Revista de Filosofía
Vol. 42, Nº111, 2025-1, (Ene-Mar) pp. 8-19
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
ISSN: 0798-1171 / e-ISSN: 2477-9598
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(CC BY-NC-SA 4.0)
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La concepción de San Agustín sobre el sufrimiento humano
The Agustin’s conception about human sadness
Dionísio da Silva
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3709-6195
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Valparaíso - Chile
Jeffersonds43@gmail.com
Ricardo del Tránsito Díaz Hernández
Escuela Diaconal San Felipe Diácono
Viña del Mar Valparaíso - Chile
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.15514904
Resumen
San Agustín de Hipona (Aurelio Agustino), fue Obispo de Hippo Regius en Numidia durante
los últimos años del Imperio Romano. Nace en Tagaste (actual Argelia) el año 354, cerca de
Cartago. Asistió a la escuela en Madaura y Cartago, donde estudió gramática y retórica. Entre
los diversos aportes de la obra de Agustín, se encuentran sus ideas sobre el sufrimiento
humano. En este artículo, pretendemos repasar y comprender las nociones de dolor, pesar
y sufrimiento, y como el Padre de la Iglesia propone las soluciones (o tratamientos) para esta
realidad.
Palabras clave: Cristianismo; Patrística; Agustín; sufrimiento; dolor.
Abstract
Saint Augustine of Hippo (Aurelius Augustine) was the Bishop of Hippo Regius in Numidia
during the final years of the Roman Empire. He was born in Tagaste (present-day Algeria)
in the year 354, near Carthage. He attended school in Madaura and Carthage, where he
studied grammar and rhetoric. Among the various contributions of Augustine’s works are
his ideas about human suffering. In this article, we aim to review and understand the notions
of pain, grief, and suffering, and how the Church Father proposes solutions (or treatments)
for this reality.
Keywords: Christianity; Patristics; Augustine; Suffering; Pain.
_______________________________
Recibido 17-10-2024 Aceptado 15-12-2024
1. Introducción
San Agustín es, indiscutiblemente, el autor más conocido de la Patrística. Su
importancia para la construcción de la teología cristiana y los rumbos para la historia de la
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filosofía son enormes. Entre las obras que escribió, están: Soliloquios; Confesiones; Ciudad
de Dios y De Doctrina Cristiana, que la bibliografía tiende a reconocer como la obra maestra
del autor. Respecto a su contexto histórico y filosófico, podemos señalar que Agustín, junto
con los Padres Capadocios, fueron los más auténticos y completos de los Padres de la Iglesia,
teniendo en vista que los anteriores a ellos estaban condicionados por las persecuciones
imperiales y la inmediatez por refutar las calumnias contra la religión cristiana naciente,
resultando en obras que, aunque hayan sido de gran importancia en su tiempo, no son del
mismo rigor y profundidad que de los grandes doctores del siglo IV. Es cierto que Agustín
es influenciado por el platonismo/neoplatonismo, y que se podrá establecer diversos
paralelos entre ideas ya planteadas por Plotino alrededor de un siglo antes de él, lo que no
invalida el gran aporte del Cartaginense en el desarrollo de su pensamiento
1
. En sus escritos
San Agustín señala que para él sólo existe una única verdad, que se puede acceder por dos
caminos distintos; el primer camino a través de la razón y la filosofía que nos acerca de la
verdad de manera parcial, y el segundo camino a través de la fe que nos dará a conocer en
plenitud la verdad en su totalidad. A través de estos dos modos de enfrentarse a la realidad,
San Agustín desarrolla su pensamiento filosófico, donde concluye que a través de la fe y de
la razón es posible alcanzar el encuentro con la verdad y la felicidad, ya que, para él, las
respuestas del sufrimiento y el dolor humano están dentro del propio ser humano.
A lo largo de su obra, Agustín indica que el sufrimiento se relaciona directamente con
la Caída del ser humano tras el pecado original. A partir de este hecho, el hombre dejo su
primer estado, consistente en felicidad y beatitud por su contacto directo con Dios, para una
condición donde esta susceptible al pecado, a los sufrimientos y la muerte. La desobediencia
de los primeros seres humanos resultó en su ruina. Sin embargo, esto también generó la
oportunidad de redención. La gracia divina puede restaurar el hombre y transformar su
dolor en oportunidad de reconciliación y salvación, además de ser una importante vía para
la conversión y reconocimiento de la grandeza de Dios y el hallazgo de la felicidad en él.
En este artículo, pretendemos identificar la concepción de sufrimiento y dolor para
Agustín, y demostrar que la verdadera felicidad se encuentra en el interior del propio
hombre, es decir, en la toma de conciencia de la existencia y reverencia a Dios, creador del
universo, y en el reconocimiento de ser este imagen y semejanza del propio Dios. El
sufrimiento y la felicidad tienen una relación de cercanía/alejamiento humano a Dios;
cuanto más se esfuerza para acercarse y amar a Dios, más el sufrimiento puede ser
resignificado e trasformado en felicidad, y, por otro lado, el dolor y el sufrimiento son efectos
directos de la lejanía deliberada de Dios. El sufrimiento es producto de la desobediencia, del
pecado, de la falta moral, y del aprisionamiento en las pasiones; realidades que sucumben
al alma y, por consecuencia, ocasionan el sufrimiento humano.
