26 Víctor Martin-Fiorino et al.
Opción, Año 38, Regular No.98 (2022): 21-43
Revista de Ciencias Humanas y Sociales. FEC-LUZ
de la polis se entendió, desde el punto de vista teórico, y se puso en
ejecución en la práctica, desde la propuesta de un ejercicio ético de la
comunicación política (MARTIN-FIORINO, 2020). En la Grecia del
siglo IV a.C. y especialmente en el pensamiento de Aristóteles, teórico de
una polis paradójicamente ya en crisis, la posibilidad misma de lo común,
de la comunidad, es entendida desde una visión ético-política del poder
de la palabra: “En Grecia todo dependía del pueblo y el pueblo dependía
de la palabra”, afirmó el filósofo francés Francois Fénelon (FENELON,
1795) en su Carta escrita a la Academia sobre la elocuencia, la historia y la poesía.
No es casual, en tal sentido, que Aristóteles incluyera a la retórica
(ARISTOTELES, 2008) entre los saberes prácticos que podían contribuir
a construir convivencia (SPANG, 2013).
La palabra, como propiamente humana a diferencia de la voz, que
es compartida con otros seres vivos no humanos, está orientada, según
Aristóteles, a la posibilidad de decir lo útil (para la supervivencia), lo
conveniente (para la vida) y lo justo (para la vida buena)
(ARISTOTELES, 2009). En tal sentido, en los fundamentos de una
perspectiva ética de la comunicación se encuentran, en primer término, la
necesidad de preservar la vida humana, que, más allá del gregarismo
animal, Aristóteles considera por naturaleza frágil y la sitúa en el nivel útil
de la socialidad como sentido de cooperación y mutua protección. En
segundo término, en el nivel de lo conveniente se encuentra la obediencia
a la ley, como acuerdo comunicativo acerca de la estructura de la
convivencia. En tercer término, el nivel de lo justo trata, según
Aristóteles, del fin de toda comunidad humana, orientado a hacer posible
la felicidad de sus integrantes (LÁZARO, 2013).
2.1. EL SER HUMANO: PALABRA, CONVIVENCIA,
FUTURO
En la concepción aristotélica, el humano es un ser limítrofe entre
los dioses y las bestias y, hoy en día, también en relación con las
máquinas--; en otro sentido, también entre bien de cada ciudadano y el
bien de la polis y, en última instancia, entre lo humano y lo más-que-humano:
ser que habita el límite y que es capaz de traspasarlo. Como elemento de
articulación de dicha compleja condición limítrofe, siempre en tensión, el
humano es el titular de la palabra que instaura el mundo y que puede
ensanchar lo posible para construir progresivamente la “vida buena”
apropiada para ser feliz. En tal sentido y desde una interpretación
contemporánea, la expresión “viviente dotado de palabra” (zoon logon ejon)