Opción: Revista de Ciencias Humanas y Sociales.
Año 39 N° 102 (septiembre - diciembre 2023), pp. 63-74
Universidad del Zulia. Facultad Experimental de Ciencias
ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-9385
Del Leviatán global: La
fragmentación del Estado-nación
como desafío a la concepción de
seguridad nacional
María Elizabeth Bianculli Serrano*
RESUMEN
El presente artículo es una revisión teórica de tipo cualitativa que aborda la evolución
del concepto de seguridad nacional frente a la globalización y la interdependencia cre-
ciente entre los Estados. El mismo se enmarca en el paradigma del “Tercer debate” de las
relaciones internacionales referido al neorrealismo-neoliberalismo, y pretende, a través
de una triangulación de ambas perspectivas, examinar cómo la crisis de eficiencia del
Estado-nación ha desafiado la noción tradicional de soberanía y defensa. Dentro de
sus conclusiones, se determinó que si bien la interdependencia compleja ha reducido la
capacidad de los Estados para garantizar su seguridad de manera aislada, la necesidad
de un Leviatán global para enfrentar los desafíos transnacionales plantea interrogantes
sobre la naturaleza de la autoridad y la legitimidad en un mundo multipolar.
Palabras clave: Seguridad nacional, Estado-nación, globalización, soberanía, Defensa,
neorrealismo, neoliberalismo.
About Global Leviathan: The Fragmentation
of the Nation-state as a Challenge to the
Conception of National Security
ABSTRACT
This article is a qualitative theoretical review that addresses the evolution of the con-
cept of national security in the face of globalization and the growing interdependence
among states. It is framed within the paradigm of the “Third Debate” in internatio-
nal relations, referring to the neorealism-neoliberalism discussion, and aims, through
a triangulation of both perspectives, to examine how the efficiency crisis of the nation-
state has challenged the traditional notion of sovereignty and defense. Among its con-
clusions, it was determined that while complex interdependence has reduced states’
ability to ensure their security in isolation, the need for a global Leviathan to confront
Recibido: 10/12/2022 Aceptado: 10/05/2023
* Facultad de Ciencias Políticas, Administrativas y Sociales, Universidad Rafael Urdaneta, Maracai-
bo – Venezuela. lizzybiancullis@gmail.com. ID: 0009-0003-7120-2419
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transnational challenges raises questions about the nature of authority and legitimacy
in a multipolar world.
Keywords: National security, nation-state, globalization, sovereignty, defense, neoreal-
ism, neoliberalism.
INTRODUCCIÓN
Uno de los debates más abordados en el marco de la geopolítica clásica es el
de la seguridad nacional; por qué se suscita, qué amenazas enfrentan los Estados
en un sistema anárquico asimétrico y cuáles son los medios con los que se cuen-
tan, a la luz de las dinámicas en el concierto internacional, para promover dicha
seguridad. Frente a un sistema más globalizado e interdependiente, la noción
clásica de Estado-nación, tal como la concibió Hobbes, se encuentra sometida
a una reconfiguración. Leviatán, ese monstruo jurídico que trasciende a la so-
ciedad y es creado para garantizar la seguridad y el orden interno, enfrenta hoy
desafíos que superan las fronteras nacionales, erosionando así su capacidad para
cumplir con su propósito.
En este contexto la soberanía, otrora un atributo inalienable de la nación, y
por ende, de la constitución del Estado, se ve debilitada ante las crecientes ame-
nazas que no se reducen al control exclusivo sobre su territorio y población, tales
como las organizaciones criminales transnacionales, los grupos terroristas y las
empresas multinacionales.
Por ende, si la soberanía del Estado se suscribió históricamente al reclamo de
derecho legítimo de defensa, dado que poseía los recursos para garantizar ese or-
den interno, ¿qué implicancias tiene la crisis de eficiencia y gobernabilidad para
defender el trípode de soberanía militar, económica y cultural? Especialmente
en relación al primer elemento, el de la fuerza militar, como el referente en ma-
teria de seguridad en el planteamiento teórico del realismo, y donde cada vez se
hace más ambiguo en qué actores reside la hegemonía armamentística.