1
Véase: López, Julián Ignacio (2015, p. 206). Véase también: Agustín, Confesiones, p. 233. Es cierto que San
Agustín es influenciado por ideas platónicas/neoplatónicas en el desarrollo de su discusión sobre la felicidad y
las causas de la tristeza. Esto es muy claro en su obra “De la Vida Feliz”. En esta, Agustín relaciona la felicidad
con la filosofía, siendo esta una vía para alcanzar la verdad, que es Dios. Verdad, Dios y felicidad están unidos,
y el autor propone que el conocimiento es la principal vía para alcanzar la felicidad, mientras que la tristeza y
el sufrimiento son resultado del camino equivocado hacia ese bien. Sobre esto, ase: RIZZO, Tiago Cuña.
(2020, p. 55). Véase también: Agustín, (2001, p. 112).
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2. La concepción de sufrimiento en San Agustín
En efecto, hay mucha bibliografía que trata acerca del sufrimiento humano en
diferentes áreas del conocimiento, con especial atención para la psicología. En Filosofía no
es diferente, pues es algo característico de la historia de la filosofía la reflexión sobre el
sufrimiento y sus causas
2
. Las escuelas helenísticas como el epicureísmo y el estoicismo, por
ejemplo, tienen como una de sus principales pautas el logro de la felicidad y la evitación de
la tristeza
3
. En los autores cristianos no es diferente, pues es un tema reincidente en la
Patrística y la escolástica, de entre los cuales Agustín y Tomás de Aquino son los
representantes más conocidos y están entre los que más aportaron a esta discusión. Con
todo, definir el sufrimiento en sí es una tarea compleja (tal como definir la felicidad también
lo es
4
). Genéricamente, se puede entender el sufrimiento como el padecimiento de algún
dolor físico o psicológico, o más bien, la forma recibe y valora (de modo subjetivo o
intersubjetivo) alguna situación determinada, entendiéndola como rechazable, insufrible;
estorbo para la felicidad o indeseable. En realidad, el mismo sufrir puede ser relevado, ya
que una misma situación puede generar sufrimiento en un individuo y en otro no. En esta
línea, muchos pueden ser los motivos del sufrimiento, como factores sociales y culturales
que pueden influir de manera diferente en cada persona; la historia personal; la capacidad
de resiliencia, y el modo de lidiar con problemas existenciales, que es muy subjetivo. Para
San Agustín, la causa del sufrimiento radica en la debilidad humana, conducente hacia el
pecado
5
. Por lo tanto, el sufrimiento es el resultado de la libre elección y conducta
pecaminosa, que por su vez consiste en el abandono de lo que es bueno, correcto y justo. El
pecado es malo, y la distancia de él es bueno. La elección por lo malo conduce al sufrimiento,
y el rechazo a lo malo, a su opuesto
6
. San Agustín dice:
En verdad, yo estaba por encima de todas esas cosas y, a su vez, por debajo de ti,
y eras gozo auténtico para mí, a ti sometido, y habías sometido a m í cuanto
habías creado por debajo de mí. Y la actitud recta y el punto medio para alcanzar
mi salvación era mantenerme a imagen tuya y, sirviéndote a ti, dominar sobre mi
cuerpo. Pero al alzarme arrogantemente contra ti y correr contra mi Señor en la
espesa cerviz de mi escudo, incluso esos elementos inferiores se pusieron por
encima de mí y me presionaban, y no había alivio y respiro en parte alguna
7
.
2
Véase: SANTOS, D. N. (2016, p. 1-2). Sobre este tema, véase: Dionísio da Silva (2024, p. 115-118).
3
Desde a Grécia Antiga, diversos pensadores se dedicaram ao tema, chegando-se a uma, entre outras
conclusões, de que a felicidade ocupa uma função teleológica na vida humana. Assim, o que os pensadores
logo perceberam ao discutir essa questão é que não se podia tratar de algo mutável. Deste modo, a pergunta
que se coloca é acerca de algo estável, não se fala do efêmero, passageiro, momentâneo, mas de algo
permanente”. IDEM.
4
Téngase en cuenta lo que dice Aristóteles en Ética a Nicómaco, en el libro I, capitulo II.
5
Véase: Agustín, Confesiones, p. 308-309. Véase también: Ricardo J. BELLEI; lcio M. BUZINARO (2010,
p. 86-87)
6
Véase: AGUSTÍN, confesiones, p. 185. En este pasaje, se observa como Agustín se compadece de los que
desean liberarse de las situaciones pecaminosas y del dolor que resulta abandonar este pecado. Sin embargo,
se contenta por esa elección, que es la mejor que se puede tomar. Sobre eso, véase también: 394.
7
Agustín, Confesiones, p. 350.
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Por otro lado, a menudo se notician situaciones verdaderamente injustas, donde se
evidencia el padecer de algunos de manera inocente, como que nada hubiesen hecho para
merecer este pesar. En este sentido, nuestro siglo está repleto de ejemplos de entre los cuales
podemos mencionar algunos aquí: los errores jurídicos; la intolerancia religiosa; la
banalización del mal; la violencia y la impunidad de los victimarios; la lenidad de los que
deberían hacer valer el orden; el caso omiso; las faltas de oportunidad… Situaciones que
ocasionan sentimientos de impunidad y menosprecio hacia los que tienen que sufrirlas, que
muchas veces nada han hecho por merecer, o que han obrado de manera que hechos no
justifican los dolores a que son sometidos. En este sentido, Agustín es precursor de Boecio,
ya que, para él, hay cosas que la razón no puede explicar, teniendo que dar el paso a la fe,
que todo lo puede explicar desde la Providencia Divina. Resta al hombre confiar en Dios y
en su justicia, que es el mejor refugio y la verdadera fuente de la felicidad.
