Revista de
Ciencias Sociales (RCS)
Vol. XXX, Núm. 3, julio-septiembre 2024. pp. 527-552
FCES - LUZ ●
ISSN: 1315-9518 ● ISSN-E: 2477-9431
Como citar: Villamar, R. M.,
Benavides, A. M., Orihuela, Z. F., y Ravello, A. A. (2024). Impacto de los
programas de resocialización de centros penitenciarios femeninos
latinoamericanos: Una revisión sistemática de literatura. Revista De
Ciencias Sociales, XXX(3),
527-552.
Impacto de los programas de
resocialización de centros penitenciarios femeninos latinoamericanos: Una
revisión sistemática de literatura
Villamar
Romero, Roger M.*
Benavides
Román, Alexander Masías**
Orihuela
Sangama, Zaida Flor***
Ravello Joo,
Alexeis A.****
Resumen
El
presente estudio se desarrolló en la línea de investigación relacionada a los
fenómenos penitenciarios. El contexto del estudio fue la región Latinoamericana.
Las variables analizadas fueron, los programas de resocialización y sus impactos
respectivo. El objetivo de la investigación fue evaluar los efectos de los
programas de resocialización en mujeres internas y ex internas de centros
penitenciarios, analizando los modelos teóricos utilizados, así como examinando
los problemas a los que se enfrentan las mujeres en el proceso de
resocialización. El diseño de investigación fue secundario-documental, tomando
fuentes de información ya existentes. La estructura utilizó la declaración
PRISMA. Los motores de búsqueda utilizados fueron Web of Science, Scopus,
EBSCO, Scielo, ScienceDirect y Pubmed. El resultado inicial de búsqueda dio
como resultado 1.688 artículos, de los cuales, bajo los criterios de selección
se escogieron 21 estudios. Se obtuvo como resultado que, los programas de
resocialización fueron deficientes y son débiles previniendo la reincidencia.
Los programas no consideraban las necesidades propias del género y los factores
de riesgo circundantes. Se concluye que, es necesario que los programas de
resocialización se construyan desde un enfoque de género que respete los
derechos fundamentales, promueva la reinserción laboral y prevenga la
reincidencia en conductas delictivas.
Palabras
clave: Resocialización; reinserción;
reclusas; penitenciaria femenina; Latinoamérica.
Impact of
resocialization programs in Latin American women's prisons: A systematic
literature review
Abstract
This study was developed in the
line of research related to penitentiary phenomena. The context of the study
was the Latin American region. The variables analyzed were the resocialization
programs and their respective impacts. The objective of the research was to
evaluate the effects of resocialization programs on female inmates and former
inmates of penitentiary centers, analyzing the theoretical models used, as well
as examining the problems that women face in the resocialization process. The
research design was secondary-documentary, taking existing sources of
information. The structure used the PRISMA declaration. The search engines used
were Web of Science, Scopus, EBSCO, Scielo, ScienceDirect and Pubmed. The
initial search result resulted in 1,688 articles, of which, under the selection
criteria, 21 studies were chosen. The result was that the resocialization
programs were deficient and weak in preventing recidivism. The programs did not
consider the needs of the gender and the surrounding risk factors. It is
concluded that it is necessary for resocialization programs to be built from a
gender perspective that respects fundamental rights, promotes labor
reintegration and prevents relapse into criminal behavior.
Keywords: Resocialization; reintegration;
female inmates; female penitentiary; Latin America.
Introducción
La cárcel es comúnmente
considerada como un símbolo visible del fracaso de una sociedad, tanto en
términos de la libertad ciudadana, del desarrollo socioeconómico y del sistema
educativo; sin embargo, paradójicamente, este entorno puede servir como una
oportunidad para abordar dichos problemas (Caride y Gradaílle, 2013). Por lo
tanto, resulta para el Estado, una prioridad ética, abrir espacios destinados a
la educación social y los procesos de resocialización (Fabra, Heras y Fuertes, 2016;
García, Marroquín y Martínez, 2020; Centeno et
al., 2022), debido a que, mediante la educación, las personas pueden
establecer relaciones con la comunidad, la tradición de un país y cocrear la
cultura de una nación (Scarfó, 2002; Sigüenza,
2018).
La representatividad de las
mujeres en el contexto penitenciario internacional comprende menos del ocho por
ciento de la población carcelaria, lo que representa una minoría de la
población intramuros (Del Pozo, 2016; Romero-Lara, Guillén-Riquelme y
Quevedo-Blasco, 2020). Esta realidad tiene un impacto significativo en los
programas socioeducativos, los cuales suelen estar diseñados principalmente
para hombres. No obstante, tanto la teoría como la práctica han evidenciado que
las motivaciones y las condiciones que conducen al comportamiento delictivo
difieren entre géneros (Romero y Aguilera, 2002; Fuller, 2008), requiriendo una
visión distinta en el enfoque reintegrador que se necesita en los programas de
intervención adoptados dentro de los centros penitenciarios.
La actividad educativa es un
proceso de transformación que busca generar cambios en las actitudes, las conductas,
la percepción de la moralidad y el desarrollo personal (Fabra et al., 2016;
Lares et al., 2024); para lo cual, en el contexto de la reclusión, adquiere
relevancia al ofrecer a los individuos los conocimientos necesarios para su
posterior reintegración (Valbuena, 2008; Moreno-Guaicha et al., 2024). A través
de esta oportunidad de aprendizaje, se brinda la posibilidad de adquirir
habilidades independientes del lugar y contexto experimentado, permitiendo
recuperar el rol de ciudadanos activos y participativos dentro de una comunidad
(Caride, 2010).
Los programas socioeducativos
y psicológicos impactan favorablemente en las mujeres internas en un ambiente
penitenciario. En tal sentido, Duwe y Clark (2015); y, Beaudry et al. (2021), detectaron
que, producto de estos programas, la tasa de reincidencia se reduce en un 30%,
siendo la disminución mayor en la población femenina en comparación con la
masculina.
En adición, cuando los
programas se desarrollaban en conjunto con la creación de comunidades terapéuticas,
los casos de violencia dentro del penal disminuían entre un 45% a 86%.
Herrera-Mercado y Zambrano-Vanegas (2021), destacan que también existe un
sistema de resocialización no formal, siendo las experiencias vividas,
elementos que impactan de manera positiva, pero que necesitan ser regulados, debido
a los casos de acoso, abuso entre mujeres y abuso de poder del personal penitenciario
(Romero-Lara et al., 2020).
Romero-Lara et al. (2020),
hallaron diferencias notables en el nivel de riesgo detectado en los reclusos
según su género; los resultados revelaron que los hombres presentaban tasas más
altas de agresividad, resistencia a la autoridad y conductas violentas;
mientras que las mujeres, mostraban una inclinación hacia la búsqueda de
soporte emocional y la construcción de redes de apoyo. Adicionalmente, Pinto y
Oliveira (2020), señalan que los programas de reinserción no dan la real
importancia a las redes de apoyo y a la familia en el proceso de adaptación,
pese a que, la vinculación emocional interpersonal es un motor de cambio
importante para las mujeres. Por otra parte, Collins (2010) señala que el
fracaso de algunos programas de reinserción se debe a la diferencia de necesidades
de género.
Burgos, Amaro y Añaños (2023),
evidenciaron que las mujeres experimentan inseguridad sobre la eficacia de los
programas y temor a reincidir, incluso más del 81% desearía un acompañamiento post reclusión. De acuerdo con Rivas et
al. (2021), las limitaciones del personal penitenciario imposibilitan el
acompañamiento. En la misma línea argumental, Amaro et al. (2021), hallaron que
el 85% de las mujeres en condición privativa de libertad, piensan que el
acompañamiento profesional influye en el proceso de reinserción; no obstante, solo el 31% dispone de
dicho soporte.
