Cultura emprendedora en jóvenes universitarios
de Guadalajara, México
Borrayo
Rodríguez, Carmen Leticia*
Valdez Zepeda, Andrés**
Delgado Melgarejo, Blanca***
Resumen
Los nuevos desafíos del
mundo de hoy, exigen que los jóvenes universitarios se dispongan a volcar hacia
la sociedad todos sus talentos, aptitudes, habilidades, inteligencia y voluntad
que les permitan desarrollarse como futuros emprendedores. En este sentido el
objetivo del presente estudio consiste en identificar la cultura emprendedora de los jóvenes de la
Universidad de Guadalajara, México, para promover un modelo universitario
orientado a la formación de emprendedores. Se realizó un estudio cuantitativo-comparativo
en el proceso de profesionalización de los estudiantes del Centro Universitario
de Ciencias Económico Administrativas de esa universidad, entre 2016-2017. Los
resultados obtenidos demuestran que al inicio los estudiantes a pesar de las
limitaciones en el dominio temático, muestran una actitud proactiva hacia el
emprendimiento, sin embrago, después de dos años de estancia en la institución,
se puede identificar desmotivación hacia esa actividad, motivándoles más conseguir un buen empleo. El mayor
obstáculo para emprender es el miedo a fracasar (29,2%),
seguido del factor económico (28,4%) y falta de apoyo y asesoría profesional (28,4%).
Asimismo, los conocimientos y experiencia en los negocios (43,1%), tendría mayor
impacto en la cultura emprendedora, En conclusión, se
deben proponer estrategias curriculares y formativas para promover un modelo
universitario orientado a la formación de emprendedores.
Palabras clave: Emprendimiento;
estudiantes universitarios; cultura emprendedora; estrategias; Universidad de Guadalajara.
Entrepreneurial culture in young
university students of Guadalajara, Mexico
Abstract
The new challenges of today's world demand that young university students
prepare to turn towards society all their talents, aptitudes, skills,
intelligence and will that allow them to develop as future entrepreneurs. In
this sense, the objective of this study is to identify the entrepreneurial
culture of young people from the University of Guadalajara, Mexico, to promote
a university model oriented to the training of entrepreneurs. A
quantitative-comparative study was carried out in the process of
professionalization of the students of the University Center of Administrative
Economic Sciences of that university, between 2016-2017. The results obtained
show that at the beginning the students, despite the limitations in the
thematic domain, show a proactive attitude towards entrepreneurship, however,
after two years of staying in the institution, you can identify demotivation
towards that activity, motivating them more to get a good job. The biggest
obstacle to entrepreneurship is the fear of failure (29.2%), followed by the
economic factor (28.4%) and lack of support and professional advice (28.4%).
Likewise, knowledge and experience in business (43.1%), would have a greater
impact on the entrepreneurial culture. In conclusion, curricular and training
strategies should be proposed to promote a university model oriented to the
training of entrepreneurs.
Key words: Entrepreneurship; university students;
entrepreneurial culture; strategies; University of Guadalajara.
Introducción
En este mundo
globalizado de hoy, existen desafíos que requieren de los jóvenes universitarios
mayor disposición a volcar hacia la sociedad sus talentos, habilidades, aptitudes
y esfuerzo que les permitan desarrollarse como futuros emprendedores, puesto
que “el emprendimiento es un fenómeno que contribuye de forma significativa en
el desarrollo socioeconómico de una región” (Suárez, Suárez y Zambrano, 2017,
p.24).
Es por ello que, en los últimos años el emprendimiento se ha
convertido en una asignatura significativa en la formación escolar. En general,
las políticas globales enfatizan entre la población, con falsedad, que
emprender es solo iniciar algún negocio, tener alguna idea para crear una
empresa lucrativa o elaborar un plan de negocios y ponerla en operación. Todo ello
reducido al ámbito de la empresa, el comercio y el negocio. Pero emprender es
algo mucho más que eso.
Si se revisa el diccionario de la Real Academia Española
(2018, sp.), se encuentra que el término emprender proviene de dos raíces
latinas, el prefijo in “en” que significa “hacia adentro” y el sufijo prehendere que significa “atrapado” prendido o tomado. Por tanto
significa: “Acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente
si encierran dificultad o peligro”. De esta forma, emprender está relacionado
con la idea de empezar a hacer algo difícil o arduo que implica cierto riesgo.
Asimismo, este término está muy relacionado con el vocablo
francés entrepreneur que fue
utilizado desde el siglo XVI para describir a los aventureros que venían al
nuevo mundo en búsqueda de oportunidades. También se consideraban emprendimientos
las grandes expediciones militares de esa época(1). En este sentido,
bien se puede decir que uno de los primeros emprendedores de América fue
Cristóbal Colón, quien se aventuró a iniciar un gran viaje a lo que se creía
era la India, en búsqueda de nuevos territorios y riquezas, aunque parezca
pretencioso.
Hoy en día, el término emprender significa crear o iniciar
algo, implica la actitud y
aptitud de toda persona o grupo que decide iniciar un nuevo proyecto,
aprovechando ciertas oportunidades y poniendo en práctica las ideas que tiene.
