Estilos de aprendizaje para la superdotación
en el talento humano de estudiantes universitarios
Esteves
Fajardo, Zila*
Chenet Zuta, Manuel Enrique**
Pibaque Ponce, Maritza Sandra***
Chávez Rocha, Marielisa Lorena****
Resumen
Los
estilos de aprendizaje a utilizar para la educación personalizada denotan la presencia
de estudiantes que aparentemente no son iguales o peores que el resto, sino que
demuestran un talento de altas capacidades que el Estado debe potencializar. Esta
investigación, persigue identificar los indicadores más comunes de alta
capacidad de los estudiantes superdotados, para estimar estilos de aprendizaje en
estos grupos, con el objetivo de analizar desde una perspectiva teórica las
relaciones existentes entre estilos de aprendizaje, superdotación
intelectual y talento, así como su valor metodológico para el perfeccionamiento
de la labor formativa en la universidad contemporánea. El método aplicado es el
heurístico, porque interpreta el razonamiento de estudios experimentales de
unidades de análisis, desde la enseñanza de los primeros niveles hasta llegar al
tercer nivel. Como resultado se tiene que en los estilos de aprendizaje se
deben aplicar procesos de razonamiento y pragmatismo en la enseñanza, puesto
que los superdotados son ordenados y detallistas en los contenidos. En conclusión,
las universidades no están preparadas para acoger jóvenes talentosos, sin
embargo, la tutoría diferenciada resulta una vía eficaz para enseñarles a los
universitarios a profundizar en contenidos científicos asociados a su formación
y consecuente estimulación para el desarrollo de potencialidades.
Palabras
clave: Estilos
de aprendizaje; superdotación; talento humano; desarrollo de potencialidades; estudiantes
universitarios.
Learning styles for the gifted human talent of
university students
Abstract
The learning styles to be used for personalized education denote the
presence of students who apparently are not the same or worse than the rest,
but rather demonstrate a talent with high abilities that the State must
enhance. This research aims to identify the most common indicators of high capacity
of gifted students, to estimate learning styles in these groups, with the aim
of analyzing from a theoretical perspective the relationships between learning
styles, intellectual giftedness and talent, as well as its methodological value
for the improvement of the formative work in the contemporary university. The
applied method is the heuristic one, because it interprets the reasoning of
experimental studies of units of analysis, from the teaching of the first
levels to reaching the third level. As a result, learning styles must apply
reasoning processes and pragmatism in teaching, since the gifted are ordered
and detailed in the content. In conclusion, universities are not prepared to
welcome talented young people, however, differentiated tutoring is an effective
way to teach university students to delve into the scientific content
associated with their training and consequently stimulate the development of
potential.
Keywords: Learning styles; gifted; human talent; development of potentialities;
University students.
Introducción
En el proceso
de enseñanza-aprendizaje universitario los educadores se enfrentan, de manera
cotidiana, a las particularidades de sus alumnos para interiorizar los
contenidos de las asignaturas, las cuales se revelan en “la forma de estudiar,
de tomar notas de clases, de participar de manera activa o pasiva en el aula,
en las dificultades para aprender determinados contenidos y hasta en la
facilidad para apropiárselos debido a altas potencialidades intelectuales” (Ortiz,
Aguilera y González, 2010, p.85), en varios de estos.
Frente a estos escenarios los docentes, en oportunidades, adoptan medidas que responden
a criterios prácticos, pues los mismos no cuentan muchas veces con la
suficiente preparación teórica para enfrentar acertadamente esta complejidad
psicológica en su acción como facilitadores del conocimiento.
Al respecto, sostienen Guerra, Zuluaga y Saravia (2019)
que el acelerado desarrollo del mundo, los cambios tecnológicos y sociales, así
como la gestión y socialización del conocimiento, entre otras variables que
afectan el proceso de enseñanza-aprendizaje, “obliga a los educadores de
educación superior, a encontrar diferentes maneras para lograr que sus
estudiantes universitarios, se motiven a desarrollar un proceso cognitivo que
les permita alcanzar el nivel de competencias” (p.60),
esperado para ampliar sus potencialidades
intelectuales.
Las competencias, según
Casanova, Canquiz, Paredes e Inciarte (2018) “representan
capacidades, habilidades de las personas, que están en ellas y se desarrollan
con ellas, de acuerdo con las necesidades e influencias del contexto, sus aspiraciones
y motivaciones individuales” (p.116). Por lo cual, no
solo es necesario saber o saber hacer, sino completar estos saberes con actitudes
propicias para desarrollarlo, concebidas como la capacidad potencial que le
permite realizar eficientemente un conjunto de acciones; lo cual aunado a los valores
que posee, puede evidenciarse en el desempeño de su actitud profesional.
