Violencia contra la mujer: un ejemplo de su
comportamiento temporal y espacial en el estado
Mérida, Venezuela
Mariavirginia Uzcátegui Guerrero1
, Gustavo Alejandro Páez Silva 2
1
Técnico Superior Universitario en Administración de Empresas Agropecuarias y Geógrafo.
Investigadora independiente, Mérida, Venezuela.
Correo electrónico: mariviruzcategui@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0009-0009-2099-4851
2
Geógrafo, Magíster en Ordenación del Territorio y Ambiente, especialista en Análisis
Demográfico, profesor titular e investigador de la Universidad de Los Andes,
Mérida-Venezuela; investigador del Laboratorio de Ciencias Sociales (LACSO)
y coordinador del Observatorio Venezolano de Violencia Mérida (OVV Mérida).
Correo electrónico: gustavogeog61@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7882-6433
Resumen. La investigación se centró en analizar los patrones temporales y espaciales
de la violencia contra la mujer en el estado Mérida para el período 2001-2023, además de
aproximarse a conocer la realidad que podría exhibir este flagelo a nivel de los municipios
(23 en total), regiones y ámbitos geográficos que conforman la entidad. Para alcanzar dicho
objetivo, se diseñó una metodología que combina un enfoque cuantitativo con uno cualita-
tivo. En el primero, se emplearon varias bases de datos con información estadística referidas
a casos de violencia contra la mujer, lo que permitió estimar una serie de indicadores que
dieron paso a la identificación de patrones temporales y espaciales de este tipo de violencia.
El segundo enfoque, se basó en la realización de entrevistas semiestructuradas a profesionales
vinculados con el tema en cuestión. El doble enfoque permitió una acertada complementa-
riedad para el mejor entendimiento del comportamiento del fenómeno en el estado Mérida.
Los resultados muestran que temporalmente hay una clara tendencia al aumento en el nú-
mero de casos registrados y que espacialmente se generan patrones particulares en función
de algunas variables sociales analizadas.
Palabras clave: violencia contra la mujer, delito, agresión, muertes violentas, femicidios.
Recibido: 14/08/2024 ~ Aceptado: 15/10/2024
INTERACCIÓN Y PERSPECTIVA
Revista de Trabajo Social
ISSN 2244-808X ~ Dep. Legal pp 201002Z43506
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.14031855
Vol. 15 (1): 265 - 284 pp, 2025
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Violence against women: an example of its temporal
and spatial behavior in the state of Mérida, Venezuela
Abstract. The research focused on analyzing the temporal and spatial patterns of
violence against women in the state of Mérida for the period 2001-2023, in addition
to attempting to understand the reality of this scourge at the level of municipalities (23
in total), regions, and geographical areas that make up the entity. To achieve this objec-
tive, a methodology was designed that combines both quantitative and qualitative ap-
proaches. In the first approach, various databases with statistical information related to
cases of violence against women were used, which allowed for the estimation of a series
of indicators that led to the identification of temporal and spatial patterns of this type
of violence. The second approach was based on conducting semi-structured interviews
with professionals connected to the issue at hand. The dual approach enabled a suc-
cessful complementarity for a better understanding of the phenomenon’s behavior in
the state of Mérida. The results show that, temporally, there is a clear trend towards an
increase in the number of recorded cases and that, spatially, particular patterns emerge
based on some analyzed social variables.
Keywords: violence against women, crime, aggression, violent deaths, femicides.
INTRODUCCIÓN
A lo largo de la historia a las mujeres se les han asignado roles pasivos, de sumisión y dedicación
al ámbito privado, a diferencia de los hombres, a quienes, por el contrario, se les proporcionó el rol de
supremacía y privilegios en el ámbito público (Marcano y Palacios, 2017; Picón y Mancilla, 2021).
La violencia contra el género femenino ha sido y sigue siendo un reflejo fehaciente de las relaciones
desiguales de poder entre hombres y mujeres que traen efectos infortunados a aquellas que los padecen
(INMUJERES, 2008). En respuesta a esta situación, se han realizado notables esfuerzos a todas las
escalas en favor de la prevención de este flagelo. Es así como los movimientos feministas han sido clave
en esta lucha que se inició desde mediados del siglo XIX, pero, a pesar de las reivindicaciones alcanza-
das, aún en pleno sigo XXI, las mujeres siguen estando bajo un sistema de dominación patriarcal que
todavía pretende tener control sobre sus decisiones y su cuerpo (Marcano y Palacios, 2017).
El estado Mérida en Venezuela, área de estudio de la presente investigación no escapa a esa rea-
lidad descrita, tal como lo demuestran algunos informes e investigaciones realizadas en los últimos
años (CEPAZ, 2017; ULA-MUJER, 2022; OVV Mérida, 2022, 2024, entre otros), con el agravante
que los resultados muestran un aumento cuasi sostenido de la violencia contra la mujer motivado
posiblemente por la emergencia humanitaria que atraviesa el país desde el 2014, combinada con
diferentes secuelas derivadas del COVID-19.
Ahora bien, es importante ir más allá de calcular, exhibir y analizar cifras de indicado-
res sólo a nivel regional y para un año o un período relativamente corto, los cuales, además,
sólo van a representar valores promedio del tipo de violencia abordada (en este caso contra la
mujer) para la entidad en estudio. Es por ello que esta investigación se centró en estudiar los
patrones temporales -para un período significativo de 20 años- y espaciales -a nivel de entidad,
municipios y ámbitos rurales y urbanos- de la violencia contra la mujer en el estado Mérida,
tomando como lapso de referencia 2001-2023.
Violencia contra la mujer: un ejemplo de su comportamiento temporal y espacial
en el estado Mérida, Venezuela 267Vol. 15(1) enero-marzo 2025/ 265 - 284
El uso de diferentes fuentes de información de registros estadísticos referidos a casos de vio-
lencia contra la mujer y la realización de entrevistas semiestructuradas a profesionales vinculados
con el tema en cuestión, permitieron estructurar el camino metodológico bajo un enfoque dual:
cualicuantitativo, para derivar posteriormente los resultados y su análisis.
METODOLOGÍA
Etapa 1. Búsqueda de información (estadística y cartográfica): La revisión de fuentes de
información estadística, relacionadas con el tema de investigación, consistió en la consulta de la
base de datos de mortalidad de la institución gubernamental Corporación de Salud del estado Mé-
rida (CORPOSALUD Mérida), período 2001-2020, para extraer las muertes violentas de mujeres
por agresión (en lo sucesivo MVma) y de forma indirecta estimar casos de probables femicidios; y
también trató sobre la revisión de registros estadísticos del Instituto Nacional de la Mujer (INAMU-
JER), sede Mérida, período 2022-2023, que contienen información sobre diferentes delitos contra
la mujer. Actualmente estas fuentes son de carácter no público, ya que, por razones que se descono-
cen, no llegan a ser conocidas por la sociedad, siendo limitado el acceso a la información estadística
de esta índole. De igual forma se tuvo acceso a otras bases de datos con información sobre violencia
contra la mujer: Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) Mérida, lapso 2020-2023 -Organi-
zación No Gubernamental- y la del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) Mérida, lapso 2022-2023.