3. Las causas, efectos y consecuencias del sufrimiento
Encontramos en Agustín dos concepciones algo oblicuas y complementarias sobre el
sufrimiento. Por un lado, Agustín alza su mirada hacia la transcendencia al entender que
la verdad, que es Dios, se encuentra en un plan distinto al nuestro, dispensando así los
sentidos. Dios hace que el hombre lo pueda conocer a través de la iluminación, que
orienta la razón humana para el conocimiento de las verdades eternas
8
. Es cierto que
Agustín discierne diferentes grados de conocimiento, que, de modo rápido, bastaría con
decir que el más bajo corresponderían a los relacionados a los sentidos, y el más alto a
las verdades eternas y celestiales, que es donde está la felicidad, y que se puede llegar a
través de la razón. Por otro lado, vemos una reminiscencia de maniqueísmo, si
observamos que, para Agustín, funciona una dualidad: por un lado, está el mal, el pecado
y el sufrimiento, y por otro, la bondad, la felicidad y la obediencia a Dios
9
.
Para Agustín, la principal causa del sufrimiento humano está en su debilidad hacia el
pecado
10
. El pecado es atractivo por ofrecerle el placer momentáneo y superficial; por
presentarse como una alternativa hedónica, fácil y eficiente para la vida. Sin embargo, el
pecado no pasa de apariencia, no siendo capaz de lograr lo que engañosamente trasmite,
que es una falsa felicidad
11
. El pecado sofoca las facultades intelectuales, engaña a la razón,
y tiene como resultado el efecto diametralmente opuesto a lo que propone, es decir, el
sufrimiento
12
. El pecado genera el sufrimiento porque aleja de Dios y de su gracia. El mismo
8
Véase: Agustín, Confesiones, p. 307.
9
Véase: AGUSTÍN, confesiones, p. 186.
10
AGUSTÍN, confesiones, p. 394.
11
O problema estaria na alma, portanto e na livre vontade da qual o homem é dotado. Ao invés de se dedicar
ao sumo bem, Deus, o homem acaba buscando satisfação nos bens corruptíveis e perecíveis, fazendo-o
confundir o relativo com o absoluto. Assim, pode-se pensar sobre a via que conduz o homem à felicidade, o
fundamento da própria felicidade e ainda como se manter feliz, como observa Beierwaltes, dizendo ser muito
controverso este tema”. SANTOS, D. N. (2016, p. 17)
12
Véase: “Y cómo me libraste de la cadena así es del deseo sexual, con la que estaba aprisionado, y de la
de amigos esclavitud de las ocupaciones mundanas lo voy a narrar y a confesar a tu nombre, Señor, ayuda
mía y redentor mío. Actuaba con la acostumbrada ansiedad en aumento y día tras día suspiraba por ti.
Frecuentaba tu Iglesia en cuanto quedaba desocupado de los afanes bajo cuyo peso gemía.” AGUSTIN,
Confesiones, p. 394. Véase también: SANTOS, D., N. (2016, p. 50).
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Agustín lo experimentó personalmente pues, parecido a Justino Romano
13
, vivió una vida
completa buscando la felicidad en diferentes áreas; en la lectura de clásicos latinos; en la
filosofía; en la sexualidad y en todo lo que el mundo ofrece, hasta llegar al cristianismo,
donde encontró la verdadera felicidad y reconoció que todo lo que había vivenciado antes
había sido una pérdida de tiempo y un engaño, que al final solo lo hacía sufrir y no llenaba
su espíritu. En este sentido, se observa que el Agustín, antes de la conversión, era infeliz y
sufriente por su aprecio por las mundanidades y materialidades, mientras que el Agustín
convertido es otro personaje histórico, verdaderamente sereno y libre de lo que lo hacía
mal
14
.
Por otro lado, otra causa del sufrimiento son las mismas realidades existenciales. En
las Confesiones, Agustín narra como fue el proceso de duelo tras la muerte de un amigo. Esto
es interesante observar porque hay relativamente poca bibliografía en filosofía que nos
presente esta realidad tan sensible, que es el sufrimiento por la muerte de una persona
querida. La rdida de un pariente, un amigo, un ser querido etc… abren profundas heridas
en el alma, que ocasionan daños duraderos y, muchas veces, irreparables. La muerte es una
experiencia dura; sea para el que queda, sea para el que la padece. Para el que pierde a
alguien, esta realidad genera profundos sentimientos de tristeza por la inexistencia material
de la persona querida; para el que la padece, las situaciones que pueden ocasionar la muerte
traen verdaderas crisis de desesperación, como el mismo Agustín narra en las Confesiones,
como veremos más adelante. De todos los modos, el fallecimiento y el duelo son,
indudablemente, una de las grandes causas del sufrimiento humano.
Con este dolor se cegó de tinieblas mi corazón y todo cuanto veía era muerte. Y
mi ciudad natal me resultaba un suplicio, y la casa paterna una extraña
infelicidad, y todo cuanto con él había compartido, sin él se había tornado una
cruel tortura. Lo aguardaban mis ojos por todas partes, y no se me ofrecía. Y
odiaba todas las cosas, porque no lo tenían ni me podían ya decir: «ahí viene»,
igual que cuando vivía, siempre que no estaba conmigo
15
.
