de la misma; todo ello, empero, por principios
11
.
Kant comienza su Crítica, de cierto modo, siendo claro, es el estudio de los propios
límites: de los límites de la razón, de la metafísica, del mundo, de la experiencia, del propio
conocimiento, de la intuición sensible, del intelecto, del fenómeno o del noúmeno. Todo
gira en torno a una búsqueda, comprensión y explicación de los límites y las posibilidades
de todos aquellos elementos, estados o acciones relacionadas a nuestras capacidades y
mecanismos epistémicos. No es sólo la búsqueda de límites metafísicos, es la explicación
de los mismos desde el propio límite de los mecanismos cognitivos que los hace posibles,
convirtiendo al límite como el telón de fondo de su filosofía. Los límites se explican desde
el funcionamiento de unos fundamentos epistémicos; como lo que vienen a hacer también,
por ejemplo, y dentro de otros aspectos, Wittgenstein o Foucault en siglos posteriores; el
primero, describiendo los límites de nuestras capacidades perceptivas y lógicas a través de
los límites del lenguaje y del uso de los significados; y, el segundo, desde los órdenes
semántico-discursivos que se articulan dentro de espacios epistémicos históricos
específicos. Cada uno de ellos siempre con la idea de las posibilidades como un problema
filosófico.
Ese interés de Kant por el límite es un interés por saber cómo funciona lo interno de
un sistema, en este caso, la razón (pura) y la experiencia posible, para conocer los
principios epistémicos que definen la posibilidad externa” de toda realidad objetiva.
Como bien señala, su Crítica es una búsqueda de principios que expliquen el orden del
conocimiento y sus posibilidades, pues sólo comprendiendo tales principios podremos
saber no sólo hasta dónde se no es posible conocer, además, justificar por qué sólo
podemos aprehender y percibir lo fenoménico; dando paso a una serie de argumentos que
fundamentan la idea de que sólo a través de la razón pura podemos dar orden al mundo
externo” que éste, por sí mismo, no nos puede ofrecer.
Epistemológicamente, podríamos decir que el límite lo asume Kant en dos
direcciones: desde lo interno de la razón pura y lo que ésta nos ofrece para poder conocer
hasta cierto punto, y desde lo externo que se expresa en lo fenoménico y que muestra lo
captable de éste a través de las formas a priori de tal razón. Asume al límite desde lo que es
en su naturaleza, como diría Eugenio Trías
12
, un desdoblarse hacia dos puntas; hacia
dentro y hacia afuera. El límite epistémico kantiano establece un cerco para lo interno de la
propia razón pura, y para lo externo del mundo fenoménico, pues define al mundo y sus
posibilidades, como a la razón (pura) y sus condiciones a priori; paradójicamente, para
poder hablar de tales posibilidades.
Debemos entender, kantianamente, al límite epistémico como lo que permite
distinguir una región intelectual de otra empírica; lo que permite colocar en su posición al
entendimiento, al fenómeno y al noúmeno. Sin embargo, por otra parte, también es lo que
permite crear una región o plano” demarcativo y separativo que sirve además de unión.
Su noción de límite expresa la distinción, pero además el contacto, la confrontación, la
aceptación o el vínculo entre la sensibilidad y el entendimiento. El límite es el borde, pero
además es un punto de unión o encuentro que permite que podamos conocer.
11
KANT, I., Op. cit., p. 6.
12
TRÍAS, E. La razón fronteriza, Ediciones Ensayo/Destino, Barcelona, 1999.
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El límite configura un área” precisa, una demarcación que constituye una forma
epistémica de crear núcleos de intercambios internos/externos y formas particulares
de percepción y de ordenamiento lógico del mundo. Genera procesos de intercambio, de
selección, categorización y de engranaje a lo interno de un sistema racional; pero
también da la posibilidad de ver el mundo empírico. Podemos decir que en Kant el límite
“es, siempre, una realidad ambigua en la cual aquello de lo cual el límite es límite se
contagia y contamina de una <más allá> que lo determina desde dentro”
13
. El límite define
una diferencia, un más allá y un más acá, a su vez que encierra una forma de organización
de la experiencia. El límite en Kant también es limes, aquello que separa, pero que conecta;
frontera
14
“diacrític[a] que marca las diferencias”
15
. Separación reflexiva que desdobla dos
puntas, no necesariamente simétricas, generando dos extremos que se tocan y se
diferencian. El límite es un doble límite, de lo cual “uno de ellos el cerco de aquello que
constituye nuestra experiencia [y el fenómeno] […] y el otro el cerco del misterio [el
noúmeno] que trasciende la propia incardinación del límite”
16
. El límite es reflexivo
porque se desdobla para aquellos dos extremos que se distancian y se tocan, o se ponen en
reflejo mutuo reconociéndose y diferenciándose; dejando fuera el misterio que caracteriza
a lo que no puede ser conocido. Como nos expone bien Trías, “el límite se desdobla, como
sucede en toda reflexión, en aquellos dos extremos que determina, siendo en cierto modo
aquello que a la vez hace de cópula de los dos y de disyunción de los mismos. Ese carácter
de cópula y de disyunción permite esclarecer el carácter de bisagra y gozne del limes
17
.