Como ya se
dijo anteriormente, en ese proceso de enseñanza-aprendizaje se pueden encontrar
estudiantes que sobresalen en sus competencias, observándose altas
potencialidades intelectuales en algunos de ellos, demostrando un talento de valiosas capacidades
que se deben potencializar, no obstante, es importante “considerar a todos los actores del proceso
educativo como iguales en su dignidad y derechos, aunque haya diferentes roles
entre ellos; con diálogo abierto, cooperación y tolerancia, sin que nadie sea
considerado más o menos que el otro” (Llanos, 2019, p.403),
mostrando, respeto a cada uno e incentivándoles a todos a mejorar su
rendimiento académico.
En este sentido, con la
determinación de los niveles e indicadores que permiten caracterizar los
perfiles de estilos de aprendizaje y la identificación del talento así como la
superdotación en los estudiantes universitarios, se facilita la atención
personalizada a los mismos de acuerdo con sus potencialidades, además la
realización de investigaciones desde posiciones psicodidácticas,
dirigidas a profundizar en estos fenómenos tan interesantes y pertinentes en
las universidades modernas. Pero ante todo, los docentes necesitan profesionalizarse
en estos contenidos para que puedan aplicarlos de manera inteligente, intencional
y adaptativa.
Escasas investigaciones
desarrollan de manera explícita las relaciones teóricas entre los estilos de
aprendizaje, la superdotación y el talento; sobre todo si se trata de
estudiantes universitarios. Por lo general, las publicaciones especializadas
tratan estos conceptos de forma aislada, como si entre ellos no existiera
ninguna relación. Además, en referencia a los universitarios, “por el carácter
profesionalizante de su formación, se hace muy necesario explicitar sus conexiones
internas, como vía que contribuya de manera expedita a un desarrollo
profesional lo más armónico e integral posible, de los futuros egresados del
nivel superior” (Ortiz, et al., 2010, p.85).
Es por ello, que esta
investigación, persigue identificar los indicadores más comunes de esa alta capacidad
de los estudiantes, mediante el criterio de especialistas e investigadores, de
los superdotados, para estimar estilos de aprendizaje con respecto a estos
grupos de alto rendimiento, con el propósito de analizar desde un enfoque teórico-documental
las relaciones existentes entre estilos de aprendizaje, superdotación
intelectual y talento, así como su contribución al mejoramiento de la labor
formativa en la universidad contemporánea.
1. Estilos de aprendizaje
Según
la Real Academia Española (RAE, 2019), el aprendizaje se
refiere a la acción y efecto de aprender algún arte, oficio u otra cosa, por lo cual se adquiere el conocimiento
por medio del estudio o de la experiencia. En ese sentido, cada persona
manifestara diferentes estilos de absorber o asimilar ese conocimiento para incrementar
su formación integral. Asimismo, este aprendizaje muestra un alto nivel de relación con las prácticas
de enseñanza de calidad, que permitan garantizar una formación académica que implique
el aprendizaje de destrezas, capacidades y habilidades (Ventura, 2011).
Las
experiencias pasadas referidas a estudios sobre las capacidades superiores en
algunos individuos, fue llevado por la psicología, con pocos elementos
registrados; pero las prácticas docentes que se adquieren en la vida cotidiana,
alcanzan un peso decisivo en la conformación del estilo de aprendizaje que se desarrolla
en aquellos, por tanto, el docente actual debe aplicar “estrategias
que posibiliten no solamente mirar, comprender e incidir en las formas de
aprendizaje del estudiante, sino también el ser consciente de la necesidad de
las innovaciones pedagógicas para enfrentar los retos y exigencias científico-sociales
de la época contemporánea” (Londoño y Calvache, 2010, p.12).
Ventura (2011), manifiesta que existen algunos elementos que “podrían
incidir sobre este objeto de conocimiento, por ejemplo, la formación
universitaria, el rendimiento académico, los tipos de tareas, los dominios
disciplinares, los rasgos personales, la edad, el sexo, la culturalidad” (p.144). De allí la importancia de investigar
la naturaleza procedimental del aprendizaje, así como la forma en que se
adquieren las habilidades y destrezas humanas en la interacción social.
