Revista de Ciencias Humanas y Sociales
© 2023. Universidad del Zulia
ISSN 1012-1587/ ISSNe: 2477-9385
Depósito legal pp. 198402ZU45
Portada: S/T. De la serie “RETORNO”.
Artista: Rodrigo Pirela
Medidas: 60 x 60 cm
Técnica: Mixta/Tela
Año: 2009
Año 39, Regular No.100
(2023): 7-14
ISSN 1012-1587/ISSNe: 2477-9385
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.7637305
Revista de Ciencias Humanas y Sociales. FEC-LUZ
EDITORIAL
Comunicación pública, comunicación política y tecnologías
disruptivas
En esta editorial me propongo exponer un breve comentario acerca
de las categorías comunicación pública y comunicación política. La consideración
se basa en la intervención en el espacio público de las tecnologías
disruptivas, las cuales han venido a significar para la sociedad moderna
una transformación radical en todos sus aspectos medulares,
especialmente en los referentes societales. La cuestión está en guiarnos
por la pregunta que subyace a este tipo de relación conceptual, que es
tradicional, se diría, desde los albores de la política en tiempos de la
Ilustración Griega en el siglo V a.C. Si bien la comunicación es
consustancial con la naturaleza humana, la política en su sentido
primigenio también lo es. Son dos elementos consustanciales (esenciales)
de una misma entidad: el ser humano.
Sin embargo, la pregunta nos asalta en estos tiempos de
transformación socio-tecnológica por cuanto alcanza dimensiones del
pensamiento y de la acción novedosos en su enfoque y en sus
consecuencias: ¿Cómo es la relación entre comunicación blica y
comunicación política en tiempos de disrupción tecnológica? Abordar
esta interrogante lo vemos de mejor forma si lo hacemos a la luz de la
hermenéutica dialógica de H.G. Gadamer y su estrategia del círculo
hermenéutico: la interpretación va del todo a las partes y de estas al todo.
Entonces, la perspectiva que tenemos en torno a este asunto viene
alcanzando niveles cada vez s complejos debido a los avances de las
tecnologías digitales, que hemos denominado disruptivas, justamente por
las consecuencias que trae el desarrollo sociotécnico en el devenir
relacional y de conformación del tejido social en tiempos de metaverso e
inteligencia artificial.
No obstante la presencia cada vez más sólida de las dos innovaciones
tecnológicas mencionadas, la comunicación pública hace intentos por
mantenerse incólume ante los procesos de interacción propiciados por las
tecnologías disruptivas, que más bien la tergiversan o tienden a eliminar.
Si consideramos que la comunicación es lo propio del ser humano
(Aristóteles, 1985), esta no se lleva a cabo sino mediante lo que este
mismo filósofo clásico del siglo de la ilustración griega denomina logos,
que es lo mismo que decir, argumentación. Por ello partimos de esta
premisa: la comunicación en el espacio público, la comunicación pública,
no es solo el proceso que se teje en torno a la información, sino que es al
8
Editorial
Opción, Año 39, Regular No.100 (2023): 7-14
Revista de Ciencias Humanas y Sociales. FEC-LUZ
mismo tiempo argumentación. De allí que para este autor la
comunicación sea logos pero también acción devenida de la argumentación
(se argumenta para generar la acción).
Siendo cierto lo anterior, la comunicación en el espacio público tendrá
un ingrediente que desde la última versión de la Escuela de Frankfort se
señala, también: en Habermas, comunicación es un proceso que se lleva a
cabo en los espacios de interacción intersubjetiva, pues es lo propio del
ser humano, tal como lo afirma El Estagirita. Para el filósofo alemán la
comunicación es el elemento fundamental del cual se vale el sujeto para la
conformación del mundo de vida; de allí que comunicación pública sea su
elemento direccionador, puesto que tiene su asiento en la elementalidad
del ser humano: la comunicación, que se enarbola como argumentación.