El límite se hace en Kant, así, un límite negativo y positivo que articula
posibilidades; niega y afirma. Como señala Tolosana, “[el límite] sólo puede existir en un
punto de encuentro y por consiguiente en un horizonte común hecho posible por la
diversidad; conforma necesariamente un espacio diacrítico que crea su opuesto”
18
.
Negativo porque nos hace reconocer la imposibilidad de llegar a la cosa en , y positivo
porque nos da un orden del mundo fenoménico
19
. La razón pura crea su opuesto en
aquello que la metafísica tenía como su fundamento: los objetos en cuanto lo que ellos son.
Pero Kant lo logra señalar, precisamente, porque hace del problema del límite un problema
en sí mismo; haciendo uso de las condiciones que caracterizan la estructura y el
funcionamiento del límite como limes.
13
Ibid., p. 48.
14
Etimológicamente, frontera viene de frontero, que deriva de la raíz fronter, lo que significa: estar frente a.
Igualmente, puede significar: jefe militar que cuida la frontera. Esta idea implica a su vez la noción de
contraponer, la cual la vincula a: afrontar, resistir y separar desde adentro hacia afuera haciendo frente a lo
diferente.
15
TOLOSANA, L. “Antropología de la frontera”, Revista de Antropología Social, No. 3, Editorial
Complutense, Madrid, 1994, p. 77.
16
TRÍAS, E. Op. cit., p. 49.
17
Ibid., p. 50.
18
TOLOSANA, L. Op. cit., p. 93.
19
De otro modo, Kant se refiere a su concepción negativa y positiva de su obra y de su concepción de límite:
En una pasajera inspección de esta obra, se creerá percibir que su utilidad no es más que negativa, la de no
atreverse nunca, con la razón especulativa, a salir de los límites de la experiencia; y en realidad tal es su
primera utilidad. Esta empero se torna pronto en positiva, por cuanto se advierte que esos principios, con
que la razón especulativa se atreve a salir de sus límites, tiene por indeclinable consecuencia, en realidad, no
una ampliación, sino, considerándolos más de cerca, una reducción de nuestro uso de la razón: ya que ellos
realmente amenazan ampliar descomedidamente los límites de la sensibilidad, a que pertenecen
propiamente, y suprimir así del todo el uso puro (práctico) de la razón”. KANT, I., Op. cit., p. 17.
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En ello radica el que, al hacerlo un verdadero problema filosófico, el trabajo de Kant
consistirá en buscar los principios internos y externos que lo rigen en relación con el
problema del conocimiento humano y su alcance; y cómo tales principios funcionan como
un mecanismo epistémico que regula el límite y lo que éste permite o no permite. El
problema del límite se transformará en doble medida epistémica para reconocer y mostrar
hasta dónde puede llegar la razón pura, pero, igualmente, para explicar qué es lo que la
metafísica dogmática no puede traspasar (por esta razón, creemos, entre otras cosas, es
por lo que el problema del límite se transformará en un problema para la filosofía posterior
y, por ejemplo, para los temas de la conciencia, el lenguaje, la intencionalidad y la
comprensión). Así, es importante para Kant dejar claro que el problema de la metafísica no
es lo que ella es en sí misma como disciplina intelectual, sino lo que la caracteriza cuando
se transforma en una herramienta epistémica para explicar el conocimiento humano.
Como obedece a una forma intelectual que intenta superar todo lo empírico como su
ámbito de justificación epistémica, y (…) porque los principios de que usa, como se salen
de los límites de toda experiencia, no reconocen ya piedra de toque alguna en la
experiencia”
20
. Al evitar toda experiencia, “[t]odo el método de la metafísica sobre lo
sensitivo y sobre lo intelectual, retorna siempre a este precepto principal: se ha de procurar
con todo cuidado que los principios propios del conocimiento sensible no traspasen sus
términos y contaminen los intelectuales”.
Ya logra Kant aislar las dos puntas del límite epistémico que es límite hacia dentro y
hacia afuera; tanto lo que pertenece al orden de la sensibilidad y la experiencia, como lo
que pertenece al entendimiento y a la cosa en sí. Que la metafísica tenga como principio no
ocupar lo empírico como su ámbito de justificación epistémica, y sólo sea algo intelectual,
contrasta con reconocer que la sensibilidad no puede ocupar lo trascendente (o la cosa en
sí) como su ámbito de justificación, pues ésta opera en la experiencia posible y en el orden
de la intuición y de las categoas; se estipulan los límites de la metafísica señalando
también los límites de la sensibilidad y de la razón pura. En todo caso, se trata de atenerse
a la experiencia y contar con las formas puras del entendimiento, pero reconociendo a la
vez los límites que esta estructura implica respecto del uso de la razón pura especulativa”
21
.
Como comenta Marechal, “para conocer un límite [epistémico] como límite, es
absolutamente necesario conocer (…) las dos regiones limítrofes, o bien, reconocer el límite
por un sólo lado en una tendencia a franquearlo, en la exigencia positiva o el apetito de un
más allá”
22
. Las dos puntas del límite deben hacerse claras para el entendimiento, pues el
entendimiento, ocupado exclusivamente en su empleo empírico, y sin reflexionar sobre las
fuentes de su propio conocimiento, puede ir sin duda muy bien adelante; pero una cosa no
puede llevar a cabo, y es determinarse a sí mismo los límites de su uso y saber qué es lo que
está dentro o fuera de su esfera; pues para esto exígense las investigaciones profundas que
hemos realizado
23
.