Al respecto, Llanos
(2019) sostiene como una conclusión de su estudio que los estudiantes en la
etapa universitaria “se consideraban presionados puesto que todas las
esperanzas están puestas en ellos; igualmente son muy selectivos y formales en
relaciones de reciprocidad amical y presentan la responsabilidad de mantener un
estándar alto en sus notas educativas” (p.412). De la
misma forma, Guerra, et al. (2019) evidencia que “los universitarios subestiman
el aprendizaje, construido desde la memoria; le dan mucha relevancia a las
calificaciones; adquieren sentimientos de miedo ante el control de notas” (p.61); lo cual representan apreciaciones que provienen
tanto de la psicología del estudiante como de los factores del medio en el cual
se desenvuelven, que puede terminar por limitar sus motivaciones hacia la
construcción de un aprendizaje efectivo.
En este
sentido, el estudio sobre los estilos de aprendizaje en estudiantes
universitarios, como recurso para lograr el crecimiento personal (Bermúdez y Pérez, 2004), el
desarrollo humano (Fariñas,
2005), o determinar cualidades y alcances
conceptuales de los individuos (Ventura, 2011), requiere “asumir una concepción personológica, la
cual tiene su origen a finales de la segunda mitad del siglo XX por influencia
de la Psicología Humanista en el proceso de enseñanza-aprendizaje” (Ortiz, et
al., 2010, p.85), es decir, “aluden
a los rasgos cognitivos, afectivos y psicológicos del aprendizaje” (Ventura,
2011, p.145).
En el Centro de Estudios sobre
Ciencias de la Educación Superior (CECES), de la Universidad
de Holguín Oscar Lucero Moya, Cuba; se realizó un estudio sobre los perfiles de
estilos de aprendizaje en estudiantes universitarios desde la concepción histórico-
cultural de Lev Vigotski, en la que se afirma que: La
valoración del proceso de caracterización de tales perfiles en la educación superior,
permite comprender los recursos que pueden ofrecerse a docentes y estudiantes
para elevar la efectividad del proceso de enseñanza-aprendizaje, lo cual
resulta imprescindible para un desempeño académico, social y personal exitoso
(Aguilera, 2012).
Por su parte, Aguilera y Ortíz (2010) manifiestan
que a través de su
implementación en la práctica, se revela la función mediadora del docente en
todo el proceso; se potencia la función metodológica de los colectivos
pedagógicos, con el fin de implementar estrategias didácticas personalizadas; y
se reconoce el papel protagónico de los estudiantes, para desarrollar sus perfiles
de estilos de aprendizaje. Implicaciones pedagógicas que deben sustentarse
desde la teoría y luego demostrarse a través del estudio de situaciones reales.
Esa capacidad de llegar a desarrollar la teoría es vital, porque muchos de ellos
sobre todos en las asignaturas como matemáticas, mantienen un nivel de Asperger,
que se “caracteriza por un trastorno en la comunicación social y una repetición
de conductas” (Pacho, 2016, p.110), que les obliga a
ser detallistas en los contenidos y prefieren una explicación exhaustiva de los
procesos. Asimismo, García y De León (2014) afirman que:
Estar centrado
en el estudiante involucra a los maestros en un enfoque humanista de la
educación, en la que funcionan principalmente como facilitadores del
aprendizaje. Otro aspecto a considerar es que los maestros que deseen centrarse
más en el estudiante deben ser conscientes de los tipos de experiencias de
aprendizaje de mayor valor para los alumnos, ya que pueden variar en función de
las etapas particulares de desarrollo, edad y género. (p.7)
“Como resultado de los procesos evolutivos del hombre para su pertinente
adaptación: primero las células se formaron como estructuras físico-químicas,
luego (…) comenzaron a contar con atributos como la asociación-percepción, la
conciencia, la atención, la memoria, el aprendizaje” (Coelho, 2017, p.61), entre otros. No
hay que olvidar que al final de la pubertad, y pasada la crisis psíquica que
lleva consigo el individuo, se sedimenta y cristaliza la personalidad al terminar
la evolución psíquica de la infancia; se instalan los altos intereses morales
del trabajo y del ideal; y es cuando el espíritu manifiesta su capacidad
creadora y su individualidad.
Después de este
análisis de conjunto, el crecimiento psíquico puede estudiarse de dos maneras: Una,
analizando aisladamente cada uno de los factores que integran el contenido
psíquico; otra, indicando la sucesión cronológica en que se desarrollan las
funciones psíquicas. Al entrar a la universidad estos estudiantes adquieren
mayor poder y capacidad de desarrollar las funciones psíquicas y entran en
juego sus estilos de aprendizajes.