Más en detalle, a continuación, se describe cada una de las fuentes de información utilizadas
en la investigación:
CORPOSALUD Mérida (2001-2020): La base de datos de esta institución del Estado consta
de 20 años de información oficial no pública sobre mortalidad, donde las causas de muerte están or-
denadas por códigos de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) de la Organización
Panamericana de la Salud (OPS). Para este estudio se consideraron los códigos X85-Y09 (agresiones)
y Y10-Y34 eventos de intención no determinada (EIND).
OVV Mérida (2020-2023): En este particular la información es de carácter no oficial sobre
casos de violencia contra la mujer publicados en los medios de comunicación del estado Mérida
(Diario Pico Bolívar en formato impreso y los portales web de noticias: Actualidad y Gente, Comu-
nicación Continua, Diario Los Andes, En El Vigía, Frontera Digital, Mérida Digital, Mérida No-
ticia y @Suresnoticia), por lo que aquellos sólo representan una muestran de los hechos que logran
ser conocidos por la sociedad.
INAMUJER Mérida (2022-2023): La información obtenida a través de esta institución gu-
bernamental también es de carácter no público. Abarca un registro estadístico que va desde junio
del año 2022 hasta mayo del año 2023. Esta se deriva de un sistema informático diseñado por esta
institución, donde datos relacionados con casos de violencia contra la mujer son cargados por parte
de funcionarios de los distintos órganos receptores de denuncia del Estado. Para su análisis se hizo
un filtrado de la misma a modo de extraer las categorías de interés para la investigación.
TSJ Mérida (2022-2023): Esta información fue levantada a partir de contenido oficial pú-
blico, recabado de la página web del TSJ, donde los jueces de los tribunales en materia de violencia
contra la mujer publican las decisiones de los casos que les corresponden asumir como funcionarios
de dicho Tribunal. De cada uno de los casos se extrajeron datos de interés acerca de los victimarios
desde marzo de 2022 hasta mayo de 2023, lapso en el cual se logró tener acceso a la información.
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En relación a la cartografía se utilizó una capa vectorial del Instituto Geográfico de Venezuela
Simón Bolívar (IGVSB), con el fin de representar algunos resultados de la presente investigación en
mapas temáticos. Los mapas se realizaron empleando el Sistema de Información Geográfica (SIG)
Quantum Gis (QGIS) versión 3.34.5, bajo una escala de trabajo 1:850.000.
Etapa 2. Análisis de la calidad de las fuentes de información estadística: Esta etapa consis-
tió en el análisis y la evaluación de la calidad de las fuentes de información estadística disponibles,
con el fin de conocer sus fortalezas y debilidades.
En cada base de datos empleada se evaluó la calidad de la información contenida en las mismas
a través de un indicador denominado: cobertura, que se refiere al porcentaje de casos registrados y/o
conocidos con información de la variable analizada (mientras mayor sea la cobertura, mayor será la re-
presentatividad de los resultados). Para esta investigación se consideró como válidas, las variables cuya
cobertura era mayor o igual al 75%. Su estimación se obtuvo del cociente entre el número de casos
de violencia contra la mujer de la variable de interés, para un año dado, y el número total de casos
registrados y/o conocidos de la misma variable para el mismo año, multiplicado el resultado por 100.
Etapa 3. Selección de variables: Las variables están relacionadas con las características de la
víctima, el victimario y la realidad social del lugar de ocurrencia del hecho delictivo, quedando se-
leccionadas las siguientes: Un grupo de variables independientes (edad, estado civil, nivel educativo,
ocupación, sitio de muerte, edad del victimario, estado civil del victimario, ocupación del victima-
rio, parentesco víctima-victimario, año de ocurrencia y municipio de ocurrencia) y otro grupo de
variables dependientes (muertes violentas de mujeres por agresión y diversas formas de violencia).
Etapa 4: Estimación de indicadores: Luego de seleccionar las variables a estudiar y de evaluar
su cobertura, se procedió a estimar los indicadores para cuantificar la violencia contra la mujer en el
estado Mérida, esto según las bases de datos empleadas.
CORPOSALUD Mérida: El tratamiento de esta base de datos consistió en el filtrado de la
información con el fin de obtener de forma concreta los datos de interés para el estudio. Se filtró
la información por sexo (femenino) y por causa de muerte según los códigos X85-Y09 con el fin
de hallar el porcentaje de las MVma ocurridas para cada año del período 2001-2020. Para ello se
procedió a dividir las MVma del año observado entre las MVma de todo el período, multiplicando
el resultado por 100. Procediendo matemáticamente de la misma manera, ese filtrado permitió cal-
cular el porcentaje de MVma del período 2001-2020, según cada variable considerada: municipio
de ocurrencia, edad, estado civil, nivel educativo, ocupación y sitio de muerte.
Por otra parte, se filtraron los códigos Y10-Y34 para cuantificar el porcentaje de muertes vio-
lentas de mujeres según EIND, período 2001-2020. Para este indicador se dividió el número de
muertes violentas de mujeres por EIND del año observado entre el número de muertes violentas de
mujeres por EIND, cuyo resultado se multiplicó por 100.
También se calcularon las tasas históricas de MVma de todo el estado Mérida, de cada munici-
pio y de los ámbitos urbano y rural durante el período en estudio, con el fin de medir la frecuencia
de los decesos en cuestión en estos espacios. Para el cálculo de dichas tasas fue necesario conocer la
población media (Pm) o promedio del lapso estudiado (2001-2020). Para ello, fue necesario recurrir
a las proyecciones de población calculadas en el año 2013 por el Instituto Nacional de Estadística
(INE), con base al Censo Nacional de Población y Vivienda del año 2011, en vista de que Venezuela
no cuenta con estadísticas actualizadas sobre población.
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en el estado Mérida, Venezuela 269Vol. 15(1) enero-marzo 2025/ 265 - 284
Con este insumo (la Pm como denominador) y tomando en cuenta la cuantificación de las
MVam (numerador) para la entidad, municipios y ámbitos, tal como se enunció en un párrafo
precedente, se procedió a calcular las tasas respectivas multiplicadas por una constate (100.000).
Los valores resultantes se interpretan como tantas muertes violentas de mujeres por cada 100.000
habitantes del mismo sexo para la entidad, municipios y ámbitos. Una vez obtenidos los resultados
correspondientes, fue necesario dividir el valor obtenido entre el número de años en estudio (20
años) para obtener la tasa histórica promedio anual.
OVV Mérida, INAMUJER Mérida y TSJ Mérida: El tratamiento de estas bases de datos con-
sistió en la organización de la información para cuantificar el porcentaje de casos de violencia contra
la mujer durante el lapso observado según cada institución. Para ello se dividió el número de casos
de violencia contra la mujer identificados cada año entre el total de casos para todo el período, cuyo
resultado se multiplicó por 100. También se estimó el porcentaje de casos de violencia contra la mujer
registrados en el período analizado según cada variable estudiada: municipio de ocurrencia, forma de
violencia, edad, parentesco víctima- victimario para el OVV Mérida; municipio de ocurrencia, forma
de violencia y edad para el INAMUJER Mérida; y municipio de ocurrencia, forma de violencia, edad
del victimario, estado civil del victimario y ocupación del victimario en el caso del TSJ Mérida.