Se trata de que (re)conocer los límites del conocimiento, la razón y el mundo
fenoménico, es reconocer que no debemos reflexionar sobre estos temas sin asumir que lo
20
KANT, I., Op. cit., p. 5.
21
VICENTE-BURGOA, L., “Límites del conocimiento metafísico, según Kant y Tomás de Aquino”, picos,
Revista de Filosofía, No. 37, 2009, Universidad Panamericana, México D.F., p. 171.
22
MARECHAL, I., El punto de partida de la Metafísica. Lecciones sobre el desarrollo histórico y teórico del
problema del conocimiento, Editorial Gredos, tomo V, Madrid, 1959, p. 532.
23
KANT, I., Op. cit., p. 179.
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interno y lo externo tienen un punto de llegada (o de partida), definido por lo que ha
agregado la intuición sensible y la razón pura; de aquí su famosa frase: más si bien todo
nuestro conocimiento comienza con la experiencia, no por eso originase todo él en la
experiencia
24
. La razón, como la experiencia, adquieren, precisamente, su forma porque
podemos encontrar en ellas un límite determinado; de lo contrario, carecerían de toda
configuración posible. Por ello:
No es nuestra razón un plano de una indefinida extensión y cuyos límites no
se conocen más que de una manera general; debe más bien compararse a una
esfera, de la cual el radio puede encontrarse por la curva del arco a su
superficie (…) y cuyo contenido y límites pueden ser determinados por esto
con toda certeza. Fuera de esta esfera (el campo de la experiencia) no hay
más objeto para ella, y de igual modo las cuestiones referentes a los objetos
no se relacionan más que con principios subjetivos de una determinación
universal de los informes que pueden presentarse en los límites de esta
esfera, entre los conceptos del entendimiento
25
.
Lo que Kant plantea es un límite para la metafísica, la experiencia y lo objetivo, pero
también para la razón y el propio entendimiento. Siguiendo esta línea de razones, hay una
concepción epistemológica en Kant donde se entiende que no puede haber un
conocimiento metafísico ilimitado, sin frontera alguna, sino, si es posible, se ha de atener,
en todo caso, a las limitaciones impuestas por nuestra intuición y el intelecto humano.
Todo lo cual implica que, como problema epistemológico, el límite es lo que está de fondo
en la diferencia entre la filosofía del conocimiento clásica y la filosofía kantiana, y en todo
lo que repercute para entender el funcionamiento del conocimiento humano; que se
expresa como una empresa (investigación) que indaga, ahora, en la posibilidad del
conocimiento asentada en la propia nea epistémica que distingue y conecta el reino
de lo intelectual y el reino de lo fenoménico.
Uno de los problemas antes de Kant, al intentar explicar el conocimiento humano,
fue la falta de énfasis o de ubicación investigativa en dicha línea limítrofe;
reduciéndose casi todo el problema del conocimiento a una cuestión sobre el elemento
epistémico determinante que estaba a un lado o a otro de dicha línea: el sujeto o el objeto
(racionalismo-idealismo-empirismo); eliminando el segmento que no sólo determinaba la
posibilidad del conocimiento, sino también la distinción de los elementos epistémicos que
definían los límites del conocimiento.
Y así se tiene por fin algo determinado a qué atenerse en todas las empresas
metafísicas, que hasta ahora se han dirigido, con bastante audacia, pero
siempre ciegamente, a todas las cosas sin distinción. A los pensadores
dogmáticos nunca se les ocurrió que el objetivo de sus esfuerzos debía ser
delimitado dentro de tan breve extensión; y esto no se les ocurrió ni siquiera
a aquellos que, obstinados en su presunta sana razón, fueron, con conceptos y
principios de la razón pura ciertamente legítimos y naturales, pero
destinados sólo al uso empírico, en busca de conocimientos para los cuales no
conocían, ni podían conocer, límites determinados, porque, o bien no habían
reflexionado nunca sobre la naturaleza ni aun sobre la posibilidad de un tal
24
Ibid., p. 27.
25
Ibid., p. 423.
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entendimiento puro, o bien nunca estuvieron en condiciones de hacer tal
reflexión
26
.
Ese punto estratégico de ubicación de Kant en la propia línea limítrofe, no sólo
cambió la historia de la filosofía, también la forma de observar y estudiar los propios
problemas filosóficos; que sería ahora desde la propia línea que distingue y conecta lo
externo y lo interno en el ser humano. Todo lo cual también le permitió diferenciar entre
fenómeno/noúmeno, que sería, con sus diferencias conceptuales, otro aspecto epistémico
importante en casi toda la filosofía que le siguió.