De acuerdo con autores como Moles
(2021); y, Moles-López y Añaños (2021), existen diversos factores de riesgo
asociados a las mujeres que reinciden. Entre ellos, se destacó la edad,
encontrando que el intervalo de mayor prevalencia era de 36 a 45 años; además,
se observó que estas mujeres tenían estudios básicos incompletos, eran madres
solteras, presentaban problemas de alcohol o drogas y mantenían relaciones con
personas con antecedentes criminales, dando luces a que la reincidencia podría
estar motivada por la necesidad económica y la falta de oportunidades laborales.
Asimismo, Loinaz (2016) identificó que las oportunidades laborales al salir de
reclusión son escasas. Adicionalmente, la estigmatización juega un rol negativo
durante la búsqueda de empleos post
reclusión (Rivas et al., 2021; Rivera-López y Añaños, 2021).
Por su parte, Robertson et al.
(2019) enfatizaron la necesidad de emplear modelos específicos para abordar los
factores de riesgo diferenciados de acuerdo al sexo para disminuir la tasa de
reincidencia en mujeres; no obstante, la principal barrera reside en la
concepción de estos modelos, debido a que son basados en perfiles masculinos,
lo cual limita la capacidad de respuesta ante las necesidades particulares de
las mujeres que participan en los programas penitenciarios; postura que es
reforzada por Ruiz (2018), quien sostiene que la mayoría de los programas educativos
utilizan principios punitivos, más que restaurativos.
Por tanto, la relevancia de analizar
la acción de resocializadora en el contexto penitenciario radica en la
necesidad de lograr una reintegración social adecuada para las personas
involucradas; la educación desempeña un papel fundamental al generar modelos de
conducta y ofrecer oportunidades para la adaptación en un sistema regido por
normas (Torres, Ortega y Arias, 2015). No obstante, para alcanzar este
objetivo, es esencial establecer entornos propicios que fomenten la
creatividad, la interacción social, las expresiones culturales, los contenidos
educativos y otras actividades diversas que estimulen la reflexión, la toma de
decisiones, la habilidad para manejar situaciones y el desarrollo de valores (Jiménez,
2012).
En consecuencia, el propósito
del presente estudio es analizar los efectos los programas de resocialización en
mujeres de centros penitenciarios al finalizar su estancia en los penales de
América Latina, e identificar los factores que influyen en el éxito o fracaso
en términos de reinserción social.
1. Metodología
El presente estudio es una
revisión sistemática de la literatura, el diseño utilizado es de tipo
secundario, por lo que se tomaron fuentes de información ya existentes para
responder a un problema que no fue formulado durante la concepción original de
los estudios (Silva,
Araujo y Ribeiro, 2018). En tal sentido, la
revisión sistemática, mediante una lectura crítica, analiza los datos de los documentos
científicos. Tales como los objetivos; la población de estudio; el método; las
conclusiones; recomendaciones; a través de un proceso riguroso de relevamiento
de evidencias sobre un fenómeno que permite dar respuesta al problema planteado
por los investigadores (Xiao y Watson, 2019).
El estudio se diseñó,
utilizando como base, a la declaración PRISMA (Page et al., 2021), que es
una guía que permite elaborar y presentar resultados de revisiones sistemáticas
en siete apartados, con la finalidad de facilitar el desarrollo de este tipo de
estudios.
1.1. Estrategia de búsqueda
Para garantizar la calidad
metodológica, la totalidad de los materiales de análisis fueron revisados por al
menos dos investigadores con la finalidad de reducir el riesgo de sesgo durante
las etapas de filtrado, cribado, y selección final de los artículos que
formaron parte del estudio. La búsqueda se realizó utilizando el modelo de
pregunta PICO, que es una fórmula ampliamente utilizada en las revisiones de
literatura científica. PICO, es un acrónimo en inglés que hace referencia a los
siguientes elementos: La población, la intervención, la comparación de las intervenciones,
y, los resultados u outcomes. Delimitando la población a la pregunta de
investigación y controlando el proceso de búsqueda, mediante las palabras clave
y representativas del fenómeno de estudio (Schiavenato y Chu, 2021). En el
Cuadro 1, se describe el modelo de pregunta PICO que orientó la investigación.
Cuadro 1
Formulación de la pregunta PICO
Estructura |
Elementos |
P |
Mujeres reclusas |
I |
Programas de resocialización |
C |
Ninguno |
O |
Reinserción social |
Fuente: Elaboración propia, 2024.
La base de datos con la que se
trabajó proviene de los motores de búsqueda Scopus,
Web of Science, EBSCO, Scielo, ScienceDirect y PubMed, utilizando
los términos representativos Mujer (Woman,
female, women offenders, female
offenders, Woman Inmates, famele Inmates); programas de resocialización
(Rehabilitation, reintegration, resocialization,
program resocialization, program reinsertion, clinical interventions); y, reinserción
(Recidivism, reinsertion), tal como se muestra en el Cuadro 2.
Cuadro2
Fórmula de búsqueda
Fuentes |
Cadena de búsqueda |
Scopus |
TITLE-ABS-KEY ((Woman AND Offenders OR Female AND
Offenders OR Woman AND Inmates OR Female AND Inmates)) AND (Rehabilitation OR
Reintegration OR Resocialization OR Program AND Resocialization OR Program
AND Reinsertion OR Clinical AND Interventions OR Recidivism OR Reinsertion)) |
|
|
Web of Science |
(Woman OR female OR women offenders OR female
offenders OR Woman Inmates OR female Inmates) AND (Rehabilitation OR
reintegration OR resocialization OR program resocialization OR program
reinsertion OR clinical interventions) AND
(Recidivism OR reinsertion) (All Fields) |
|
|
EBSCO |
TI Women Offenders OR TI Female Offenders OR TI
Woman Inmates OR TI Female Inmates AND TI Reintegration OR TI Resocialization
OR TI Program Resocialization OR TI Program Reinsertion AND TI Recidivism OR
TI Reinsertion |
|
|
Scielo |
(Woman OR Female OR Women Offenders OR Female
Offenders OR Woman Inmates OR Female Inmates) AND (Rehabilitation OR
Reintegration OR Resocialization OR Program Resocialization OR Program
Reinsertion OR Clinical Interventions OR Recidivism OR Reinsertion) |
|
|
ScienceDirect |
Women Offenders OR Female Offenders OR Woman Inmates
OR Famele Inmates AND Reintegration OR Resocialization OR Program
Resocialization OR Program Reinsertion Title, Abstract, Keywords: Recidivism
OR Reinsertion |
|
|
PubMed |
((((women offenders[Title/Abstract]) OR (female
offenders[Title/Abstract])) OR (Woman Inmates[Title/Abstract])) OR (famele
Inmates[Title/Abstract]) AND (fft[Filter])) AND
((((((((Rehabilitation[Title/Abstract]) OR (reintegration[Title/Abstract]))
OR (resocialization[Title/Abstract])) OR (program
resocialization[Title/Abstract])) OR (program reinsertion[Title/Abstract]))
OR (clinical interventions[Title/Abstract])) OR (Recidivism[Title/Abstract]))
OR (reinsertion[Title/Abstract]) AND (fft[Filter])) |
Fuente: Elaboración propia, 2024.
1.2.
Criterios de inclusión y exclusión
La selección de estudios se
realizó tomando en consideración los trabajos de tipo descriptivo,
correlacional, experimental, cuasiexperimental, revisiones sistemáticas, y estudios
de caso, realizados en América Latina desde el año 2010 hasta las publicaciones
realizadas en julio del 2023. En relación con las características de la
población, los estudios debían contener mujeres mayores de edad o investigaciones
comparativas entre género. Se descartaron aquellos artículos acerca de menores
de edad, sobre régimen semi abierto, al igual que estudios incompletos, trabajos
de tesis, capítulos de libros, artículos periodísticos, presentaciones de
congresos y artículos en idiomas ajenos al inglés, portugués y español.
1.3.