El emprendimiento no solo se refiere a los negocios y a las empresas, sino que
se puede aplicar a todas las áreas del desarrollo personal y nacional. De esta
forma, se puede hablar de emprendimiento social, cultural, académico y empresarial,
entre otros.
Al respecto, en este escrito, se habla de uno de los más
grandes emprendimientos del hombre que es muy importante para su vida y que
como ya se ha dicho, implica esfuerzo, incertidumbre y riesgo, pero que también
genera, en muchos de los casos, buenos resultados y grandes satisfacciones personales
y sociales, como es el emprendimiento desde lo académico o universitario.
En este sentido el objetivo de la presente investigación consiste en identificar la cultura emprendedora de los jóvenes de la
Universidad de Guadalajara, México, para promover un modelo universitario
orientado a la formación de emprendedores. Para lo cual se realizó un estudio comparativo,
en el proceso de profesionalización de los estudiantes del Centro Universitario
de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA) de la Universidad de Guadalajara,
México, entre los años 2016-2017.
El proceso metodológico se llevó a cabo a partir de una
encuesta de tipo cuantitativa realizada al universo de los alumnos del ciclo
2016-2017 del referido CUCEA (17.594), tomando una muestra aleatoria simple, la
operación dio como resultado un tamaño de 376 estudiantes, utilizando un 95% de
confiabilidad. Adicionalmente, para la muestra se tomó en cuenta que los
estudiantes tuvieran un nivel educativo de licenciatura, además del interés por
el desarrollo social de su localidad y del país. No se consideró la clase
social para realizar esta encuesta.
1. El concepto de emprendimiento, emprendedor y cultura
emprendedora
El individuo,
solo o en grupo, siente que con la ejecución de un proyecto como
emprendimiento, satisface alguna necesidad personal, que representa su sueño,
anhelo, ilusión y que logra materializar, pues se convierte en proveedor de algún
bien o servicio que satisface las necesidades de la sociedad, pero a su vez, obtiene
beneficios derivados de la gestión de esa actividad, que son disfrutados
plenamente por la familia (Gutiérrez, Romero, Díaz y Sulbarán, 2017). En este
sentido, “el emprendimiento como disciplina
estudia por lo regular el por qué, cuándo y cómo de la creación, reconocimiento
y utilización de la oportunidad” (Szirmai, Naudé y Goedhuys, 2011, p.4).
El tema del emprendimiento según Formichella (2004), “ha
sido tratado desde la Teoría Económica Clásica con Adam Smith bajo el término
“businness management” (p.10), sin embargo dicha teoría no es totalmente afín
con el fenómeno del emprendimiento puesto que se inicia desde la Economía, la
cual optimiza lo que ya existe.
Por su parte, el concepto de emprendedor, en francés
“entrepreneur”, se introdujo en la literatura económica por primera vez por
Richard Cantillón en el siglo XVIII, quien lo define como el individuo que
compra los medios de producción a ciertos precios y los combina en forma
ordenada para obtener de allí un nuevo producto (Castillo, 1999). La definición
anterior conceptualizó al emprendedor desde una perspectiva capitalista por lo
que una distinción es realizada posteriormente por el economista J. B. Say, que
señaló que el emprendedor “es un líder que previene y toma riesgos, evaluando
proyectos y su importancia no solo concierne a aspectos individuales sino
también para toda la sociedad, pues moviliza recursos para lograr productividad”
(Faltin, 1999, p.190).
En 1880, Alfred Marshall expone que los factores de
producción son cuatro: Tierra, trabajo, capital y organización o factor
coordinador; respecto a este último factor, “el autor Mill -de origen británico-
sostiene que es llevado a cabo con ciertas habilidades y destrezas no comunes a
las cuales denomina “entrepreneurship” (Formichella, 2004, p.11).
De acuerdo a Faltin (1999), “la distinción entre
“capitalista” y “entrepreneur” fue retomada por Joseph Schumpeter, quien señala
que el emprendedor tiene una idea, funda un negocio y emplea trabajadores; el
capitalista tiene dinero, compra una empresa para incrementar el capital
invertido” (p.190). En la “Teoría de la Dinámica Económica”, Schumpeter establece
conceptualmente que el emprendedor es un innovador (Zsuzsanna y Herman, 2012);
es decir, que de acuerdo a la tradición Schumpeteriana: si el individuo no es
innovador tampoco es emprendedor (Szirmai et al., 2011); ellos crean trabajos a
partir de la actividad innovadora y cambian así la economía del mundo (Krauss,
2011), por lo que en tal teoría se expresa, que poseen habilidades dinámicas
que se diferencian de las capacidades ordinarias de los capitalistas o
administradores (Teece, 2016).
Al respecto, los emprendedores de acuerdo a dicha teoría,
llevan a cabo un mecanismo llamado “destrucción creativa” por medio de sus
innovaciones, provocando un desequilibrio económico que a su vez permite la creación
de otras innovaciones, y con ello se genera crecimiento y desarrollo (Drucker,
1985). Por lo tanto, este autor define al emprendedor como aquella persona que
innova, y señala que ser emprendedor es una conducta que se puede aprender, y
no se debe limitar a lo económico exclusivamente.