Más importante aún, si el Estado-nación surgió como respuesta a la necesi-
dad de proteger a los individuos de un estado de naturaleza caótico, ¿es la teoría
de la interdependencia compleja un fundamento para justificar que, ante una
amenaza de escala global, se requiera un Leviatán lo suficientemente poderoso
como para arropar tales dimensiones? ¿Cómo afectaría esto a la razón de Esta-
do? ¿A los intereses de quién respondería el Leviatán dadas las circunstancias?
En esencia, discernir cómo, visto desde el paradigma neorrealista-neoliberal, se
podría conciliar la necesidad de seguridad nacional con los imperativos de la
cooperación internacional.
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Para atender a todas estas cuestiones, el presente artículo se estructurará en
torno a un abordaje histórico de la conceptualización de seguridad nacional y
las diferentes interpretaciones teóricas en torno a ella; la descripción de los que
algunas autores catalogan como la fragmentación del Estado-Nación en el con-
texto globalizado; los intereses a los que responden estas políticas en pos de la
seguridad de los ciudadanos; y las consecuencias que esto traería para la promo-
ción de la identidad nacional. Finalmente, se ofrecerán algunas reflexiones sobre
el futuro de la seguridad y del Estado-nación en la contemporaneidad.
Ante el auge de nuevos nacionalismos y el rechazo a la imposición de políticas
de escala internacional, se pretende descifrar los cambios en la escena global de
forma que puedan identificarse pertinentemente los principales elementos que
deberán de considerar los gobiernos al momento de la formulación de política
de defensa y seguridad. Asimismo, la yuxtaposición de teorías pretende abordar
las dimensiones del estudio de una forma más integral para la reconceptualiza-
ción del término de Seguridad Nacional.
Por último, las preguntas en torno a la naturaleza del Estado, la relación entre
seguridad y cooperación, y la construcción de una identidad colectiva más allá
de las fronteras estatales podrían ser de utilidad para ampliar el debate académi-
co de una forma más compleja y matizada.
Por ende, este artículo propone un análisis de la interdependencia compleja
en relación con la premisa de que los Estados-nación pueden asegurar su propia
seguridad sin necesidad de reconfigurar las estructuras de poder a nivel interna-
cional para combatir las amenazas transnacionales.
1. ESTADO-NACIÓN Y LA EROSIÓN DE LA SOBERANÍA
Para comprender el recorrido histórico del concepto de seguridad nacional,
primero se requiere ahondar en las conceptualizaciones que los autores realistas
y liberales le dan al Estado-nación. La paz de Westfalia fue el hito que marcó
a la Europa moderna constituyendo el concierto internacional bajo el imperio
de principios como la soberanía, la territorialidad y el interés nacional (Held et
al, 2002). El planteamiento contractualista ofrece que el Estado surge como un
pacto social pautado por los miembros de una comunidad ante la necesidad de
orden y paz.
Según Hobbes (1977), los humanos viven en un estado de naturaleza; un
estado de guerra perpetua, donde cada individuo busca maximizar su propio
interés sin restricciones. Impulsados por pasiones como el miedo a la muerte y el
deseo de poder, los seres humanos viven en un constante conflicto. Para escapar
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de esta situación caótica, los individuos se ven obligados a renunciar a su libertad
natural y someterse a un poder común, representado por un soberano, es decir,
el Leviatán.
Varios de los filósofos clásicos explican la legitimidad que se le otorgaba a este
soberano a través de la manifestación de la voluntad de un pueblo. Tucídides, que
también hablaba de la naturaleza humana; la voluntad de El Príncipe de Maquia-
velo, que comparte, junto con Hobbes, la característica monárquica del interés
común; Richelieu, que introdujo la razón de Estado; y Rousseau y Locke, que de-
finieron la voluntad general como la forma dinámica del Estado (Isuani, 2020).
