Formación por
competencias del profesional en administración: Desde un enfoque contingencial
Ramos Farroñán, Emma Verónica*
Otero Gonzáles, Carlos Alberto**
Heredia Llatas, Flor Delicia***
Sotomayor Nunura, Gioconda Del
Socorro****
Resumen
El proceso de formación del profesional en administración egresado de
las universidades en América Latina, debe fundamentarse en la estructuración de
un perfil profesional, laboral y personal, con un alto grado de identificación
sociocultural con el país, y acorde a las demandas globales. Por lo anterior,
el objetivo de este estudio consistió en reflexionar sobre la formación
profesional por competencias del administrador, desde un enfoque contingencial.
Fue una investigación de tipo descriptiva-transversal, caracterizando las
variables; de forma cualitativa, sin ser manipuladas; lo que resultó en un
estudio no experimental, basado en la observación del fenómeno existente,
analizado por medio de fuentes documentales versados en el tema de competencias
profesionales y formación profesional de los administradores. Además, el
estudio se apoyó en teorías como la del enfoque de contingencias y postulados
de Bédard (2003). Entre los resultados se encontró que la formación profesional del administrador permite
potenciar las capacidades de los estudiantes a nivel funcional, a pensar con sentido
crítico e integral. Se concluyó que el proceso de
formación de los administradores debe estar orientado a formar y egresar
individuos capacitados para afrontar las problemáticas surgidas en las
organizaciones, según los momentos y situaciones específicos del entorno, donde
se encuentren ubicadas.
Palabras clave: Formación profesional
por competencias; enfoque contingencial; rombo de Bedard; administración; pensamiento
crítico.
Training by competencies of the professional in administration: From a
contingency approach
Abstract
The training process for management professionals
graduated from universities in Latin America must be based on the structuring
of a professional, work and personal profile, with a high degree of
socio-cultural identification with the country, and in accordance with global
demands. Therefore, the objective of this study consisted of reflecting on the
professional training by competencies of the administrator, from a contingency
approach. It was a descriptive-cross-sectional investigation, characterizing
the variables; qualitatively, without being manipulated; which resulted in a
non-experimental study, based on the observation of the existing phenomenon,
analyzed through documentary sources versed in the subject of professional
skills and professional training of administrators. In addition, the study was
supported by theories such as the contingency approach and postulates of Bédard
(2003). Among the results, it was found that the professional training of the
administrator allows to enhance the capacities of students at a functional
level, to think critically and comprehensively. It was concluded that the
training process for administrators should be aimed at training and graduating
individuals trained to face the problems that arise in organizations, according
to the specific moments and situations of the environment, where they are
located.
Keywords: Vocational training by competencies; contingency approach; Bedard
rhombus; administration; critical thinking.
Introducción
En la conferencia
mundial sobre la Educación Superior, de la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2009), se reconoció que
esta es, de responsabilidad pública, de todos los gobiernos; su contribución al
desarrollo sostenible de las naciones, se percibirá en la medida en que las
instituciones de enseñanza superior, conservando su autonomía y libertad
académica, formen profesionales con pensamiento crítico e independiente en el
campo de la investigación y la innovación, promoviendo el desarrollo del
capital humano, las tecnologías de información y comunicación, la transferencia
de conocimientos y resolución de problemas, de acuerdo a los requerimientos de
la sociedad, dentro de las perspectivas de la internacionalización,
regionalización y globalización.
Al respecto, se debe
decir que durante décadas la educación superior y la formación universitaria en
todos los ámbitos y modalidades; han enfrentado grandes desafíos y retos, donde
se han hecho esfuerzos relevantes para la construcción de un proceso formativo
de calidad, en vista de la responsabilidad para dar respuesta a las exigencias
y a las demandas de una sociedad cada vez más necesitada de avances y
desarrollo en ciencia tecnología e innovación (Companioni, 2015; Garbanzo-Vargas, 2016;
Acevedo-Duque, et al., 2020). En este aspecto, Merino (2020), señala que:
Todo ello debe ejecutarse, con miras a ofrecer profesionales capacitados
que respondan a los desafíos del campo laboral con eficiencia y cabalidad; para
afrontar estos desafíos, la formación de un currículo profesional basado en
competencias, es necesario y urge su inmediata aplicación en todas las carreras
universitarias. (p.216)
En ese sentido, la
educación superior tiene un impacto directo en la competitividad del país a
través del efecto sobre la productividad y de la mano de obra que forma. Por lo
anterior, la existencia o disponibilidad de profesionales competentes es, sin
lugar a dudas, uno de los factores que analizan los inversionistas al tomar sus
decisiones en la creación de empleos (Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación
y Certificación de la Calidad Educativa [SINEACE], 2012).
En la actualidad en
el ámbito de la educación superior, se debe tender a superar muchos más retos,
y establecer igualdad de condiciones para mayor accesibilidad, promover la
vinculación con los grupos de interés (sociales, productivos y sectoriales),
desarrollar talento humano idóneo, atraer y retener personal académico
comprometido con la enseñanza y los procesos de investigación e innovación, así
como también, a impulsar el desarrollo del pensamiento crítico e independiente;
que promueva e incentive al deseo por aprender durante todas las etapas de la vida,
tanto en el aspecto profesional como el personal.