Por otro lado, el emprendimiento se caracteriza para ciertos
autores, por asumir riesgos para aprovechar oportunidades, esperando con ello generar
utilidades, incorporando aspectos sociales y personales de los individuos que
requieren ciertas actitudes ante el contexto en el cual se desenvuelve (Acosta,
Zárate y Ibarra, 2014). Sin embargo para otros, el emprendimiento se concibe
como la combinación entre actitudes y capacidades para desarrollar nuevos
proyectos de manera creativa, pero de cualquier índole, es decir que no
necesariamente está relacionado con lo lucrativo o beneficio económico
(Sanabria-Rangel, Morales-Rubiano y Ortíz-Riaga, 2015). Desde este enfoque “un
emprendedor podría ser cualquier colaborador en una empresa o un gerente”
(Krauss, 2011, p.29), incluso un individuo en busca de resolver problemas de
una sociedad (Santiago, 2014).
En consecuencia se podría hablar de una tipología de
emprendimiento. En este sentido, se utilizan diferentes términos para
clasificarlo, por ejemplo: El emprendimiento productivo, el improductivo, el
tradicional o replicado, el innovador, el formal e informal, todos ellos definidos
por diversos teóricos (Fuentelsaz y Montero, 2015). Por su parte Westlund
(2010), asume la existencia de seis esferas o formas de emprendimiento: Emprendimiento
económico, social, civil, político, académico y finalmente el emprendimiento innovador
o lo opuesto al replicado; todas estas formas, indica, se encuentran
interactuando y produciendo impactos de manera mutua.
Asimismo, existen tres acercamientos conceptuales que se
distinguen en las teorías del emprendimiento: La primera, se enfoca en la
función emprendedora; la segunda, en la formación de empresas; y la tercera, en
la operación de las mismas. La perspectiva funcional se centra, por
consiguiente, en los actores que toman decisiones sobre inversiones, producción,
innovación, investigación y desarrollo; por lo cual, desde el ámbito
psicológico, se habla del dinamismo, la creatividad y la originalidad del
emprendedor (Szirmai et al., 2011). Asimismo, Henry, Hill y Leitch (2005), los
distinguen como: a) educación sobre emprendimiento, b) educación para emprender,
y c) educación en la empresa; la educación sobre emprendimiento abarca las
habilidades, actitudes y valores que el emprendedor se supone debe poseer.
Como ya se ha comentado antes, la palabra emprendimiento
deriva del término emprender, que puede ser definido como la acción de crear.
Alguien que transforma una idea en un proyecto concreto aplicado, mismo que
genera resultados benéficos para una persona o grupo social. Alguien que es
capaz de acometer algo, de inventar, innovar, crear, transformar, revolucionar
o modificar el actual estado de las cosas para crear algo nuevo, distinto o
diferente en calidad o en cantidad.
Así se tiene que: En el ámbito económico, un emprendedor es
una persona que inicia su propio negocio, genera empleos y aporta valor, mismo
que beneficia a la sociedad. Es decir, quien descubre o identifica una
oportunidad o idea de negocio, poniéndola en operación con pasión, entusiasmo y
determinación. En el ámbito social, es una persona que tiene una o varias ideas
comunitarias y logra transformarlas en organizaciones, instituciones o
movimientos en beneficio de un determinado grupo social. Es decir, alguien que
aplica su talento y esfuerzo personal para generar un bien común. Finalmente, en
el ámbito político, es el que hace que las cosas sucedan, convirtiendo un ideal
o propuesta política en un programa, proyecto o política pública en beneficio
de la sociedad. Esto es, quien logra que sus sueños y el de los demás puedan
convertirse en realidad, transformando un problema o desafío en oportunidad.
En este sentido, sostienen Neck y Greene (2011): “El
emprendimiento es calificado como un proceso complejo, caótico y que carece de
linealidad para capturar la oportunidad correcta, en el tiempo correcto y con
las razones correctas” (p.55); y por ello, de acuerdo a Acosta et al. (2014):
“Requiere de una actitud que haga frente al contexto social, con el objetivo de
analizar los multiples factores que condicionan la decisión de llevar a cabo el
proceso de emprendimiento” (p.139); esa actitud es
parte de una cultura emprendedora.
Al respecto, el término “cultura emprendedora” se refiere al
conjunto de creencias, valores, cualidades, conocimientos y competencias
necesarias, que posee una persona o grupo social, para iniciar y gestionar un
determinado proyecto concreto o su rumbo profesional. También puede ser
definida como el conjunto de símbolos, actitudes, habilidades, significados,
formas de comunicación y organización social, orientados a crear y desarrollar
ideas que se transforman en proyectos relevantes que crean valor y generan
beneficios. En ese sentido, la cultura emprendedora implica tener iniciativa,
vencer temores y llevar una idea a la realidad, materializándola a través de un
esfuerzo creativo e innovador. De allí que la educación sobre emprendimiento se
basa en enseñar todas las habilidades para la formación de esa cultura en los
individuos.