En función de ello, los
estilos de aprendizaje están directamente relacionados con la calidad procesal
del pensamiento que se revela en el desarrollo alcanzado por sus cualidades. “El
estilo para aprender alcanza un mayor nivel de desarrollo cuando implica a la
autoconciencia, es decir, que el sujeto sea capaz de conocerlo e identificarlo
por sí mismo, estimulando un mayor autodesarrollo de la personalidad” (Aguilera y Ortiz, 2010, p.17); eso envuelve
la enorme responsabilidad que tiene ésta última para llegar a aprovechar la
autodotación, y así alcanzar el deseado nivel de desarrollo. Asimismo,
Ortiz, et al. (2010) propone:
Una
nueva definición de estilos de aprendizaje, si se tiene en cuenta que incluye
un conjunto de fenómenos y procesos de la personalidad, tales como las
capacidades, habilidades, la motivación por el estudio, la autovaloración, la
autorregulación y las particularidades de procesos psíquicos, tales como la
memoria y el pensamiento, que se manifiesta en estrategias tan importantes como
la toma de notas por parte de los alumnos y la búsqueda de nuevas alternativas
para la solución de problemas. (p.87)
Por su parte,
González (2017) sostiene que el estilo de aprendizaje es “la disposición por
parte del alumno para adoptar determinada estrategia cuando se enfrenta a un
conjunto de actividades o a la solución de un problema (…), el modo (…) para
recoger información, organizarla, recordarla, realizar tareas, estudiar o responder”
(p.184).
Así, de acuerdo con
Londoño y Calvache (2010) es importante considerar que como “cada uno de los
estudiantes es un mundo individual y que el estudiante, en su tipología suigéneris
(activo, reflexivo, teórico, pragmático), en su estilo (visual, auditivo,
kinestésico) y en la complejidad del uso de sus diversas funciones neuroevolutivas” (p.12-13), representa
una persona con grandes potencialidades y medular en el proceso
enseñanza-aprendizaje; los docentes necesitan emplear formas de aproximación
efectiva a sus estudiantes, así como conocer los estilos y estrategias de
aprendizaje, para lograr que el desempeño de su labor educativa se convierta en
un espacio de experiencias significativas, así como posibilidades para afianzar
el aprendizaje y crecimiento personal de sus estudiantes.
2. Superdotación en el talento humano de estudiantes
universitarios
Generalmente,
los estudiantes considerados superdotados se caracterizan por tener una
capacidad intelectual muy elevada, que les permite adquirir una mayor cantidad
de conocimientos, con más rapidez y facilidad que los demás de su misma edad. Cuando
la capacidad de aprender, entender, razonar, así como tomar decisiones en
relación a su entorno, “son innatamente superiores a las del resto de personas,
se puede hablar de superdotación” (Contreras, 2018, p.126).
Según
la Organización Mundial de la Salud (OMS), la superdotación se refiere a cuando
la persona presenta un Cociente Intelectual (CI) igual o superior a 130 puntos en un test
homologado de inteligencia, sin embargo, hoy en día se habla de altas
capacidades intelectuales, para lo cual se debe considerar además del CI, la
creatividad, el estilo de aprendizaje, el desarrollo evolutivo, y otras
características, no sólo de manera cuantitativa sino también cualitativa, que
definiría a las personas que tienen una capacidad de aprendizaje superior. Según
Pacho (2016):
La
superdotación es el fenómeno cognoscitivo, emocional y motivacional, estable y
global de la persona humana que se caracteriza y define por un hecho básico:
las diferencias en la alta capacidad intelectual del sujeto, no sólo a nivel
cuantitativo, sino sobre todo en su funcionamiento, pues implica una diferencia
cualitativa muy importante. (p.55)
Muchas
veces se suele confundir el término "superdotado" con el de "talentoso",
cuando, en realidad, son conceptos claramente distintos: Los talentosos, son
aquéllos que manifiestan una habilidad muy destacada en una materia determinada
(por lo general, en el ámbito académico), mientras los superdotados, destacan en
casi todas las áreas o materias, y manifiestan un talento especial en muchos
campos, como la música, el arte, las matemáticas, el lenguaje, entre otros.
En este
sentido, y de acuerdo con Pacho (2016), “el
nuevo paradigma de la superdotación y de las altas capacidades considera
relevante el hecho de que las personas superdotadas constituyen el mayor
capital humano de la sociedad, si sus dones y talentos se educan adecuadamente”
(p.59).