Si el gran problema de la metafísica, según Kant, estaba en depender de los objetos
en cuanto a lo que ellos son, esto establecía dos reinos epistémicos claramente separados
e independientes; que llevaba, inevitablemente, a muchos filósofos al sueño dogmático de
creer, sin crítica alguna, en un conocimiento absoluto, sea que este lo determinara el sujeto
o el objeto. Al considerar a las cosas en sí mismas”, dentro de ese canon de un
conocimiento absoluto, se estaba considerando también todas las posibilidades del mundo
y la experiencia a la vez, eliminando la línea que debería señalarnos hasta dónde podemos
llegar (conocer) y hasta dónde el objeto es fenómeno. Si la presencia de esa línea no se
hacía clara, las antinomias, o los conflictos de la razón consigo misma, eran más que
evidentes: lo contradictorio como lo no contradictorio o lo posible como lo imposible; y, en
ese caso: ¿cómo percibir, pensar o conocer algo así?
He aquí el fenómeno más extraño de la razón humana, fenómeno del cual no
se puede mostrar ningún otro ejemplo en ningún otro uso de ella. Cuando
concebimos, como ocurre ordinariamente, los fenómenos del mundo sensible
como cosas en mismas; cuando tomamos los principios de su enlace como
principios que valen universalmente para cosas en mismas y no solamente
para la experiencia, como también es habitual, y hasta inevitable sin nuestra
crítica: entonces se manifiesta un conflicto insospechado, que no se puede
dirimir por el camino dogmático habitual, porque tanto la tesis como la
antítesis pueden ser demostradas con pruebas igualmente evidentes, claras e
irresistibles, y la razón se ve así en discordia consigo misma
27
.
Kant vino a señalarnos que la razón no puede traspasar los límites de la experiencia
y de sus propias formas a priori sin caer en contradicciones; del mismo modo, que hay
“objetividad” porque la síntesis entre conciencia y experiencia tiene unas posibilidades que
no se pueden trascender sin acabar con la propia experiencia y la síntesis. La infinitud de
lo actual y de lo posible es impensable; sólo puede existir un mundo y una posibilidad de
su conocimiento si nuestras facultades (de la sensibilidad y el entendimiento) definen lo
posible. Sólo lo fenoménico podemos conocer, para decirlo de algún modo, porque es un
corte de esa totalidad (aquí, una posible crítica, en ciencias sociales, a muchas teorías de la
complejidad, las cuales pretenden asumir que la complejidad total fenoménica puede
ser abarcable). De tal forma, “[l]o que va a hacer Kant es traer esos problemas [metafísicos
y epistemológicos] dentro de los límites de la razón humana y dentro de sus límites dar una
respuesta que sirva a la vez de fundamento para las ciencias”
28
. Lo que va a hacer es traer
26
KANT, I., Prolegómenos a toda metafísica futura que haya de poder presentarse como ciencia, Editorial
Istmo, Madrid, 1999, p. 169, § 31.
27
Ibid., p. 339-340.
28
GARCÍA CUBILLOS, J. A., Op. cit., p. 119.
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o mostrar los principios epistémicos constitutivos de la razón a través de los cuales ésta
ordena el mundo; y ordenar es poner límites.
Kant, además de que plantea su famoso “giro copernicano”, comienza a sentar las
bases de lo posible también como problema filosófico en mismo. Este término, por
simple que parezca, es determinante para la posterior filosofía. La pregunta kantiana ¿qué
puedo saber?, no es la pregunta por qué es X, sino, cómo es posible X, o cuáles son sus
condiciones de posibilidad. Dice Kant, “(…) que el entendimiento a priori nunca puede
hacer más que anticipar la forma de una experiencia posible en general; y, como lo que no
es fenómeno no puede ser objeto de la experiencia, nunca puede saltar por encima de las
barreras de la sensibilidad, dentro de las cuales tan sólo nos son dados objetos”
29
.
Wittgenstein dirá lo propio en relación con el lenguaje y el ‘espacio lógico’ en conformidad
con lo que señala Kant, cuando dice que:
(…) las actividades humanas de esperar, buscar o preguntar (es decir, todo
intento de conocer o re-conocer) tienen sentido si y sólo si la expectativa, la
búsqueda o la pregunta se insertan, de conformidad con el sistema gramatical
correspondiente, en su respectivo espacio lógico. [L]a expectativa debe estar
en el mismo espacio que lo esperado -postula Wittgenstein; y más de una vez
lo vuelve a subrayar: debo encontrarme en el espacio en el cual se halla lo
que se espera. Desde luego, no en el sentido de que lo esperado
necesariamente exista, sino exclusivamente con vista a su posibilidad dentro
de ese espacio lógico
30
.
Anticipar la forma de una experiencia posible es asumir que nada hay fuera de lo
que permite el orden de los elementos epistémicos configurados en el entendimiento y en
la intuición; que, dicho de otra forma, sería como decir wittgensteineanamente que lo
esperado está en conformidad con la expectativa. Así, “el orden que encontramos en los
sucesos naturales responde a una serie de reglas que hemos de suponer en el sujeto antes
de que ningún objeto le sea dado, y por ende, se trata de reglas de carácter a priori
31
.
Límite y posibilidad se vuelven en las manos de Kant, y en muchos filósofos posteriores,
casi dos conceptos técnicos”, los cuales atraviesan transversalmente su obra y le dan
forma.