Selección y extracción de datos
Para la importación de los
metadatos se utilizó el programa informático Rayyan (Ouzzani et al., 2016), que permitió organizar la
información y seleccionar los artículos conforme a los criterios de inclusión y
exclusión. Como herramienta bibliográfica para indexar y gestionar las fuentes
documentales se utilizó el programa informático Zotero (Roy Rosenzweig Center for History and New Media, 2023). Los
artículos que calificaron para el estudio, luego del filtrado y cribado respecto
a los criterios de inclusión y exclusión se sometieron a evaluación utilizando
el instrumento Critical Appraisal Tools
(Munn et al., 2023), tomando en consideración el objetivo de estudio, la
muestra, la presentación de resultados y su coherencia con las conclusiones, lo
que puede sintetizarse como la conducta metodológica plasmada en los artículos.
1.4.
Artículos seleccionados
La búsqueda inicial utilizando
las palabras clave, en julio del 2023, dio como resultado 1.688 documentos. En
la fórmula de búsqueda no se consideró los años de publicación, ni el término joven
o adolescente, debido a que existían trabajos que dentro de la definición de
joven, incluían la población mayor de 18 años, y otros artículos que utilizaban
el término para referirse a adultos jóvenes; en cuanto a no considerar el año, repositorios
como EBSCO, contiene artículos que no registran el año de publicación; sin
embargo, al realizar la revisión se ubicaban en el rango temporal determinado para
el estudio.
En el primer filtro de datos, se
eliminaron 526 documentos debido a que habían sido publicados antes del 2010.
Posteriormente, se eliminaron 230 manuscritos duplicados dando como resultado
un registro depurado de 932 investigaciones. Durante el cribado, se realizó la
selección de artículos mediante la lectura de los metadatos registrados, el título
y el resumen, eliminando 873 documentos. Luego, mediante otra lectura, se
eliminaron capítulos de libros, artículos médicos, estudios sobre población no
penitenciaria, población en libertad condicional, adolescentes, hombres y
estudios de regiones que no pertenecían a América Latina, quedando 59 artículos
científicos.
La evaluación final de los
artículos se hizo leyendo cada manuscrito para comprobar si cumplían los
criterios de inclusión, observando los objetivos, la población, la claridad de
los resultados y la metodología utilizada en cada documento (ver Figura I).
Fuente: Elaboración propia, 2024.
Figura
I: Flujograma del proceso de búsqueda y selección de
documentos
Luego de lo cual, se encontró
que 5 trabajos tenían como población a personal técnico, ciudadanos y
estudiantes universitarios; 11 artículos fueron excluidos por el sexo de la
población, encontrándose en esta fase de análisis hombres debido a que durante
el cribado no se pudo comprobar el sexo hasta la lectura del trabajo.
Se excluyeron 3
investigaciones enfocadas en población femenina adolescente; 12 trabajos por
los objetivos del estudio, puesto que analizaban la infraestructura, población
psiquiátrica, políticas penitenciarias y revisiones sistemáticas que, por la
problemática planteada, no realizaron una división clara de la población, ni
categorizaban resultados de acuerdo al sexo. Asimismo, no se consideraron 7
artículos por el país del que provenía la población; dejando 21 estudios que se
adecuaban a los criterios de inclusión de la presente investigación. En la
figura I se aprecia el flujo que se siguió en el proceso de búsqueda y
selección de documentos.
De los 21 artículos
seleccionados se identificaron: Los autores; diseños; país donde se desarrolló
el estudio; edad de la muestra; tamaño de la muestra; y, área temática. Tal
como se aprecia en el Cuadro 3.
Cuadro 3
Información general de los manuscritos
seleccionados
Nombres |
Diseño |
País |
Edad |
N |
Áreas |
Sesgo |
Larroulet,
Daza y Bórquez (2023) |
Cuantitativo – Cohorte |
Chile |
27 a 46 |
M=225 |
Educación y Empleabilidad |
9 (0-11) |
Marquina-Luján, Villamar y Orihuela (2023) |
Cualitativo – Fenomenológico |
Perú |
25 a 35 |
M=30 |
Programas terapéuticos |
8 (0-10) |
Romero (2022) |
Cualitativo – Etnográfico |
México |
22 a 41 |
H/M=17/12 |
Resocialización |
9 (0-10) |
Barbosa,
Goldberg y Diaz (2022) |
Cualitativo – Rev Documental |
Brasil |
=>18 |
- |
Reinserción |
7 (0-10) |
Coaguila-Valdivia et al. (2021) |
Cuantitativo – Descriptivo |
Perú |
=>18 |
H/M=302/20 |
Beneficios Penitenciarios |
8 (0-10) |
Martínez-Álvarez y Sindeev (2021) |
Cualitativo – Fenomenológico |
Perú |
19 a 40 |
M=13 |
Programas para embarazadas |
7 (0-8) |
Preciado (2020) |
Cuantitativo – Análisis Secundario |
Colombia |
=>18 |
M=864 |
Resocialización |
8 (0-9) |
Tapias (2020) |
Mixto – Investigación Acción |
Colombia |
26 a 39 |
M=5 |
Resocialización |
9 (0-10) |
Larroulet et al. (2020) |
Cuantitativo – Cohorte |
Chile |
27 a 50 |
M=225 |
Visitas |
8 (0-11) |
Mendes, Dos Santos y Baxter (2019) |
Cuantitativo - Correlacional |
Brasil |
18 a 57 |
H/M=1192/617 |
Programas terapéuticos |
7 (0-8) |
Moulin, De Sá Mello y Correia (2019) |
Cualitativo – Fenomenológico |
Brasil |
=>18 |
M=36 |
Educación y Empleabilidad |
8 (0-10) |
Hernández (2018) |
Cuantitativo – Análisis Secundario |
Colombia |
18 a 70 |
M=7045 |
Resocialización |
7 (0-9) |
Mora y Díaz (2018) |
Cualitativo – Fenomenológico |
México |
=>18 |
H/M=8/4 |
Educación y Empleabilidad |
9 (0-10) |
Sigüenza (2018) |
Cualitativo – Rev Documental |
México |
=>18 |
- |
Resocialización |
8 (0-10) |
Del Pozo y Jiménez (2017) |
Mixto – Investigación Acción |
Colombia |
19 a 60 |
M=37 |
Resocialización |
7 (0-10) |
Aristizábal, Ríos y Del Pozo (2016) |
Mixto – Investigación Acción |
Colombia |
19 a 53 |
M=18 |
Programas terapéuticos |
7 (0-10) |
Ayala (2015) |
Cualitativo - Hermenéutico |
Colombia |
22 a 62 |
H/M=60/30 |
Resocialización |
9 (0-10) |
Elvira-Valdés y Durán-Aponte (2014) |
Cualitativo – Fenomenológico |
Venezuela |
20 a 48 |
H/M=10/15 |
Educación y Empleabilidad |
7 (0-8) |
Baltieri (2014) |
Cuantitativo - Correlacional |
Brasil |
18 a 32 |
M=182 |
Consumo de sustancias |
8 (0-10) |
De Melo y Baltieri (2013) |
Cuantitativo - Correlacional |
Brasil |
18 a 52 |
M=158 |
Consumo de sustancias |
8 (0-8) |
Romero et al. (2010) |
Cuantitativo – Descriptivo |
México |
18 a 65 |
M=213 |
Consumo de sustancias |
8
(0-8) |
Fuente: Elaboración propia, 2024.
1.5.
Diseño de los estudios
Los 21 artículos seleccionados
se dividen en tres diseños, el 43% son estudios cualitativos, el 43% estudios
cuantitativos, y el 14% restante son estudios mixtos. Los estudios cualitativos.
estuvieron conformados por: Uno del tipo etnográfico (Romero, 2022); cinco fenomenológicos
(Elvira-Valdés y Durán-Aponte, 2014; Mora y Díaz, 2018; Moulin et al.,
2019; Martínez-Álvarez y Sindeev, 2021; Marquina-Luján et al., 2023); uno hermenéutico
(Ayala, 2015); y, dos revisiones documentales (Sigüenza, 2018; Barbosa
et al., 2022).