Para tal fin, resulta
imprescindible que las universidades innoven y mejoren los procesos de
enseñanza aprendizaje, la didáctica, los métodos que emplean, a modos de
permitir a los egresados, entrar en el campo de la competitividad de forma
asertiva y efectiva, con resultados que se observen en su calidad profesional.
En este aspecto, es
preponderante que dentro del sector universitario, se realicen cambios y
actualizaciones curriculares que eleven y posicionen los programas educativos
de las diferentes instituciones formativas, al nivel de las universidades en el
ámbito internacional, igualándose lo más posible, tomando ventaja competitiva
que provea a sus egresados de una formación académica óptima.
Considerando que la formación profesional
de una persona, está vinculada a los estudios realizados y al grado académico
obtenido, a la conjugación de un aprendizaje formal pero también a la
autorrealización; de manera que inculcar a los estudiantes el hábito de pensar
y analizar de forma crítica; supone potenciar la capacidad de poder crear,
innovar y producir; así como afianzar la relación entre los recursos propios y
los existentes en su entorno, en aras de conseguir un producto y/o servicio más
competitivo; en esto radica, las capacidades y competencias que deben poseer
para satisfacer las necesidades y demandas de su ambiente laboral y del medio
donde se encuentre inserto como profesional.
En cuanto al
profesional en administración, Lombana, et al. (2014), estiman de gran importancia el desarrollo de las
competencias genéricas y específicas para estos profesionales; las cuales
comprenden las habilidades, aptitudes, capacidades, que conforman su perfil
profesional.
Atendiendo a los
contenidos y aspectos que se manejan en el análisis por competencias, la
educación superior tiene un impacto directo en el área de la competitividad y
productividad organizacional o empresarial, debido a la influencia que tiene
sobre la efectividad y eficiencia de la mano de obra que está formando. La
presencia de profesionales competentes, es sin lugar a dudas, uno de los
factores que analizan los inversionistas y los empleadores al tomar sus
decisiones (SINEACE, 2012).
La corriente seguida
por McClelland en 1973, establece que las competencias se relacionan con las
cualidades y características de un individuo para clasificar en una tarea o
función específica, sobre todo en el ámbito educativo (Lombana, et al., 2014).
Además de las competencias profesionales o específicas, las genéricas y
personales, se deben tener en cuenta las demandas que la comunidad o entorno
social efectúa, y que atendiendo a esto, se contribuya a elevar la calidad de
la educación superior; en el sentido de construir un perfil que les permita el
acceso al conocimiento y a la información, para una participación social plena,
por medio de habilidades y destrezas con las cuales puedan intervenir
efectivamente en la resolución de los problemas de su realidad inmediata.
Destaca aquí, la
importancia de contar con personal académico, que estén a su vez capacitados
para implementar procedimientos eficaces, recursos y estrategias adecuados, con
el fin de formar profesionales altamente exitosos y competitivos laboralmente
hablando; por ello, Cabrera, Cantelar y Valcárcel (2017), opina que “el desarrollo
de competencias requiere de una retroalimentación constante del docente que lo
lleva a cabo; los materiales principales empleados como medios de enseñanza
deben ser aquellos que reflejen situaciones reales y experiencias en el
desempeño” (p.289).
Lo antes descrito, dio
pie a la formulación del objetivo de este estudio, el cual consistió en:
Reflexionar sobre la formación profesional por competencias del administrador
egresado de las universidades peruanas, desde un enfoque contingencial. Por
medio de este estudio, se podrá confirmar que el proceso de formación de estos
profesionales está intencionalmente orientado a formar y egresar ciudadanos
aptos e idóneos para insertarse de forma exitosa en cualquier empresa u organización
donde se les requiera (Ramos, 2016; Rabanal, et al., 2020).
Este es un tipo de
investigación descriptiva-transversal, con la cual se trató de especificar los
aspectos característicos de las variables del estudio por medio de la
información disponible; es una indagación cualitativa, con la cual no se
pretendió generalizar resultados de manera probabilística (Hernández, Fernández
y Baptista, 2014). Es un estudio no experimental, basado en la observación de
fenómenos existentes en la realidad, los cuales podrán ser sometidos a un
estudio más profundo dada las características del hecho observado, el cual
puede ser medido conforme a las expectativas que se creen con esta investigación
en torno a las competencias profesionales que se exigen en los ámbitos
laborales, donde existen perfiles profesionales establecidos para que los profesionales
en administración puedan ocupar algún puesto en las organizaciones, tomando en
cuenta el entorno, sea este regional o internacional.
De igual manera, puesto
que no se han manipulado las variables su diseño
es no
experimental; los datos e
información manejada son provenientes de fuentes secundarias, bibliográficas y
artículos especializados en el tema (Hernández, et al., 2014)
1. Conceptualización de competencias profesionales
El cambio es la constante hoy en el mundo, por esto las
empresas, las organizaciones y las personas están llamadas a transformarse en
forma integral y permanente. La Universidad,
como institución forjadora de procesos formativos, es el órgano encargado de
mantener, desarrollar y promover esta preparación integral, así el desarrollo
de estos procesos se orienta a una verdadera transformación humana, que emerge
para hacer de la formación académica, un servicio pertinente con las demandas
contextualizadas de la sociedad.