Por su parte, el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas
en inglés) indica que para el año 2020 el Top 10 de habilidades emprendedoras
necesarias para enfrentar el contexto serán: Resolución de problemas complejos,
pensamiento crítico, creatividad, gestión del capital humano, coordinación con
otros, inteligencia emocional, toma de decisiones, orientación de servicio,
negociación así como la flexibilidad cognitiva (Weicht, 2018).
Finalmente, Hernández, González y
Herrera (2016) señalan que: “En todos los marcos conceptuales, un supuesto básico
que no ha cambiado, es que la actividad emprendedora es el resultado combinado
de percibir una oportunidad de negocio, la capacidad (motivación y habilidad)
para actuar y las condiciones del entorno” (p.18).
1.1. Implicaciones del emprendimiento
Emprender es una actividad racional, propia del homo sapiens que lo identifica y lo
diferencia de otras especies. Supone, una acción que se acompaña en el camino
de diferentes emociones y que además es producto del instinto del ser humano.
Es decir, instinto, razón y emoción se ponen en juego en el proceso de
emprendimiento.
En ese sentido, implica iniciar o comenzar algo nuevo en la
vida de un individuo, desde muy temprana edad. Admite tener una idea nueva y
ponerla en operación en los diferentes aspectos de su vida. También conlleva invertir
recursos, ya sea dinero, tiempo o esfuerzo. Además, emprender significa tener
una visión a futuro, el saber sembrar para, en un futuro, poder cosechar. Asimismo,
lleva consigo un cálculo y un análisis: Un cálculo, sobre beneficios así como
riesgos de emprender; y un análisis, sobre circunstancias y contextos que
rodean la decisión, que favorecen o desfavorecen el proyecto de emprendimiento.
Todo emprendimiento a su vez supone cierta incertidumbre,
puesto que no hay garantía de buenos resultados. En este sentido, implica un
riesgo. Además, comprende toma de decisiones, y una adecuada administración del
tiempo, así como la existencia de problemas, dificultades y diversos esfuerzos
para superarlos. De igual forma, implica detectar ciertas oportunidades y
lograr ventajas competitivas puesto que, generalmente, un emprendedor busca
crear valor y trata de ser mejor que la competencia. Finalmente, emprender también
supone la posibilidad de fracasar, de encontrar problemas en el camino y no
poder superarlos.
2. La carrera profesional como emprendimiento
Cuando un estudiante decide iniciar una carrera profesional,
ha iniciado el mejor emprendimiento que se puede realizar en la nueva sociedad
de la información y el conocimiento. Por cuanto, implica tomar una decisión que
impactará el resto de la vida. Porque ser
médico, abogado, ingeniero o administrador de empresas, supone una vocación y
un esfuerzo especial para adquirir los conocimientos, las habilidades, las
destrezas y las competencias necesarias para desarrollar la profesión exitosamente.
De igual forma, se involucra a la razón, al instinto y a la emoción de cada
persona en esta trascendental decisión de iniciar y concluir una carrera profesional,
que durará algunos años (4 o 5 en promedio) y supondrá un esfuerzo adicional
por parte del estudiante.
Una carrera profesional supone una inversión de tiempo para
asistir a clases, realizar tareas, elaborar proyectos e investigaciones,
presentar exámenes y poder titularse, aunado a los requisitos de prestar el servicio
social obligatorio y realizar prácticas profesionales, que son necesarias en
varias instituciones para poder graduarse. También conlleva realizar ciertos
gastos económicos para cancelar desde las aportaciones y cuotas a la
institución educativa, hasta pago de traslados, libros, cuadernos, computadora
y materiales de estudio, así como trabajos diversos. Es decir, implica una
inversión de recursos económicos para cubrir los gastos de los estudios y del proceso
de titulación.
De igual manera, comprende un gasto de energías y un
esfuerzo importante para estudiar, concentrarse, resolver problemas, realizar
investigación, memorizar, crear proyectos y leer mucho, entre otras cosas, así como
cierta incertidumbre de no concluir los estudios, o reprobar, o no poder salir
adelante con las diferentes asignaciones, trabajos y pagos, en general, supone
que puede haber un fracaso, mismo que puede manifestarse en forma de
reprobación, abandono o deserción escolar.
Asimismo, la carrera profesional para las personas que
deciden realizar tal actividad educativa, implica un cálculo en el que se
apuesta con la idea de formarse académicamente y tener un mejor futuro. En este
sentido, la carrera se convierte en una inversión personal, familiar y social
muy importante, cuyo objetivo central es lograr un alto retorno de la inversión,
debido a que las personas estudian con el objetivo de prosperar y tener un
mejor porvenir.
De acuerdo con Westlund
(2010), el emprendimiento académico conlleva
el descubrimiento, la evaluación y explotación de oportunidades que pueden
traducirse en negocios, patentes, capital social y colaboraciones con la
industria o con el sector público. Es decir, estudiar una carrera profesional
es la mejor empresa que una persona puede emprender y la mejor inversión que
como sociedad se pueda hacer. De esta forma, realizar algún estudio profesional
es el mejor ejemplo de emprendimiento que pueda desarrollar el ser humano.