Etapa 5. Entrevistas semiestructuradas: La recolección de información en campo se llevó a
cabo a través de entrevistas semiestructuradas usando como instrumento una guía de entrevista
diseñada específicamente para la investigación, como complemento fundamental para comprender
de forma más holística los resultados cuantitativos obtenidos en el estudio. Se realizaron cinco en-
trevistas que fueron aplicadas a: una politóloga, una psicóloga, una abogada, una médico psiquiatra
y a una activista de la Comisión de la Mujer de la Universidad de Los Andes y tesista de la carrera
de Criminología-ULA. Una vez levantadas las entrevistas, la información obtenida fue transcrita y
organizada para posteriormente proceder a interpretar las narrativas que nutrieran la investigación.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Consideraciones sobre la calidad de la información: La información de CORPOSALUD Mérida
está vaciada en una base de datos muy bien organizada en función de la estructura del certificado de
defunción que se emite en Venezuela. Igualmente muestra una buena cobertura en las variables con-
sideradas. Por ejemplo, en cuanto a la causa de muerte, municipio de ocurrencia y edad se contó con
100% de los datos, y en el estado civil, nivel educativo, ocupación y sitio de muerte con: 87,6; 78,7;
73,3 y 92,6%, respectivamente. Su mayor debilidad es la aparición de un posible subregistro de casos
de muertes violentas vinculado con el incremento fluctuante de muertes de intención no determinada
(MIND), valor que alcanza los 373 casos entre el 2001 y 2020. Los resultados indican que se pasó
de 10 probables MIND (2001) a 59 muertes (2018), es decir, que en un lapso de 18 años los casos
aumentaron 5,9 veces en comparación al valor inicial. Hay que destacar que a partir del año 2013 se
observa un aumento casi sostenido en el número de MIND. Sin embargo, luego del 2018 el indicador
muestra un comportamiento descendente en el número de casos, 40 en el 2019 y 24 en el 2020.
Es oportuno señalar que de acuerdo a la clasificación de la CIE-10, este grupo de las MIND
está conformado por las categorías de agresiones, lesiones autoinfligidas y accidentes, donde se re-
laciona a la categoría de agresiones con el delito de homicidio, y cierto número de casos dentro de
estos últimos con el femicidio. Entonces, siendo este delito un tipo de homicidio, es muy probable
que dentro del grupo de las agresiones -tanto las comprobadas como tal y dentro de las de intención
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no determinada- se encuentren registrados casos que respondan a dicha forma de violencia; sin
embargo, por no ser una base de datos que registre estos hechos bajo criterios policiales-delictivos
sino bajo la óptica de registros vitales y de salud, no se puede llegar a conocer con certeza cuáles de
esos casos de agresiones se corresponden con femicidios, siendo esto otra limitante. Ahora bien, aun
cuando se desconocen las razones del aumento de las MIND, a continuación, se exponen algunos
posibles factores explicativos:
[…] precario funcionamiento de los Institutos de Medicina Legal o Morgue Judicial; inexis-
tencia de estas instituciones en algunas jurisdicciones; médicos legistas que informan solo
la lesión sin mención de la circunstancia que provocó el óbito (que permitiría identificar la
intencionalidad); deficiencia en la formación médica y técnico-administrativa para el correcto
llenado de los registros de óbito; poca consciencia sobre la importancia de la información y
del llenado correcto de los registros estadísticos; supuesto compromiso para el médico legista
cuando asigna una circunstancia que podría potencialmente relacionarse con la causa jurídica
del óbito (aunque se encuentre protegido por el secreto estadístico); omisiones de hospitales
y comisarias que no completan correctamente los instrumentos correspondientes, entre otros
factores (Alazraqui et al., 2012, p. 3285).
Con relación a los casos conocidos por la sociedad a través de la información documentada por
el OVV Mérida, se tiene que es una base de datos estructurada en función de información anual de
casos de violencia contra la mujer reseñados por los periodistas en los medios de comunicación. Aun
cuando no es una fuente convencional para estudiar estos temas, es una manera indirecta que permi-
te abordar el problema de interés, en ausencia de estadísticas oficiales públicas actualizadas. Una de
sus debilidades es el vacío de información por ausencia de la misma en ciertas variables -por no ser
reportadas por los periodistas en las noticias-, influyendo en su cobertura. En esta base de datos, dos
de las variables (municipio de ocurrencia y forma de violencia) tienen 100% de cobertura mientras
que las dos restantes (edad y parentesco víctima-victimario) cuentan con 73,2% y 73,7%, respecti-
vamente. Otra debilidad es la veracidad de la información suministrada por los informantes de los
cuales depende la noticia (policías, testigos, familiares, periodistas, entre otros) y de los criterios que
se empleen al momento de publicar la misma. Finalmente existe la aparición de un subregistro de
hechos de violencia contra la mujer que se constituye por aquellos casos que, al no ser reseñados por
los medios de comunicación, no llegan a ser conocidos por la sociedad.
En lo que respecta a los registros de INAMUJER, la cobertura de la variable forma de violencia
presentó el 100% pero, municipio de ocurrencia y edad, apenas superaron el 50%, no obstante, no
fueron desestimadas a efectos de ser trianguladas con las otras fuentes de datos en relación a estas
variables. Lo anterior tiene que ver con un deficiente registro de la información, debido a la posible
heterogeneidad de criterios al registrar la información o a los vacíos de información (de forma in-
tencional o no) generados al cargar los casos en el sistema informático del organismo. Por otro lado,
se cuenta solo con 7 meses de registro del segundo semestre del año 2022 y 5 meses del año 2023,
es decir, que los años observados no son años calendario completos, lo que condujo a analizar la
información de 12 meses de registro, pero repartidos en ambos años. Esto genera otra debilidad en
la base de datos que está referida al poco tiempo de registro, lo cual puede llevar a que los patrones
visualizados sean menos confiables en comparación con bases de datos que contemplen un mayor
tiempo de registro estadístico.
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en el estado Mérida, Venezuela 271Vol. 15(1) enero-marzo 2025/ 265 - 284
Un subregistro importante que se deriva de esta base de datos es el número de mujeres que no
se atreven a denunciar y por tal motivo sus casos no son registrados, de acuerdo a Ferrer y Bosch
(2016), esta situación podría deberse a:
Las dificultades para identificar la violencia padecida, y/o para identificarse a sí mismas como
mujeres maltratadas y, por tanto, para valorar de modo real el peligro potencial. Las estra-
tegias (pasivas) para afrontar la violencia padecida. Las creencias erróneas sobre las posibles
soluciones al maltrato. El miedo al maltratador, al proceso judicial y/o a las consecuencias
de la denuncia. La adherencia emocional al maltratador. Las dificultades materiales y econó-
micas. La tolerancia y el clima de aceptación social hacia la violencia contra las mujeres. Los
sentimientos de vergüenza o culpa (p. 258).
La información proveniente de los expedientes del TSJ fue construida con información sobre
victimarios, la cual es de fácil acceso por la página web correspondiente de esta institución guberna-
mental. Su mayor debilidad es la generación de un subregistro derivado, por una parte, del número
de mujeres que no se atreven a denunciar a sus agresores, y por otra, como consecuencia de que no
todos los casos de violencia llegan a ser cargados en dicha página por los distintos jueces encargados
de la materia, así como también, en muchos de los expedientes no aparece la información del victi-
mario o se omite parte de la misma, motivos que influyen en que la cobertura de la información no
sea buena, a pesar de ello, la cobertura de las variables seleccionadas es mayor al 75%. Las variables,
forma de violencia y estado civil presentaron un 100% de cobertura y municipio de ocurrencia, edad
y ocupación presentaron 95,8; 99,6 y 97,9%, respectivamente.