Comunicación pública desde esta perspectiva posee en consecuencia la
otra dimensión necesaria para el establecimiento del mundo de vida: la
acción pública, es decir, la acción política (Botero Montoya, 2006).
Entonces la conexión sobreviene de Perogrullo; comunicación
pública es comunicación política, puesto que lo político es lo propio del
ser humano en sociedad. El tejido social se conforma en el espacio
público, porque gracias a este la vida social se despliega como madeja que
estructura las fortalezas sobre las cuales la vida humana se erige; la vida
humana será mundo de vida puesto que los procesos comunicativos se
llevan a cabo de forma abierta, de manera que cada integrante se ve
arropado por la presencia de los demás sujetos que conforman su
conglomerado social. De allí que, para poder vivir la vida, es necesario
establecer reglas y condiciones que permitan a todos los miembros de la
sociedad proveerlos de seguridad de acción, en la medida que el sentido
de lo social se reconstruye entre lo individual privado y lo social público.
Y es allí donde entra en juego la dicotomía comunicación
pública/comunicación política.
De ello se sigue que la comunicación política reconstruye el tejido
social con los fines de convivencia presente y futura. Lo político así
dependerá del proceso comunicativo como dimensión esencial para la
conformación de las estructuras necesarias a aquellos fines. Desde las
teorías actuales acerca de la comunicación, esta es entendida como la
hemos planteado: con propósitos de alcanzar los fines humanos, y estos
se conjugan en las distintas dimensiones en las cuales se articula el mundo
de vida: social, político, económico, científico, tecnológico, pero también
doméstico y de reproducción de la vida, entre otros. Por ello la
comunicación supone la libertad de expresar lo que cada sujeto prefiera
Editorial
9
Revista de Ciencias Humanas y Sociales. FEC-LUZ
en el marco de sus intereses (Habermas, 1982), o de sus aspiraciones
sociopolíticas en el contexto del pluralismo que caracteriza la vida
humana en sociedad (Sartori, 2009).
Ahora bien, vista así la relación entre comunicación pública y lo
político, la comunicación política no será otra cuestión que la
manifestación pública de los referentes necesarios para el establecimiento
de aquellos cimientos que posibilitan la convivencia presente y futura; de
allí que la comunicación política se erige en dimensión normativa de la
comunicación pública en su sentido de vigilante e intérprete -como diría
Habermas de la filosofía- de la comunicación pública. Lo normativo
viene pergeñado por la idea del principio democrático (Habermas, 2010):
la comunicación política en su sentido de discurso, establece las bases
procedimentales para el establecimiento de la democracia como sistema,
pues, a decir de este autor, es el único medio por el cual se pueden llevar
a cabo procesos limpios y transparentes para la conformación del estatuto
del sistema democrático de derecho; es decir, la comunicación política
será una dimensión esencial en el proceso de convivencia democrática.
Vistas así las relaciones mencionadas, la pregunta que guía esta
reflexión cobra fuerza inusitada puesto que la Modernidad que transita la
sociedad marcada por las tecnologías disruptivas, se ve sometida a los
vaivenes de este desarrollo más que en otras épocas disruptivas. Las
tecnologías de información ya no son tales; ahora son tecnologías
digitales, puesto que su elemento filosófico esencial no es la información
en cuanto tal; es ella elevada a dimensiones nunca previstas ni
sobrellevadas. Las tecnologías digitales permiten lo que no ocurrió con
las TIC’s en sus inicios en los Años 80’s. En estas últimas había como
estructura fundamental la direccionalidad del flujo de información desde
los centros de poder hacia el ciudadano; ahora, con las tecnologías
digitales (TD), no existen propiamente centros de poder: se caracterizan
por la idea de redes. Las TD conforman una retícula que se supone es
una madeja que propicia la comunicación. Pero esto está muy lejos de ser
así.