3. De emprendedor académico a empresario
Hasta este momento se ha revisado las características
distintivas del emprendimiento en su relación con la formación académica de las
personas. Se ha dicho que la carrera profesional, incluyendo los estudios de
postgrado, doctorado, entre otros. Se constituyen en uno de los emprendimientos
más importantes que realiza el ser humano. Se ha agregado que emprender implica
realizar una inversión, un esfuerzo especial durante un largo tiempo, tener
determinación, correr el riesgo y esperar generar ciertos beneficios futuros, puesto
que aunque se fracase, el aprendizaje obtenido en ese esfuerzo, ya implica un
crecimiento como persona.
Ahora bien, lo que se requiere es impulsar el tránsito en el
tipo de emprendimiento, de ser un emprendedor académico a un empresario, con el
fin que el profesionista no egrese de la Universidad con la idea de buscar un
empleo, sino de ser un empleador. Es decir, se hace necesario conocer los
requerimientos mínimos y el proceso para lograr tal transformación, entre los
que se pueden citar:
En primer lugar, se requiere voluntad,
valor, decisión, pasión y metas claras. Voluntad, para realizar un nuevo
inicio; valor, para atreverse, así como tener la valentía de emprender una
nueva aventura en la vida; decisión, de abandonar la zona de confort y emprender
un nuevo viaje; pasión, por hacer lo que se emprende con entusiasmo y emoción; y
finalmente, tener metas claras sobre lo que se requiere hacer y cómo se debe
hacer.
En segundo lugar, se requiere tener o crear una idea del
emprendimiento que se va a iniciar y contar con un plan de negocios. Para ello,
se recomienda realizar un diagnóstico o investigación sobre el mercado
objetivo, la oportunidad de negocios y un análisis de la competencia; asimismo
definir objetivos y estrategias, incluyendo la propuesta de valor, definir el
punto de equilibrio, el estudio de mercado y de rentabilidad, así como definir
la misión y la visión del negocio.
En tercer lugar, es importante contar con algún capital
semilla o financiamiento para el inicio y desarrollo del negocio en su primera
etapa. También contar con los recursos humanos y tecnológicos, así como con la
infraestructura y el equipo necesario para poder operar.
En cuarto lugar, es necesario contar con los permisos y las
licencias correspondientes y hacer todos los trámites legales requeridos para
llevar a cabo el negocio de manera funcional, incluyendo, si es necesario, el
registro de la marca del negocio y los derechos respectivos de propiedad industrial.
En quinto lugar, se requiere dedicación, esfuerzo y contar
siempre con una mística de éxito. Si hay problemas, resolverlos de inmediato y
si hay “caídas o descalabros”, es importante persistir en el esfuerzo o cambiar
de rumbo o estrategia del emprendimiento hasta lograr el objetivo buscado.
En suma, el proceso de formación de un empresario parte de
la idea de negocio, seguido del análisis de oportunidades y del estudio del
mercado y de la competencia. Después, se requiere ejecutarla de manera creativa
y saber vender la idea, colocándola en operación. Finalmente, se pasa a la etapa
de crecimiento y consolidación del negocio.
3.1. Pérdida del espíritu emprendedor
Si los profesionistas son emprendedores por naturaleza, ¿por
qué muchos pierden este espíritu emprendedor al salir o egresar de la
universidad ¿Por qué muchos buscan un empleo o no inician con un negocio al
egresar de la institución? ¿Qué hace la institución escolar para “castrar” el
espíritu emprendedor de sus estudiantes? A continuación, se presentan algunas
respuestas a estas interrogantes formuladas a manera de hipótesis.
H1. La escuela no prepara
suficientemente ni motiva al alumno para el emprendimiento: De hecho, la misión
de la universidad generalmente es formar profesionistas, no necesariamente
empresarios. Al egresar, muchos de los profesionistas buscan una ubicación en
el mercado laboral como empleados y pocos realmente optan por la creación de
algún negocio.
H2. La escuela
genera una zona de confort, acostumbrando al alumno a lo seguro y no lo prepara
para saber enfrentar con éxito la incertidumbre y el riesgo: De esta forma, el
egresado prefiere la seguridad del salario, aunque sea poco, que la
incertidumbre de la inversión.
H3. Al egresar el
alumno no tiene los recursos económicos suficientes para iniciar un negocio y
también desconoce las alternativas de financiamiento existentes, por lo que
considera que su única opción es la búsqueda de un empleo que le permita
sobrevivir. Además, el costo económico para el emprendimiento formal
generalmente es alto, tanto las tasas impositivas y fiscales existentes, así
como el pago de salarios y prestaciones de empleados, la infraestructura, el
equipo y el mobiliario que se requiere para iniciar un negocio, resultan
sumamente gravosas para un recién egresado de la universidad. De esta forma,
sin recursos para invertir y sin opciones de financiamiento o con limitantes
para ser beneficiario de algún crédito, el egresado mejor opta por buscar
trabajo.