RESULTADOS CUANTITATIVOS
1. El panorama por medio de las cifras de CORPOSALUD Mérida
Fluctuaciones temporales de las muertes violentas de mujeres por agresión en el estado
Mérida: En la figura 1 se aprecia el número de casos de MVma y de MIND registradas por año en
el estado Mérida para el período 2001-2020.
Fuente: elaboración propia con base en datos de CORPOSALUD Mérida, 2001-2020.
Figura 1
Comportamiento temporal del número de muertes violentas de mujeres por agresión
y de MIND, estado Mérida, período 2001-2020
272 Uzcátegui Guerrero, Páez SilvaInteracción y Perspectiva. R evista de Trabajo Social Vol. 1 5 ( 1 ) : 2 0 2 5
De un total de 269 MVma registradas en el período, el resultado más alto del indicador se ubi-
có en el año 2008 (con 28, lo que equivale a 10,4% de todos los casos registrados). Luego, durante
2008-2013, se nota una tendencia a la caída fluctuante de los casos pasando de 28 a 10. A partir del
2013 hasta el 2016 se incrementan los sucesos en menor medida que años anteriores (de 10 a 14), y
después de 2016 es cuando comienza un aparente descenso importante en el valor del indicador has-
ta posicionarse por debajo de 10 casos. En un lapso de 12 años de registro estadístico (2008-2020)
los casos en apariencia disminuyeron 5,6 veces en parangón con el valor inicial.
Dicha disminución de las muertes violentas hay que tomarla con cautela, esto debido a que las
MIND experimentaron un incremento importante en todo el período y una escalada muy marcada
a partir del año 2013, por lo tanto, es probable que existan en la categoría mencionada, casos “ocul-
tos” de muertes violentas de mujeres por agresión (homicidios) y por ende de probables femicidios.
De forma general, la situación anterior indica que es muy posible que la violencia no disminuyó,
particularmente en términos de muertes violentas de mujeres por agresión, sino que probablemente
la tendencia fue al alza del número de casos registrados.
Tomando los valores absolutos y a partir de algunos estudios realizados por Carcedo y Sagot
(2000), Carcedo y Ordóñez (2010) y Vásquez (2015), se pudo estimar de forma indirecta un valor
promedio para tratar de aproximarse a cuántas de esas muertes violentas registradas de mujeres por
agresión pudiesen tratarse de femicidios; dicho valor se ubica entre 60 y 90%. A tal efecto, para
el total de 269 MVma registradas en el estado Mérida entre el 2001 y el 2020, bajo esos valores
estimados, podrían haber acontecido entre 161 y 242 femicidios, lo que en otras cifras se traduce
aproximadamente en 8 y 12 femicidios al año.
Configuración espacial de las muertes violentas de mujeres por agresión en la entidad
y sus municipios: Se estimó una tasa histórica promedio para el estado de 3,0 MVma por cada
100.000 habitantes del mismo sexo. Luego, se estimaron los indicadores para los municipios; no
obstante, es necesario advertir que, de acuerdo a Anderson et al. (2004), las tasas que se estimen cu-
yos valores en su numerador sean inferiores a 20 van a presentar inestabilidad debido a que arrojan
valores elevados que no reflejan la realidad del fenómeno que se está analizando. De allí que, del
total de municipios merideños (23), solo Alberto Adriani y Libertador presentaron tasas estables
debido a que estas fueron estimadas a partir de valores superiores a 20 (62 y 105 casos de MVma,
respectivamente), y se resalta que los mismos presentan tasas superiores a la del estado Mérida, con
valores de 4,4 y 4,0 MVma por cada 100.000 habitantes del mismo sexo.
Hay que destacar que en estos dos municipios se concentra alrededor del 44% de la población
del estado Mérida, hecho que es un factor que incide en la probable mayor concentración del núme-
ro de casos de muertes violentas en estos territorios. Según Carrión (2008) “debido a la densidad y
al tamaño de la aglomeración, existe una tendencia hacia la concentración de los eventos violentos”
(p. 117), en otras palabras, en la medida que un territorio cuente con más población, mayor será la
probabilidad que de acontezcan casos de muertes violentas de mujeres por agresión, por supuesto,
bajo diferentes contextos sociales, familiares e individuales que los impulsen.
Por otra parte, los municipios con tasas inestables fueron analizados a partir de sus valores ab-
solutos, que es lo más recomendable. Tulio Febres Cordero, Tovar, Campo Elías y Sucre, fueron las
entidades municipales donde se registraron más casos (entre 11 y 13) de muertes violentas de mujeres
por agresión (durante 2001-2020), luego le siguen Obispo Ramos de Lora y Caracciolo Parra Olmedo
con 10 y 7 casos registrados. Conviene destacar que municipios como Febres Cordero, Ramos de Lora
Violencia contra la mujer: un ejemplo de su comportamiento temporal y espacial
en el estado Mérida, Venezuela 273Vol. 15(1) enero-marzo 2025/ 265 - 284
y Parra Olmedo, que, no siendo urbanos, ni superando los 35.000 habitantes, pueden ser catalogados
como violentos por el número de sucesos documentados en estos territorios y su relativa baja pobla-
ción. El resto de los municipios exhiben valores menos significativos de muertes violentas (entre 1 y 6).
Las diferencias a lo interno de la entidad según regiones1
: Se obtuvo que la región Metropo-
litana concentró el mayor número de muertes violentas de mujeres por agresión representando un
48,7% del total de casos (figura 2), le sigue la Panamericana con 36,4% y la región del Mocotíes con
9,7%. Con valores más bajos, pero no menos importantes se encuentra la región del Páramo y Pue-
blos del Sur que representan el 3,7 y 1,5% de los casos, respectivamente. Así, son estas dos últimas
regiones las que indican ser las menos violentas de la entidad merideña. En ellas se concentra menos
del 11% de la población de la entidad, mientras que en suma las dos primeras aglutinan 85,1%.
Figura 2
Muertes violentas de mujeres por agresión según regiones del estado Mérida, período 2001-2020
1
En el estado Mérida se identifican 5 regiones geográficas: Área Metropolitana de Mérida (con-
formada por los municipios Campo Elías, Libertador [donde se asienta la ciudad de Mérida, ca-
pital de la entidad], Santos Marquina y Sucre); zona Panamericana (municipios Alberto Adriani,
Andrés Bello, Caracciolo Parra Olmedo, Julio César Salas, Justo Briceño, Obispo Ramos de Lora
y Tulio Febres Cordero); zona del Valle del Mocotíes (municipios Antonio Pinto Salinas, Rivas
Dávila, Tovar y Zea); zona del Páramo (municipios Cardenal Quintero, Miranda, Pueblo Llano
y Rangel); zona de los Pueblos del Sur (municipios Aricagua, Arzobispo Chacón, Guaraque y
Padre Noguera).