Agustín identifica que el hombre a menudo se preocupa más de cosas materiales y
exteriores como el dinero, la riqueza, las propiedades, que de las inmateriales e inteligibles,
como los valores, las virtudes y los buenos ideales
16
. Es cierto que la voluntad es también
causa de la infelicidad. Muchas veces, el sufrimiento se da por el malogro de algo, porque se
quería algo y no se tiene, porque la voluntad no encuentra su objeto de deseo. Eso se da
mucho con cosas materiales o con logros terrenales, que no siempre son alcanzados, y esto
genero sufrimiento. En este sentido, el hombre tiene que configurar su alma hacia bienes
que son verdaderamente buenos, que son los espirituales. Si la voluntad anhela la virtud, el
amor, la piedad y la presencia de Dios, será feliz mientras los busque y a medida que los va
adquiriendo
17
. Es por esto que las cosas materiales no consiguen llenar al ser humano ni
13
Véase mi tesis doctoral sobre esto: DIONISIO, J. (2024, p. 9, 119-120). Averígüese también el pie de página
n° 330.
14
RIZZO, Tiago Cunha (2020, p. 62).
15
AGUSTIN, Confesiones, p. 226.
16
AGUSTÍN, Confesiones, p. 228.
17
SOUZA, Josemar J. (2007, p. 70).
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darle felicidad, porque no son eficaces para este fin
18
. Por otro lado, San Agustín también
señala que las cosas materiales pueden “cegar” a la razón, a fin de que esta no acepte a las
cosas realmente buenas y virtuosas, sino a las cosas malas y viciosas. En este caso, es muy
difícil abandonar a lo que ocasiona el sufrimiento, pues se ha acostumbrado a vivir en lo que
engañosamente cree ser bueno, pero no lo es
19
.
El lujo pretende que le llamen saciedad y abundancia; en cambio eres plenitud
y abundancia inagotable de incorruptible bienestar. El derroche muestra reflejos
de liberalidad; Tú eres, en cambio, dador acaudaladísimo de todos los bienes. La
avaricia quiere poseer muchas cosas, y las posees todas. La envidia lucha por
destacar, y ¿qué destaca más que Tú? La ira busca castigo: ¿quién castiga con más
justicia que Tú? El temor se alarma con acontecimientos insólitos y repentinos
que se oponen a las cosas que amamos, preocupándose por su seguridad; pero
¿qué te resulta insólito?, ¿qué repentino?, ¿o quién aparta de ti lo que aprecias?,
¿o dónde, sino en ti, existe una imperturbable seguridad? La tristeza se concome
por las cosas perdidas con las que se deleitaba el deseo, porque, de igual modo
que no se te puede arrebatar nada, tampoco ella querría que eso le sucediese
20
.
Sin embargo, hay que tener presente que, en Agustín, no hay un rechazo completo a
los bienes materiales y posesiones humanas. Al revés, estas cosas son importantes e
indispensables para la supervivencia del hombre en el mundo. Luego, hay que tener objetos
materiales e incluso adquirirlos para una vida digna, pero estas cosas no deben ser
ultimidad, sino vías para el alcance de la verdadera felicidad. Las cosas materiales deben ser
usadas con el objetivo de alcanzar a las cosas inmateriales e incorruptibles
21
. Para Agustín,
toda la creación es obra de Dios y debe tender a Él, y siendo obra de Dios, es incorrecto
afirmar que las cosas materiales son malas, ya que hacen parte del conjunto de la creación.
Al final, se debe pensar en algo así como una jerarquía, donde las cosas materiales son un
escalón para las inmateriales
22
.
Hay que entender esa característica pedagógica del sufrimiento y del dolor, que es
muy presente en las Confesiones. No es que Dios se complazca en los sufrimientos,
permitiéndolos o provocándolos para que sus creaturas parezcan o sucumban. Dios no
quiere el sufrimiento, al revés, quiere que sus hijos sean felices y que encuentren la
18
Así todo, si bien se rechaza una oposición ontológica y radical entre Dios y el mundo, podemos no obstante
hablar de una oposición relativa en tanto orden de prioridades y sede de realización del hombre. Por otra
parte, es evidente que, a pesar de saberse con claridad que Dios es el Sumo Bien, no por ello el hombre debe
fugarse de la realidad temporal, puesto que los bienes creados se encuentran aquí para ser utilizados y
aprovechados como escalera hacia Dios”. López, Julián Ignacio (2015, p. 208). Tiago Rizzo observa de manera
muy correcta que, hoy día, la felicidad se relaciona con tener cosas y no ser. Por ejemplo, tener una casa, un
auto, una atractiva apariencia, un determinado bien… Y no solo esto, sino que la felicidad está en adquirir
bienes y ostentarlos. Para el autor, los aportes de San Agustín pueden ser leídos y aplicados hoy día, ya que la
felicidad no está hacia afuera del hombre, sino hacia adentro, y una vez entendido esto, se puede vivir mejor y
más feliz. Mientras el hombre se preocupe sobremanera con el adquirir, tener y ostentar, mas lejos de la
verdadera felicidad esta, y más susceptible al sufrimiento se encuentra. (2020, p. 64).
19
Véase: AGUSTIN, Confesiones, p. 324-325.
20
AGUSTIN, Confesiones, p. 173.
21
Véase: Por tanto, una preocupación importante para Agustín no es tanto la existencia de bienes sino la
posesión ininterrumpida de ellos, por lo cual se resiste a pensar la felicidad basada en bienes temporales no
tanto por su carga de bondad (a pesar de que su finitud es sin duda una nota excluyente en la búsqueda de
la felicidad), sino más bien por su inestabilidad”. López, Julián Ignacio (2015, p. 203-204).
22
López, Julián Ignacio (2015, p. 207-208).