Los estudios cuantitativos,
incluyeron: Dos análisis secundarios de datos (Hernández, 2018; Preciado, 2020);
dos estudios de cohorte (Larroulet et al., 2020; Larroulet et al., 2023); tres
correlaciones (De Melo y Baltieri, 2013; Baltieri, 2014; Mendes et al., 2019);
y, dos investigaciones descriptivas (Romero et al., 2010; Coaguila-Valdivia et al.,
2021). Finalmente, los estudios mixtos, contuvieron tres modelos de
investigación-acción (Aristizábal et al., 2016; Del Pozo y Jiménez, 2017;
Tapias, 2020).
1.6. Países de donde provienen
los estudios
El origen de la población
penitenciaria de mujeres se distribuye entre seis países: Colombia (28%), que
alberga la mayor producción científica en esta temática (Ayala, 2015; Aristizábal
et al., 2016; Del Pozo y Jiménez, 2017; Hernández, 2018; Preciado, 2020;
Tapias, 2020); seguido de Brasil (23%), presentando cinco investigaciones que
se adecuaron a los objetivos del presente estudio (De Melo y Baltieri, 2013; Baltieri, 2014; Mendes et al., 2019; Moulin
et al., 2019; Barbosa et al., 2022). Continuando
con México (21%), identificándose cuatro documentos (Romero et al., 2010; Mora y
Díaz, 2018; Sigüenza, 2018; Romero, 2022); Perú (17%), con tres artículos (Coaguila-Valdivia
et al., 2021; Martínez-Álvarez y Sindeev, 2021; Marquina-Luján et al.,
2023); Chile (7%), con dos trabajos (Larroulet et al., 2020; Larroulet et
al., 2023); y, finalmente Venezuela (4%) con un manuscrito (Elvira-Valdés y
Durán-Aponte, 2014).
1.7.
Población
Los participantes se
encuentran divididos en dos grupos, aquellos estudios que consideran como
muestra única a mujeres privadas de libertad, que tiene un equivalente a 9.051
personas; y aquellas que forman parte de estudios comparativos y de control que
tienen un número de 698 individuos; lo cual da un total de 9.749 participantes;
cabe mencionar que no se consideraron los estudios de Sigüenza (2018); y, Barbosa
et al. (2022), para el recuento al no describirse el tamaño de la muestra, debido
a que ambas eran revisiones documentales.
Los artículos estuvieron
compuestos por personas mayores de edad, encontrándose una edad mínima de 18 años
y una edad máxima de 70 años; calculándose con la información disponible una
edad media de 34 años. Asimismo, los estudios consideraron de manera mixta
diversas características demográficas. Sin embargo, la mayoría coincidan en: Ser
mujeres solteras; contar con estudios básicos o incompletos; tener al menos un
hijo; presentar antecedentes de consumo de sustancias toxicas; provenir de un nivel
socioeconómico bajo; tener historia de violencia familiar; y, antecedentes de
violencia de pareja.
2.
Resultados y discusión
2.1.
Impacto de los programas de resocialización
El impacto de los programas de
resocialización se desarrolla en cuatro esferas, que son los principales ejes
de trabajo en los programas penitenciarios. El trabajo en las áreas de salud, educación,
empleo y desarrollo personal, responde a las necesidades particulares de las
internas al momento de ingresar a reclusión, para estimular la aparición de un
repertorio de habilidades que en teoría reducen la probabilidad de reincidir en
conductas delictivas y fomentar mejores estrategias de afrontamiento ante diversos
factores de riesgo que puedan encontrarse fuera de los centros de reclusión con
un principio de integralidad (De
Keijser, Van Der Leeden y Jackson, 2002; Machín, 2010; Del
Pozo, 2016).
Es importante resaltar que,
conforme a los hallazgos identificados, la evaluación de los programas de
resocialización penitenciaria de mujeres en Latinoamérica se puede entender
desde cuatro perspectivas: Los procesos educativos y de formación; el impacto
laboral y económico; el impacto en la salud física y psicológica; y, el impacto
en el consumo de sustancias, tal como se aprecia en la Figura II.
Fuente: Elaboración propia, 2024.
Figura II: Niveles de impacto de los programas de
resocialización
En relación con la evaluación
de la ejecución y eficacia de los programas de resocialización, su medición
debería tener como objetivo mejorarlos continuamente, para que realmente
aporten positivamente a la calidad de vida de las internas y reduzcan la probabilidad
de reincidencia (Sigüenza, 2018). Sin embargo, la ejecución y medición de la
eficiencia es deficiente afectando negativamente a las internas.
a.
Procesos educativos y de formación
Sigüenza (2018); y, Romero (2022),
mencionan que las bases educativas se encuentran marcadas por estereotipos de
género, buscando la moralización del cuerpo y la mente, mediante procesos
disciplinarios que tratan de modelar y transformar las actitudes en femeninas
(en torno al concepto de lo que significa ser una mujer) e “infantilizar” sus
conductas, volviéndolas dependientes del apoyo del personal penitenciario; debido
a que repercute de manera negativa en la autonomía de las internas y su
capacidad de adaptación post reclusión.
Al respecto, Elvira-Valdés y
Durán-Aponte (2014), refieren que las aulas son espacios que ejercen una
percepción de control sobre la vida y las decisiones, creando oportunidades de
cambio, siendo entendidas como una forma de distanciarse de las malas
influencias y aprender a su vez, cosas nuevas que se pueden aplicar a la vida
cotidiana; añadiendo Martínez-Álvarez y Sindeev (2021); y, Marquina-Luján, et
al. (2023), que son un factor protector que fortalece conocimientos pragmáticos
respecto a conductas de respeto, consideración y vínculos saludables.
Mora y Díaz (2018), destacan
que, pese a la construcción positiva de la identidad de ciudadano de las
mujeres en los centros de educación básica e instituciones técnicas pertenecientes
a los centros penitenciarios, las etiquetas utilizadas generan discriminación y
exclusión. Dichas etiquetas, estigmatizan y perpetúan la sensación de
vulnerabilidad y no aceptación como individuos que han cumplido con su
respectiva reparación civil (Moulin et al., 2019; Barbosa et al., 2022). Por
otra parte, Hernández (2018), insta a nutrir los esquemas socioeducativos desde
una teoría respaldada científicamente, utilizando el enfoque de género para
reforzar la prevención de la reincidencia. Debido a que al 80% de ex internas
se le dificulta encontrar un trabajo estable, provocando que el 35% vuelva a
las conductas delictivas, y el 14% regrese a un penal en menos de un año,
situación que se puede mitigar con programas socioeducativos serios y
correctamente ejecutados.
De acuerdo con Sigüenza (2018),
es necesario elevar el deficiente nivel de especialización de los docentes que
intervienen en la población penitenciaria, como en el uso del enfoque de género
en los programas pedagógicos (Romero et al., 2010; Elvira-Valdés y
Durán-Aponte, 2014), y el fomento de una mayor participación de las internas,
tanto en cantidad como calidad (Del Pozo y Jiménez, 2017).
Dentro del contexto
latinoamericano, Sigüenza (2018), resalta que la educación de las internas se
construye sobre roles estereotipados y “valores femeninos”, orientando los trabajos
en labores del hogar y manualidades, imposibilitando el desarrollo de
habilidades necesarias para insertarse a un mercado laboral. Romero (2022), señala
que, los sistemas de resocialización obligan, castigan y adoctrinan a las
internas para que asuman una conducta sumisa y dependiente para ejercer control
sobre ellas, afectando negativamente su empoderamiento y resiliencia.
Afectación que trae como consecuencia, el deterioro de su desempeño en el
ámbito laboral (Boscán, 2022; Ravello y Llaqué, 2023).