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La dicotomía urbano-rural: Durante el período estudiado, en el ámbito urbano se re-
gistraron 205 MVma, lo que arroja que están representados por una tasa de 3,2 fallecimientos
por cada 100.000 habitantes del mismo sexo, siendo 6,6% veces superior a la tasa de la enti-
dad. Por su parte, en el ámbito rural se identificaron 64 casos que arrojaron una tasa de 2,6
MVma por cada 100.000 habitantes del mismo sexo. Es importante resaltar que el número de
casos registrados en los municipios urbanos es 3,2 veces superior al de los rurales, mientras que
el valor de las tasas no se aleja tanto entre un ámbito y otro; esto indica que aun cuando en los
primeros hay un mayor número de habitantes y por ende mayor probabilidad de que ocurran
casos por la realidad social de la ciudad, también se puede afirmar que en los segundos, acon-
tece un número importante y frecuente de casos de violencia contra la mujer pese a que tienen
significativamente menos habitantes.
Los resultados obtenidos en este aspecto muestran que hay una diferenciación clara entre la vio-
lencia de la ciudad y la violencia del campo. Se plantea que el primer factor explicativo está relacionado
con el tamaño poblacional; los municipios que conforman el ámbito urbano representan aproximada-
mente el 74% de la población del estado y por ende aglutinan 76,2% de las MVma registradas en la
entidad para el período estudiado. De acuerdo a Barja et al. (2022) “Las zonas urbanas pueden ser más
alienables, estresantes y agobiantes, favoreciendo la brecha de género y la consolidación de un tipo de
violencia silenciosa” (p. 8). En la ruralidad, “la violencia está relacionada a aspectos culturales y genera-
cionales y a las heterogeneidades de género, lo que lleva a la naturalización de la violencia” (Bervian et
al., 2019, p. 148), donde además predomina el machismo y la dominación masculina, que se traduce
en un papel de superioridad para el hombre y de sumisión para la mujer, y lleva a que muchas mujeres
rurales acaben no reconociendo lo que es violencia. Se plantea además que, a diferencia de la ciu-
dad, el distanciamiento geográfico en el campo, dificulta la búsqueda de ayuda para la ruptura
de las situaciones de violencia o para denunciar a sus agresores. Si no se denuncia, el caso no se
va a reflejar en las estadísticas, lo que permite inferir que en el ámbito rural la violencia puede
ser mayor de lo que muestran sus cifras específicas.
Mortalidad diferencial: Es notorio que el mayor número de MVma tuvo lugar en los muni-
cipios urbanos de la entidad durante el período analizado (figura 3), siendo Libertador y Alberto
Adriani los que tuvieron los mayores porcentajes (39,0% y 23,0%), luego sigue un municipio rural
(Tulio Febres Cordero) con 4,8% y tres municipios urbanos (Tovar, Campo Elías y Sucre) con
4,5%, 4,1% y 4,1%, respectivamente. En el caso contrario, los municipios rurales, a excepción de
Justo Briceño y Padre Noguera donde aparentemente no ocurrieron MVma, el porcentaje acumula-
do de casos fue de 20,4%. En relación a la edad, el mayor número de casos de MVma se concentró
entre los 15 y 44 años, y la menor cantidad de casos corresponde entre los 80 y 99 años. Este hallaz-
go concuerda con lo expuesto por la CEPAL (2023), institución que afirma que en América Latina
“más del 70% de las víctimas de femicidio tenían entre 15 y 44 años” (p.5).
Desde el ángulo del estado civil, son las mujeres solteras con un 63,6% las más vulneradas, le
siguen las casadas (13,6%) y luego las unidas (5,4%). En menor medida las categorías: viuda, divor-
ciada e ignorados presentaron porcentajes de 2,3; 2,7 y 12,4% respectivamente. En concordancia
con Safranoff (2017) “La evidencia parece indicar que las mujeres en uniones informales (noviazgo)
sufren mayores niveles de violencia por parte de sus parejas que las mujeres casadas, de forma que
el matrimonio actúa como un factor protector” (p. 615). Esto sucede porque posiblemente en re-
laciones “menos formales” se exhiben comportamientos menos estables que pueden desencadenar
escenarios de violencia.
Violencia contra la mujer: un ejemplo de su comportamiento temporal y espacial
en el estado Mérida, Venezuela 275Vol. 15(1) enero-marzo 2025/ 265 - 284
En lo educativo, el mayor porcentaje de MVma (36,0%) corresponde a víctimas con un nivel
medio de educación, le sigue el básico (30,6%) y finalmente el superior (6,6%). Las categorías:
preescolar, ninguno e ignorados agrupan 26,7%. Estos resultados podrían correlacionarse con el
estado civil, donde es muy probable que las mujeres solteras estén conectadas con niveles educativos
bajos. De acuerdo al Instituto Nacional de las Mujeres de México (INMUJERES, 2008), “el acce-
so a mayores grados de instrucción disminuye en las mujeres las probabilidades de ser víctimas de
violencia” (p.12), sin embargo, no las exime de ser violentadas. Lo que sí es cierto es que las mujeres
que poseen niveles más altos de instrucción tienen más herramientas para identificar la violencia,
resolver conflictos o denunciar.
Al analizar la ocupación, el mayor porcentaje de las víctimas eran las ocupaciones ‘estudiantes’
y ‘comerciantes’ con 45,3% y 15,5%, respectivamente. Estos resultados son congruentes con los
obtenidos para el nivel educativo, pues la tendencia es a que los estudiantes y los comerciantes se
Figura 3
Muertes violentas de mujeres según municipios del estado Mérida, período 2001-2020
276 Uzcátegui Guerrero, Páez SilvaInteracción y Perspectiva. R evista de Trabajo Social Vol. 1 5 ( 1 ) : 2 0 2 5
encuentren en las categorías de básico, medio o superior. Safranoff (2017) afirma que la mujer cuan-
do trabaja para recibir un sueldo [y diferentes beneficios laborales que mejoran su calidad de vida e
independencia económica] tiene menor probabilidad de ser victimizada en la medida en que resulta
menos dependiente de su pareja. Otras categorías como agricultora, ama de casa, transportista, pro-
fesional, obrera, varios e ignorados agrupan un 39,1%.
Finalmente, se presentan los resultados del sitio de muerte. El mayor porcentaje de MVma
se registró en la vía pública con 34,5% y lo siguen la casa (31,0%), el hospital (21,3%) y el traba-
jo (5,8%). En estos hallazgos la vía pública fue el lugar donde acontecieron el mayor número de
sucesos durante el lapso observado, de allí que se puede traer a colación lo expuesto por García y
Valenzuela (2024), los cuales afirman que las características de un espacio propician la ocurrencia de
hechos delictivos. Terrenos baldíos, edificios abandonados o en construcción, paradas de autobús,
calles con poco alumbrado, parques públicos, son escenarios perfectos donde una mujer puede ser
agredida. Es posible que la existencia de algunos de estos lugares esté presente en ciertos espacios del
estado Mérida, sobre todo en los municipios urbanos.
El hecho de que la muerte haya ocurrido en la casa es un indicativo de que la misma pueda
constituirse en un probable femicidio, donde posiblemente el delito fue perpetrado por alguien
cercano a la víctima. En el caso del hospital como sitio de muerte, conviene destacar que la agresión
seguramente no ocurrió en ese sitio, si no que aconteció en la casa, en la vía pública o en el trabajo
de la agredida, siendo la víctima trasladada y aún con vida (gravemente herida), a un centro médico
donde pasado un tiempo falleció. A razón de esto, las muertes registradas en esta categoría pueden
corresponder realmente a otras categorías, incluso a la de ignorados cuyo porcentaje fue de 7,4%.