Se hace especial énfasis en la razón de Estado dado que, yendo de la mano con
lo que decía Hobbes, para que un Estado sea considerado legítimo, debe tener
un propósito más allá de su propia supervivencia. La razón de Estado propor-
ciona ese propósito, al definir los objetivos superiores que se buscan alcanzar.
Sin estos objetivos, el Estado pierde su razón de ser y se convierte en una mera
institución de poder (Curzio, 2004). Uno de los propósitos últimos del Estado,
por ende, es la seguridad nacional; y pensar en materia de seguridad implica sa-
ber cómo una u otra política afecta su capacidad para dominar los imaginarios y
acciones de otras naciones.
En favor de ello, el planteamiento realista de Morgenthau (1986) alega que
para llevar a término esta seguridad, se requiere hacer una distinción en la mo-
ral y la moral política, dado que los Estados no podían adaptarse a los criterios
humanos de la moralidad. El Estado tiene una naturaleza intrínsecamente dual,
puesto que es una institución creada por los seres humanos para satisfacer sus
necesidades básicas referentes al orden. Así como también representa un valor
moral en sí mismo, ya que promueve el bien común para sus beneficiarios. Esta
dualidad ocasiona una contradicción, ya que las acciones del Estado, guiadas por
la razón y la búsqueda del poder, pueden entrar en conflicto con los principios
morales.
En síntesis, el Estado era precisamente una agencia que reclamaba el derecho
legítimo de detentar este Leviatán puesto que contaba con los recursos para ello.
Según Bauman (1999), el aparato institucional que ofrecía para estructurar los
diversos intereses nacionales se fundaba en tres pilares: el poder militar, el poder
económico y el poder cultural hasta la llegada de la globalización, que puso en
duda la concepción de la soberanía como una forma de poder público indivisible.
A partir de los años setenta, Keohane y Nye (1977) propusieron una nueva
perspectiva para analizar las relaciones internacionales, superando la delimita-
ción estatocéntrica del realismo tradicional. El liberalismo, que después evolu-
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cionó a un neoliberalismo, reconoció que el mundo estaba cada vez más conec-
tado y que los actores no estatales jugaban un papel cada vez más importante,
estos autores introdujeron el concepto de interdependencia.
Esta idea implica que los países están estrechamente vinculados en múltiples
áreas y que las acciones de un país tienen un impacto directo en otros; por ende,
la necesidad de integrarse a este modelo internacional, donde parte de su so-
beranía se cedía a costa de un mejor desarrollo nacional, podría sugerir que esa
hegemonía del poder militar, económico y cultural estaba siendo erosionada,
al menos, en un primer momento, bajo las últimas dos dimensiones. Velázquez
Becerril & Pérez Pérez (2010) lo denominan como “metasoberanía”, que podría
sugerir una capa adicional de soberanía que se superpone o se encuentra por
encima de la soberanía estatal tradicional.
La tenencia del poder ha sufrido múltiples cambios de paradigma en las úl-
timas décadas, dentro de los cuales Álvarez Calderón (2016) destaca que las
fuentes de poder o hegemonía ya no están condicionadas necesariamente a la
tenencia de riqueza, es decir, a la predominancia económica, sino a la tenencia
de conocimientos; que los actores, no solo los Estados, ejercen cuotas de poder
que son de naturaleza fragmentada o pluralista, y que aunque existe mayor pre-
sencia de estos actores en la esfera internacional no se refiere necesariamente a
una reconfiguración del poder; y finalmente que la hegemonía en una dimen-
sión determinada depende de la calidad de los recursos que son puestos para
ejercerlo. Al respecto, el autor aclara que aunque existe más diversidad en los ac-
tores que acceden al diálogo internacional, la mayor carga decisoria para dirimir
conflictos reside en los Estados, y que seguirán siendo la forma de organización
política más solicitada, También defiende que los movimientos que, se presume,
pretenden desestabilizar el Estado, en realidad aspiran a desarrollar característi-
cas que se le asemeje.