Al mismo tiempo, esta realidad demanda a los egresados
de las universidades una formación que responda ante los retos actuales, y que
posea una preparación integral para afrontar el cambio y la incertidumbre, a la
vez que se hagan competentes para corresponder con la dinámica organizacional y
social. Lo antes planteado, ha convertido este aspecto de las competencias, en
objeto de continua discusión, debido a las concepciones teóricas y técnicas,
que llevan a la diatriba de, si deben ser tomadas como parámetro o lineamiento
para la construcción del perfil de los profesionales, o dejar su adquisición a
través de la práctica laboral. Al respecto, se muestra un cuadro de
conceptualizaciones sobre competencias que varios autores han propuesto basados
en sus experiencias y desde contextos diferentes, de forma tal, que puedan
establecerse similitudes y comparaciones entre las mismas (ver Cuadro 1).
Cuadro 1
Conceptualizaciones sobre competencias
Autores |
Conceptualizaciones de Competencias |
Burns y Klingstedt (1973) |
Especialista en
Tecnología Educativa, esta concepción fue manejada desde una perspectiva
conductista, enfocada en la formulación de objetivos que las constituían. El
concepto se profundizó por la idea de “competencias mínimas” (minimal
competency); y fue aplicado al campo de la formación técnica y luego a la enseñanza
de idiomas. |
Schroder
(1989) |
Define la actuación
de competencia como actuación - un conjunto de comportamientos relativamente
estables, que van a producir una mejor adecuación en los equipos de trabajo,
en ambientes organizacionales complejos. |
Management Charter
Initiative (1991) |
Las nombran como
competencias ocupacionales y son aquellas habilidades para realizar
actividades propias de una ocupación, o función según el nivel de actuación
esperado. |
Aledo (1995) |
Las definió como un
conjunto específico de conductas observables evaluables y clasificadas- son
categorías de conductas. |
McLagan (1997) |
Señala que existen
diferencias entre el significado de competencias, tanto si se refiere a las
organizaciones como a los individuos; además de las ventajas e inconvenientes
presentes en cada aproximación conceptual. Según este autor, el significado
de competencias viene dado por los siguientes elementos: -
Competencias como
tareas- tareas de trabajo y actividades. -
Competencias como
resultado- estas conciben que la habilidad produce beneficios a la empresa. |
Llopart (1997) |
Constituyen un
conjunto de características personales, y conocimientos que confieren a las
personas capacidades para desempeñar las funciones correspondientes a su
ocupación, de forma satisfactoria y
acorde con los objetivos y estrategias organizacionales. |
Levy (1997) |
Para esta autora,
las competencias representan la unión entre las características individuales
y las cualidades requeridas para llevar a cabo misiones profesionales. Son el
conjunto de conductas organizadas y relativamente estables y movibles para
cuando sea preciso. |
Chomsky (2014) |
Se refiere a estas
como algunos aspectos del conocimiento y a las habilidades, necesarias para
lograr resultados y cumplir las exigencias de una situación específica;
siendo estas capacidades reales para el logro de objetivos. |
Alles (2008) |
Relaciona el
talento con las competencias; refiriéndose a estas últimas como las características
de personalidad, comportamientos que generan un desempeño exitoso en un
puesto de trabajo. Son las competencias las que producen o permiten el
desempeño superior de una persona. |
Fuente:
Elaboración propia, 2021
En este punto cabe destacar, que el tema sobre las competencias, como se
observa, ha sido abordado por diferentes autores, quienes desde diferentes
perspectivas y marcos teóricos referenciales, han realizado aproximaciones
sobre su definición de acuerdo al contexto que han manejado. En ese sentido,
Zabala, Marcano y Chávez (2013), infieren que:
En la actualidad, existen diversos enfoques
explicativos de las competencias dentro de la dinámica social y ocupacional,
que las asume con su condición humana como las capacidades para el desempeño
exitoso de una ocupación, tendientes a la integración para llegar a la integralidad.
(p.162)
En el mismo orden de ideas,
Castañeda (2015), explica que:
Las
competencias no sólo deben basarse en conocimientos y habilidades que parten de
la formación profesional específica, también se derivan de la capacidad para
saber resolver un problema con base en las habilidades y destrezas obtenidas a
través de la educación, que nos permite desarrollarnos profesionalmente, es
decir, la capacidad de responder a demandas complejas. (p.253)
Luego de revisar las diferentes
conceptualizaciones realizadas por varios autores y estudiosos del tema; se puede
inferir que las competencias profesionales son cualidades que deben poseer los
profesionales o egresados universitarios, las cuales están determinadas tanto
por destrezas y habilidades adquiridas o desarrolladas durante la formación
profesional específicas de cada carrera, como aquellas cualidades o
características personales que posee el individuo y ha ido fortaleciendo con la
madurez intelectual y emocional, (como ser social y cultural), todo lo cual va
a servirle para resolver situaciones problemáticas en el ámbito profesional,
del mismo modo que influyen en sus relaciones interpersonales, dentro o fuera
de su entorno laboral.
2. Formación profesional por competencias del
administrador
Es importante
mencionar, en relación a la función de las competencias en el contexto de la
formación profesional, que “la educación
por competencias surge desde finales del siglo XX en Europa, con el Proyecto Tuning,
impulsado por la Unión Europea y posteriormente por el proyecto DeSeCo
(Definición y Selección de Competencias), (…), que promueve la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)” (Castañeda, 2015, p.255).
