Innovación social y
ciencia ciudadana en la gestión del patrimonio en un escenario post COVID-19
Mesía-Montenegro, Christian*
Resumen
La presente nota hace una reflexión sobre la necesidad de introducir
modelos de innovación social y ciencia ciudadana en la gestión del patrimonio a
fin de poder asegurar la rentabilidad social, económica y cultural del mismo,
en países de la región, en un escenario post COVID-19. La aplicación de estos
modelos permitirá la participación comunitaria en la gestión e investigación
del patrimonio, desarrollándose de este modo competencias académicas y
laborales. Considerando que la gestión del patrimonio necesita además de una
constante profesionalización y una mayor apertura social, estos modelos podrán
ser de utilidad entre los profesionales de diversas áreas académicas
involucradas en la gestión de los recursos culturales.
Palabras clave: Innovación social; ciencia ciudadana; gestión del patrimonio; desarrollo
comunitario; COVID-19.
Social innovation and
citizen science in heritage management in a post-COVID-19 scenario
Abstract
This note
reflects on the need to introduce models of social innovation and citizen
science in the management of heritage in order to ensure its social, economic
and cultural profitability, in countries of the region, in a post-COVID
scenario. 19. The application of these models will allow community
participation in the management and research of heritage, thus developing
academic and work skills. Considering that heritage management needs, in addition
to constant professionalization and greater social openness, these models may
be useful among professionals from various academic areas involved in the
management of cultural resources.
Keywords: Social innovation; citizen science; wealth
management; community development; COVID-19.
El rol de la cultura en la generación de riqueza de
los países se hace cada vez más evidente, sobre todo en momentos en los cuales
el mundo se ve azotado por una pandemia de alcance global, la cual ha expuesto
la precariedad del sector en niveles no antes vistos (Beirne, Jennings y Knight, 2017; Comunian y England, 2020). Dado
que la cultura genera un gran valor económico, además de cohesión social,
recuperación de la memoria histórica y sentido de pertenencia local, regional y
nacional, es seguro considerar que el sector cultural ha entrado en una fuerte
recesión a nivel mundial, exponiendo la insuficiencia del rol del Estado en el
proceso de generación de valor y riqueza cultural.
En los últimos años, por ello, han emergido formas de
promoción de emprendimientos culturales desde la sociedad civil, que se ha dado
a llamar “innovación social”, sobre la base de la perspectiva de la ciencia
ciudadana, las cuales deben de orientar y definir el sector cultural post-Covid19.
¿Qué tanto aporta la cultura en la generación de
riqueza económica en los pueblos? De acuerdo con el estudio realizado por el
Ministerio de Cultura de Francia (Picard, 2018), las industrias culturales de
Francia aportaron un total de 44.5 billones de euros a la economía francesa
durante el año 2016, lo cual representa un aporte del 2,2%, empleando a 625.000
personas en el sector. Estos números impresionan, considerando que antes de la
pandemia, Francia tuvo una reducción del aporte en un 0,3% originado por los
actos terroristas que asolaron París en el año 2015. En total, las industrias
culturales aportaron un 2,2% al PBI francés en el año 2016 (en este año el PBI
francés alcanzó los 2.465 billones de dólares), con un 5,5% de empresas
relacionas el rubro de la cultura (European Union [EUROSTAT], 2018).
Esto definitivamente lleva a reflexionar sobre la
importancia del sector cultura en la creación de riqueza y generación de
empleo, más allá del valor intangible que representa en la cohesión social,
generación de identidad y memoria histórica de una nación.
Por ejemplo, En Perú, el sector cultura y las
industrias culturales aportaron al PBI el 1,58% en el año 2015 (Ministerio de Cultura del Perú y UNESCO, 2015),
considerando que el PBI peruano en ese año fue de 189.93 billones de dólares (7,7%
del PBI francés). Salvando las obvias distancias, se puede observar un gran contenido
en la potenciación y profesionalización de gestión cultural en el país, lo cual
implica una modernización de la práctica gestora, tomando como referencia
elementos importantes de la gestión de proyectos (de acuerdo con los
lineamientos del Project Institute Management), la gestión financiera,
la gestión por resultados lo cual imprimirá una necesaria visión de sostenibilidad
(económica, social y cultural) a la gestión patrimonial.
Si bien los esfuerzos de gestión desarrollados por la
entidad rectora del sector cultura en el Perú son encomiables, la
sostenibilidad de los mismos está sometida a los imponderables vaivenes
políticos (12 Ministros de Cultura en cinco años) y presupuestales que afectan
a uno de los sectores que menos presupuesto recibe del erario nacional (0,5% del
presupuesto nacional y un nivel de ejecución en al año 2020 del 72,1%), en
donde este sector está en el lugar 16 de asignación presupuestal en comparación
con el resto de ministerios (Ministerio de Economía
y Finanzas del Perú, 2021).
En vista de esta situación, la capacidad de acción del
sector Cultura es limitada, por lo que es necesario pensar más allá de la
gestión gubernamental, siendo necesario enfocarse en aspectos de
fortalecimiento de capacidades, tomando instrumentos de la innovación social y science citizenship (el término en
castellano sería “ciencia ciudadana”), los cuales se utilizan exitosamente en
modelos de negocios sostenibles en emprendimientos ambientales y sociales a
nivel mundial.
El modelo de
innovación social se caracteriza por estar relacionado a la práctica, en donde
la reflexión sobre lo realizado se da a posteriori (Mulgan, 2012), se
basa fundamentalmente en procesos de innovación a nivel de emprendimientos y de
nuevas formas de cooperación social así como de modelos de negocios cuya rentabilidad
se mide en función de la sostenibilidad cultural y natural del emprendimiento (Klievink y Janssen, 2014). Una de las características
principales del modelo de innovación social, se da en que los efectos de este
no se miden en función de precios, sino del bienestar que surge o se sostiene a
partir de emprendimientos y negocios culturalmente transversales siendo la
eficacia de dicha transversalidad cultural y rentabilidad social, la que
desencadena la rentabilidad económica.