Ya el hecho de que hable recurrentemente de ‘forma(s)’ nos dice de la configuración
límite-posible de algo. No es por ello extraño, como buen neokantiano que fue, Ernst
Cassirer hablará de las “formas simbólicas”, estableciendo los límites y, por tanto, las
características y posibilidades de cada una: el mito, la ciencia, el arte, el lenguaje, etc. En
los dos casos, Kant y Cassirer, las formas a priori de la razón (o del universo simbólico)
sólo pretenden definir las condiciones limites posibles hasta dónde algo puede ser pensado
y conocido (encontrado y esperado). Las formas puras, como límites, son como reglas a
priori; pero el a priori y el límite en relación con la experiencia y el mundo. Entonces, en
ese desdoblarse del límite, la función de la razón consiste en poner límites al
29
KANT, I., Op. cit., p. 183.
30
KNABENSCHUH, S., “Del espacio lógico a los espacios de incertidumbre. Wittgenstein, 1929-1933”,
Revista de Filosofía, No. 39, 2001, p. 17.
31
COSTA, M. V. y DE ORTÚZAR, M. G., “Una aproximación al problema del conocimiento en la filosofía
kantiana”, Por el camino de la filosofía: Pensar de nuevo la modernidad, Ediciones De La Campana, La
Plata, 2013, p. 62.
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entendimiento y a la experiencia, pues la experiencia no se pone límites a misma ni
define su posibilidad.
Por otra parte, además, si la universalidad y la necesidad no pueden provenir de la
experiencia, entonces tendrán que ser dadas independientemente de la experiencia, es
decir, a través del conocimiento a priori; de esta forma, es que Kant se referirá a una
“universalidad verdadera o estricta”
32
. Ahora bien, lo paradójico es que, al establecer esa
universalidad de lo a priori, como son las formas puras del entendimiento, lo hace como
principio regulador de las posibilidades. Lo universal, por paradójico que suene, genera
las posibilidades del límite. Lo a priori es la fundamentación del límite, no sólo lógico, sino
epistemológico (y hoy a, lingüístico, social, cultural, psicológico, etc.).
En todo caso, podemos decir que Kant le da una mayor rigurosidad teórica,
epistémica y cognitiva al problema del límite y las posibilidades como problemas
filosóficos en ; por ello, “propiamente, es en la filosofía kantiana donde la cuestión del
alcance y límites del conocimiento a priori se eleva a la conciencia de ser la filosofía”
33
.
Convierte al límite en un tema clave de la filosofía, y ya de manera explícita, en un
problema para todo el siglo XX. Creo que ese es uno de los puntos clave de su filosofía que
también determinó la dirección que seguiría la reflexión filosófica después de él.
III
Muchos filósofos del siglo XX pueden discrepar en muchas cosas con Kant, pero no
siempre con el tema del límite epistémico como problema filosófico; siendo éste una de las
grandes herencias kantianas a la reflexión filosófica. B. Russell, por ejemplo, que no
compartía muchas ideas kantianas, aborda en muchas ocasiones el tema de los límites del
empirismo; por ejemplo, en textos como El Conocimiento humano, su alcance y sus
límites. Aunque la (…) esencia de la teoría kantiana de los límites del empirismo es la
espontaneidad del entendimiento, mientras que la esencia russelliana (…) es el peso
implacable de un mundo objetivo-ideal de necesidades lógicas y matemáticas”
34
, no cabe
duda que Russell ha hecho lo propio al tomar como parte de sus problemas filosóficos-
lógicos, la investigación sobre el alcance de nuestras capacidades cognitivas para conocer
el mundo objetivo. Igualmente, el tomar como problema filosófico los límites de la propia
experiencia; por lo cual, como Kant, “no ha sido ajeno al problema de fondo que se ventila
aquí: la experiencia no se puede fundamentar en ella misma, ni en el sujeto empírico ni en
el objeto empírico. Hay que salir del círculo de la experiencia para no recalar en el
escepticismo”
35
.
Todo el tema de los límites y las posibilidades, que llevó a Kant a desarrollar todo un
constructivismo epistemológico, enceral conocimiento como una construcción, y como
tal, éste siempre tendrá una finitud. Esto es parte del fondo de fundamentación
32
Dice al respecto: “la experiencia no da jamás a sus juicios universalidad verdadera o estricta, sino sólo
admitida y comparativa (por inducción), de tal modo que se debe propiamente decir: en lo que hasta ahora
hemos percibido no se encuentra excepción alguna o esta o aquella regla. Así pues, si un juicio es pensado
con estricta universalidad, de suerte que no permita como posible ninguna excepción, entonces no es
derivado de la experiencia, sino absolutamente a priori” KANT, I., Op. cit., p. 29.
33
PALOMAR TORRALBO, A., Alcance y límites del conocimiento a priori, MAD, Barcelona, 2011, p. 23.
34
LLUÍS BLASCO, J., “Los límites del empirismo. A propósito de Kant y Russell”, Ágora, No. 7, 1988, p. 51.
35
Ibid., p. 50.