H4. El ecosistema
emprendedor es inexistente o muy endeble, por lo que el egresado no ve opciones
reales en el emprendimiento y, por lo tanto, prefiere la búsqueda del empleo, que
el enfrentarse solo al “vendaval del
emprendimiento”.
H5. Muchos de los
egresados tampoco cuentan con la experiencia y el apoyo de su familia para
iniciar un emprendimiento, puesto que también han sido empleados y desconocen
el mundo de la creación y desarrollo de los negocios.
Finalmente, si no hay una escuela que prepare y motive a los
alumnos para el emprendimiento, ni tampoco existe una experiencia familiar en
esta materia, que le sirva de apoyo económico y sustento experiencial al emprendedor,
ni existe un ecosistema emprendedor que facilite el tránsito de la escuela a la
empresa, entonces el resultado que se puede esperar es muy pobre en materia de
emprendimiento.
4. Diagnóstico de la cultura emprendedora en las Universidades Públicas
De acuerdo con los resultados obtenidos de la encuesta realizada a los jóvenes
del CUCEA, tal como se muestra en el Gráfico I, la
mayor frecuencia de participación en esta se observa en los estudiantes de
edades comprendidas entre los 18 a 22 años con un 87% del total, destacando la
participación de aquellos que tienen 20 años con un 38% de los encuestados totales.
Por tanto, se podría inferir que en su mayoría, considerando la edad, estos jóvenes
mostrarían algunos de los elementos o requerimientos para llevar a cabo la
actividad emprendedora como son: Voluntad, valor,
decisión, pasión, entre otros.
Fuente: Elaboración propia, 2019.
Gráfico I. Participación de jóvenes en la encuesta por edad
Este resultado concuerda con el hecho que a pesar de que el emprendimiento
se puede dar en diferentes etapas de la vida, la encuesta muestra un consenso con
un 56,2% que la edad apropiada para emprender está en los adultos y jóvenes
entre los 18 a 35 años; mientras, el 40% afirma que la edad no importa.
En lo que respecta al nivel educativo, la mayor participación la
obtuvieron los jóvenes que estudian licenciaturas (Administración, Contaduría, Mercadotecnia,
Negocios Internacionales, entre otras) referentes al ámbito
económico-administrativo, con una participación del 92% en la encuesta, y el 8%
restante fueron estudiantes que se encuentran cursando carreras de otros ámbitos.
Al respecto se tiene que generalmente las carreras más a fines para desarrollar
emprendimientos, son las relacionadas con aspectos económicos y administrativos,
por cuanto como ya se dijo anteriormente, presentan mayor ventaja en cuanto a los
requerimientos y saberes sobre negocios.
De igual manera se consideró importante indagar acerca de la motivación
de estos jóvenes para emprender una carrera profesional, encontrando que como
se puede apreciar en el Gráfico II, el 61,1% de los encuestados respondió que
es importante estudiar para estar preparado y enfrentar las demandas del
mercado laboral; un 23,3% comentó que les motiva estudiar para poder crear un
negocio propio; en tanto que el 12,9% asentó que estudian con la finalidad de
conseguir un buen trabajo y el porcentaje restante se siente motivado a
estudiar para salir del país con alguna preparación.
Fuente: Elaboración propia, 2019.
Gráfico II. Motivación hacia el estudio
A pesar que se ha implementado una cultura del emprendimiento en el
CUCEA, aún el pensamiento y motivación de la mayoría de los jóvenes está relacionado
con emprender una carrera profesional, con la finalidad de conseguir un buen
empleo, por lo cual se debe crear un modelo dentro de los planes educativos,
que incremente el número de estudiantes con el pensamiento hacia emprender
negocios y no solo alentarles con eventos.
Por otro lado, con respecto a
la idea del emprendimiento, ya definida anteriormente por varios autores, en el
ámbito estudiantil o académico, es un concepto que tiene varias referencias, como
se puede apreciar en el Gráfico III, entre las que destacan: El 47,9% de los
estudiantes cree que emprender es implementar el uso de las tecnologías de la
información en un negocio; en contraste, un 26,6% cree que emprender es detectar
aquello que carece de algo, mejorarlo y ofrecerlo al mercado y al final solo un
16,9% cree que el emprendimiento es crear un negocio. En ese sentido, son pocos
los que corroborando
la tesis de Gutiérrez et al. (2017), consideran que el emprendimiento consiste en materializar un sueño,
anhelo, o ilusión, asumiendo riesgos para aprovechar
oportunidades, esperando con ello generar utilidades.
Fuente: Elaboración propia, 2019.
Gráfico III. Definición de emprendimiento
Aun cuando de acuerdo a los
resultados de la encuesta, la mayoria de los jovenes universitarios
entrevistados les gustaría emprender y consideran que es muy importante realizarlo,
existen diversos factores que dificultan esta actividad. Al respecto, algunos estudiantes
respondieron que no emprenden por falta de dinero, mientras que otros piensan
que se debe a la falta de preparación, asimismo algunos consideraron que dicha
actividad no se realiza por miedo a la críticas, o porque se piensa que la idea
no es buena, por el miedo al robo de ideas, o sencillamente el ambiente no es
motivante.