Por otra parte, el
modelo de ciencia ciudadana se define como una forma de investigación
desarrollada por ciudadanos sin entrenamiento formal en metodología científica
(Gura, 2013), definido también por Hand (2010) como la participación pública en la
investigación. Este modelo permite la participación en los roles operativos,
técnicos e incluso estratégicos, de ciudadanos sin entrenamiento formal, bajo
una rigurosa capacitación y supervisión. La aproximación a este modelo se
encuentra debidamente formalizado en Europa, en donde la Asociación Europea de
Ciencia Ciudadana (ECSA por sus siglas en inglés) ha desarrollado, con el
auspicio del Museo de Historia Natural de Londres, los “Diez principios de
Ciencia Ciudadana” (European Citizen Science
Association, 2016).
De acuerdo a datos del Banco Interamericano de
Desarrollo (Villa y Melo, 2015), en Colombia se aplican exitosamente estos modelos
en el Parque Científico de Innovación Social de la Universidad UNIMINUTO, en
donde se integran centros de innovación e investigación conformados por
comunidades, empresas, academia y centros gremiales, con la finalidad de
estimular y originar el desarrollo científico y especializado establecido en la
creación de procesos y servicios necesarios para asegurar el desarrollo
integral de las comunidades.
Los logros del proyecto iniciado en el año 2012, se
enmarcan en la consolidación del parque como un modelo replicable en Colombia, la puesta en marcha de un programa para la formación de
líderes innovadores y gestores de Ciencia, Tecnología e Innovación en el
Departamento de Cundinamarca, así como la implementación exitosa del Proyecto
“Diseño Smart Town: Talento e Innovación aplicado al Territorio”. Como se
desprende de este ejemplo, el modelo
de innovación social, se basa fundamentalmente en procesos de innovación a
nivel de emprendimientos y de nuevas formas de cooperación social y de modelos
de negocios, cuya rentabilidad se mide en función de la sostenibilidad cultural
y natural del emprendimiento (Klievink y
Janssen, 2014).
Del mismo modo, en el campo de la gestión
de la conservación, lo reportado por Luzar, et
al. (2011) en la revista del Instituto Americano de Biociencias es
encomiable. Ellos mediante un riguroso programa de entrenamiento a 30 comunidades
indígenas de la Amazonía brasileña, lograron recuperar datos valiosos sobre los
procesos de modificación territorial y del medioambiente originados por
patrones de caza y recoleta tradicional, en un espacio geográfico de 48.000 km².
El trabajo de prospección y recolección de datos, fue desarrollado íntegramente
por las comunidades, quienes, debido al entrenamiento recibido, se encargaron
de monitoreos futuros en el marco del proyecto.
Este es un ejemplo concreto y exitoso del modelo de ciencia
ciudadana, el cual se define como una forma de investigación desarrollada por
ciudadanos sin entrenamiento formal en metodología científica. Este modelo
permite la participación en los roles operativos, técnicos e incluso
estratégicos de ciudadanos sin entrenamiento formal, bajo una rigurosa
capacitación y supervisión.
Bajo estos conceptos,
la gestión del patrimonio es un candidato idóneo para la aplicación de modelos
de innovación social, y ciencia ciudadana, que aseguren la sostenibilidad
económica del producto patrimonial a partir de la rentabilidad social que forma
parte de su misión, visión, así como mandato y gestión.
En el marco de estos
esfuerzos de fortalecimiento de capacidades en la gestión cultural, en aras de
la sostenibilidad social, cultural y económica, utilizando conceptos y modelos
de probado éxito a nivel mundial, los organismos gubernamentales responsables
de las líneas estratégicas de la gestión patrimonial, deben de incentivar la
participación comunitaria en modelos de innovación social así como la
implementación de proyectos de ciencia ciudadana, que formen parte de proyectos
de investigación en espacios patrimoniales. La
aplicación de estos modelos, permitirá no solamente la participación comunitaria
en la gestión, sino también en la investigación del patrimonio, desarrollándose
de este modo competencias académicas y laborales en los participantes.
Al respecto, se está en un punto de inflexión en el
cual gestión cultural ha iniciado un salto adaptativo hacia lo que se ha
llamado Economía Social Creativa (Comunian,
Rickmers y Nanetti, 2020). Dado el carácter social de la gestión
cultural, los esfuerzos de adaptabilidad deben de enfocarse en la cooperación
antes que en la competición. Ambas estrategias adaptativas, enfrentan las
presiones del sistema económico de forma diferente, siendo en el caso de la
Gestión Cultural, la cooperación dentro del sector una herramienta vital para
poder competir con industrial no culturales que del mismo modo buscan abrirse
paso en una economía de mercado.
En tal sentido, es ineludible conciliar la economía
creativa, con una economía social capaz de desafiar los problemas
contemporáneos, mediante el fortalecimiento de la innovación social y la
ciencia ciudadana en la Gestión Cultural; de este modo, se tendrán
instituciones culturales más fuertes y preparadas para afrontar la fiereza de
una economía de mercado que se volverá más implacable en un mundo post
Covid-19.
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* Doctor
en Filosofía (Ph.D) en Ciencias Antropológicas. Magister en Ciencias
Antropológicas. Vicerrector en la Universidad Privada San Juan Bautista, Perú. E-mail: christian.mesia@upsjb.edu.pe
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6707-1351