Patrones similares a los mencionados
en las líneas precedentes, se aprecian en el estudio de Rivera-López y Añaños (2021),
desarrollado en Europa; y la investigación de Beaudry et al. (2021), realizada
en los Estados Unidos. Donde las prácticas de estigmatizar y establecer
relaciones de poder, están enraizadas en el personal de trabajo, limitando la
posibilidad de estimular conductas positivas y un adecuado proceso de
reinserción en las mujeres, que se evidencia en su temor de volver a las
instalaciones, expresadas mediante la pobre preparación y escaso al trabajo (Burgos
et al., 2023).
Las
actividades educativas en el entorno penitenciario deberían promover el crecimiento
personal y proveer competencias para lograr una reintegración exitosa. Sin
embargo, los hallazgos del estudio señalan que, la resocialización a través de
la educación y formación en los centros penitenciarios en Latinoamérica es
deficiente. Las acciones de educación y formación se limitan a prácticas de
transmisión de información que llenan las agendas de las internas sin un real
valor educacional o formativo. En tal sentido, es importante que se rediseñen
los programas educativos de resocialización adaptados a la cultura de cada país
y la particular cosmovisión femenina. De tal manera, que permita a las internas
completar su formación o especializarse en actividades que le permitan ganarse
la vida sin tener que reincidir en actividades ilícitas.
b. Impacto laboral y
económico
Larroulet et al. (2023), enfocándose
en el desarrollo de oportunidades laborales, realizó un seguimiento a ex
internas durante un periodo de 12 meses desde su liberación, encontrando que los
trabajos conseguidos eran de corta duración, durando con dificultad dos meses
de manera continua, evidenciando que, el 80% estaba desempleado menos de dos
meses, mientras durante 10 meses no conseguían un empleo. Situación que las
llevo a tomar dos alternativas: Trabajar informalmente como medida inmediata (optado
por el 20%); y, volver a las actividades delictivas (optado por el 21%).
Esta información permite
inferir que, la elaboración de programas de empleo no considera factores
asociados a la realidad de las mujeres; a lo cual Barbosa et al. (2022), concluye
en su análisis que, el diseño de estudios de mercado desde un enfoque de género
es un requisito para garantizar la recolocación laboral. Coaguila-Valdivia et
al. (2021), destacaron la importancia que tiene el arraigo laboral finalizada
la pena, siendo valorado por el 39% del personal penitenciario y judicial como
un indicador de éxito y de reducción de riesgo delictivo; pese a esta realidad,
no existe el respaldo político de parte del Estado para promover la reinserción
y consecuente arraigo laboral de las mujeres puestas en libertad.
El pobre acceso al empleo, es
una problemática que Elvira-Valdés y Durán-Aponte (2014); y, Preciado (2020), consideran
como un foco importante de atención, debido a que más de la mitad de las internas
asumen la responsabilidad del cuidado de una familia cuando salen en libertad (Aristizábal
et al., 2016); son estigmatizadas (Del Pozo y Jiménez, 2017); no disponen
de experiencia laboral certificada (Larroulet et al., 2023); o en el peor de las situaciones no tienen un
lugar donde vivir (Romero, 2022), condicionando a que vuelvan a delinquir o propiciando
el consumo de sustancias como una solución inmediata (Baltieri, 2014; Tapias,
2020).
Para las mujeres sin estudios
y con antecedentes penales, las oportunidades de trabajo son muy limitadas,
debido a esta realidad sus ingresos son bajos y su calidad de vida es carencial
(Larroulet et al., 2023), su poca valoración para el trabajo (Preciado,
2020), y la falta de experiencia luego de estar en reclusión (Elvira-Valdés y
Durán-Aponte, 2014; Sigüenza, 2018), favorecen la reincidencia en actos delictivos.
Las oportunidades de trabajo
para las ex internas son menores en comparación con la población que no ha
sufrido un internamiento penitenciario. Esta situación se agrava debido a los
posibles patrones de conducta de desesperanza aprendida intramuros. Para
contrarrestar dichos factores adversos; la formación y educación en actividades
productivas; las técnicas de reinserción laboral; y los programas orientados a
la mejora del capital psicológico para las internas, son fundamentales para
promover la reinserción laboral y prevenir la reincidencia.
c.
Impacto en la salud física y psicológica
Los problemas de salud mental
son condiciones determinantes en la aparición de conductas disfuncionales. De
acuerdo con Aristizábal et al. (2016), más de la mitad de las mujeres en
reclusión sufría de depresión y el 22% de ansiedad. Larroulet et al. (2023), reportaron
graves problemas de consumo de sustancias antes de la reclusión que se agravan
dentro de los penales por la falta de atención. La sobrepoblación penitenciaria
dificulta los programas de tratamiento, y a su vez, genera malestar (Hernández,
2018), el hacinamiento crea malas condiciones de vida de las habitantes de los centros
penitenciarios, creando escasez de recursos, falta de personal técnico de salud
y una ejecución deficiente de los tratamientos y su seguimiento.
Martínez-Álvarez y Sindeev
(2021), reportaron que estas condiciones contribuyen al maltrato de las
internas; señalando que las necesidades no se limitan a medicina general; existiendo
discriminación hacia mujeres embarazadas y madres que dieron a luz (por parte
del personal de obstetricia, medicina y seguridad). Adicionalmente a lo
anterior, Barbosa et al. (2022), consultando a ex internas, hallaron que
realizar consultas pediátricas toma demasiado tiempo y las respuestas recibidas
están cargadas de evasivas de contenido negativo.
Del Pozo y Jiménez (2017),
identificación un elevado número de casos de ansiedad, depresión, desnutrición,
consumo de sustancias intramuros para enfrentar los problemas de sueño.
Asimismo, Marquina-Luján et al. (2023), evaluando a mujeres con un año de
reclusión como mínimo, detectaron que el nivel de especialización del personal
encargado de la atención sanitaria era bajo (médicos, psicólogos y enfermeros).
En cuanto a los programas
Psicoterapéuticos, Romero (2022) revela una situación crítica, expresando que
no existe una estandarización de los programas de intervención grupales e individuales;
limitando su función a una coerción de voluntades, obligando a que se asuma la
responsabilidad absoluta del delito, independientemente del contexto en el que
se desarrolló, fomentando los sentimientos de culpa, vergüenza y miedo. De
acuerdo a Mendes et al. (2019); y, Larroulet et al. (2023), la deficiencia de
los programas psicoterapéuticos, tiene un rol significativo en la reincidencia,
debido a que no ofrecen una solución a los problemas asociados a la salud
mental, ni a los problemas adaptativos en el proceso de reinserción social.
Baltieri (2014), sustenta que estas
inconsistencias terapéuticas se deben a que los programas no están concebidos
pensando en la mujer, coincidiendo con Romero et al. (2010), quienes detectaron
modelos masculinos que encasillan a la mujer en un rol social de pasividad, que
se complementa con los programas educativos invisibilizando sus necesidades. Ayala
(2015), refuerza esta posición al expresar que las internas no entienden con claridad
los objetivos de trabajo, llegando al punto de ver las sesiones
psicoterapéuticas como un castigo, debiendo asistir a ellas para no incumplir
las reglas de la institución; y aunque se ha experimentado cambios positivos en
las actitudes, atribuyen las razones a factores ajenos al tratamiento.
En la misma dirección, Coaguila-Valdivia
et al. (2021), señalaron que los enfoques terapéuticos no se sustentan en bases
científicas y que los programas no se gestionan en base a objetivos de trabajo
claros e indicadores que permitan mejorar sus resultados.
En relación con la valoración
de los psicólogos y psiquiatras es vista por el 52% del personal penitenciario
y judicial como el elemento más importante para la evaluación de los beneficios
penitenciarios (Coaguila-Valdivia et al., 2021), viéndose en la obligación
de tolerar las circunstancias y responder conforme desea el personal técnico, y
no por motivación propia. Todos estos factores, crean un distanciamiento hacia
el personal técnico; al respecto, Moulin et al. (2019); y, Barbosa et al.
(2022), refieren que las internas al notar que son percibidas como delincuentes
y que sus opiniones no son tomadas en cuenta en todos los niveles del
tratamiento, se mantienen a la defensiva haciendo que los efectos de los
programas sean contraproducentes.