Ortiz,
Mariño y González (2013), manifiestan que en distintas investigaciones realizadas
en Cuba, sobre la superdotación y el talento en estudiantes universitarios,
destacan “un conjunto de características generales, dentro de las cuales se
encuentra cómo el estudiante opera y se relaciona con los contenidos del
aprendizaje, sin abordar, de manera explícita la importancia de caracterizar
los estilos de aprendizaje” (p.3). Por su parte, Shaunessy y Shannon realizaron en el año 2009, una
investigación dirigida a conocer cómo los alumnos superdotados enfrentaban el
estrés en la universidad en comparación con sus compañeros de aula, constatando
diferencias en cuanto a la manera de enfrentar el enojo, el sentido del humor y
la forma de resolver los problemas.
Asimismo,
Prieto, Sanchez y Garrido (2008), encuentran en los superdotados
características clasificadas en varios aspectos, como: Elevada capacidad de
pensamiento convergente, facilidad para memorizar, mayor capacidad de
abstracción, razonamiento, así como generalización, entre otros aspectos
cognitivos; tienen buena captación y prestigio social, son independientes,
autocriticos, con altas habilidades sociales, destacando entre los aspectos de
adaptación e inserción social; como aspectos emocionales, figuran un alto nivel
de autoestima, autoconfianza y muy sensibles; entre los aspectos de
comunicación, poseen un amplio vocabulario, aprenden con rapidez, y expresan
sus ideas con claridad; finalmente, en cuanto a los aspectos de creatividad,
estos son creativos, tienen habilidades pictóricas y sensibilidad por la música, entre otros.
Por otro lado, en cuanto a los superdotados se pueden apreciar de
acuerdo con Ortiz, et al.
(2010), dos tipos: El académico, compuesto por alumnos con alto rendimiento escolar, así
como alta inteligencia; y otro referido al creativo-productivo, en el cual el
estudiante se caracteriza por ser creador de nuevos conocimientos, con procesos
originales de pensamiento en la resolución de tareas o problemas. Este último se
considera como el “verdaderamente superdotado, debido a su forma original de
resolver tareas convencionales y hacer posible que el conocimiento aumente y se
diversifique” (p.90).
Cuando se es docente
universitario, se puede diagnosticar que la superdotación, posee un conjunto de
factores intelectuales que posibilitan una producción general
significativamente distinta de la del grupo, que se evidencia desde las tareas
que entregan los estudiantes, hasta en el razonamiento científico, artístico o
técnico que estos plantean para realizarlas; mientras que el talento, es una
capacidad centrada en un aspecto cognitivo o destreza conductual concreta, y
por lo tanto, implica un dominio más específico de las tareas.
Por otra parte, hay un antagonismo entre la
energía somática y la mental. Parece como si dicha energía fuera limitada y se
tiene que balancear en sus direcciones (leyes de la limitación y de la
alternancia de las actividades vitales). “Desde una mirada humanista no se puede reducir la amplitud
de la mente a los límites de los procesos físicos neurales que ocurren en el
cerebro tendiendo más a posturas dualistas” (Coelho, 2017, p.62),
en la cual se reconoce la separación del cuerpo y
la mente, como entidades individuales con causalidades diferentes.
Cuando la evolución
psíquica es intensa, la mentalidad es inestable. El conocimiento de las fases
de desequilibrio mental fisiológico tiene un alto interés en la pedagogía y
para comprender la conducta del superdotado, entonces se está pendiente de cuán
importante es el equilibrio o el desarrollo del conocimiento, pero bien vale
plantearse que en la medida que hay avance en el conocimiento, hay un desequilibro
por alcanzar nuevos estados de dominio de los contenidos, que el docente debe conocer.
Al respecto, Pacho (2016) afirma que la
Organización Mundial de la Salud calcula que el 2% de la población mundial es superdotada,
lo cual indica que presenta un CI superior a 130. Asimismo considera que desde
120, se trata de una persona que posee altas capacidades, y un CI de 100,es
normal. El alumno superdotado dispone de una estructura
cognitiva y de una capacidad para procesar información, adaptable a contenidos
que sobre todo se asocian en algo a sus experiencias previas.