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verdadera felicidad. Es cierto que hay una larga discusión, que no vamos a entrar aquí,
acerca del supuesto caso omiso divino sobre el sufrimiento de los justos. San Agustín observa
que Dios permite que los hombres parezcan sufrimientos con algún objetivo, que en la
mayoría de las veces es pedagógico: Dios, en su grandeza y noble virtud, encuentra en el
dolor una manera de educar a sus hijos para que sean más santos y puedan alcanzar una
vida más excelsa y feliz bajo su gracia.
Pero yo, lamentablemente, me encrespé siguiendo el impulso de mi oleaje,
dejándote a ti, y sobrepasé todos tus límites legítimos. Y no escapé a tus azotes.
De hecho, ¿qué mortal lo haría? Pues siempre estabas a mi lado enfadándote
compasivamente y salpicando de muy amargos disgustos todos mis ilícitos
deleites para que así buscase deleitarme sin disgusto y, allí donde pudiese
conseguirlo, no encontrase nada sino sólo a ti, Señor, sólo a ti, que en tu precepto
haces un dolor, y golpeas para sanar, y nos das muerte para que no muramos
apartados de ti
23
.
Para Agustín, el amor de Dios hacia el ser humano es una premisa ineludible. Y no
solo el amor, sino también la bendición y los dones otorgados por el hacia su creatura. La
constancia en la gracia es lo mejor que la naturaleza humana pueda optar, siendo esto el
verdadero y único camino hacia la felicidad. El pecado es el camino opuesto a la felicidad, y
una vía opuesta a Dios. Contradice los planes divinos y la misma naturaleza humana, pues
la corrompe y engaña, cegando la razón y atrapándola en realidades superficiales y
terrenales, impidiendo que se pueda alzar la vista hacia lo inmanente e incorruptible, que es
Dios y lo que es concerniente a su Palabra y sus mandamientos. Al optar por el pecado y no
por la gracia, el hombre retribuye a su creador el amor con olvido, los beneficios con
maleficios, la bendición con maldición, el sacrificio con egoísmos, los favores con
ingratitudes, el bien con mal y la vida con la muerte. Por esto no encuentra la felicidad, sino
su opuesto. Por lo tanto, la consecuencia del pecado es el sufrimiento.
¡Ay, locura, que no sabe querer humanamente a los seres humanos! ¡Ay, necia
humanidad, que sufre sin moderación las cosas humanas! Esto es lo que yo era
entonces. Por ello me encrespaba, suspiraba, lloraba, me agitaba, y no tenía
reposo ni determinación. Era en verdad portador de una alma desgarrada y
ensangrentada, que no soportaba que yo fuera su portador. ¡Y yo no encontraba
dónde depositarla! No en amenas florestas, no en juegos y cantos, no en lugares
de grata fragrancia, no en fastuosos banquetes, no en el placer del tálamo y del
lecho, no, por último, en los libros y los poemas: no. No hallaba sosiego
24
.
Es también una consecuencia del sufrimiento el reconocimiento de la imperfección
humana, la frustración ante la no realización de los deseos, la ansiedad y la sensación de
fracaso, que aumentan aún más el sentimiento de tristeza
25
. Se pueden dibujar dos
23
Agustín, Confesiones, p. 162.
24
Agustín, Confesiones, p. 229-230.
25
Agustín dice: Pero había entonces también una diferencia entre nosotros: no es nada de extrañar, por
cierto, que aquél fuese más feliz, no tanto porque estaba poseído por la euforia mientras yo era destripado
por las preocupaciones, sino incluso porque aquél había conseguido el vino de buenas maneras y yo buscaba
arrogancia con mentiras. Dije entonces muchas cosas sobre esta idea a mis compañeros, y a menudo
advertía en éstos cómo me sentía. Y descubría que me sentía mal. Y sufría. Y redoblaba ese mal. Y si algún
éxito me había sonreído me disgustaba apropiarme de él porque casi antes de ser atrapado se echaba a
volar”. Agustín, Confesiones, p. 308-309.
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consecuencias plausibles del sufrimiento en el ser humano; la primera seria la tendencia a
culpabilizar a Dios, su providencia y permisibilidad de este dolor
26
. La segunda, sería el
reconocimiento de la propia bajeza y responsabilidad de esta situación
27
. Para Agustin,
independiente del comportamiento personal ante el sufrimiento, Dios siempre estará
dispuesto a acoger y alentar al sufriente, conduciéndolo a la remisión
28
.
4. La “solución” del sufrimiento
En primer lugar, hay que tener en cuenta que, muy semejante al platonismo, Agustín
entiende que la felicidad se encuentra en las cosas que son duraderas, inmateriales, perennes
e incorruptibles. Luego, no pueden ser cosas materiales
29
. Muchas veces, como hemos
mencionado, el sufrimiento está relacionado con las cosas materiales; su perdida, no
posesión y etc... Agustín nos dice claramente que las materialidades pueden corromper al
ser humano haciéndolo creer que en ellas está la verdadera felicidad y el sentido de la vida.
En realidad, este es el germen de muchos sufrimientos, pues la voluntad nunca descansa en
lo que ya posee, buscando cada vez más. Por otro lado, como también hemos visto, los bienes
materiales son imprescindibles para la vida, de modo que Agustín no los condena por ser
parte de la creación. Entonces, lo más correcto sería tener las cosas materiales, pero tenerlas
de manera conciente, sabiendo que pertenecen a Dios¸ y que son dones prestado por El.
Esta concepción permite que el ser humano pueda tener una relación mucho mejor en el
caso de que haya que pasar con algún dolor relacionado con los bienes materiales. De este
modo, una de las soluciones para el sufrimiento es el reconocimiento de que estas son
corruptibles y susceptibles a la acción del tiempo o de lo que sea, a diferencia de las que son
incorpóreas y perennes.