Es altamente probable que, los
problemas de salud mental desatendidos lleven a conductas de riesgo e incluso a
cometer delitos en la vida adulta. Los trastornos mentales o problemas de
conducta se exacerbarían en los penales debido a las condiciones ambientales
desfavorables y la poca orientación a la mejora de la salud mental de los programas
de resocialización. En este contexto, es imperioso el incremento en cantidad y
calidad de los programas de atención y prevención en salud mental en los
penales de Latinoamérica.
d.
Impacto en el consumo de sustancias
Sobre la dirección de los
programas de tratamiento para las conductas adictivas, se han evidenciado una
serie de problemas sobre el control de hábitos, la adherencia a los sistemas
terapéuticos y los esquemas de tratamiento; volviéndose los centros penitenciarios,
instalaciones donde se experimenta por primera vez el consumo de drogas y
fármacos como estrategias de afrontamiento (Marquina-Luján et al., 2023),
y utilizándolos para actividades
recreativas en personas que no mostraban antecedentes (De Melo y Baltieri,
2013), o reforzando patrones cognitivos en aquellas mujeres que ya habían
desarrollado dependencia previo a su reclusión (Del Pozo y Jiménez, 2017). En
adición a la problemática descrita previamente, Romero (2022) hallaron la práctica
psiquiátrica nociva de medicar con sedantes y ansiolíticos a las internas que
mantienen conflicto con los pares y el equipo penitenciario.
Los problemas mencionados en
la sección del impacto de los programas de resocialización sobre la salud, se
replican en este contexto; produciendo un deterioro en la calidad de vida y la cronificación
del consumo de sustancias, debido al deficiente nivel profesional del personal
técnico (Ayala, 2015), la infraestructura carente, la actitud hostil del
personal de atención (Martínez-Álvarez y Sindeev, 2021), y la pobre red de
apoyo social (Barbosa et al., 2022), incrementan las posibilidades de que
terminada la reclusión se inicie o continúe el consumo de drogas y que las internas
reingresen a un centro penitenciario.
Adicionalmente, la falta de diseño
de programas específicos de acuerdo a perfiles de riesgo es el mayor problema
identificado; debido a que las mujeres con inicio tardío en el consumo de
sustancias, se encuentran vulnerables a factores dinámicos (Aristizábal
et al., 2016), a diferencia de aquellas que iniciaron de forma temprana el
consumo, donde los esfuerzos deberían estar orientados a los factores estáticos
(Larroulet et al., 2023). Asimismo, cabe destacar el rol de las patologías
duales (Baltieri, 2014; Mendes et al., 2019), que no son consideradas en
su real magnitud y limitan la eficacia de los tratamientos psicoterapéuticos.
Los hallazgos del estudio
evidencian el impacto directo sobre la tasa de reincidencia de los programas de
resocialización intramuros y extramuros. Adicionalmente, los programas de
resocialización, por una parte, deben enfocarse en prevenir el consumo de
drogas en las internas que aún no son consumidoras, debido a que caer en una
adicción dentro de un penal tiene el potencial de empeorar notablemente las
condiciones de las internas y su posterior reinserción, más aún, cuando muchas
de ellas deben retomar el rol de madre y sostenedor de la familia.
Por otra parte; deben buscar
rehabilitar a las consumidoras para evitar su deterioro físico, mental, así
como el menoscabo de sus oportunidades de reinserción social. Las políticas de
control de ingreso de sustancias toxico dependientes deben ser de las más
estrictas a fin de proteger la salud integral de las internas y prevenir su
deterioro.
2.2.
Modelos de sistemas de resocialización utilizados en centros penitenciarios
femeninos
Los programas de
resocialización han evolucionado conforme las ciencias que estudian el fenómeno
delincuencial han desarrollado teorías sobre la realidad penitenciaria y
tecnologías que permiten su gestión; influyendo progresivamente en tres
paradigmas de intervención que han dirigido las políticas de tratamiento en las
áreas de reclusión. Siendo el primero, el enfoque clínico; pasando al segundo,
que prioriza lo socio-educación; y el tercero, que aborda la intervención desde
la restauración de los actos y el compartir responsabilidades entre la persona
sancionada y el Estado.
El modelo de readaptación social
observa a los infractores como pacientes que sufren una condición diagnóstica
que debería ser tratada y por consecuencia, son considerados enfermos o
población anómala (Cisneros, 2019). Utilizando dentro de su terminología, el
llamado “tratamiento penitenciario” (Ayuso, 2000), que, es un indicador del
perfil clínico utilizado en los programas, desplazando elementos contextuales,
valores y características intrínsecas de la persona, a solo las conductas
antisociales manifestadas y el delito cometido como criterio de evaluación.
La influencia de la
psiquiatría se evidencia en la dinámica establecida entre la población
penitenciaria y el personal técnico, generando etiquetas para segmentarlos y diseñando
programas de intervención para “curar” las conductas desviadas, otorgando un
rol pasivo a las internas (Campos, 2014). Siendo la técnica más usada, la restructuración
de creencias y pensamientos.
Pasando al segundo enfoque, se
trata de una perspectiva socioeducativa, donde el “modelo de reinserción” se
adquiere mediante técnicas pedagógicas; al considerarse la conducta delictiva, un
proceso de aprendizaje. Las personas imputadas por un delito deben ser
considerados como un ciudadano más, respetando sus derechos fundamentales
incluso dentro de los centros penitenciarios (Romero, 2022).
Este segundo modelo, de
acuerdo con Arocena (2024), nace de la ratificación de los acuerdos realizados
a través de los tratados de derechos humanos y su implementación en las
políticas públicas y de seguridad ciudadana por parte del Estado, con el
objetivo de prevenir posibles reincidencias, ofreciendo oportunidades de
desarrollo personal (López, 2012). En consecuencia, los principios punitivos
bajo los que trabajaba el personal de estas instituciones se encuentran
encaminados hacia programas de educación, salud y empleo, con el acompañamiento
debido para evaluar el proceso de resocialización (Jiménez, 2021).
El enfoque de la justicia restaurativa
considera a las personas restringidas de su libertad y las victimas dentro del
proceso de resocialización (De Marcos, 2021). Transformando a los centros
penitenciarios en canales que vinculan a todos los actores de la comunidad, en
actividades que buscan reparar el daño realizado e interactuar con otras
realidades; mientras que simultáneamente siguen programas laborales y de
educación (Rivera, 2021).
Bajo esta visión, el contacto con
la comunidad y la lucha contra la estigmatización son los pilares del trabajo
resocializador, instrumentalizando el diálogo y la resolución de conflictos
como disuasores de espacios de riesgo (Vázquez y Bazán, 2019); y al mismo
tiempo, el contacto con la comunidad y la educación en políticas de paz tratan
de fortalecer las habilidades sociales y la inserción progresiva de la
población penitenciaria.
De acuerdo a Romero (2022),
los sistemas híbridos son mayoritarios en países como México, Argentina, Chile,
Colombia, Brasil, Venezuela y Perú; Modelos que, conforme a Ruiz (2017); y, Robertson
et al. (2019), son utilizados de igual manera en España y Estados Unidos,
siendo las técnicas psicoterapéuticas las herramientas estelares para el
proceso de reinserción. Sin embargo, bajo la concepción en la que nace cada uno
de estos modelos se generan contradicciones internas al momento de evaluar los
indicadores de trabajo. Adicionalmente, Loinaz (2016) señalo que, enfocar los
dominios de atención solo a aspectos psicológicos, no ofrece oportunidades de
desarrollo social. Cabe resaltar, la iniciativa de Tapias (2020), quien ejecutó
un proyecto piloto que evidenció una reducción significativa de la
estigmatización social y un estímulo en el trabajo conjunto de la población
penal y los miembros de la comunidad civil, representando un cambio de
paradigma en el sistema judicial.