2. SEGURIDAD NACIONAL Y SEGURIDAD COLECTIVA
Ahora, como se ha mencionado reiteradas veces, la seguridad nacional, entre
otras cosas, aspira a la certidumbre de una nación, es decir, bajo el esquema rea-
lista donde no se conciben potencias supranacionales, la seguridad depende de
un esquema de autoayuda: es un juego de suma cero.
Pérez Gil (2000), citando a Lippman, determinó que una nación está segura
cuando no tiene que sacrificar sus legítimos intereses nacionales (generalmente
aquellos que aluden a sus elementos constitutivos como lo son el territorio, la
población y el Gobierno) para orientar la guerra, y que cuando lo hace, de ser re-
querido, es capaz de mantenerlos a través de la guerra. Vásquez (2000), citando
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a Arnold Wolfers, reduce la seguridad a aquel valor que se puede tener en mayor
o menor medida, y que se mide por la ausencia de amenaza a estos elementos
constitutivos.
En contraposición, Buzan, Weaver & De Wilde (1998) delimitaron cinco di-
mensiones de la seguridad nacional que no se restringen sólo a la ausencia de ame-
nazas, dentro de las cuales se encuentran la seguridad militar, la seguridad política,
la seguridad ambiental, la seguridad económica y la seguridad societal (la cual está
altamente influenciada por la identidad nacional, tema que se abordará como úl-
timo punto de este marco teórico), esta última fue defendida por Keohane y Nye
que dieron especial énfasis a los actores sociales, y con el cual se instauró el discurso
pro derechos humanos que sería definido como seguridad humana.
Asimismo, nuevas amenazas como consecuencia de la globalización, tales
como el terrorismo, el crimen organizado, los problemas en torno a la identidad,
la carencia de recursos y la migración descontrolada han hecho necesario la for-
mulación de nuevos métodos para atacar estas amenazas. Aparte de los tradicio-
nalistas y los ampliacionistas, previamente expuestos, están aquellos que aportan
la teoría crítica a la conceptualización, que parte de esta seguridad humana para
referir a una seguridad colectiva donde prima la cooperación más característica
del neoliberalismo, y donde las naciones se han unido por intereses geográficos,
políticos, comerciales y hasta culturales para contrarrestar disturbios que afecten
a países comunes. Entonces, si los teóricos contemporáneos hablan de una me-
tasoberanía y una seguridad global, todo parece indicar que el paradigma insta a
los Estados a la internacionalización.
3. EL AUGE DE LOS NACIONALISMOS
Antes de contraponer la hipótesis a los argumentos neorrealistas y neolibera-
les respectivamente, es importante abordar el último punto del panorama actual:
el de la identidad. Sánchez & Rodríguez Morales (2006) sostienen el cuestiona-
miento de si el objeto y sujeto de la seguridad nacional es la nación, para ello, se
conceptualiza en primera instancia a la nación como un estado o cuerpo político
que reconoce un centro común supremo de gobierno (Hoyos De los Ríos, 2000).
El Estado nacional estaría compuesto por comunidades de diversas culturas que se
mantienen unidas debido al surgimiento de una cultura pública; de esta forma, se
enfatiza en el deseo y la voluntad de los individuos y se trasciende la vinculación
étnica y la unidad cultural preexistente, dígase religión, lengua o territorio.
Anthony Smith (1994) identifica tres formas principales de concebir la na-
ción: como una comunidad civil basada en la ciudadanía, como una comunidad
étnica basada en principios culturales, o como una entidad plural que incluye
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elementos de ambas. Y pese a que la combinación de los mismos ha variado de
un Estado a otro. Específicamente en el caso del primero, vemos cómo la Re-
volución Francesa fundó un nuevo concepto de nación, el de una comunidad
política basada en la ciudadanía, donde ser francés significaba ser ciudadano, un
individuo con derechos y deberes comunes, más allá de su origen étnico.