Goleman desarrolla en
1997 estudios en los que establece que “la superdotación intelectual por sí
misma no constituye una garantía de éxito” (Esteves y Chenet, 2019, p.43),
pues al indagar por ejemplo, sobre el desempeño laboral de graduados
universitarios en el ámbito de la gestión, relacionaron sus CI con el desempeño
laboral exitoso; en la cual se suponía que,
con altos CI alcanzados durante la actividad universitaria, se aseguraba el
éxito en la vida profesional y no fue así, porque también hay que considerar
otros aspectos como la motivación, que evidencia en el estudiante la
realización de las diferentes tareas que se le asignan o las que se plantea por
iniciativa personal, así como la medida en que ellas movilizan su conducta;
también la creatividad, en la búsqueda y creación de nuevas ideas, así como, en
la resolución de problemas; y el avance intelectual, que muestra “la evolución
de los recursos cognitivos del estudiante, que integra el desarrollo potencial,
los estilos de aprendizaje y la calidad en los resultados que obtiene” (Ortiz,
et al, 2010, p.96).
En la medición del CI
sólo se consideraba “el polo cognitivo de la inteligencia de la persona
(razonamiento abstracto, memoria, y discriminación perceptual), manifestándose
en sus conocimientos y habilidades ante asignaturas como Matemáticas, Física e Historia”.
(Esteves y
Chenet, 2019, p.3). Pero no se tenía en cuenta la parte emocional,
como los afectos, sentimientos y valores, situación que actualmente es de
enorme relevancia en el diagnóstico y pronóstico a desarrollar.
Dado todo lo
anterior, en la realización sobre las
definiciones existentes y basándose en una exhaustiva investigación empírica en
el Instituto de Investigación para la Educación de los Alumnos Superdotados en
1977, Renzulli desarrolló el llamado modelo de tres anillos o la puerta
giratoria, que ha sido reconocido como una excelente contribución al
esclarecimiento y comprensión de la configuración estructural psicológica de la
superdotación humana.
Al respecto, Renzulli
(1986) sostiene que la superdotación es una combinación de tres elementos
fundamentales y ninguno de ellos de manera aislada es condición suficiente para
generarla: Capacidad intelectual superior a la media, en la cual un percentil de
75 o superior, se puede considerar adecuado, y se encuentra relacionada con la “capacidad
cognitiva tanto en términos de aptitudes específicas como en términos de los
procesos y habilidades que emplea el sujeto para procesar la información y
adaptarse a nuevas situaciones” (Pacho, 2016, p.81); Motivación
o compromiso con la tarea, referida a la disposición, perseverancia, trabajo
duro, autoconfianza, entre otros, para realizar la tarea asignada, en sí este
elemento, debe estar presente en toda definición de superdotación, pues “no
todos los sujetos que puntúan alto en inteligencia llegan a ser sujetos de alta
producción creativa; y viceversa, sujetos con CI algo superior a la media y
fuerte motivación, han logrado aportaciones interesantes en el campo elegido”
(Pacho, 2016, p.81).
Un tercer elemento
considerado tiene que ver con la Creatividad, que supone originalidad de pensamiento,
capacidad para crear nuevas y acertadas ideas yendo más allá de lo
convencional, así como estar abierto a nuevas experiencias y presentar
soluciones diferentes para problemas tradicionales. Al respecto Ortiz, et al.
(2010) sostiene que la creatividad es entendida “como la singularidad,
originalidad e ingeniosidad en la búsqueda, creación y resolución de problemas”
(p.95), en tanto que, González (2017) la resume en “la
habilidad para percibir y producir cosas nuevas” (p.167).
Finalmente, Pacho (2016) señala que existe
cierto consenso en que la sobredotación alude a la presencia de potencialidades
intelectuales genéricas y el talento a capacidades más específicas. Es decir, la
generalidad es lo propio de la superdotación y la especificidad es lo característico
del talento.
3. Estilos de aprendizaje para la superdotación en el
talento humano de estudiantes universitarios
Uno de los investigadores más
preocupados por diferenciar la superdotación y el talento fue Gagné (1991), con
la presentación de un modelo que se refiere a ambas nociones, en el cual “asocia
el don natural (superdotación) con capacidades humanas, desarrolladas no
sistemáticamente, y, por lo tanto, naturales, con capacidades o habilidades
desarrolladas sistemáticamente (talento)” (Pacho, 2016, p.86).