De igual forma, el Proyecto Tunning, creado para
América Latina en 2004, cuyo propósito fue mejorar las condiciones del
aprendizaje, por medio de la creación y clasificación de los perfiles de los
egresados, a modo de facilitar la movilidad de estos como profesionales; siendo
la razón de ser del proyecto, que este se fundamentó en la búsqueda de puntos
de referencia comunes, centrándose en las competencias y en las destrezas
basadas en el conocimiento (Del Alcázar, 2020).
Por lo tanto, su definición de competencias, está
enmarcada bajo la denominación de “competencias universitarias”; las cuales
representan el enfoque en las habilidades prácticas accionables en áreas
instrumentales, interpersonales y sistemáticas, que deben desarrollar los
estudiantes durante la formación profesional en sus carreras; de forma transversal
e independientes de las específicas de la profesión o asignatura que cursen (Del
Alcázar, 2020).
Por su parte, Cejas, et al. (2019) definen la
formación por competencias como: “(…) un proceso
de enseñanza y aprendizaje que está orientado
a que las personas adquieran habilidades, conocimientos y destrezas empleando
procedimientos o actitudes necesarias para mejorar su desempeño y alcanzar los
fines de la organización y/o institución” (p.95).
En ese aspecto, Casanova, et al. (2018); y Jiménez-Silva, et
al. (2019), opinan que en la formación universitaria los contenidos
curriculares deben fortalecer la capacidad cognitiva del estudiante para así
reconocer las oportunidades, forjar conocimientos y
tecnologías que contribuyan a la resolución de problemas así como inciten a
alcanzar una mejor calidad de vida. Destacando, que el enfoque de competencias, tal como lo presentan Useche
y Artigas (2019):
(…) debe adaptase a la necesidad
de cambio, omnipresente en la sociedad internacional, bajo una
multiplicidad de formas. Por lo que, la competencia laboral es
dinámica e imprime énfasis y valor a la capacidad humana para innovar,
anticipar modificaciones y prepararse a éstas, en vez de convertirse en víctima
pasiva, arrasada por transformaciones sin control. (p.387)
Así mismo, la formación académica profesional ha de
ser contextualizada, además contar con recursos humanos preparados y
comprometidos con el proceso formativo, para el logro de la excelencia y
pertinencia con las demandas sociales; tal como lo señalan, Cabrera, et al.
(2017) “el docente, como facilitador del proceso de aprendizaje, debe
resignificar su función hacia un papel más asociado con la conducción del
aprendizaje” (p.992).
Al respecto, las universidades juegan un rol
protagónico en la formación del individuo, al proveer la adquisición de
habilidades basadas en la generación, difusión y uso del conocimiento, que les
permitan responder a las demandas del mercado, así como proyectar y predecir
ante escenarios alternativos o adversos. Debe hacerse, bajo una dinámica
determinada por la capacidad de interacción y consolidación de competencias,
que a la vez fortalezcan la capacidad científica e incrementen la productividad
así como la competitividad de las empresas u organizaciones.
En el proceso de formación profesional por
competencias, existe transmisión de información, entrenamiento o capacitación
de una persona o un grupo, lo que les permitirá aprender a realizar una
actividad con características específicas, y a desempeñar esa tarea o función
eficientemente y satisfactoriamente en un área laboral concreta (Tobón, 2008).
De lo anterior se desprende que, en la actualidad las
empresas u organizaciones tengan en cuenta características específicas sobre
las funciones o cargos a desempeñar, con respecto al perfil que deben poseer
los posibles empleados o candidatos a un puesto, para ser elegibles. Todo lo
cual, ha ocasionado que en las universidades se repiensen los currículos de las
carreras que se ofrecen, y se atiendan estas exigencias, promoviendo la
formación profesional para el desarrollo de competencias profesionales y
personales. Icarte y Labate (2016),
infieren que, “el desafío para las universidades
en este marco, reside en rediseñar sus matrices formativas alrededor de las
competencias de salida más que alrededor de las tradicionales asignaturas” (p.5).
Las demandas o exigencias por parte de las
organizaciones, empresas o industrias, están enfocadas a una mayor preparación
o formación profesional del egresado en áreas diversas y no solo en las
específicas de cada carrera, esto conlleva a tomar como principal rasgo para
emplear individuos, el nivel de la calidad de dicha formación; en concordancia
con la naturaleza y políticas organizacionales, en pro de beneficios para el
entorno social, por ello Cabrera, et al. (2017) afirman que:
Los métodos, técnicas y
procedimientos empleados y aplicados en el proceso de formación, favorecen el
desarrollo de las competencias profesionales, por los profesores de una carrera
universitaria, en tanto que activan el proceso de formación y permiten que cada
individuo trace su estrategia de auto-aprendizaje a favor de las necesidades
que se le planteen durante la ejecución de cada programa y plan de estudios. (p.992)
Ahora bien, los procesos de formación de profesionales
en las universidades, orientados al desarrollo de la calidad académica,
contribuyen para hacer de la educación un servicio más pertinente con las
demandas sociales; donde adquieren un significado predominante: El saber, así
como el hacer y el ser. Al desarrollar estos aspectos en un proceso de
aprendizaje por competencias centrado en el estudiante y su incidencia en el
contexto social; ofrece aprendizajes o conocimientos, socialmente
significativos; que habilitan a estos profesionales para operar con eficacia en
contextos específicos, respondiendo a cabalidad, ante las dificultades,
situaciones y retos propios de la época y del entorno.