¡Dios de las virtudes, encamínanos de vuelta y muestra tu rostro, y estaremos
salvados!, pues sea cual sea el rumbo lo mundano que tome el alma del ser
humano queda adherida a dolores en cualquier parte menos en ti, aunque quede
adherida en cosas hermosas que se hallan fuera de ti y fuera de ella. No obstante,
éstas no serían nada si no procediesen de ti. Éstas surgen y decaen, y al surgir
empiezan como a existir, y crecen para completarse y, una vez completas,
envejecen y perecen: y no todas envejecen, ¡y todas perecen! Así pues, cuando
26
Agustín, confesiones, p. 162. En este pasaje, Agustín reconoce que Dios ha permitido que el haya sufrido para
con esto educarlo y conducirlo a la gracia. Véase también: Agustín, Confesiones, p. 229-230. En este pasaje,
Agustín observa como nada lo conducía a la felicidad, y después de tanto buscar y sufrir por no encontrarlo
finalmente encontró su dicha en el servicio a Dios y su obediencia.
27
Agustín, Confesiones, p. 307.
28
Agustín, Confesiones, p. 186.
29
Respecto a la naturaleza de este anhelo de la naturaleza humana, en primer lugar, se percibe una
distinción en relación con el resto de las creaturas mundanas por el hecho de ser el hombre capaz de infinito.
San Agustín desarrolla esto en su obra juvenil De beata vita, en donde busca profundizar la idea misma de
felicidad. En esta obra el santo comienza por preguntarse si la felicidad en tanto fin último del hombre puede
hallarse en los bienes más inmediatos y propuestos por el mundo, pero comprende que «es así que aquellos
bienes de fortuna pueden perderse; luego el que los ama y posee, de ningún modo puede ser dichoso».
Consecuente con esto, de aquí mismo surge la concepción del Bien Sumo como un bien que necesariamente
debe ser infinito y que se debe poseer sin la posibilidad de perderse: «Quien desea ser feliz debe procurarse
bienes permanentes, que no le puedan ser arrebatados por ningún revés de la fortuna»”. López, Julián
Ignacio (2015, p. 203). Este aspecto de preferir las cosas celetiales y preterir a las terrenales se puede observar
también en: Agustín, Confesiones, p. 233.
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surgen y tienden a existir, cuanto más rápido crecen para ser, tanta más prisa se
dan para dejar de ser. Así es su naturaleza
30
En efecto, Tiago Rizzo hace una observación muy interesante sobre la concepción de
felicidad y sufrimiento para el hombre medieval y el hombre en la época de Agustín,
resaltando algo que pasa muy desapercibido por la bibliografía: en la antigüedad y hasta
hace no más que tres siglos atrás la vida era mucho más difícil y dolorosa. Pocas personas
llegaban a los cincuenta años en decorrencia de las guerras, la pobreza o el poco desarrollo
científico. La experiencia de dolor en el tiempo de Agustín era muchísimo más cruda que
hoy día. A lo mejor por eso, muchas reglas morales eran quebradas y la búsqueda por el
hedonismo era una pauta a causa de la brevedad de la vida: la felicidad plena se encontraba
en la vida eterna. Luego, para merecerla era necesario vivir de manera a ganarla
31
. Con todo,
esta no es la concepción de Agustín: es incorrecto cumplir los mandamientos solo para ganar
la vida eterna. Se debe servir a Dios y observar sus preceptos porque esto es bueno y porque
hace feliz al que se somete a ellos. La verdadera felicidad está en la cercanía a Dios, y el que
se acerca a Él ya experimenta la felicidad interior. En esta línea, Juan Ignacio observa la
diferencia en la filosofía agustiniana de los conceptos de homo viator y ordo amoris. Por un
lado, el primer concepto se refiere al hombre en su vida e invitación a vivir en el mundo no
siendo del mundo, sino un extranjero en este lugar, con el objetivo de alcanzar su verdadera
patria, donde se encontrará con la verdadera felicidad
32
. Desde esta óptica, una solución
para el sufrimiento es entenderlo como pasajero y ruta para la verdadera felicidad; una
situación pedagógica y ennoblecedora del alma, que será recompensada.
Viste, Señor, cuando era yo todavía niño y había caído en una fiebre súbita por un
fuerte dolor de estómago, casi al borde de la muerte...; viste, Dios mío porque
ya eras mi guardián , con qué emoción y con qué fe supliqué el bautismo en tu
hijo Cristo, Dios y Señor mío, a la piedad de mi madre y de la madre de todos
nosotros, tu Iglesia
33
.
Se puede afirmar que, según san Agustín, la única solución para que el hombre
retorne a su centro de armonía corporal, mental y espiritual, consiste en el reconocimiento
de la existencia de Dios, y la contemplación de su grandeza en todo lo que existe. Al acercarse
a Dios con sinceridad, la gracia divina obsequia el don del discernimiento, que permite la
identificación del gran desorden y miserias en el que el pecador está inmerso. El
discernimiento esclarece acerca de las realidades pecaminosas y generadoras del
sufrimiento, permitiendo la decisión de cambio y el fin de las actitudes ocasionadoras de la
corrupción y sufrimiento. El acercamiento a Dios es el único medio por el que las más ondas
amarguras producidas por la maldad del pecado y alejamiento de Dios pueden ser sanadas
34
.
30
Agustín, Confesiones, p. 233.
31
RIZZO, Tiago Cunha (2020, p. 62).
32
López, Julián Ignacio (2015, p. 209-211).
