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endoscópicos de esofagitis erosiva y esófago de Barrett son específicos para el diagnóstico de
reflujo gastroesofágico. La evaluación endoscópica completa de los síntomas del reflujo
gastroesofágico incluye la inspección de esofagitis erosiva péptica (Clasificación de Los Ángeles),
el hiato diafragmático (grado de Hill de la válvula), la longitud de la hernia de hiato y la inspección
del esófago de Barrett (Clasificación de Praga) (1,2).
CLASIFICACIÓN DE LOS ÁNGELES
La clasificación de esofagitis erosiva péptica de Los Ángeles es el sistema de puntuación más
utilizado y validado (3). Recientes declaraciones de consenso de expertos concluyeron que la
esofagitis erosiva de grado A de esta clasificación no es suficiente para un diagnóstico definitivo
de reflujo gastroesofágico, ya que no se diferencia de manera confiable de la normal. El grado B
puede ser diagnóstico de reflujo gastroesofágico en presencia de síntomas típicos y respuesta al
tratamiento con inhibidores de bomba de protones, mientras que el grado C es prácticamente
siempre diagnóstico de reflujo gastroesofágico. En pacientes ambulatorios, el grado D es una
manifestación de grave de reflujo gastroesofágico, pero podría no ser un índice fiable de la
gravedad de la enfermedad en pacientes hospitalizados. En pacientes con grado C y D, se
recomienda la endoscopia después del tratamiento con inhibidores de bomba de protones para
asegurar la curación y evaluar el esófago de Barrett, que puede ser difícil de detectar cuando
hay esofagitis erosiva péptica grave (4,5).
CORRELACIÓN DE CLASIFICACIÓN DE LOS ÁNGELES Y PHMETRÍA ESOFÁGICA
El hallazgo endoscópico se puede correlacionar con el monitoreo ambulatorio de ácido
(Phmetría). En tal sentido, la presencia de enfermedad por reflujo gastroesofágico erosivo y/o
un tiempo de exposición al ácido esofágico de más del 4,0 % durante al menos 1 día de
monitoreo de pH inalámbrico realizado sin tratamiento con inhibidores de bomba de protones
refleja una carga de ácido elevada. La presencia de esofagitis B de la clasificación de Los Ángeles
o mayor y/o ≥2 días con tiempo de exposición al ácido esofágico >6% respaldan el diagnóstico
de enfermedad por reflujo gastroesofágico (4). Específicamente, la presencia de esofagitis C o D
de la clasificación de Los Ángeles, reflujo biposicional, niveles extremos de exposición al ácido
(tiempo de exposición al ácido esofágico >12 % o puntuación DeMeester >50) y/o una hernia
hiatal grande representa una manifestación más grave de reflujo gastroesofágico (6). En el otro
extremo del espectro, la esofagitis grado A de la clasificación de Los Ángeles y/o tiempo de
exposición al ácido esofágico elevada que no cumple con los criterios de definidos
anteriormente identifica un grupo límite de enfermedad por reflujo gastroesofágico.
En general, la ausencia de enfermedad por reflujo erosiva péptica en la endoscopia digestiva
alta y los hallazgos de un tiempo de exposición al ácido esofágico fisiológico de menos del 4,0 %
durante todos los días de monitorización inalámbrica del pH reflejan una fisiología normal del
reflujo gastroesofágico (7). No se considera que los pacientes con exposición ácida normal
tengan enfermedad por reflujo gastroesofágico y tienen una alta probabilidad de un trastorno
esofágico funcional (8). La terapia con inhibidores de bomba de protones debe interrumpirse en
estos pacientes a menos que los síntomas demuestren una escalada clara de la terapia y mejoren
con inhibidores de bomba de protones, un patrón observado en algunos pacientes con
hipersensibilidad al reflujo. Se debe considerar seriamente la derivación a un psicólogo para
terapia cognitiva conductual, hipnoterapia esofágica dirigida y/o neuromodulación
farmacológica. Se puede considerar la manometría de alta resolución para evaluar pacientes con
sospecha de síndrome de rumiación o un trastorno motor esofágico (4).