Según
Useche y Artígas (2019), el
egresado de un proceso de formación por competencias,
posee “una compleja estructura de atributos necesarios para el desempeño en
situaciones adversas donde se combinan conocimientos, actitudes y habilidades
en las tareas a desempeñar en determinadas situaciones” (p.386).
Lo anterior aplica en el sentido que, en un proceso de
formación por competencias no se proponen aprendizajes fragmentados, actitudes,
destrezas y conocimientos aislados, que se suman sin articularse entre sí; al
hablar de formación por competencias en la formación profesional, se refiere a
una combinación de conocimientos, habilidades, comportamientos así como
actitudes, formando una estructura, que se
demuestran en un contexto determinado y que se pueden transferir en
diferentes condiciones, a través de la actualización permanente. Por lo antes
dicho, un profesional competente, según expone, Ramos (2016):
a. Es aquel que se apropia de las
teorías, las leyes, los conceptos, las definiciones de la rama del saber en las
cuales se desenvuelve, para poder actuar responsablemente y con posibilidades
de hacer análisis, reflexiones, inferencias, inducciones, deducciones. Es hábil
en su desempeño, mostrando destrezas, tanto orales y comunicativas como
manuales, físicas y motoras.
b. Se empeña por hacer las cosas
bien, porque está totalmente motivado con su profesión, porque lo hace
conscientemente, demostrando en su desempeño profesional la convicción que
tiene de la importancia social de su labor, con lo cual contribuye al desarrollo
del país.
c. Demuestra haberse apropiado de
los aspectos más significativos, que identifican la ética de su profesión.
Trasciende sus propios aprendizajes, siendo capaz de potenciar sus recursos
personales y dar soluciones creativas e innovadoras a nuevos problemas
profesionales-coyunturales.
d. Es quien tiene la posibilidad
de hacer transferencias de contenidos ya dominados hacia otros nuevos, por
medio del autoaprendizaje y del adecuado manejo de la información.
Tomando en cuenta que el perfil específico de los
egresados en Administración, como de cualquier otra carrera o profesión de las
ciencias sociales u otras áreas, está conformado por las habilidades
individuales, por las adquiridas con la práctica y los conocimientos
aprehendidos por medio de los procesos formativos en las universidades, pero
también a lo largo de toda su vida como estudiante y ser social; pudiéndose
afirmar que existe una relación muy estrecha entre educación y competencias en
el contexto de la educación superior; cuyo objetivo es fomentar las
competencias; por lo tanto, los cambios del currículo universitario en busca de
una integralidad en el profesional, se fundamentan en la necesidad de ofrecer
una formación para la vida.
En la práctica formativa real, las competencias se
forman en varias unidades del curso y son evaluadas en diferentes etapas;
pueden estar divididas en competencias relacionadas con un área de conocimiento
-o
específicas de un campo de estudio-, y por competencias genéricas, que suelen ser comunes
para diferentes cursos, y carreras (Lombana, et al., 2014.).
De acuerdo a esto, hay aspectos que intervienen en la
discusión del proceso de formación del profesional en administración, que traen
a colación la relación entre la teoría y la práctica; ante esto, algunos
autores explican que el proceso de formación en la carrera de administración,
ha sido objeto de diversos debates, en torno al énfasis en la teoría y en la
práctica (Marín-Idagarra, 2013). Así que, las universidades deben direccionar
los procesos formativos en la carrera de Administración con pertinencia y
efectividad; promoviendo la apropiación del conocimiento en estos
profesionales, con capacidad de reflexión y análisis para la solución de
problemas cotidianos en las organizaciones, con un enfoque integral.
3. La formación profesional del administrador bajo el
enfoque contingencial
El enfoque de
contingencias, es una de las teorías contemporáneas de la administración, por
medio del cual se analizan y consideran las circunstancias externas a las
organizaciones, por lo que también se le llama enfoque situacional. A través de
esta teoría, se deja claro que todas las organizaciones no son ni funcionan
igual; lo que implica que su estructura y acciones tampoco lo sean; por lo
tanto, se presentan diferentes situaciones o contingencias que se abordan y
atienden de forma diferente (Segredo, 2016).
Por lo antes expuesto, es de gran importancia la
formación profesional por competencias, en el caso del profesional en
administración está directamente relacionado al planteamiento que se hacen muchos
teóricos de la administración y la gerencia, quienes con frecuencia, no toman
en cuenta la influencia del entorno en las diferentes dimensiones del ámbito
organizacional y de las empresas; lo que hace presumir, que dichos enfoques
(todos ellos) puedan ser compatibles con cualquier situación, tipo de organización, momento o circunstancia (Lara,
Rodríguez y Del Canto, 2016), sosteniendo los precitados autores que:
El enfoque de contingencia
establece que los dirigentes deberían diseñar las organizaciones, definir objetivos
y reformular las políticas y planes de acuerdo a las condiciones predominantes
del entorno, y las políticas y planes deben responder a los cambios de tales
condiciones. Adicionalmente indican, que la gerencia debería tener las
habilidades necesarias para anticipar, entender los cambios del entorno, y dar
lugar al cambio dentro de la organización. (Lara, et al., 2016, p.74)
Al analizar la esencia de este planteamiento, y
tomar en consideración lo que establece el enfoque situacional o contingencial,
se observa que cuando se habla de la formación del administrador desde el punto
de vista contingencial; se está atendiendo a una realidad y es que la gerencia
es y debe ser situacional (Lara, et al, 2016). De igual forma, la formación
profesional que se imparte en las universidades debe dar respuesta y concordar
con las realidades existentes en el plano laboral y el ámbito real de las
organizaciones; todo lo cual, incide en tener un mayor entendimiento y visión del tipo de competencias profesionales que
se requieren.