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epistemológica del discurso filosófico del siglo XX, que se traduce, por ejemplo, en una
preocupación por la construcción social y los límites del conocimiento, los límites del
lenguaje, el pensamiento, la percepción, los límites de la conciencia, los límites de la
interpretación, las fronteras culturas y étnicas, los límites del discurso, los límites de las
epistemes, los límites de la cognición, los límites de la realidad y su construcción social, los
límites de la libertad, los límites de la ciencia, la posibilidad de la comprensión o del
diálogo intercultural, entre otros.
Todo ello dentro de un problema que ha sido clave también en todo el siglo XX,
iniciado, en gran medida, por ejemplo, por Gottlob Frege: el problema lógico del lenguaje y
su capacidad para definir los límites de nuestra comprensión y significación del mundo.
Pasando a ser, el tema de los límites y las posibilidades, no sólo un problema
epistemológico, sino también un problema lingüístico-lógico-hermenéutico relacionado
con nuestras posibilidades de articular e interpretar el mundo. Considerando esta
ampliación del problema, de lo epistemológico a lo lingüístico, por ejemplo,Apel ve como
posible ampliar y profundizar la teoría kantiana de la constitución objetiva en el sentido de
una «hermenéutica trascendental» que tenga en cuenta la mediación por el lenguaje de
dicha constitución”
36
. Al respecto, Gadamer bien nos lo viene a mostrar cuando señala:
Lo que él hizo [Kant] fue plantear una cuestión filosófica: preguntar cuáles
son las condiciones de nuestro conocimiento por las que es posible la ciencia
moderna, y hasta dónde llega esta. En este sentido también la presente
investigación plantea una pregunta filosófica. Pero no se la plantea en modo
alguno sólo a las llamadas ciencias del espíritu (…) ni siquiera se la plantea a
la ciencia y a sus formas de experiencia: su interpelado es el conjunto de la
experiencia humana del mundo y de la praxis vital. Por expresarlo
kantianamente, pregunta cómo es posible la comprensión
37
El problema del límite y lo posible pasaron a ser problemas lingüístico-
hermenéuticos; en un contexto donde el lenguaje y el significado se convirtieron en temas
centrales de la filosofía y de las ciencias sociales contemporáneas. No sólo dentro del
positivismo lógico, la filosofía wittgensteineana o la filosofía analítica podemos ver que los
conceptos de ‘límite’ y ‘posible’ se transformaron en problemas del lenguaje, también lo
hicieron en la hermenéutica filosófica, la filosofía de la mente, el psicoanálisis de corte
Lacaniano, en el estructuralismo de Michel Foucault y Lévi-Strauss, en muchas
fenomenologías (como la de Merleau-Ponty, por ejemplo) y, en muchas antropologías y
sociologías postmodernas. En todo el siglo XX vemos una serie de áreas, pensadores y
corrientes en el pensamiento filosófico y científico que, además de tener de fondo el
problema del lenguaje, intentan describir o explicar, dentro de ese fondo, cómo, además de
articular la experiencia, el sentido, la realidad, el mundo y la propia vida cultural, el límite
define nuestras posibilidades y alcances epistémicos y simbólicos. Por ejemplo, en un área
como la antropología cultural, vemos la famosa tesis de Sapir-Worf, la cual sostiene que,
cada lenguaje, o lengua, define una forma de ver el mundo.
Este paso de la razón pura (y de lo epistemológico) al universo del lenguaje, entre
otras cosas, fragua la posibilidad de relativizar el límite, llevando la razón pura al límite
36
HERNÁNDEZ-PACHECO, J., Los límites de la razón. Estudios de filosofía alemana contemporánea,
Editorial Tecnos, Madrid, 1992, p. 165.
37
GADAMER, H. G., Verdad y Método, Ediciones Sígueme, Salamanca, 2007, pp., 11-12.
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interno de una verdad definida por las formas particulares de su expresión y articulación.
El límite ahora no es sólo el que impone las formas puras del entendimiento o la intuición,
también, el que se constituye a lo interno de cada verdad relativa a un orden lingüístico. De
modo que, por ejemplo, preguntar por la posibilidad de la comprensión, interpretación y
significación del mundo no puede responderse sin plantearse, de igual modo, la pregunta
por la validez de esa comprensión dentro de los límites de una verdad
38
. El problema de la
razón pura, ahora atado al problema del lenguaje:
(…) deja a estos límites dentro de sí misma e incluye dentro de su propia
negación. La Escuela de Fráncfort en sus representantes originales, pero
también Popper, Gadamer, y en general la filosofía alemana de posguerra que
fragua de un modo más o menos directo como movimiento de resistencia o en
el rechazo del exilio (…) se puede resumir en una tesis: toda verdad implica
su relativización, es decir, un propio límite interno, si no quiere convertirse
en una amenaza contra la realidad que en ella se subjetiva (…) Desde esta
perspectiva se puede reconocer una común preocupación en autores tan
diversos a primera vista como Popper, Gadamer o Marcuse
39
.