2. Casos conocidos por la sociedad registrados por el OVV Mérida: Para el período estudia-
do fueron reseñados por los medios de comunicación 179 casos de violencia contra la mujer. Es no-
torio que del año 2020 al 2022 hubo un aumento en el número de reportes, pasando de 42 casos en
el año 2020 a 51 en 2022, representando un aumento del 6%. Luego, en 2023, hubo un descenso en
el número de hechos reseñados al comparar con el año anterior, reportándose 43 casos. Desde años
anteriores ya se venía observando un aumento sostenido de la violencia contra la mujer, pero los
efectos de la pandemia COVID-19 exacerbaron este flagelo, “Si bien la pandemia del COVID-19
ha afectado a todas las personas alrededor del mundo, genera impactos diferenciados sobre diversos
sectores de la población en situación de vulnerabilidad, haciendo más evidente las desigualdades
existentes” (Comisión Nacional de los Derechos Humanos [CNDH], 2020, p. 8).
A nivel de municipios, Libertador, Alberto Adriani y Campo Elías fueron los que alcanzaron
los porcentajes más altos del estado para el período analizado (23,5; 13,4 y 10,6%, respectivamente)
(figura 4). Al igual que en los resultados de CORPOSALUD Mérida, los dos primeros municipios
aludidos apuntan a ser los más violentos de la entidad. De acuerdo al OVV Mérida (2023a), aproxi-
madamente siete de cada 10 delitos ocurren en municipios urbanos y puede deberse al hecho de que
alrededor del 70% de la población del estado reside en áreas urbanas, lo que amplía la probabilidad
de que ahí ocurra una mayor cantidad de hechos delictivos de diversa índole. A pesar de ello, mu-
nicipios rurales de la zona Panamericana (Obispo Ramos de Lora y Tulio Febres Cordero) y la zona
del Mocotíes (Rivas Dávila y Zea) no se quedan atrás al presentar 8,9, 4,5, 3,9 y 3,9% de los casos,
respectivamente.
Las formas de violencia con mayor porcentaje de casos fueron: la violencia sexual (que incluye
los actos lascivos y las violaciones) y la violencia física, juntas concentran un 79,3% del total de los
Violencia contra la mujer: un ejemplo de su comportamiento temporal y espacial
en el estado Mérida, Venezuela 277Vol. 15(1) enero-marzo 2025/ 265 - 284
casos reportados. Según el OVV Mérida (2022), los delitos que en los últimos años han aportado
más al aumento de la violencia contra las mujeres en la entidad son: La agresión física y la violación
sexual. Otras formas de violencia como el femicidio, la amenaza, el acoso sexual, el femicidio frus-
trado y el acoso u hostigamiento agruparon un 20,7% de los casos.
En relación a la edad, el mayor número de casos corresponde a las adolescentes (12-17 años),
luego le siguen las niñas (0-11 años) y las adultas (30-64 años). De acuerdo a los resultados, estos son
los grupos de edad más vulnerables, ubicándose en términos de porcentaje en 21,2; 19,0 y 16,2%,
es decir que el 40,2% de las víctimas eran menores de edad.
Figura 4
Distribución geográfica de casos de violencia contra la mujer según el OVV Mérida,
período 2020-2023
Otro dato alarmante es que los perpetradores de la violencia tienden a compartir una
relación afectiva cercana o consanguínea con las víctimas. La pareja o expareja es el principal
agresor con 27,9%, le siguen los familiares con 14% y los conocidos con 12,8%. El porcentaje
restante corresponde a padre o padrastro con 7,3%, personas desconocidas con 7,3%, vecinos
con 4,5% e ignorados con 26,3%. Estos resultados muestran que la violencia se puede en-
contrar no solo en el contexto familiar sino también en el social o el laboral, el OVV Mérida
278 Uzcátegui Guerrero, Páez SilvaInteracción y Perspectiva. R evista de Trabajo Social Vol. 1 5 ( 1 ) : 2 0 2 5
(2023b), expone que desde el 2021 el papel principal de agresor lo tienen los familiares y co-
nocidos de las víctimas llegando incluso a desplazar a los delincuentes comunes.
3. Los datos reducidos de INAMUJER Mérida: En un período de registro de 12 meses
continuos, aunque repartidos en dos años de igual forma consecutivos, INAMUJER registró 200
casos de violencia contra la mujer, 143 en el año 2022 y 57 en 2023. En los municipios Liberta-
dor, Alberto Adriani y Cardenal Quintero ocurrió la mayor cantidad de casos de toda la entidad
merideña con 46, 19 y 10 casos, de igual modo, se traducen en 43; 17,8 y 9,3%, respectivamente
(con base en 107 casos debido a que 93 son de la categoría ignorados). Así como en los resulta-
dos de CORPOSALUD y del OVV, son los municipios Libertador y Alberto Adriani (los más
poblados de la entidad) los que agrupan el mayor número de casos de violencia contra la mujer
en la entidad.
Las formas de violencia predominantes fueron la psicológica (44,0%), física (21,0%), amena-
za (16,5%) y el acoso u hostigamiento (11,0%) que representan 92,5% del total de las categorías
analizadas. El 7,5% restante, corresponde a las formas de violencia familiar, patrimonial y económi-
ca, sexual, laboral, acoso sexual, femicidio, informática y mediática, cuya ocurrencia en el período
estudiado no supera los 15 casos. Las mencionadas tipologías de violencia fueron propiciadas en
mayor medida en mujeres cuyas edades se ubican entre los 20 y 44 años con un total de 69 casos.
Resultados que concuerdan con los hallados en estudios como el de INMUJERES (2008), Safranoff
(2017) y Arguello (2023) así como con los grupos de edad más vulnerables en las muertes violentas
de mujeres registradas por CORPOSALUD.
La Red de Mujeres Constructoras de Paz (2023), expone que son las mujeres jóvenes y en
edad reproductiva las más vulnerables a sufrir violencia de género. Otras investigaciones como la
de Puente et al. (2016, como se citó en Arguello 2023) afirman que “las mujeres con menos de
34 años son más propensas a ser víctimas de violencia de pareja” (p. 9), pero sin duda las mujeres
con más edad no están exentas de sufrir en algún momento de su vida algún tipo de violencia. A
excepción del grupo de 70 a 79 años, todos los demás hasta el de 80-84 años registraron casos de
violencia.
4. Los expedientes limitados del TSJ: Para el período observado, se identificaron un total de
228 victimarios a través de los expedientes del TSJ Mérida a los que se tuvo acceso. De esa globa-
lidad, 181 victimarios residían en municipios urbanos, representando un 79,4%, y el restante (47
victimarios) vivían en municipios rurales agrupando el 20,6%. De manera que se tienen 3,8 veces
más victimarios en el ámbito urbano que en el rural.
Estos victimarios perpetraron en la mayoría de los casos violencia física, violencia psicológica,
amenaza, violencia sexual y acoso u hostigamiento con 117, 90, 49, 41 y 31 casos que responden a
34,5; 26,5; 14,5; 12,1 y 9,1%, respectivamente, resultados que coinciden con los obtenidos con las
cifras de INAMUJER donde la violencia física, psicológica y la amenaza son las más predominantes.