Respecto al uso de modelos
teóricos se evidencia una falta de dirección al momento de diseñar programas
mixtos, debido a la falta de claridad de sus objetivos. Dicha carencia, se
traduce en la percepción negativa de las mujeres acerca de la utilidad que los
programas pueden tener en su proceso de resocialización. Asimismo, se reportan
casos de maltrato, discriminación y el uso de técnicas psicoterapéuticas inadecuadas
de parte del personal técnico, amparados en modelos diagnósticos psiquiátricos
que reducen la realidad de las internas al contexto en el que comenzaron a
delinquir y a conductas antisociales, dejando de lado el enfoque preventivo.
Adicionalmente, los modelos teóricos originados en conceptos estereotipados
sobre la mujer que son utilizados en los programas de resocialización, se
encuentran sesgados hacia un regreso a la feminidad perdida o un refuerzo de dicho
rasgo.
2.3.
Factores que
influyen en el proceso de resocialización
La evaluación de los elementos
que convergen en la conducta delictiva permite realizar diagnósticos
situacionales del entorno y el tipo de perfil criminológico para elaborar
programas de intervención y diseñar políticas de acompañamiento para reducir
los factores de riesgo que condicionan la reincidencia delictiva.
En la población penitenciaria
femenina, se ha comprobado que las necesidades que motivan la aparición de
tales conductas divergen en comparación al perfil de los hombres. En tal
sentido, reconocer tales elementos, resulta importante en el proceso de
resocialización. De acuerdo con los hallazgos del estudio, se pueden distinguir
factores internos y externos que influyen en la aparición de la conducta
delictiva.
a. Factores internos
Los factores internos que influyen
en la conducta delictiva de las mujeres que se encuentran en los centros
penitenciarios se pueden dividir en seis aspectos: El bajo nivel de educación;
el número de hijos y ser madre soltera; la experiencia laboral; el bajo control
de impulsos; la baja capacidad para resolver conflictos; los problemas de salud
mental; y, los problemas de salud física, tal como se observa en la Figura III.
Fuente: Elaboración propia, 2024.
Figura
III: Factores Internos
que influyen en la aparición de la
conducta delictiva
El bajo nivel educativo de la
población femenina en los penales se manifiesta como una característica común. De
acuerdo con De Melo y Baltieri (2013), el 75% de la población penal femenina
contaba con un nivel básico o incompleto de educación. Por otra parte,
Aristizábal et al. (2016), evidenciaron que, la población penal femenina
con un nivel básico o incompleto era del 88%. Otra característica
sociodemográfica común es el ser madre soltera (Romero et al., 2010;
Preciado, 2020; Larroulet et al., 2023), lo que ha representado en algunos
estudios el 61% de las mujeres, impactando sobre la salud mental y la pérdida
del vínculo con sus hijos durante la reclusión (Aristizábal et al., 2016).
La experiencia laboral es otro factor transversal, puesto que está asociado a las
dificultades de conseguir trabajo (Larroulet et al., 2023), lo cual influye
en la decisión de optar por alternativas ilícitas para generar ingresos
económicos.
Un problema identificado en la
población de estudio es el bajo control de impulsos (De Melo y Baltieri, 2013;
Tapias, 2020), buscando soluciones cortoplacistas. El 55% de las mujeres
estudiadas presentaba problemas de habilidades sociales (Aristizábal et al.,
2016) y problemas para resolver conflictos (Tapias, 2020).
En cuanto a los problemas de salud
mental, se pudo detectar una alta prevalencia de casos de ansiedad, estrés y
depresión dentro de los penales (Romero et al., 2010; De Melo y Baltieri,
2013; Baltieri, 2014; Mendes et al., 2019; Martínez-Álvarez y Sindeev,
2021; Marquina-Luján et al., 2023), observando que el 50% de mujeres
sufría depresión, el 22% padecía cuadros de ansiedad, y el 11% sufría de estrés
postraumático (Aristizábal et al., 2016). Por otra parte, los problemas de
salud física tienden a agravarse una vez que las mujeres son ingresadas a un
centro penitenciario (Mendes et al., 2019; Barbosa et al., 2022;
Marquina-Luján et al., 2023).
b.
Factores externos
Entre los factores externos que pueden afectar el proceso de reinserción y elevar
el riesgo delictivo en las mujeres, se ha podido encontrar 11 factores, como se
aprecia en la Figura IV.
Fuente: Elaboración propia, 2024.
Figura IV: Factores externos que pueden afectar el proceso de reinserción
El
entorno de personas con antecedentes delictivos durante la adolescencia, la
relación de pareja con personas que han desarrollado una trayectoria delictiva,
y la relación con familiares que tienen antecedentes penales, se han identificado
como elementos comunes en un significativo número de internas (Romero
et al., 2010; Baltieri, 2014; Tapias, 2020). De acuerdo con De Melo y Baltieri (2013), el
28% de los casos presentan una o más de estas características, por lo tanto, cuando
las internas salen en libertad retoman el contacto con estas redes sociales,
afectando negativamente su proceso de resocialización.
La extracción social, la
vivienda y el nivel socioeconómico, son factores pre-internamiento que
interactúan y afectan el proceso de resocialización. De acuerdo con Preciado (2020),
un buen número de internas son el sustento económico de la familia por lo que se
ven obligadas a buscar ingresos para conseguir insumos básicos y mantener su
vivienda. Asimismo, la población penal femenina proviene mayoritariamente de zonas
marginales (Baltieri, 2014). Estimando que, entre el 81% y 88%, proviene de
dichas zonas carenciales (Aristizábal et al., 2016; Del Pozo y Jiménez, 2017; Sigüenza,
2018; Larroulet et al., 2020).
Otros factores interrelacionados
con el proceso de resocialización son, la estigmatización y los antecedentes
penales generados. Debido a que, la condición de señalamiento excluyente y ser percibidas
como delincuentes por su entorno, crean barreras invisibles que impiden la
adecuada reinserción social (Mendes et al., 2019; Larroulet et al., 2023).
La violencia familiar
(Baltieri, 2014; Tapias, 2020; Larroulet et al., 2020) y las experiencias de
violencia de pareja (Baltieri, 2014; Mendes et al., 2019; Preciado, 2020), que se
aproxima entre el 68% (Del Pozo y Jiménez, 2017) y el 50% en la población
penitenciaria femenina (Aristizábal et al., 2016), al igual que experiencias de
abuso sexual (Tapias, 2020), y
el consumo de sustancias psicoactivas (De Melo y Baltieri,
2013; Larroulet et al., 2020; Larroulet et al., 2023), son detonantes de varias conductas problemáticas
y de reincidencia delictiva.
Dentro de los factores
externos que afectan el proceso de resocialización, la presencia de hechos
violentos o delictivos en la familia y el circulo social cercano, son factores
pre-internamiento significativos para el desarrollo de conductas delictivas,
llegando a considerarse como determinantes si la exposición es constante y no
existen personas que puedan aconsejar y alejar a las mujeres del peligro de
delinquir.
Para prevenir la reincidencia
en hechos delictivos en la etapa post
internamiento, es fundamental que los programas de resocialización incluyan: La
manera asertiva de relacionarse con la familia y la red de soporte social; así
como la asesoría para obtener un empleo o fuente de ingreso legal. Debido a que,
para las mujeres y en especial para las exinternas, las relaciones familiares y
sociales (sin importar el género de sus contrapartes) son una fuente de soporte
emocional determinante que las puede mantener ajenas o cercanas a las conductas
delictivas.
c. factores institucionales
Dentro
de los factores institucionales que afectan el proceso de resocialización se
encuentran 11 elementos que pueden apreciarse en la Figura V. La actitud del
personal penitenciario, ha sido mayormente criticada por parte de las internas,
refiriendo que las violentan restringiéndoles alimentos, aislándolas en lugares
sin cama, golpeándolas y tirándoles agua fría, para volverlas sumisas (Romero,
2022); por otra parte, la estigmatización a través de comentarios ofensivos, la
humillación y coacción mediante amenazas son actos de violencia que se
desarrollan de forma activa y pasiva (Moulin et al., 2019; Barbosa et al.,
2022). Adicionalmente, el hostigamiento a través del recorte de la privacidad
(Martínez-Álvarez y Sindeev, 2021), genera una revictimización en las internas
(Romero et al., 2010; Romero, 2022).