Esa búsqueda, ahora, de limites internos en relación con una verdad relativa, se
ofrece como consecuencia de transformar la razón pura kantiana en posibilidades
lingüísticas y ordenes interpretativos; algo que ya, como señalamos arriba, había iniciado,
por ejemplo, Ernst Cassirer cuando comienza [a] delimitar las «formas fundamentales de
la ‘comprensión’ [Verstehen] del mundo», en el entendido de que hay una multiplicidad de
configuraciones de la realidad, cada una con tareas y reglas particulares en lo que respecta
a la «constitución del espíritu» [Aufbau des Geistes], vale decir, la conceptualización”
40
.
Luego continua o lo refuerza Ludwig Wittgenstein cuando hace de su empresa
filosófica, una búsqueda de los mecanismos lógicos y epistemológicos del lenguaje que
permiten que tengamos un sentido y un orden lógico-vital particular del mundo.
Cuando Wittgenstein comienza a hablar de espacios lógicos, relaciones internas,
multiplicidad, visión de aspectos y ‘certeza’, o cuando ya en el Tractatus señala que, [e]l
sujeto no pertenece al mundo, sino que es un límite del mundo”
41
, y se pregunta, en tono
kantiano, “¿[d]ónde en el mundo puede señalarse un sujeto metafísico?”
42
, nos está
diciendo que el problema clave en el tema del conocimiento y el lenguaje es el de los límites
y las posibilidades. Porque hasta en un caso, como es el de las certezas vitales, las dudas y
el saber existen porque existen los límites dentro del lenguaje.
Wittgenstein, como Cassirer y muchos otros que le siguieron, desde el Tractatus ya
era enfático en su preocupación por comprender los límites del lenguaje y las posibilidades
del sentido y el significado dentro de un orden sistémico-lingüístico particular o relativo
[recordando aquel título de Carla Carmona, “la conciencia del límite”
43
]; procurando
siempre describir los mecanismos, las posibilidades y las formas de las reglas lógicas,
gramaticales o sociales que le dan sentido, coherencia y orden a un sistema de conceptos
(y hechos). Su inquietud fundacional, para decirlo de alguna manera, fue “[t]razar un
38
KARL OTTO, A., La transformación de la filosofía, Editorial Taurus, (2 vols.), Madrid, 1985.
39
HERNÁNDEZ-PACHECO, J., Op. cit., pp. 184, 186, 190.
40
KNABENSCHUH, S., “Sobre la cultura. Wittgenstein y el sueño de Cassirer”, Revista de Filosofía, No. 79,
2015, pp. 90-91.
41
WITTGENSTEIN, L., Tractatus Logico-Philosophicus, Alianza Editorial, Madrid, 2010, § 5.632.
42
Ibid., § 5.633.
43
CARMONA, C., Wittgenstein. La conciencia del límite, Bonalletra Alcompas, Madrid, 2015.
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límite al pensar y al lenguaje lógico, al pensamiento o al lenguaje con sentido gico, con
significado lógico (…)”
44
.
Dirá Wittgenstein, por ejemplo, que la posibilidad de “verdad” de una proposición
no está en la relación externa que pueda mantener ésta con el hecho que articula, sino en la
relación necesaria de los conceptos que dan orden lógico al hecho; pues de ser una relación
externa, todas las verdades serían accidentales, aún así las verdades científicas. La verdad
de una proposición depende, en gran medida, de relaciones internas; siendo estas últimas
relaciones necesarias y verdaderas”, como escribía Moore en sus anotaciones de 1930-
1933, porque “«(…) es impensable que no se mantenga la relación entre los rminos»
45
.
En esa relación una cosa no puede existir sin la otra; o puede no existir, pero si existe, es
porque es verdadera en un sentido, expresa una relación interna que está allí señalando de
qué manera suceden los hechos para un sistema (lógico o, en un sentido amplio, social).
Es, como refiere Wittgenstein para la proposición, una medida del mundo
46
; está allí para
señalarnos que la forma lógica de un mundo determina que algunas combinaciones de
elementos (lingüísticos o sociales) son coherentes y permisibles mientras que otras son
absurdas, sinsentido e inadmisibles (o no están en el mismo espacio de posibilidades).
Todo lo anterior le da sentido a algunas afirmaciones de las Observaciones
Filosóficas, por ejemplo, como el que las relaciones internas es lo que permite que la
expectativa esté conectada con lo esperado. Sabemos qué esperar y, posiblemente,
obtenerlo, si hay una sincronía interna entre expectativa-esperado dentro de unos límites
lingüísticos; de aquí que, “de la expectativa no se da una descripción externa indicando
aquello que se espera; describirla mediante lo que se espera es dar una descripción
interna
47
. En su trabajo lógico-analítico-vital Wittgenstein nos dice que una relación
interna expresa lo necesario, lo pensable, lo posible, lo admisible y lo esperado en un
sistema-límite (aunque también lo imposible). En otras palabras, las relaciones internas
definen los límites del lenguaje; y exceder esos límites es ya no poder hablar de nada, de
aquí su famosa frase: “de lo que no se puede hablar hay que callar”.
Ya no se trata sólo de una relación interna dentro de la proposición, sino de una
relación interna entre ésta y lo que constituye en la propia vida humana. Wittgenstein, en
ese eco kantiano, no sólo intenta establecer los límites del lenguaje en , también los
límites entre lo expresado y lo que este articula; los límites de toda acción, creencia o visión
del mundo dentro de un sistema. Esa correlación interna entre el universo proposicional y
la realidad (físico-social) constituida se objetiva en una relación interna entre las reglas
gramaticales que constituyen el mundo y las formas pertinentes de acción; siendo su
expresión la aplicación correcta de las reglas de la gramática que se han establecido.