En menor medida, también se dieron casos de acoso sexual, violencia patrimonial y económica,
informática y femicidio, agrupando 13 casos (3,9%) en el período analizado.
Con respecto a la edad de los victimarios, solo 3 casos fueron perpetrados por adolescentes
entre 15 y 19 años, 216 por adultos (20-64 años) y 12 casos fueron cometidos por adultos mayo-
res (65-79 años). Los rangos de edad con porcentajes más altos de la serie –es decir en los adul-
tos– de acuerdo con la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE, 2014), “coinciden con la etapa del
desarrollo psicosocial (adultez y población económicamente activa), donde los hombres manejan
Violencia contra la mujer: un ejemplo de su comportamiento temporal y espacial
en el estado Mérida, Venezuela 279Vol. 15(1) enero-marzo 2025/ 265 - 284
más recursos con los cuales hacen posibles las relaciones desiguales (fuerza física, aislamiento de
las mujeres, sometimiento económico)” (p.60). Asimismo, de acuerdo a la Comisión Nacional
de los Derechos Humanos de México (2020), “Un mayor porcentaje de varones jóvenes y con
bajos niveles de escolaridad ejercieron violencia contra sus parejas, sin embargo, éste constituye
también un fenómeno recurrente entre los hombres de edades más maduras y con elevados niveles
de instrucción” (p.15).
Sobre el estado civil del victimario, en un 88,2% de los casos responde a la categoría soltero, le
siguen casado (7,6%), divorciado (2,5%) y viudo (1,7%). Al igual que para las víctimas la condición
de soltería en la mayoría de los casos puede generar inestabilidad en muchos aspectos de las relacio-
nes afectivas propiciando escenarios de violencia. La ONE (2014) indica que se ha demostrado que
“la violencia inicia desde antes del matrimonio o de la unión” (p.61).
Finalmente, las ocupaciones más comunes de los victimarios fueron: Comerciante
(21,4%), agricultor (19,3%) y profesional (12,6%), el resto de las ocupaciones como obre-
ro, constructor, oficios varios, mecánico, no trabaja, varios e ignorados agrupan un 45,4% y
por último los victimarios sin ocupación se ubican en 1,3%. Aunque la categoría Profesional
ocupa el tercer lugar de la serie, vale la pena agregar que según la ONE (2014) “a mayor nivel
educativo, un hombre con mentalidad abusiva tiene más recursos para justificarla y por tanto
reflejarla de diferentes formas” (p. 61).
RESULTADOS CUALITATIVOS
La violencia contra la mujer desde la perspectiva profesional: En el cuadro 1 se exhibe
una síntesis de los resultados derivados de las entrevistas realizadas. En términos generales, y
entre los aspectos que más destacan, se conoció que para los profesionales entrevistados, los
municipios urbanos son los que aglutinan el mayor número de casos de violencia contra la
mujer; no obstante, sostienen que en los municipios rurales puede existir más violencia de la
que se refleja en las estadísticas, pero que no se registra, bien sea porque las mujeres no denun-
cian, o porque no son reseñados los casos por ningún medio de comunicación a razón de lo
lejos que están esas comunidades de los órganos receptores de denuncia. Esto puede reforzar la
explicación de las diferencias espaciales encontradas en los resultados cuantitativos de COR-
POSALUD, OVV e INAMUJER. A pesar de ello, no hay que olvidar que, a mayor población
en un área, y bajo ciertas condiciones sociales, es lógico esperar una mayor probabilidad de
ocurrencia de casos de violencia contra la mujer.
En cuanto a la edad, según los entrevistados, entre los 15 y 35 años aproximadamente las
mujeres son más propensas a sufrir violencia. Este rango se corresponde con las edades repro-
ductivas y laborales lo que genera una condición de mayor vulnerabilidad. Además, concuerda
casi plenamente con los resultados obtenidos en las bases de datos de CORPOSALUD, OVV
e INAMUJER.
280 Uzcátegui Guerrero, Páez SilvaInteracción y Perspectiva. R evista de Trabajo Social Vol. 1 5 ( 1 ) : 2 0 2 5
ASPECTOS
Entrevistada Edad Estado Civil,
Nivel de
Instrucción
y Ocupación
Parentesco ¿Aumentó la
violencia c
ontra la
mujer?
COVID-19 Ámbitos
Geográficos
Perfil del
victimario
María Gabriela
Grau (Psicóloga)
Hay dos ran-
gos etarios
donde las
mujeres son
más vulnera-
bles: Uno de
15 a 35 años
y otro a par-
tir de los 50
Todas las mujeres
son vulnerables in-
dependientemente
del estado civil, el
nivel educativo o
la ocupación
En la mayoría de
los casos, hay un
vínculo consan-
guíneo entre la
víctima y el vic-
timario.
Mas que ha-
blar de un
aumento de
la violencia,
existe es ma-
yor visibili-
zacion de los
casos
El COVID-19
definitivamen-
te exacerbó la
violencia con-
tra la mujer.
En los municipios
rurales hay un alto
consumo de alco-
hol y una cultu-
ra machista que
genera violencias
fuertes. La lejanía
limita a que la mu-
jer denuncie a su
agresor
Los hombres ma-
yores, con mayor
nivel educativo y
una mayor estabi-
lidad económica
propician violen-
cias más silencio-
sas. El victimario
es más astuto en la
forma como propi-
cia el maltrato
Diana Hernández
(Activista)
El rango más
v u l n e r a b l e
para la mujer
sobre todo
al hablar de
femicidios es
entre los 19 y
35 años
Las mujeres son
más vulnerables en
relaciones infor-
males; un alto ni-
vel de instrucción
aumenta las capa-
cidades de la mujer
para denunciar; la
ocupación y retri-
bución económica
hace a la mujer
más independiente
reduciendo la pro-
babilidad de ser
agredida
Generalmente
los victimarios
tienen una rela-
ción cercana con
las víctimas
En los últi-
mos años sí
ha habido un
aumento de la
violencia con-
tra la mujer
El confina-
miento generó
tensiones y au-
mentó la vio-
lencia contra
la mujer
La densidad pobla-
cional influye, pero
es un tema más de
la denuncia, así que
pudiera existir más
violencia en el ám-
bito rural que en el
urbano
El rango de edad es
similar al de la mu-
jer, pero los adultos
mayores tienden a
propiciar violencia
sexual en mujeres
jóvenes.
Cuadro 1
Síntesis de los resultados derivados de las entrevistas semiestructuradas
Violencia contra la mujer: un ejemplo de su comportamiento temporal y espacial
en el estado Mérida, Venezuela 281Vol. 15(1) enero-marzo 2025/ 265 - 284
ASPECTOS
Entrevistada Edad Estado Civil,
Nivel de
Instrucción y
Ocupación
Parentesco ¿Aumentó la
violencia
contra la
mujer?