Por lo anterior, también es conveniente describir
algunos principios que rigen esta teoría o enfoque contingencial, de acuerdo
con García (2020):
1.
Los principios que rigen en una organización son situacionales, no son
universales. Las situaciones del entorno lo definirán 2. El tipo de administración
dependerá de la complejidad de cada situación. 3. Se otorga una visión de la
capacidad que tiene la empresa para adaptarse a factores externos e internos,
integrando ambos de la mejor manera 4. Se aplica un enfoque “Si…entonces”, El
“si” es un factor independiente, y el entonces será la variable dependiente,
que será la técnica para implementar en dicha situación. (p.3)
Según lo anterior, se cree necesario tomar en
cuenta los conceptos que la teoría contingencial contiene, en vista de, como su
mismo nombre lo dice, esta se basa en las condiciones o contingencias que se
desencadenan en las organizaciones; lo que establece, en la mayoría de casos,
que las competencias profesionales del administrador, deben estar signadas por
las pautas de los perfiles establecidos a nivel general, lo cual es el deber
ser en todas las organizaciones (García, 2020). En ese sentido, el enfoque contingencial debe estar directamente
relacionado con el perfil del profesional en administración y específicamente a
las competencias que debe haber adquirido y desarrollado durante su carrera.
Este aspecto puede palparse por el tipo de conocimientos que hayan adquirido,
los cuales deben definir un perfil laboral, profesional y personal idóneo.
El mundo de la educación, al igual
que de la formación profesional integral y en particular los profesores, no
pueden ser ajenos a estos retos y desafíos (Sistema Nacional de Formación para el Trabajo [SENA], 2003). En este hecho, tiene que ver mucho la participación del personal académico
y profesorado así como los aportes que realicen, durante el proceso formativo
en sus roles de instructores y docentes.
Debe resaltarse aquí,
que el personal docente de cualquier carrera es multidisciplinario, lo que le
da características especiales al proceso de enseñanza; en la profesionalización
de los administradores, convergen dos puntos de vista sobre este proceso; la
concepción que los docentes tengan sobre el concepto de organización y la
problemática de la administración y como entienden esta dinámica y su rol
frente al de los estudiantes como futuros administradores, donde también son de
relevante importancia las cualidades y perfiles profesionales de los
formadores.
Por lo antes dicho,
en la actualidad parte de la problemática existente sobre el tipo de
instrucción que se da en las escuelas de administración, reside en la poca
integración de los profesores y docentes, en los nuevos paradigmas
organizacionales (Hernández, 2018).
Es necesario tener en
cuenta que el tipo de conocimientos que se transmiten en esta área profesional,
se basa en la “funcionalidad” con una perspectiva “racionalista e
instrumentalista”, muchas veces no existe la articulación que se requiere entre
los conocimientos (del sub-campo específico) y los conocimientos e intereses de
los estudiantes (Hernández, 2018), razón por la cual, existe una visión
fragmentada sobre el tema de las organizaciones, sus fundamentos y temáticas
relacionadas; en lo que también, influyen el estilo y modelos de enseñanza que
se ejecutan, la cultura y las perspectivas para transmitir los contenidos
(Hernández, 2018).
4. Competencias profesionales del
administrador y la aplicación del “rombo” de Bedard.
En el mismo orden de
ideas, en relación al análisis sobre el tipo de formación que están recibiendo
los estudiantes de administración en las universidades y que tiene que ver con
las competencias que deben construir y adquirir durante este período de su carrera
profesional, está enmarcado desde el punto de vista de una de las teorías, por
medio de la cual se ha estudiado, determinado y organizado la forma de
interpretar al individuo en torno a sus caracterización profesional o laboral.
Esta es la expuesta por Bédard, en 2003, quien consideró
para su análisis 4 dimensiones filosóficas, conformada por 4 disciplinas: La
praxeología (para las prácticas y la conducta), la epistemología (para los
procedimientos y los métodos), la axiología (para los valores) y la ontología
(para los principios y las teorías generales); de forma tal, que en cada
dimensión se describen las competencias, o características que se pueden
encontrar, tanto en el profesional, como para el individuo en lo personal o el
ser.
El resultado basado
en las experiencias personales y profesionales de Bedard (2003), le ha
permitido denominarlo como "el rombo”, esquema que se corresponde
perfectamente con lo que se establece en el modelo con enfoque contingencial
sobre la actuación y las relaciones del profesional en administración, pero
además complementa perfectamente todo lo anteriormente expuesto sobre las
competencias profesionales que deben poseer (Lombana, et al., 2014).
En consecuencia, en
esta teoría denominada “el rombo”; se propone un esquema que permite identificar
4 tipos de competencias observables en un gerente: 1. Las competencias del
saber-hacer gerencia; 2. Las competencias del saber, propias de la dimensión
epistemológica y del conocimiento administrativo; 3. Las competencias de la
conducta ética y moral de los gerentes; y, 4. Las competencias ontológicas del
ser. (Lombana, et al., 2014).