44
REGUERA, I., Ludwig Wittgenstein, Editorial EDAF, Madrid, 2002, p. 57
45
MOORE, G., Defensa del sentido común y otros ensayos, Ediciones Orbis, Barcelona, 1983, p. 294.
46
Cfr. WITTGENSTEIN, L., Notebooks 191416, Ed. G. H. von Wright and G. E. M. Anscombe, trans. G. E.
M. Anscombe, Blackwell, Oxford, 1961.
47
WITTGENSTEIN, L., Observaciones Filosóficas, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de
Investigaciones Filosóficas, México D.F., 1997, p. 4. También, Cfr. WITTGENSTEIN, L., Wittgenstein’s
Nachlass. The Bergen Electronic Edition, Oxford University Press, manuscripts, Oxford, 2000, 109, p. 59.
KRÜGER, W., “The Determinacy of Sense and Meaning: Some Notes on Wittgenstein’s «Philosophical
Considerations» (MS 110: 214) from the Early 1930s for the Background of His Philosophical
Investigations”, Wittgenstein’s Remarks on Frazer: The Text and the Matter. De Gruyter, Berlin, Boston,
2016, p. 106.
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Hacker y Baker dirán al respecto, que (…) the concept of a rule and the concept of what
accords with it (what is a correct application of it) are internally related (…)”
48
.
Tenemos entonces que, pasando de los límites del conocimiento a los límites del
lenguaje, y como un autor clave que también configuró muchas corrientes filosóficas en
todo el siglo XX, el problema clave que siempre agobió a Ludwig Wittgenstein fue describir
y comprender la forma cómo era posible la relación del lenguaje con el mundo dentro
de esos límites lingüísticos. No obstante, para enfrentar ese problema, su principal
esfuerzo estuvo en describir y mostrar los mecanismos y dispositivos internos con los
cuales funciona el primero para poder articular y fundar un marco de sentido del segundo.
Se centró en mostrar, a lo largo de toda su vida, las condiciones y propiedades formales,
vitales y funcionales que posee el lenguaje para articular el mundo y proveerle significado;
en un primer momento, clarificando la lógica de nuestro lenguaje, luego, después de 1929,
la lógica del lenguaje en relación con el mundo social y la propia praxis social humana;
pero siempre usando casi como una herramienta metodológica y técnica, los conceptos de
límite y posibilidad.
Y, así mismo, como Wittgenstein, Foucault o Gadamer, vemos a un Edmund
Husserl quien también hará lo propio al adherirse, de cierto modo, a esa tradición kantiana
cuando establece los límites de la conciencia como los límites de sus contenidos; no hay
conciencia pura no sólo porque se le deba a unos contenidos, sino porque se le debe a los
límites de esos contenidos. La conciencia no sobrepasa la conciencia de algo, ni ese algo
puede sobrepasar los límites de la conciencia. Tomando también Husserl el problema de
los límites como un problema en mismo en relación con la conciencia y la
intencionalidad.
Wittgenstein nos recuerda, en tono kantiano, que los límites y las posibilidades
permiten que la pregunta y la respuesta, para que estén en el mismo orden lógico (espacio
lógico
49
), la respuesta ya debe estar —“a priori en el mismo espacio de posibilidades que
la pregunta; Foucault nos habla de un a priori histórico como límite del conocimiento en
un determinado campo histórico; y, Gadamer, con su noción de ‘prejuicio’, nos habla de un
marco de posibilidad para la comprensión-interpretación. Las condiciones a priori del
conocimiento kantianas, como el límite de lo posible, se han transformado en las formas a
priori de la posibilidad del lenguaje, el significado, los momentos históricos, los espacios
epistémicos, la cultura o la interpretación.
Al sacar de lo tautológico-analítico a lo apriorístico y colocarlo en lo contingente,
pero necesario (en lo sintético), Kant hizo que este fuese uno de los aspectos clave, y si no
el más importante, para toda la filosofía y el pensamiento posterior; convirtiendo a los
conceptos de límite y posibilidad como un gran problema filosófico. Podemos decir, de
cierto modo, y según el marco de lo que aquí se discutió, que desde Kant no hay
conocimiento si no hay límites; no hay lenguaje si no hay límites; no hay conciencia y
percepción si no hay límites; y, no hay nada culturalmente humano si no hay límites.
48
BAKER, G. P. y HACKER, P. M. S., Scepticism, Rules and Language, Blackwell, Oxford, 1984, p. 72.
49
Cfr. KNABENSCHUH, S., “Del espacio lógico a los espacios de incertidumbre. Wittgenstein, 1929-1933”,
Revista de Filosofía, No. 39, 2001, pp. 7-24.
REVISTA DE FILOSOFÍA
ESPECIAL 2024 - IMMANUEL KANT. 300 AÑOS
Esta revista fue editada en formato digital y publicada en noviembre de 2024,
por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
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