En este sentido, tal como se muestra en el Gráfico IV, los estudiantes
opinaron con un 29,2% que el mayor obstáculo para emprender es el miedo a
fracasar, seguido del dinero con un 28,4%; la falta de apoyo y de asesoría
profesional figura dentro de estos obstáculos con también un 28,4%, y el
restante consideró la pereza así como la falta de tiempo. Con ello se demuestran
algunas de las implicaciones de desarrollar la actividad de emprendimiento.
Fuente: Elaboración propia, 2019.
Gráfico IV. Obstáculos
para el emprendimiento
Por otro lado, se encontró que el 75,9% de los encuestados ha creado o
llevado a cabo algún negocio en los últimos dos años, lo cual demuestra un
índice elevado, cabe destacar que se consultaron los estudiantes desde semestres
iniciales (2016) y hasta finales de 2017, cuando ya tenían dos años en el CUCEA,
por lo cual se indagó acerca de los factores que influyen en el proceso de
emprendimiento, que tal como se puede apreciar en el Gráfico V son variados,
sin embargo el que tiene un impacto mayor está relacionado con los
conocimientos y experiencia avanzada en los negocios, representando un 43,1%,
seguido por el apoyo económico con un 30,4%, asimismo el apoyo moral y
profesional de las personas que les rodea, tiene impacto de algún modo con un
14,5% y finalmente, se encuentran la confianza hacia el emprendedor y la
necesidad de obtener ingresos, con un 6% respectivamente.
Fuente: Elaboración propia, 2019.
Gráfico V. Factores influyentes
en el proceso de emprendimiento
Se posee un pensamiento generalizado acerca del emprendimiento que
muestra que solo con ideas nuevas se puede emprender, sin embargo, la encuesta
refleja que el 39,8% de los estudiantes piensa que la innovación es mejor
manera para emprender, seguido de patrocinadores con un 20,4%, lo cual vuelve a
enfatizar en la idea que, a pesar de tener una buena propuesta, el apoyo
económico es un factor importante en el desarrollo de una cultura emprendedora.
Por otra parte, se indagó acerca de si teniendo un trabajo, estarían
dispuestos a renunciar a este para comenzar un proyecto de negocio, a lo cual los
encuestados respondieron en un 49% con afirmación, es decir que renunciarían a
su trabajo actual por iniciar un emprendimiento, y un 31,8% en duda de aceptar
ese riesgo, manifestando que tal vez dejarían su trabajo por emprender un nuevo
negocio, lo que en su mayoría demuestra una respuesta favorable en pro de una
cultura emprendedora (ver Gráfico VI).
Fuente: Elaboración propia, 2019.
Gráfico VI. Dejar
trabajo actual por emprendimiento
De la misma forma, a un 79,9% de los estudiantes encuestados les gustaría
comenzar sus proyectos de emprendimiento en la localidad donde viven, lo que
demuestra un alto sentido de pertenencia a la comunidad; en contraste a lo
anterior, al 11,4% le gustaría emprender en otro país y a un 8,7% le gustaría
emprender sus ideas en otro estado diferente al que residen.
Asimismo, de acuerdo a la cultura mexicana, el apoyo con amigos, familia
o personas que comparten ideas similares, es un factor que determina la actitud
que la persona tomaría ante la idea de emprendimiento, es por esto que a un 43,9%
de los encuestados le gustaría formar un equipo de trabajo con personas que sean
de beneficio para el proyecto; un 29,5% con individuos que compartan la idea y
un 18,6% les gustaría emprender los proyectos de manera individual.
En ese mismo orden, emprender una idea necesita de tiempo, dedicación, y
apoyo para poder hacerla realidad. No todas las instituciones ofrecen apoyos
para lograr este objetivo y la encuesta reveló que el 49,9% de los estudiantes
cree que el mejor medio para brindar apoyo a los emprendedores es a través de
las redes sociales, puesto que es fácil su acceso y cualquier persona puede
utilizarlas; mientras que el 39% afirma que las instituciones educativas son el
mejor medio para brindar el apoyo y un porcentaje menor cree que pude darse por
medio del periódico, la radio, o la televisión (ver Gráfico VII).
Fuente: Elaboración propia, 2019.
Gráfico VII. Medio para
brindar apoyo a las personas con espíritu emprendedor
Con respecto a las fuentes de financiamiento, considerada como pilar fundamental
para el emprendimiento, el 33,1% de los jóvenes afirmaron que emprenderían sus
proyectos con los ahorros propios, un 16,4% buscarían apoyo del gobierno, el 15,7
en incubadoras y el 14,2% se financiaría a través de un banco. Específicamente en
cuanto al apoyo del gobierno se obtuvo como resultado que una porción
considerable de estudiantes (45,4%) piensa que el gobierno brinda el apoyo necesario
para comenzar los proyectos de emprendimiento.