33
Agustín, Confesiones, p. 135-136.
34
Véase: Agustín, Confesiones, p. 324-325. Aquele que busca a verdade, busca a própria felicidade. Se Deus
é a verdade absoluta, “quando temos Deus, somos felizes” (Deum qui habet, beatus est).149 É feliz aquele que
goza da verdade. Se ninguém gosta de ser enganado e, portanto, ama a verdade, necessariamente, daí
frutifica a felicidade”. Santos, D. N. (2016, p. 50)
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Cuando me adhiera a ti con todo mi ser, en parte alguna tendré dolor y
sufrimiento, y mi vida estará viva, llena por entero de ti. Ahora , en cambio,
porque elevas al que Tú llenas, porque no estoy lleno de ti, me siento una pesada
carga
35
.
En este sentido, la felicidad se encuentra en el interior del propio hombre. En el
proceso de reconocimiento, autoevaluación y discernimiento, el hombre puede reconocer las
realidades que lo hacen mal, los excesos, los vicios; y con su conciencia y su corazón, puede
identificar con sinceridad lo que le produce el dolor, pensando una estrategia de lidiar con
él. Además, ahí está la sabiduría: en el recogimiento e introspección, reconociendo los bienes
que vienen de Dios, que son inmateriales, y que necesitan apenas la abertura del corazón
para contemplarlas
36
. De esta manera, observamos dos movimientos en Agustin que son
rutas para el alcance de la felicidad: uno hacia el interior, y desde el interior a la
transcendencia. En el interior, el hombre puede entenderse y discernir cuales situaciones le
generan sufrimientos, y desde ahí trascender a lo divino, encontrándose en Dios y viviendo
su situación desde la fe
37
.
San Agustín propone una resignificación del sufrimiento, ya que la vida cristiana se
caracteriza por la paz espiritual y el “sufrimiento” en el seguimiento de Jesús, reconociendo
que Dios realiza todo por el ser humano por amor, y saber de este amor divino es causa de
felicidad, aunque se esté pasando por un problema. En esta misma línea, la opción por la
gracia divina llama constantemente a la felicidad, pues indica qué se debe hacer para
mantenerse en su pureza, y luego a la felicidad, y evitar todo lo que implica su abandono
38
.
Según Agustín, existen tres virtudes naturales que colaboran en la limpieza y sanación
interior, e imprimen en el espíritu un rumbo noble y bueno. Por la fe, se cree en una verdad
absoluta y beatificante; por la esperanza, se admite la posibilidad de la curación interior; por
la caridad, se aspira a la contemplación del amor. Para alcanzar esta plena sanación interior
existen dos caminos: la razón y autoridad (voluntad), siendo ésta un movimiento de la mente
que con doble operación: discierne y une, percibiendo la diferencia y los elementos comunes
de los objetos. Esta purificación interior permite el logro de niveles de santidad que
conducen a la presencia del Espíritu Santo, que es metaforizado en Agustín como un
elemento: el fuego. Se trata de la llama sagrada de la caridad santa. La presencia del Espírito
divino solicita de un esfuerzo perseverante en la oración, en la fe, y de la virtud de la
humildad, que educa a la voluntad y renueva el cuerpo y el espíritu del hombre.
35
Agustín, Confesiones, p. 508.
36
SANTOS, D., N. (2016, P. 40). En esta misma línea, véase: Mas superior à razão está a Verdade absoluta.
A Verdade que, para o Bispo de Hipona, não pode ser buscada no mundo externo, mas no interior do próprio
homem. Apesar dessa busca ser feita na interioridade humana, a verdade não pode ser buscada apenas como
uma verdade individual, subjetiva. A Verdade é algo superior ao próprio homem, pois está acima da razão
humana. As verdades eternas, imutáveis e universais estão presentes e impressas no coração (alma) de todos
os homens, mas o como uma espécie de reminiscência, ou recordação (como pensava Platão), mas sim por
iluminação divina ou como uma participação”. Ricardo J. BELLEI; Délcio M. BUZINARO. (2010, p. 90).
37
SOUZA, Josemar J. (2007, p. 67-68).
38
E ainda buscar a Deus ainda não é ser feliz, mas pela benevolência de Deus há uma certa felicidade na
busca, uma vez que possuir a Deus é que é a verdadeira felicidade, mas para isto não pode-se afastar de
Deus pelo pecado”. RIZZO, Tiago Cunha (2020, p. 64).
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La redención de Cristo en la cruz es sanadora de todo y cualquier sufrimiento. La
entrega de Jesús en la cruz es el consuelo de todos los cristianos y de todos los seres
humanos, ya que el mismo Hijo de Dios pudo experimentar en su carne el rechazo y el
juzgamiento injusto seguido de una pena de muerte y el abandono de todos sus
seguidores. Jesús es el mayor ejemplo de sufrimiento y paciencia, pues soportó el dolor físico
entregándolo a Dios y confiando en El. A través de este sufrimiento, Jesús convierte el
sufrimiento humano en esperanza, enseñando que Dios no abandona al ser humano, sino
que está siempre con él, dándole fuerzas y mostrando que el sufrimiento y el dolor, al final,
tienen una finalidad, como lo fue con Jesucristo: si no fuera el sufrimiento de él, el hombre
no tendría salvación
39
.
5. Conclusión
En este artículo, pretendimos observar algunas ideas de San Agustín sobre el
sufrimiento, el dolor, sus causas, efectos, consecuencias, y como se puede solucionarlo.