De forma contrapuesta, el segundo alude a un nacionalismo visto desde su
fundamento étnico sostenía que la pertenencia a una nación es algo dado, una
condición impuesta por factores biológicos o historicistas, viéndolo más como
una cuestión de destino que de decisión. Bajo ese enfoque, podría explicarse la
necesidad de proteger una cultura entendida como autóctona, siendo que se dota
al Estado de su característica protectora que pretende desestabilizar las amenazas
que atenten contra la seguridad de la nación. Sin embargo, si se tiene conciencia
de la importancia de la cooperación, y postulados como el constructivista con-
sideran al interés nacional más como el resultado de ideas compartidos por los
actores sociales, retomando el principio de seguridad colectiva, ¿cuáles son las
razones que han traído como consecuencia el auge de los nacionalismos? ¿Son
acaso las medidas de naturaleza proteccionista una iniciativa de los Estados que
aún mantienen una política exterior realista? ¿O verdaderamente representan el
interés nacional de los ciudadanos?
4. CUESTIONES METÓDICAS
Para poder ahondar holísticamente en esta problemática el “tercer debate”
neorrealismo-neoliberalismo, permite develar los desafíos transnacionales que
están reconfigurando el papel del Estado-nación frente a la seguridad y el ejerci-
cio de la plena soberanía de los ciudadanos en la actualidad. Este diálogo teórico
producido en los estudios internacionales aspiraba, tal como lo presenta Gon-
záles (2001), a la evolución conceptual tanto del realismo como del liberalismo
para facilitar la construcción de modelos analíticos más precisos y capaces de dar
cuenta de la diversidad de fenómenos observados en el sistema internacional.
Para ello, se parte de la perspectiva de autores como Keohane, Nye y Kenneth
Walz que dieron cabida a la pregunta de si “¿Pueden o no compensar las institu-
ciones internacionales los efectos de la anarquía?” (González, 2001, p. 17).
El artículo será estructurado como una revisión teórica implementando una
metodología cualitativa, es decir, una investigación documental en la que, según
Vargas (2011), la realidad es a criterio del investigador; se plantea la implica-
ción del sujeto en el objeto; y la realidad es estructural, interpretable y compleja.
Para llegar a una conclusión satisfactoria, se buscarán contraponer las distintas
perspectivas teóricas de modo que estas se complementen en el análisis de la
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bibliografía consultada y ofrezcan abordajes alternativos de un mismo fenóme-
no (Forni, 2010). Por ende, se seleccionarán el planteamiento neorrealista y el
neoliberal, se procederán a analizar los conceptos abordados en materia de segu-
ridad nacional e interés en ambos, se realizará una comparación y contraste para
identificar los puntos más oportunos en aras de afirmar o negar la hipótesis y se
integrarán las conclusiones obtenidas para brindar una conclusión más holística.
5. ANÁLISIS DE LOS PROCESOS
El primer cuestionamiento se centra en el futuro del Estado-nación como
principal responsable del establecimiento del orden y la paz internacionales. Tal
como se mencionó anteriormente, el realismo y su reinterpretación neorrealista
defienden un esquema de anarquía jerarquizada, en el cual los Estados continúan
siendo la unidad principal de análisis en las relaciones internacionales. En con-
traste, el enfoque neoliberal, especialmente el propuesto por Keohane y Nye,
sostiene que el mundo está cada vez más interconectado, lo que ha reducido la
absoluta soberanía estatal. La “interdependencia” y la cooperación internacional
se convierten, en este sentido, en elementos esenciales en un mundo globaliza-
do donde los actores no estatales juegan un papel cada vez más relevante. No
obstante, es crucial recordar que estos planteamientos operan sobre una base
netamente geopolítica, es decir, interpreta a partir de criterios mayoritariamente
ideológicos, culturales e históricos el concierto internacional. Sin embargo, en la
actualidad y especialmente en un contexto en el que se ocupa una política exte-
rior donde predomina el “capitalismo de Estado”, especialmente en los Estados
posmodernos (los cuales, paradójicamente, son aquellos que detentan la hege-
monía militar y económica), no se puede olvidar que la dinámica del mercado
redefine las bases de la autoridad estatal.