De acuerdo con Gagné (2009), la dotación distingue
la posesión y uso de capacidades naturales destacadas, llamadas altas
capacidades o dones, en un grado que sitúa al individuo dentro del 10% superior
con respecto a los otros de su misma edad. El talento designa el dominio
destacado de capacidades sistemáticamente desarrolladas, llamadas competencias
(conocimientos y destrezas), en al menos un campo de la actividad humana. Sostiene
Casanova, et al. (2018), que: “El desarrollo de competencias en los universitarios
debe generar conocimientos y tecnologías que propendan a la solución de
problemas y que induzcan al logro de una mejor calidad de vida” (p.116).
En este
orden de ideas Pacho (2016), afirma que existe una diferencia entre lo que es
el talento, la alta capacidad, el ser brillante, excepcional y superdotado; y a
su vez estos se asocian con un rendimiento superior, al respecto señala que: “El
talento es la capacidad de rendimiento superior en un área de la conducta humana”
(p.58). El mismo puede ser clasificado por tipo como: Intelectual, creativo, científico,
social, mecánico, y artístico; también puede ser simbólico, empírico, estético,
intuitivo, ético y sintético, entre otros. Sobre la alta capacidad, el autor
precitado sostiene que está referida para aquellos que tienen
un CI entre 125 a 130; en tanto que las mentes brillantes, son sujetos que destacan
en una capacidad dentro de un contexto explícito; y los superdotados, se refiere
a la persona que posee una aptitud intelectual y/o creativa por encima de lo
normal, considerando la edad.
Asimismo,
el mismo autor en su investigación afirma que, los
niños superdotados son, en general, más creativos que los parámetros de la
población normal, no obstante, se parecen mucho en los rasgos de su personalidad.
Además que, el alumnado superdotado tiene una mayor estabilidad emocional y una
mejor adaptación social, como ya lo habían confirmado los primeros estudios de Terman
en 1925. De igual forma, demostró que las alumnas superdotadas tienen un pensamiento
más flexible y una mayor imaginación, con respecto a los alumnos superdotados
(Pacho, 2016). Por su parte González (2017), sostiene que en cuanto a la personalidad,
los chicos son más introvertidos que las chicas.
La problemática sobre los elementos que se asocian
a esta temática según Aguilera y Ortiz (2010), describen aspectos que Rubinstein en el año 1971 relataba en cuanto a la estructura de la configuración
psicológica de los superdotados, en la cual y como ya se ha tratado
anteriormente, se propone dos subsistemas en interacción, uno operacional, como
conjunto de recursos psicológicos para la realización de las diferentes tareas
y de la actividad en general (conocimientos, acciones, operaciones, hábitos y
habilidades); y otro procesal, como la cualidad de los procesos psíquicos mediante
los cuales estas operaciones y su funcionamiento se regulan.
Por otro lado, se analiza la visión
de Villarruel (2008), quien caracterizó la personalidad efectiva en estudiantes
con alto nivel de desempeño ubicados en el nivel superior tecnológico, destacando
sus deficiencias en las habilidades y estrategias metacognitivas para resolver
problemas, puesto que no eran capaces de planificar, controlar ni evaluar lo
que hacían, mostrando por tanto un desempeño limitado, por lo que necesitaban
de un manejo didáctico que estimulara el uso del pensamiento crítico de manera
consciente y voluntaria.
Por lo tanto, el docente universitario entre
otras cosas debe tener una actitud positiva hacia una educación diferenciada y
personalizada, por cuanto ello le permitirá optimizar el potencial de todos sus
estudiantes, conocer sus actuaciones inteligentes y sus estilos de pensamiento.
Además, su flexibilidad en las programaciones ayudará a una mejor adaptación
del currículo e integración dentro de la universidad y en la sociedad. Asimismo, debe estar
formado de manera continua y permanente, sobre todo en lo concerniente a un mayor
conocimiento y comprensión de estudiantes superdotados y talentosos, que les
permita tratarlos de acuerdo a sus necesidades educativas, optimizando la
eficacia del aprendizaje.
En ese sentido, el perfeccionamiento de los
estilos de aprendizaje en los alumnos representa una condición previa para el
desarrollo de la superdotación y el talento, lo cual promueve su desarrollo tanto
personal como profesional. Así el docente, como guía del proceso de enseñanza-aprendizaje,
al lograr caracterizar los estilos de aprendizaje de sus alumnos y facilitar su
toma de conciencia, contribuye también a la identificación de aquellos que
muestran una superdotación intelectual o algún talento, lo cual a su vez les permite
la determinación de sus estilos de aprendizaje.
