Revista de Ciencias Humanas y Sociales. FEC-LUZ
divertimento. Recuerdo el juego del trompo, que es un trozo de madera
torneada en forma de cuasi cono y de estructura maciza, con una punta
de metal duro. Este se jugaba enrollando una cuerda desde su punta más
fina hacia el lado más grueso, y se lanzaba con la punta fina hacia arriba
para luego halar la cuerda, lo que permitía dar un giro de arriba abajo,
imprimiendo con ello gran velocidad de giro (velocidad de torque, como
se le dice a este momentum en la física), lo cual ocurría físicamente en su
punta de metal.
Pues bien, este tipo de movimiento constituye un sistema
temporal, en el cual, por supuesto, el niño forma parte de él, dada su
intervención para iniciar el movimiento; pero también, en su giro, el
trompo puede ser entorpecido por la acción del mismo niño que lo puso
a girar (o de otro niño, para impedir que su oponente ganara). De esta
forma, se constituye un sistema que podríamos denominar sistema finito
bajo amenaza, puesto que su existencia en el tiempo no solo es corta, sino
ínfima, en cuanto tal sistema, debido a las amenazas de interrupción
intempestiva. En este sentido, al trompo girando como sistema finito lo
amenaza un entorno que es volátil, pues no sabemos qué circunstancia
durante su giro puede forzarlo a romper el equilibrio que lo sostiene
“bailando” con la misma fuerza con la que fue lanzado. El giro del
trompo es amenazado por la volatilidad del entorno conformada por los
jugadores y el medio, la incertidumbre de su duración como sistema, la
complejidad que lo constituye (un trozo sólido de madera, una punta de
metal, una cuerda larga, la acción de enrollarlo y lanzarlo al giro, la
superficie donde gira, los niños a su alrededor, etc.), pero también, la
ambigüedad de su movimiento (provocada por los vaivenes producidos
por la velocidad de giro, los obstáculos de la superficie, su torque inicial,
etc.).
Este sistema del trompo, finito por definición, se detendrá en
algún momento, pues la fricción de la superficie hará que se ralentice
hasta detenerse. Por ello, también está conformado por una estructura
cuya composición posee toda la complejidad para ser tal sistema finito,
no sin antes poseer una característica determinada como sistema: la
incertidumbre de su permanencia como sistema, pues se desintegrará
como conjunto al detenerse definitivamente, dejando de ser sistema en
cuanto tal: su existencia es incierta y finita, aunque no se sabe su tiempo
de duración (la estrategia consistía justamente en imprimirle más fuerza
de torque para que este pudiera permanecer mucho más tiempo; mi
hermano, un año menor, siempre fue mejor que yo en este juego). Y es
ello lo que define también su complejidad como sistema, por lo que