Siendo así, la integración regional y global, partiendo de criterios geoeco-
nómicos es imprescindible para el análisis, por lo que, al menos en este aspecto,
la balanza se inclinaría hacia el neoliberalismo. Cuando se infiere que el Esta-
do ya no dispone de los recursos necesarios para proteger adecuadamente a su
ciudadanía, no sólo frente a amenazas externas, sino también en su capacidad
de brindar un adecuado desarrollo humano, se está asumiendo que no existe el
suficiente movimiento de capital en el mercado nacional. Aquí se hablaría del
poder de las firmas multinacionales, por ejemplo. Y en la actualidad, la inversión
extranjera no solo está supeditada a acuerdos de cooperación, sino a la capacidad
de brindar seguridad jurídica producto de Estados con instituciones fuertes; he
aquí el planteamiento de Álvarez Calderón (2016) de que la hegemonía está
soportada en la tenencia de conocimiento, en dicho caso de tecnificación que
permita este desarrollo.
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Majone (2015) describe el dilema del reordenamiento internacional de la si-
guiente manera: si se desea mantener el Estado-nación se tiene que escoger entre
la política de masas y la integración económica mundial. Es decir, no se puede
tener una alta integración económica, un Estado-nación fuerte, en su sentido
realista, y una democracia participativa a escala global al mismo tiempo. Como
también ocurre en la Unión Europea, siempre se debe sacrificar uno de los tres
elementos, la inferencia común es que el elemento sacrificado sería la soberanía
y la preeminencia de una seguridad fundada menos en los intereses del Estado y
más en las agrupaciones y alianzas de índole económica.
Sin embargo, esto favorece el postulado de Álvarez Calderón (2016) acerca
de los actores estatales como aquellos que favorecen la figura del Estado, pues-
to que lo legitiman incluso pese a su crisis de eficiencia y respuesta en materia
de seguridad. Mas que una reconfiguración, como muchos autores la presentan,
para poder “internacionalizar” al Estado, puesto que esto modificaría el entendi-
miento del interés nacional y la voluntad general, un aumento de las capacidades
administrativas estatales a escala global de la forma en la que se está dimensio-
nando implicaría fundar un Leviatán que trascienda las fronteras nacionales y
que reduzca, aunque en apariencia pueda dar paso a una simulada pluralidad, la
intervención de los actores sociales. En vez de hacerse más pequeño el Estado, se
está haciendo más grande.
En síntesis, pese a que la interdependencia compleja fuerza a la cooperación,
las dinámicas en el concierto internacional seguirán estando fundadas en los
criterios objetivos de la naturaleza humana tal como los identificó Morgenthau
(1986).
5.1. ¿CÓMO AFECTARÍA ESTO A LA APLICABILIDAD DE LAS POLÍTICAS DE
SEGURIDAD Y DEFENSA DE LOS ESTADOS?
Un punto en el que coinciden gran parte de los autores de ambos lados es que
la seguridad nacional desde la interpretación actual puede resultar un concepto
ambiguo. El principal problema es que se enfrentan a amenazas de seguridad hu-
mana que van más allá de las capacidades materiales y jurídicas del Estado, pues-
to que mayoritariamente no son ataques ofensivos hacia la institucionalidad, y
que no se suelen situar en un área geográfica específica. Si la seguridad nacional
son las formas en que se combaten los antagonismos a través de la detección de
amenazas, los medios implementados serán mayoritariamente políticos. Pero tal
como se mencionó ut supra, la dimensión política se hace insuficiente frente a la
crisis, lo que amerita un enfoque multidimensional que realice una vinculación
con el desarrollo, es decir, integrar las políticas de seguridad y defensa con las
políticas de desarrollo para abordar las causas de los conflictos.