También se observa la
interrelación de las 4 dimensiones filosóficas, las cuales mantienen una
interconexión, es decir, son 4 aspectos particulares de una sola realidad; que
permite percibir el hecho social en su totalidad y su relación con el enfoque
de contingencias aplicado en muchas organizaciones, que a su vez se complementa
con el tipo de formación profesional que se requiere para los futuros egresados
en administración.
En ese sentido, la
Ontología es la disciplina que condiciona y fundamenta a las otras tres; la
epistemología y la axiología, trabajan cada una según sus funciones y
fundamentaciones para conformar la totalidad del sistema. Las 4 están
íntimamente articuladas, formando una interacción dialéctica y armoniosa;
siendo importante destacar, que de presentarse un desacuerdo entre alguna de
estas dimensiones, se crearían dificultades en su funcionamiento total o
general; en la Figura I, se observa esta interacción, donde la praxeología, es
la dimensión que justifica la existencia de la función administrativa.
Fuente:
Elaboración propia, 2021, basado en Bedard (2003), y Noreña (2018).
Figura I: Interrelación de las 4 dimensiones filosóficas
Para Bedard (2003),
este conocimiento, “el rombo” se puede utilizar para armar una estructura
interna, sobre una actividad concreta, o caracterizar la conducta de los
individuos. “Este conocimiento profundo hace posible, que se haga una toma de
conciencia de los elementos subyacentes a una práctica; y si es necesario puede
guiar una intervención, con miras a modificarla o reforzarla” (p.85).
Interpretando, parte
de la exposición realizada por Bédard (2003), esta gira alrededor de las
siguientes ideas: Interesa para comprender las conductas de las personas,
siendo oportuno conocer los fundamentos implícitos; prestar atención a acciones
concretas, actitudes y palabras, así como “buscar donde están apoyadas; más
allá de explicaciones racionales o lógicas” (p.82).
En su teoría, muy
creativamente compara la figura del rombo con la de un iceberg, donde la
parte que se ve fuera del agua no corresponde ni a la 8va parte del total del
tamaño del iceberg (Bedard, 2003).
Esta comparación refiere la complejidad de las características individuales, y
humanas, en este caso, implementar el rombo sirve para identificar, distinguir
y clasificar las cualidades o características que poseen los individuos, o
profesionales, las cuales no pueden estar separadas y conforman una totalidad
del producto que se va generando con el proceso formativo (integral), de una
manera integrada.
En este orden de
ideas, Zwerg-Villegas (2011), opina que en la actualidad en las escuelas de
administración, se han basado más en las dimensiones funcionales para llevar a
cabo el proceso de formación profesional del futuro administrador; para lo cual
debe plantearse una reflexión sobre cómo debe ser la formación de estos
profesionales, con un concepto de integralidad.
En este mismo orden
de ideas, en vista que las escuelas de administración se manejan desde enfoques
muy funcionalistas y no desde enfoques filosóficos, al momento de estructurar
los procesos formativos de los futuros administradores, caracterizar a estos
profesionales con un perfil específico, pero al mismo tiempo general en base a
competencias, podría plantearse desde el punto de vista filosófico que esboza
Bedard (2003) a través del “rombo” creado por ella. Esto
implica, establecer las concepciones de cada dimensión y por medio de estas,
realizar el análisis individual deseado o idóneo de cada profesional (perfil
del egresado), que encierra 4 aspectos filosóficos fundamentales: La
praxeología, epistemología, axiología y la ontología (Noreña, 2018).
El anterior “rombo” en conjunto con la teoría
que encierra, es una herramienta muy útil para la consolidación de perfil por
competencias del estudiante de administración; puesto que engloba de forma
holística y armónica todas las características o cualidades de un individuo,
tanto en lo profesional como en lo personal. Es necesario resaltar, que las
competencias que conforman el perfil profesional de los administradores, se
determinarán según el consenso entre los criterios de los académicos, los de
los empleadores y los criterios propios de los profesionales que han cumplido
con todos los requisitos para el término de su carrera (egresados); además de
ello, será imprescindible contar con la información emitida por parte de las
organizaciones, empresas y sitios de trabajo, quienes son los encargados de
establecer los criterios que determinan el perfil del puesto (Merino, 2020).
Conclusiones
De este estudio se concluyó, que la
formación profesional del administrador se concibe como un proceso continuo,
que permite potenciar las capacidades de los estudiantes a nivel funcional, lo
que es aceptable puesto que prepara al estudiante para la práctica e
instrumentación de herramientas, con las cuales puede demostrar sus
habilidades, destrezas y conocimientos adquiridos, al momento de interactuar en
el ámbito laboral.
De manera que, inculcar a los
estudiantes a pensar bien o mejor, con un sentido crítico e integralidad en sus
análisis, esto implica potenciar la capacidad de innovación y productividad,
así como afianzar la alianza con los recursos propios (competencias,
habilidades, destrezas, y conocimientos adquiridos), en aras de conseguir un
producto y/o servicio más competitivo, de mayor calidad y que satisfaga las
necesidades prioritarias de la sociedad, a la par con el fin último y objetivos
institucionales y académicos.