Fuente: Elaboración propia, 2024.
Figura
V: Factores Institucionales
La capacitación y la formación
del personal técnico de salud y educativo, es un eje medular de los procesos de
resocialización; sin embargo, se pudo detectar en diversas investigaciones que el
personal no está preparado para una atención diferencial (Marquina-Luján et al.,
2023), observándose deficiencias respecto al conocimiento sobre los factores de
riesgo y protectores de la población femenina (Barbosa et al., 2022), permitiendo
y normalizando los casos de abuso y violencia entre mujeres y el uso de
jerarquías (Martínez-Álvarez y Sindeev, 2021), la ausencia de médicos pediatras
para niños nacidos dentro de los establecimientos (Martínez-Álvarez y Sindeev,
2021), dificultad para controlar a la población (Sigüenza, 2018), y el maltrato
hacia las internas por la incapacidad de abordarlas correctamente (Martínez-Álvarez
y Sindeev, 2021).
La
Infraestructura permite que se ejecuten de manera adecuada los programas; sin embargo,
al no disponerse de un buen mantenimiento se originan espacios que no
contribuyen al proceso de resocialización (Hernández,
2018; Martínez-Álvarez y Sindeev, 2021; Marquina-Luján et al., 2023), limitando el acceso a
espacios de atención en salud y educación (Sigüenza,
2018; Barbosa et al., 2022).
Asimismo, la ausencia de materiales de trabajo, evidencian los problemas de
gestión y administración penitenciaria; reportándose casos donde no se dispone
de insumos para dirigir, tanto los cursos formativos de educación básica, y los
programas socioeducativos (Elvira-Valdés y
Durán-Aponte, 2014; Marquina-Luján et al., 2023).
A
lo descrito previamente, se debe añadir el hacinamiento y sobrepoblación
penitenciaria (Martínez-Álvarez y Sindeev,
2021; Marquina-Luján et al., 2023), un patrón común dentro de los estudios sobre población
penitenciaria en América Latina, identificándose como mínimo una tasa que
supera el 54% de la capacidad de los centros femeninos (Hernández,
2018).
Los
servicios de atención en salud mental, es un área muy explorada por la
implicancia que tiene respecto a la intervención en problemas psicológicos y los
programas de resocialización a nivel de desarrollo personal. Sin embargo, se
observan deficiencias técnicas y metodológicas, como la deficiente calidad de
los protocolos de intervención (Romero, 2022), la ausencia de respaldo
científico en las intervenciones (Coaguila-Valdivia et al.,
2021), la
ausencia de la justificación técnica para la dirección de las sesiones (Mendes
et al., 2019),
y la falta de claridad de objetivos de trabajo que impactan sobre la percepción
de las internas acerca de la utilidad de las intervenciones sobre las internas (Ayala,
2015),
provocando que las internas se sientan obligadas a aceptar la responsabilidad
del delito, se auto etiqueten como criminales y se sientan culpables (Romero,
2022).
Los
programas específicos respecto a capacitaciones laborales, programas de
sexualidad y actividades recreativas (Marquina-Luján et al.,
2023) tienen una
limitada capacidad y los disponibles no se adecuan a la realidad de las
internas (Barbosa et al., 2022), requiriéndose repensarlos
desde un enfoque de género (Romero, 2022). En igual medida, la escasez
de programas de nutrición (Marquina-Luján et al.,
2023), ha
generado que muchas mujeres sufran desbalances alimenticios y se generen
problemas médicos (Elvira-Valdés y Durán-Aponte,
2014).
Es
importante resaltar las acciones de apoyo institucional, que se refieren a las
facilidades que se ofrecen a las mujeres en los penales para acceder a ciertos
beneficios que potencian su mejora y recompensan la buena conducta. Entre las
más frecuentes se han hallado, el refuerzo de los vínculos a través de talleres
para mejorar el clima penitenciario (Marquina-Luján et al., 2023); las visitas
de miembros de la familia (Romero, 2022), que se considera un elemento clave
que impacta de gran manera en la motivación; y las bolsas de trabajo que, pese
a su importancia, no reciben suficiente apoyo del Estado (Barbosa et al.,
2022).
Los
factores institucionales que influyen en los programas de resocialización de
las internas son de gran importancia para la rehabilitación y prevención de la
reincidencia en acciones delictivas. El peso de estos factores es gravitante.
Principalmente, debido al hecho que, es a través de las instituciones que el
Estado actúa (como monopolio natural) sobre el presente y futuro de la vida de
las internas, sus familias y por extensión en la sociedad. Por lo tanto, es de
gran importancia que se rediseñen las políticas públicas para que se asignen a
los mejores funcionarios, se mejoren los presupuestos y se incluyan en las
políticas, programas y acciones resocializadoras la particular realidad de la
mujer como reclusa y su relación con su familia y redes de sociales de soporte.
Conclusiones
Los
factores que influyen en la conducta delictiva de las mujeres en Latinoamérica
no son muy diferentes de los que se presentan en otras regiones. Entre los
principales factores se han hallado los siguientes: La historia de violencia en
la familia nuclear; la presencia de violencia en la vida de pareja; la carente educación
escolar; ser madres solteras; ser la principal o única fuente económica de la familia;
el entorno; la influencia de la familia y el circulo social cercano.
Resulta
imperioso que, se rediseñen las políticas públicas, transformándolas de
penitenciarias a resocializadoras basadas en evidencia científica; que se
asignen a los mejores profesionales de la disciplina penal – resocializadora;
se mejoren los presupuestos; y se incluyan en las políticas, programas y
acciones resocializadoras desde la particular realidad de la mujer interna. Los
programas educativos deben tener como objetivo que las internas completen su educación
o desarrollen competencias que le permitan ganarse la vida sin tener que
reincidir en actividades ilícitas.
El
presente estudio aporta a la academia debido a que pone a disposición de la
comunidad académica, conocimiento novedoso acerca del estado del fenómeno de
resocialización de las mujeres internas en una región con escasos estudios
sobre la materia. Desde las implicancias prácticas, se pone a disposición de
los funcionarios públicos de la región el sustento empírico para la mejor toma
de decisiones e implementación de políticas en beneficio de la sociedad en
general y la población femenina bajo reclusión en particular.
Los
hallazgos del estudio presentan temas que ameritan futuras investigaciones que
corroboren las conclusiones. Es importante someter a evaluación los impactos de
los programas específicos desarrollados en los penales bajo métodos
cuantitativos y cualitativos de manera transversal y longitudinalmente. Como
toda investigación, el presente estudio debe ser limitado a las sociedades y
población que fueron materia de análisis. Finalmente, el estudio estuvo
limitado a la información lo que ofrece una metodología basada en una revisión
de literatura sistemática.
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* Doctor en Antropología Aplicada. Profesor del Programa de Relaciones
Internacionales de la Facultad de Derecho en la Universidad San Ignacio de Loyola,
Lima, Perú. E-mail:
rvillamar@usil.edu.pe ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2508-4103
** Doctor en Derecho. Docente en la Universidad César Vallejo, filial Callao, lima,
Perú. E-mail: abenavidesro@ucv.edu.pe ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0398-938X
*** Magíster
en Salud Sexual y Reproductiva. Docente en la Universidad Privada del
Norte, Lima, Perú. E-mail:
zaida.orihuela@upn.edu.pe ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4111-4402
**** Doctor en Dirección de Empresas. Docente en la Universidad San Martín
de Porres, Surquillo, Perú. E-mail: aravellojoo@yahoo.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4001-0142
Recibido:
2024-03-18 · Aceptado:
2024-06-05