COVID-19 Ámbitos
Geográficos
Perfil del
victimario
Abogada
(Por confidencia-
lidad, la entrevis-
tada no suminis-
tró su nombre y
apellido)
A cualquier
edad, la mujer
puede ser víc-
tima de vio-
lencia
La edad o nivel
social y económi-
co de las mujeres
no condicionan
la violencia, pero
sí son factores
que pueden in-
fluir en la deci-
sión que tomen
estas para denun-
ciar
Existe relación
cercana entre
la víctima y
el victimario;
predominan
las parejas o
exparejas
Ha aumenta-
do en los últi-
mos años
Provocó un re-
punte significati-
vo, sobre todo en
los femicidios
La cultura machista
de las áreas rurales
impulsa la ocurren-
cia de hechos delic-
tivos. En los muni-
cipios rurales existe
una cifra negra de-
bido a que el acce-
so a la denuncia es
muy limitado
Las edades de los
victimarios se re-
lacionan con las
formas de violen-
cia. Los hombres
solteros tienden a
ser más violentos
y las ocupaciones
se relacionan con
el nivel/tipo de
violencia que ejer-
cen los hombres
Karol Moreno
(Politóloga)
Entre 19 y 35
años las mu-
jeres son más
propensas a
sufrir violencia
Estos factores sí
influyen sobre la
vulnerabilidad de
las víctimas, gra-
dos de instrucción
altos e indepen-
dencia económica
son factores pro-
tectores contra la
violencia
En la mayoría
de los casos la
violencia es
propiciada por
la pareja o por
algún familiar
En los últimos
años la violen-
cia contra la
mujer ha veni-
do en aumento
El confinamien-
to produjo en
las relaciones un
punto de quiebre
En valores absolu-
tos, los municipios
urbanos agrupan el
mayor número de
casos de violencia,
hay menos nor-
malización y hay
mayor acceso a la
denuncia que en los
municipios rurales
El rango de edad
de los hombres
violentos se ase-
meja al de las
mujeres víctimas,
normalmente tie-
nen entre 15 a 39
años
Stefany Pinto
(Médico
psiquiatra)
La Violencia
contra la mu-
jer no distin-
gue edad, en
todas las eda-
des se puede
estar en riesgo
La violencia no
distingue esta-
do civil, nivel
de instrucción u
ocupación, pero
si las mujeres es-
tán más educa-
das pueden saber
cómo actuar
En la mayoría
de los casos la
mujer com-
parte un vín-
culo afectivo o
consanguíneo
con el victi-
mario
Por factores
como la im-
punidad, la
violencia con-
tra la mujer ha
aumentado
Generó estados
de tensión y es-
trés permanente
que propiciaron
escenarios de
violencia en el
hogar
En los municipios
urbanos es más visi-
ble la violencia, pu-
diese ser mayor en
los rurales, pero si
no hay denuncia no
existe registro del
caso y es como si
no hubiera existido
El consumo de
alcohol y otras
sustancias son los
elementos que ha-
cen más violentos
a los hombres sin
importar su edad,
estado civil u ocu-
pación
Cuadro 1. Continuación
282 Uzcátegui Guerrero, Páez SilvaInteracción y Perspectiva. R evista de Trabajo Social Vol. 1 5 ( 1 ) : 2 0 2 5
Los resultados cuantitativos de CORPOSALUD reflejan que son las mujeres solteras, con nive-
les de instrucción básico o medio, las estudiantes y comerciantes las más expuestas a la violencia, lo
que concuerda con el aporte de las entrevistadas, las cuales afirman que en uniones como el noviaz-
go se dan escenarios más marcados de violencia y que a menores niveles de instrucción hay menor
probabilidad de que las mujeres reconozcan sus derechos o que tengan la capacidad para denunciar
a sus agresores. Por otro lado, hay relaciones de dependencia afectiva y económica más fuerte que en
mujeres profesionales e independientes. Las consultadas también afirmaron que, en su mayoría, los
agresores comparten un vínculo cercano con las víctimas, situación que se muestra estadísticamente
en los resultados del OVV donde se evidencia que son las parejas y los familiares los que agrupan
el mayor número de casos de violencia en todas sus formas. Finalmente, los victimarios están en
edades entre los 20 y 59 años y son solteros en su mayoría. Al respecto las especialistas refieren que
las edades del agresor estimulan la perpetuación de ciertos tipos de violencia, por ejemplo, violencia
informática para hombres jóvenes y violencia sexual para adultos mayores. Y, desde otro ángulo, se
han visto más casos en hombres solteros, en relaciones de noviazgo o informal ante la Ley.
CONCLUSIONES
• El aumento desde el 2012 de las muertes de intención no determinada (MIND), indica
que la disminución de las muertes violentas de mujeres por agresión es aparente, ya que en las
MIND pueden encontrarse muertes comprobadas que además podrían ser posibles femicidios.
• Las regiones Metropolitana y Panamericana son las más violentas de la entidad merideña,
por el contrario, el Páramo y los Pueblos del Sur se mantienen como relativamente “menos
violentas”, mientras que Mocotíes se posiciona en una situación intermedia.
• Los indicadores de violencia cuantificados (valores absolutos, porcentajes y tasas), revelaron
que los municipios urbanos son los más violentos, resaltando principalmente Libertador y Al-
berto Adriani. Por su parte, los municipios Tulio Febres, Obispo Ramos de Lora y Caracciolo
Parra Olmedo se consideran los más violentos del ámbito rural.
• Las diferencias de los patrones espaciales de la violencia contra la mujer, tanto a nivel de mu-
nicipios, de regiones y de ámbitos geográficos (urbano-rural) pueden deberse principalmente a:
la asimetría demográfica (tamaño poblacional), la diferencia en los estilos de vida y discrepan-
cias culturales entre el campo y la ciudad, y a la poca concentración o ausencia de organismos
receptores de denuncia.
• Las mujeres entre los 15 y 35 años, solteras, con nivel de instrucción medio y de ocupación
estudiante son las más propensas a sufrir violencia en sus distintas formas.
• Tanto la casa de la víctima como la vía pública son lugares que se destacan como escenarios
de riesgo para el sexo femenino.
• Las formas de violencia más comunes (excluyendo el femicidio) en el estado Mérida, en el
período analizado fueron: psicológica, física, sexual y amenaza, en ese orden de importancia.
• Los victimarios tienen una relación cercana con las víctimas; en la mayoría de los casos son
parejas, exparejas o familiares los que toman el papel de agresores.
Violencia contra la mujer: un ejemplo de su comportamiento temporal y espacial
en el estado Mérida, Venezuela 283Vol. 15(1) enero-marzo 2025/ 265 - 284
• Entre los años 2022 y 2023, según la información disponible, las características identificadas
más comunes de los victimarios fueron: hombres entre los 20 y 59 años de edad, solteros y de
ocupación comerciante y agricultor.
• Finalmente, aun cuando la mayoría de los resultados cuantitativos coincidieron con los cua-
litativos, hay que destacar otros aspectos que surgieron de estos últimos que no salieron refleja-
dos en los números: el confinamiento por la pandemia COVID-19 exacerbó la violencia contra
la mujer; en los municipios rurales la cultura machista y el consumo de alcohol propician que
los hombres sean más violentos; la normalización de la violencia en las áreas rurales limita la
intención de las víctimas a denunciar a sus agresores; los hombres con mayor nivel económico
propician violencias más silenciosas; los adultos mayores tienden a cometer violencia sexual en
niñas y adolescentes; y los victimarios que trabajan en cuerpos policiales o trabajos afines son
más propensos a ser violentos.
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