También observamos la concepción de felicidad y su alcance. Fue imprescindible entender
como el autor ve la felicidad para plantear sus ideas sobre el sufrimiento, ya que, para el
autor, la felicidad y el sufrimiento están relacionados. Por este motivo, este trabajo serpenteó
entre el sufrimiento y la felicidad, porque los textos de donde se puede extraer los
planteamientos sobre estos estados de ánimo, están, en su mayoría, relacionados con la
felicidad que se encuentra en Jesús y la constancia en la observación de la religión cristiana.
Para Agustín, el sufrimiento es una consecuencia de la distancia voluntaria de Dios.
Esta elección genera una serie de errores y desengaños que culminan en el sufrimiento, el
dolor, la pena… sin contar que el ser humano va en contra de su naturaleza cuando decide
renunciar a la presencia de Dios. Para Agustín, el ser humano, por haber sido creado por
Dios, debe estar en relación con El, teniendo en vista que el sufrimiento humano fue
inicialmente ocasionado por su primera desobediencia, y el sufrimiento que el hombre
todavía pasa es consecuencia de su constante distancia deliberada de Dios. Sin embargo,
Agustín sostiene que, al poner su mirada en la observación de la doctrina cristiana y a los
preceptos enseñados por Jesús, el hombre puede no solamente resignificar su sufrimiento y
dolor, sino alcanzar la misma felicidad, contemplándola de manera imperfecta en esta vida,
lo que es una preparación para la verdadera felicidad, que será en la vida eterna
40
. Además
que, el sufrimiento, desde la mirada de la fe, es una posibilidad de crecimiento personal y
religioso, siendo esta una situación pedagógica para el que está en esta situación.
39
Con esto, Agustin es uno de los iniciadores de lo que la doctrina cristiana conoce como “visión beatifica”, ya
que la felicidad que se puede experimentar en este mundo es una contemplación imperfecta de lo que será la
verdadera felicidad, que es la salvación eterna y el convivio con Dios en la eternidad. Danilo Santos observa:
O fato é que ele romperá com a tradição filosófica que apontava a filosofia como o porto da felicidade e
definirá a “posse de Deus” como ponto de chegada para a realização humana. Corrigindo-se, afirmará que
não existe senão uma vida que mereça ser chamada de feliz: a vida futura. Certamente, esta concepção nos
remete à beatitude, o sumo bem, portanto, a algo superior ao homem”. SANTOS, D. N. (2016, p. 18).
40
SOUZA, Josemar J. (2007, p. 67). En este sentido, es incorrecto afirmar que la vida terrenal es solo
sufrimiento. La vida terrenal contiene sufrimientos, pero puede ser feliz o, en otras palabras menos duras si
es cercana a la gracia divina. En efecto, la felicidad plena y perpetua es solamente en la eternidad.
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Hemos visto que la verdadera felicidad no está en las cosas materiales, en la
complacencia de los sentidos, en las pasiones, en los placeres del mundo o en objetivos
materiales o existenciales. La felicidad está en el interior de uno mismo, en su corazón, en
su vivir y en su ser, cuando reconoce en Dios la plenitud de la vida y la razón del existir. De
este modo, las cosas materiales poco valen, y los placeres, que muchas veces son contrarios
a las virtudes y vías directas hacia el pecado, pueden ser fácilmente rechazados en nombre
de los bienes espirituales y realidades que son verdaderos caminos a la felicidad, a la paz
interior y sanación del sufrimiento. San Agustín también nos enseña que el dolor y el
sufrimiento pueden ser resignificados a partir de la fe, de la oración y del ofrecimiento a
Dios. Este acto es importante según el autor, ya que deja de ser una carga insoportable y se
convierte en una oportunidad de aprendizaje y acercamiento a Dios y su voluntad. La libre
entrega del hombre a Dios, y la entrega de todo que se pasa a Él, es la mejor opción que el
sufriente puede elegir para aliviar su carga y aprender de ella.
Concluimos este articulo afirmando que la doctrina de San Agustín sobre el
sufrimiento y la felicidad sigue aportando para las diversas realidades que todas las personas
pasan/ pasaron o han de pasar. El dolor siempre será una realidad en la historia, y seguirá
siendo objeto de diferentes estudios, tal como la squeda por su reparación y sanación. A
partir de los planteamientos de San Agustín y de otros padres de la Iglesia será posible
entender este sentimiento y como la literatura cristiana primitiva lo leía, interpretaba y
planteaba.
6. Referencias
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Disponible en:
https://www.imprentanacional.go.cr/editorialdigital/libros/literatura%20universal/etica_a_nico
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PUCPR, Curitiba, v.2, n.1, p.21-37.
Dionisio, Jefferson (2014). Los conceptos de λόγος y σοφία en las apologías de Justino Romano.
(Tesis de doctorado). Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
López, Julián I. (2015). Agustín de Hipona: bienes creados y felicidad. Sapientia. Vol. LXXI, fasc.
237.
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San Agustin (2001). Vida feliz. Editorial Paulus, São Paulo
SANTOS, DANILO N. (2016). A felicidade e sua busca no De Beata Vita de Santo Agostinho. (Tesis
de magister). Universidade Estadual Paulista “Júlio De Mesquita Filho” Faculdade de Filosofia e
Ciências, Programa de Pós-Graduação em Filosofia.
SOUZA, Josemar J. (2007). Angústia e felicidade na filosofia de Santo Agostinho. Ágora Filosófica,
Año 7, n. 1.
RIZZO, Tiago Cunha (2020). A Felicidade em Santo Agostinho. Revista Filosófica São Boaventura,
v. 14, n. 2, jul/dez.
REVISTA DE FILOSOFÍA
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por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
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