Siguiendo con el punto del gobierno, existe un 38,6% de los jóvenes
entrevistados que piensa que el gobierno transmite apoyo, seguimiento y
confianza en los proyectos de las incubadoras, un 18,2% afirma que el gobierno ofrece
la posición de innovación y creatividad frente a los proyectos, en tanto que un
17,7% de los estudiantes observa confusión en cuanto a la postura del gobierno
al tema del emprendimiento y un 14.9% siente inseguridad, incertidumbre y
desconfianza.
Por otro lado, en relación a la actividad de emprendimiento a partir de las
instituciones educativas, los estudiantes creen que es una buena alternativa
que egresando de la universidad se puedan emprender proyectos, con un
porcentaje del 91,6%, aunque este porcentaje baja al preguntar directamente si
al salir de la universidad emprenderían un negocio, obteniendo una respuesta
neutra con un 41% y un 27,6% que es probable que lo hagan. Esto viene ligado al
pensamiento que el emprendimiento es la opción más viable para el desarrollo,
el cual los estudiantes afirmaron con un 79,6%.
Finalmente,
los jóvenes ven un nivel medio-bajo de cultura de emprendimiento dentro
de su ambiente escolar con un 81,1%, lo que da a pensar que a pesar de que vean
como una buena alternativa emprender negocios propios saliendo de la carrera,
el ambiente no favorece a esta idea. Los jóvenes necesitan conocer historias de
éxito de los propios alumnos de la universidad para motivarse y esto lo afirma
el 61,3% de los estudiantes, debido a que creen que esa es la mejor manera para
evaluar el esfuerzo de las universidades en relación al tema de emprendimiento,
seguido por las herramientas de diagnóstico para conocer el nivel de
emprendimiento con un 33,4%.
Conclusiones
El ser humano es un emprendedor por naturaleza, puesto que gracias a su
capacidad emprendedora ha podido construir grandes obras y ha alcanzado materializar
muchos de sus sueños. Dentro de uno de los más grandes emprendimientos del ser
humano, se encuentra el desarrollo de la institución escolar y universitaria
encargada de la formación y capacitación profesional. En este sentido, quien
decide estudiar una carrera profesional es ya un emprendedor que dedica una
serie de esfuerzos, recursos y tiempo para formarse y así poder adquirir una
serie de conocimientos, así como desarrollar habilidades y competencias, que
seguramente le ayudarán a enfrentar la vida de manera más exitosa.
Sin embargo, también es importante generar un adecuado tránsito del
emprendimiento académico al emprendimiento de negocios, superando los
diferentes obstáculos que se presentan y enfrentando tanto los retos, como
desafíos presentes en el camino. En este sentido, la institución escolar tiene
el reto de fomentar la cultura del emprendimiento de negocios en todos sus
niveles educativos y campos profesionales, además de participar activamente en
la creación y fortalecimiento de un ecosistema emprendedor que facilite el
tránsito, en su calidad de emprendedores, de los egresados profesionalmente a
la empresa.
Al respecto, las instituciones académicas y en
especial los centros universitarios así como las universidades como tal, deben considerar
proponer estrategias curriculares y formativas, para de algún modo promover un
modelo universitario orientado a la formación de emprendedores y ayudarles en
los requerimientos para lograrlo, reconociendo que el emprendimiento es
la opción más viable para el desarrollo de un país, región o comunidad.
En suma, si existe una adecuada instrucción académica para el
emprendimiento, así como una experiencia familiar emprendedora, que sirva de
referencia y apoyo a los egresados, y además se cuenta con un ecosistema
emprendedor, todo ello conlleva a que las posibilidades de transitar de lo académico
a lo empresarial, en calidad de emprendedor, aumenten considerablemente. De igual
forma, en el campo del emprendimiento también es importante no solo contar con
buenas ideas, formación y conocimientos para emprender, sino, también se
requiere tener el valor y la visión necesaria para iniciar un negocio y luchar
incansablemente para su desarrollo y consolidación.
Notas
1 Véase para ampliar la etimología del emprendedor en http://emprendedor10.blogspot.mx/2009/04/etimologia-emprendedor.html
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* Doctora en Educación. Académica del Centro
Universitario de Ciencias Económico Administrativas de la Universidad de
Guadalajara. Líder del Cuerpo Académico UDG-486: “Análisis Político y Gestión
de las Organizaciones”. E-mail: borrayo.18@hotmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2474-0567
** Doctor en Estudios Latinoamericanos, con especialidad
en Ciencia Política por la Universidad de Nuevo México (USA). Catedrático e
investigador de la Universidad de Guadalajara. Fundador de la licenciatura en
relaciones públicas y comunicación de la Universidad de Guadalajara. E-mail: avaldezepeda@gmail.cm
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4287-2638
*** Doctora(c) en Gestión de la Educación Superior en el Centro Universitario de Ciencias Económico
Administrativas de la Universidad de Guadalajara. Maestra
en Administración de Negocios por la Universidad de Guadalajara. E-mail: dmblanca74@gmail.com
Recibido: 2019-02-19 · Aceptado: 2019-05-11