Conclusiones
Los superdotados no
necesitan ayuda en aquellas cosas que muchas veces para algunos es complejo; se
desenvuelven bien solos, no obstante, como todos pueden padecer, pero tienen un
alto nivel para solucionar sus problemas. El estilo de aprendizaje común de los
superdotados se centra en el aprendizaje autoregulado, es decir siendo descubridor,
independiente y creador de nuevas formas de pensamiento. Asimismo, requiere
motivación, comprensión, respeto, aceptación, un entorno emocional adecuado. Necesita
una estimulación intelectual adicional, así como ser entendido, atendido, reconocido
y valorado.
Conviene que se
relacionen con otras personas de habilidad mental similar para que no acaben
encerrándose en sí mismos, al no encontrar eco en lo que pueden socializar. Muchos
alumnos superdotados tienen habilidades que demandan necesidades de dosificación
del tiempo, incluyendo una extraordinaria cantidad de información y retención
poco común; conocimiento avanzado y comprensión de contenido, así como un ritmo
más rápido de aprendizaje. En ese sentido, existen dos estilos principales de
diferenciación por profundidad: La natural, que se basa en el conocimiento,
habilidad o interés del alumno o grupo de alumnos, que va de lo concreto a lo
abstracto, de lo familiar a lo extraño, de lo conocido a lo desconocido; o la
diferenciación determinada por el profesor, pero que amerita un conocimiento
pleno de la psicología evolutiva andragógica.
En este sentido, las
universidades no están preparadas para acoger a los jóvenes superdotados ni talentosos,
los cuales, debido a sus características, deben ser atendidos de manera
diferenciada, sobre la base de una identificación previa y su consecuente
estimulación para el desarrollo de sus potencialidades. Por lo cual, es
necesario la elaboración de programas de intervención que desarrollen el
potencial de que disponen los mismos y que haya correspondencia entre los
estilos instruccionales y los de aprendizaje, por cuanto, cuando el estilo de
enseñanza de los profesores coincide con el estilo de aprendizaje de los
estudiantes, puede traducirse en un mayor rendimiento y éxito académico.
Al respecto, las tutorías
individuales y personalizadas resultan una estrategia eficaz para enseñarles a
profundizar en los contenidos científicos asociados a su formación, a mantener
la motivación hacia las tareas, así como a la realización de trabajos investigativos,
complejos y abstractos, que exijan un determinado nivel de esfuerzo intelectual
y el uso de la creatividad en todas sus dimensiones.
Por lo tanto, deberá
lograrse un currículo diferenciado que reconozca sus características y propicie
el mayor desarrollo posible de sus peculiaridades y, de esa forma, facilitar
una mayor realización de su potencial individual. Asimismo, se deben hacer
adaptaciones curriculares de calidad en las instrucciones y materiales, de
manera que permitan que se tornen cada vez más complejos e interdisciplinares. En
la adaptación curricular en referencia a la superdotación, deberá lograrse un currículo
diferenciado, en proyectos relacionados a las asignaturas, que reconozca sus
características y propicie el mayor desarrollo posible de sus potencialidades
y, de esa forma, facilitar una mayor realización de su capacidad individual.
La diferenciación del
currículo se podrá realizar por el número de horas de práctica y talleres, al
evaluarse el nivel de conocimientos y habilidades del alumno y lograr mejorar el
contenido que haya sido aprendido. Ese tipo de distribución del tiempo, va al
encuentro de las necesidades del alumno y posibilita que el fruto del aprendizaje
se pueda realizar en menor tiempo y con mayor éxito. De igual forma, puede
lograrse la diferenciación del currículo mediante el estudio en profundidad, el
cual requiere la investigación de más detalles y nuevos conocimientos, así como
del reconocimiento de nuevas perspectivas.
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* Magister en Educación.
Docente Investigadora de la Universidad de Guayaquil, Ecuador. E-mail: zilaisabelesteves@hotmail.es
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2283-5370
** Doctor en
Administración con especialidad en Dirección Estratégica. Doctor en
Ciencias de la Educación. Docente Investigador de la Universidad Nacional Autónoma
Altoandina de Tarma, Perú. E-mail: mchenet@unaat.edu.pe ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2088-2541
*** Magister en
Educación. Docente Investigadora de la Universidad Estatal del Sur de Manabí,
Ecuador. E-amil: maritza.pibaque@unesum.edu.ec ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-2652-4799
**** Magister
en Educación. Docente Investigadora de la Universidad de Guayaquil, Ecuador. E-mail: marielisa.cjavezr@ug.edu.ec ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6824-0380
Recibido: 2019-11-28 · Aceptado: 2020-02-05