Las TD no solo se caracterizan por encantar a los usuarios poseedores
de dispositivos electrónicos con el fin de mantenerlos conectados
siempre, sino que la información que emerge en este contexto ya no es
necesariamente proveniente de los centros de poder (aunque lo son en
el sentido restrictivo del término); la información es generada desde el
mismo usuario quien por motivos de manifestar sus impresiones,
pareceres, gustos, preferencias, emociones, envían hacia los agentes
10
Editorial
Opción, Año 39, Regular No.100 (2023): 7-14
Revista de Ciencias Humanas y Sociales. FEC-LUZ
digitales, trocados en centros de poder, información que es traducida
luego en mensajes directos hacia dicho usuario con el fin de ofrecer no
solo mercancías calcadas de su propia información, sino articulada como
manejo de sus emociones; es decir, la bidireccionalidad de la información
ya no existe, anulando así casi a la desaparición los procesos
comunicativos.
Lo planteado por Botero Montoya (2006) con relación a los sondeos
de opinión, es elevado a la enésima potencia no solo con fines de cambio
de opinión (p. 10-11), que el autor denomina sondeocracia, es decir, el
ejercicio del poder político basado en los sondeos de opinión con el fin
de hacer cambiar de opinión al ciudadano y así obtener réditos quien haya
ordenado el estudio; sino que en esta fase de disrupción social, se
teledirige individualmente la opinión que se quiere hacer imponer, o que
se quiere denostar, para mantener o alcanzar el ejercicio hegemónico del
poder. Estamos atravesando una nueva fase de la comunicación en la que
el diálogo queda desdibujado para imponerse una dinámica de control
neuronal del poder: la comunicación política es psicopolítica (Han, 2017),
debido a la intervención por parte de los agentes tecnológicos con el fin
de controlar las emociones; estamos hablando de un psicopoder que se
impone al ritmo de las TD.
De acuerdo con lo anterior, la comunicación política en tiempos de
TD prácticamente queda marginada y sin posibilidades de imponerse
como tal comunicación. Esta debe ser libre y con posibilidades de
poderse expresar en toda su dimensión intersubjetiva. La comunicación
política, en su versión de psicopolítica, al anular el proceso de diálogo
mediante el control neuronal (Han, 2017), o control de emociones, hace
que esta última pase a ocupar en el proceso democrático un segundo
plano, o un segundo nivel; ya no ocupará el primero, como en los clásicos
citados, sino que tendrá más bien un lugar estelar pero para el dominio
por parte de los agentes tecnológicos, a estas alturas transformados en
nuevos capitalistas, puesto que negocian las emociones del ciudadano
iluso. La comunicación en la sociedad digital, consecuencia de las TD, no
funda una determinada dimensión de la comunicación política.
Dr. José Vicente Villalobos-Antúnez / Editor Jefe
ORCID: http://orcid.org/0000-0002-3406-5000
jvvillalobos@gmail.com
Editorial
11
Revista de Ciencias Humanas y Sociales. FEC-LUZ
REFERENCIAS
Aristóteles (1985). Ética a Nicómaco, Editorial Gredos.
Botero Montoya, L. H. (2006). Comunicación pública, comunicación
política y democracia: un cruce de caminos. Palabra clave, Vol. 9 (2),
pp. 7-18.
Habermas, J. (1981). Historia y crítica de la opinión pública, Editorial Gustavo
Gili.
Habermas, J. (1982). Conocimiento e interés, Taurus.
Habermas, J. (2010). Facticidad y validez. Sobre el derecho y el estado democrático
de derecho en términos de teoría del discurso, Editorial Trotta.
Han, B.Ch. (2017). Psicopolítica, Herder.
Sartori, G. (2009). La democracia en 30 lecciones, Taurus.
UNIVERSIDAD
DEL ZULIA
Revista de Ciencias Humanas y Sociales
Año 39, N° 100 (2023)
Esta revista fue editada en formato digital por el personal de la Oficina de
Publicaciones Científicas de la Facultad Experimental de Ciencias, Universidad del
Zulia. Maracaibo - Venezuela
www.luz.edu.ve
www.serbi.luz.edu.ve
produccioncientifica.luz.edu.ve
Esta obra está bajo la licencia:
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC BY-NC-SA 4.0)