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Lo primordial dado el contexto es poner atención a la teoría económica para
explicar el accionar racional de los Estados, paradójicamente, el éxito de estas
políticas está supeditado al ejercicio de una buena gobernanza multinivel, la cual
se ve más dificultada por la dimensión de un poder supranacional, dado que esta
integración puede favorecer a los intereses de las grandes firmas en detrimento
de los ciudadanos.
Por ende, y cómo última parte del análisis se deben evaluar las consecuencias
de todos estos cambios dentro de los actores sociales. Uno de los más notorios
es, tal como se mencionó en el marco teórico, el auge de los nacionalismos. Esto
ha generado una paradoja ineludible: mientras por un lado fomenta la interde-
pendencia y la cooperación internacional, por otro lado, ha revitalizado aprecia-
ciones nacionalistas en muchas partes del mundo. El nacionalismo económico
puede llevar a la adopción de políticas proteccionistas que afecten el comercio
internacional y la estabilidad económica global, y en algunos casos, los gobier-
nos pueden recurrir a políticas exteriores más agresivas para reafirmar la iden-
tidad nacional y desviar la atención de los problemas internos dada su crisis de
eficiencia. El rechazo a la interdependencia genera aislamiento comercial, pero
la implicancia desmedida que no considera los diversos contextos políticos, so-
ciales y culturales, también es perjudicial para la construcción de esta seguridad
colectiva, lo que hace imposible replicar ejemplos como el de integración de la
Unión Europea.
Es menester considerar las implicaciones de que, en el contexto globaliza-
do actual, se vuelve más difícil escapar de las fauces del concierto internacional
multipolar que fuerza a la cooperación, y aún así, cada vez hay menos organiza-
ciones no gubernamentales y actores sociales que, de no ser en su mayoría, “gu-
bernamentales” o “cuasi-gubernamentales” carecen de la posibilidad de influir
en la política exterior estatal. Independientemente de la evolución que pueda
atravesar el aparato estatal, parece inevitable el terminar siendo absorbidos por
la fuerza superior de un Leviatán global.
CONCLUSIONES
El presente artículo ha explorado una posible reconceptualización de la se-
guridad nacional en un contexto globalizado, en función de la posible erosión
de la soberanía tradicional de los Estados-nación. De esta forma, se identificó la
obsolescencia del modelo hobbesiano en un sentido estatal, dado que el Estado-
nación, concebido como un Leviatán capaz de garantizar la seguridad interna
y externa, se enfrenta a desafíos transnacionales que superan su capacidad de
respuesta, y por ende amerita adoptar una nueva estructura, empleando la coo-
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peración internacional como un medio para ello, que le permita adquirir una
característica supranacional de defensa.
También se concluyó que la globalización ha generado una tensión entre la
necesidad de preservar la soberanía nacional y los beneficios de la cooperación
internacional, haciendo énfasis en las perspectivas neorrealistas y neoliberales.
La creciente interdependencia económica y la aparición de actores no estatales
han debilitado la capacidad de los Estados para actuar de manera unilateral, y
paradójicamente también refuerzan la legitimidad del Estado como actor en el
ordenamiento político. Asimismo, estas políticas cooperativas entre los Estados
han afectado la percepción sobre la identidad nacional, generando un resurgi-
miento de los nacionalismos, lo que plantea nuevos desafíos para la seguridad
internacional.
Finalmente, la presente revisión teórica permite reafirmar la hipótesis acerca
de que la seguridad nacional en el siglo XXI requerirá de un enfoque más holís-
tico y multidimensional, que integre elementos militares, civiles y de desarrollo,
con la finalidad de reforzar las instituciones y promover la gobernanza global
para abordar los desafíos comunes que de otra forma serían irrefrenables.
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