La formación por competencias, pero
además contextualizada, les permite a los futuros egresados tener una visión
detallada o específica de sus funciones y roles a desempeñar; lo que además, le
ayuda a definir con claridad metas y objetivos, por tener una visión clara del
contexto, de la localidad o región. Los programas y guías docentes empleados
para la formación de un profesional competente, conlleva a la estructuración de
los contenidos con miras a la transformación, hacia la excelencia en el
desempeño laboral; manifestado y probado en las prácticas que desarrolla como
estudiante, en interacción con su contexto sociocultural y laboral.
En ese sentido, se requiere de una
formación profesional donde exista la construcción teórica-práctica por medio
de una formación por competencias y además estructurada; esto puede ser
posible, por ejemplo según lo planteado en este estudio, a partir de los
aportes de la teoría sobre “el rombo”, lo que permite una organización lógica
pero filosófica de estos aprendizajes.
En el cumplimiento de los fines de las
instituciones universitarias, en pro de la mejora de los procesos educativos,
deben esforzarse para la articulación de los propósitos académicos de los
docentes y profesores, en conjunción con los intereses de los estudiantes y
futuros egresados. En vista de que, existen vacíos que dividen ambos grupos,
debido a las deficiencias presentes durante el proceso formativo; ocasionado
por la variedad de estilos instruccionales, los cuales no se basan en
competencias.
Se hace necesario que los docentes
en la carrera de administración, se vinculen con la naturaleza de la profesión
(docentes), con miras a fortalecer sus capacidades y potencialidades, en
correspondencia con los fines de la carrera donde llevan a cabo la función de
formar. La formación por competencias, les exige contextualizar los contenidos
programáticos, con una lógica integradora, que permita la fusión de los
aspectos particulares y específicos del currículo, con los aspectos
relacionados a la sub-área que imparte. Esto conlleva a corregir las deficiencias
existentes, en los métodos aplicados, en conjunto con los responsables y
corresponsables, de velar por la calidad en la formación profesional de los
futuros administradores.
En este mismo orden de ideas, deben
ponerse en práctica herramientas existentes, y recursos ya empleados por otros
sectores, que están trabajando para darle un vuelco a la realidad existente,
como lo han hecho desde el Proyecto Tuning Latinoamérica, en pro de la
caracterización contextualizada, del perfil profesional de los administradores.
Todo lo anterior, se corresponde con
lo que plantea el enfoque contingencial, que se aplica en las organizaciones,
el cual amerita una preparación integral, basado en competencias, lo que sería
el perfil idóneo. Es a partir de estas premisas que estos profesionales, podrán
responder adecuadamente a las exigencias laborales actuales; incursionando eficientemente
en las diferentes situaciones y contextos de la realidad laboral y social de su
entorno próximo e internacional con una visión global.
No se quiere decir que se deba
globalizar sobre el hecho del tipo de formación profesional de los estudiantes
de administración; por el contrario, se requiere que estos se formen de forma
autodidacta, en el sentido estricto de la autoformación, como bastión para
aprovechar al máximo sus potencialidades, en concordancia con el medio donde se
desenvolverán como profesionales.
Por lo tanto, los estudios previos
al grado profesional deben estar enmarcados, en lo social y lo cultural de sus
propios países, y luego sus especializaciones, propondrían diferentes opciones que
complementen con nociones relacionadas con el ámbito externo, bien sea regional
o del país.
Dicho lo anterior, el enfoque de
contingencias, pudiera ser expuesto y relacionado con intencionalidad en el
propio hecho de la formación académica de los administradores; promoviendo la
amplitud de competencias por medio de la innovación y adaptación de la malla
curricular, a las diversas situaciones organizacionales existentes, adecuando
el perfil del egresado a las demandas laborales del mercado; pero a las sociales
y culturales de igual manera.
Siendo urgente por parte de los
entes responsables, actuar sobre la marcha y proceder a ejecutar revisiones
periódicas, sí o sí, de los currículos, adaptándolos a los cambios, que también
son continuos, de modo que se pueda contar con egresados, cuyos perfiles
profesionales observados, estén dotados por competencias específicas, cada vez
más especializadas, innovadoras y contemporáneas, con el nivel de los profesionales
en el ámbito internacional.
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* Doctora en Ciencias
de la Educación. Magister en Administración con mención en Gerencia Empresarial.
Licenciada en Administración. Docente Tiempo Completo de la Universidad César
Vallejo, Filial Piura, Perú. E-mail: eramosf@ucv.edu.pe;
eramosfa@gmail.com ORCID https://orcid.org/0000-0003-1755-7967
** Candidato
a Doctor en Administración por la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo.
Magister en Administración. Docente de la Universidad Señor de Sipán,
Chiclayo-Perú. E-mail: carlosotero@crece.uss.edu.pe; carlosog15@gmail.com Scopus
Author ID: 57201736864. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6335-9083
*** Maestra
en Docencia y Gestión Educativa. Coordinadora del Programa de Maestría en
Gestión Pública. Docente adscrita a la Escuela de Posgrado de la Universidad
César Vallejo, filial Chiclayo, Perú. E-mail: fheredia@ucv.edu.pe ORCID:
https://orcid.org/0000-0001-6260-9960
**** Doctora en Ciencias de la
Educación. Docente de la Universidad Señor de Sipán, Chiclayo-Perú. E-mail: gioocondasn@crece.uss.edu.pe
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6082-0893
Recibido: 2020-12-11 · Aceptado:
2021-03-02