Revista de Ciencias Sociales (RCS)
Vol. XXX, No. 4, Octubre - Diciembre 2024. pp.
178-187
FCES - LUZ ● ISSN: 1315-9518 ● ISSN-E: 2477-9431
Como citar: Blanco, Y., Fragozo, L. D. J., y Gómez,
M. E. (2024). Inteligencia Artificial: Posibilidades, límites y desafíos en la
educación superior. Revista De Ciencias Sociales, XXX(4),
178-187.
Inteligencia Artificial: Posibilidades, límites y
desafíos en la educación superior
Blanco Torres, Yenifeth*
Fragozo Alvarez, Lilibeth De Jesús**
Gómez Lesport, Marlon Enrique***
Resumen
En
el contexto actual, el crecimiento acelerado de las tecnologías dictamina el
desenvolvimiento socioeducativo, donde los diversos actores de los espacios
universitarios deben acoplarse a las demandas de una sociedad en constante
evolución, que exige la digitalización de sus espacios, la interconexión
permanente, el acceso inmediato a la información, entre otros factores
esenciales. Bajo una perspectiva interdisciplinar, el artículo analiza las
características fundamentales de la Inteligencia Artificial, como medio
requerido para flexibilizar los aprendizajes, renovar el currículo, ampliar las
competencias tecnológicas y satisfacer las demandas estudiantiles. Se trata de
una investigación de tipo cualitativa, empleando la técnica metodológica de
análisis documental. Entre los principales resultados se destaca cómo ha sido
la evolución histórica de la inteligencia artificial, sus usos asociados a la
formación de competencias y habilidades digitales precisas, así como los
alcances, límites y dilemas suscitados a raíz de su aplicación en los espacios
universitarios. Se concluye en la importancia de la Inteligencia Artificial
como mecanismo de renovación de la educación superior, como medio de inclusión
estudiantil, mejoramiento docente y operacionalización eficiente de los
procesos administrativos a nivel universitario.
Palabras clave: Inteligencia Artificial; educación superior; digitalización del
conocimiento; competencias digitales; formación estudiantil.
Artificial Intelligence: Possibilities, limits and
challenges in higher education
Abstract
In the
current context, the accelerated growth of technologies dictates the
socio-educational development, where the various actors in university spaces
must adapt to the demands of a society in constant evolution, which requires
the digitalization of its spaces, permanent interconnection, immediate access
to information, among other essential factors. From an interdisciplinary
perspective, the article analyzes the fundamental characteristics of Artificial
Intelligence, as a means required to make learning more flexible, renew the
curriculum, expand technological skills and satisfy student demands. It is a
qualitative research, using the methodological technique of documentary
analysis. Among the main results, it is highlighted how the historical
evolution of artificial intelligence has been, its uses associated with the
formation of precise digital skills and abilities, as well as the scope, limits
and dilemmas raised as a result of its application in university spaces. It
concludes on the importance of Artificial Intelligence as a mechanism for the
renewal of higher education, as a means of student inclusion, teaching
improvement and efficient operationalization of administrative processes at the
university level.
Keywords: Artificial
Intelligence; higher education; digitalization of knowledge; digital competencies;
student training.
Introducción
La adquisición de las
competencias digitales ha sido un tema recurrente en la educación en todos los
niveles (Arias, Torres y Yáñez, 2014; Caccuri, 2018), pero su necesidad se ha
visto intensificada gracias a la masificación del internet, el uso expansivo de las redes sociales, los teléfonos
inteligentes y la aparición y presencia de la Inteligencia Artificial (IA) en
los entornos educativos.
De esta manera, se
comprende que las citadas competencias digitales hacen alusión a la capacidad
que tienen los individuos para hacer uso y manejo de las Tecnologías de la
Información y Comunicación (TIC), pero de una manera efectiva, eficiente y
responsable, bajo criterios éticos emanados por las instituciones y por la
sociedad. Con ello se pretende que el educando pueda gestionar su aprendizaje y
la información recibida, a la vez que se aproxima a la sociedad del
conocimiento, que exige la presencia de lo digital, el funcionamiento de las
tecnologías y su avance progresivo.
En esencia, se plantea
que la comunicación puede hacerse más fluida, en la medida que las tecnologías
digitales entren en escenario, proporcionando nuevos espacios para el
aprendizaje, la reflexión, el desarrollo del pensamiento crítico y la
estimulación de habilidades para el trabajo colaborativo. Ahora bien, la IA se
integra a este contexto, en tanto son una tecnología basada en algoritmos, el
aprendizaje automatizado y la emulación de acciones humanas, lo que genera un
impacto en lo social, en lo colectivo, en lo educativo, sujeto a revisiones
éticas, pero que, aplicado de forma correcta, puede agilizar las tareas
cotidianas, mejorar los aprendizajes, fortalecer el pensamiento crítico, entre
otros aspectos.
Como respuesta a estos
planteamientos, en los últimos tiempos, se han llevado a cabo una serie de
investigaciones que denotan la relevancia de la IA en el ámbito educativo,
social y en el desarrollo del pensamiento crítico. Destacan los estudios
realizados por Barrios-Tao y Díaz (2024); Corral, García y Carvajal (2024); y, Villasmil,
Berrocal y Rodelo (2024), quienes ven en la IA la posibilidad de reconfigurar
subjetivades y relaciones sociales, incidir en la economía personal y global,
transformando así los diseños sociales. Por su parte, autores como Alvarado
(2023); Caipo y Chu (2024); y, Díaz-León, Palacios-Serna y Borrego-Rosas (2024),
destacan la relevancia de la investigación y de la inclusión en la educación en
el siglo XXI, así como el impacto de las competencias en la formación
estudiantil.
En virtud de lo
anterior, el artículo centra su interés en analizar las características
esenciales de la IA, las competencias digitales, sus límites y dilemas. Se
trata de un estudio de tipo cualitativo, de exploración documental, cuya
finalidad no es agotar el tema, sino brindar una actualización sobre su
problemática y sus horizontes en el siglo XXI.
1.
La Inteligencia Artificial: fundamentos.
De acuerdo a los
planteamientos formulados por Barrera (2012); y, Torra (2019), la IA tiene su
surgimiento en la antigüedad, en los primeros intentos humanos por establecer
explicaciones sobre la naturaleza de una forma organizada, matemática,
coherente y deductiva, particularmente por medio de los silogismos
aristotélicos, convirtiéndose en objeto de discusión y de pensar la filosofía,
hecho que fue extendiéndose con los años, al pasar a las concepciones mecanicistas
modernas de la naturaleza, el sistema binario de Gottfried Leibniz (1646-1716),
las operaciones de la mente de George Boole (1815-1864), el razonamiento mecánico
de Gottlob Frege (1848-1925), entre otros. Asimismo, tuvo una notable
influencia el avance de las matemáticas, la teoría de la decisión, la teoría de
la probabilidad, el campo de la psicología cognitiva, la neurología, por citar
algunos.
Empero, si se quiere un
origen más inmediato sobre la IA, el mismo puede rastrearse en la década de los
años cincuenta del siglo XX, en Dartmouth, en una reunión de investigadores
interesados en las redes neuronales y la teoría autómata, elementos que
sirvieron de base para la creación de los primeros modelos de computadoras del
siglo XX y de soporte para la posterior invención de la IA. En dicho encuentro,
Alan Turing (1912-1954) y otros representantes de la ciencia y la filosofía de
la época, presentaron los avances realizados en el campo de la IA, como el
programa de razonamiento automático Logic Theorist, también un modelo de
neuronas artificiales basadas en la fisiología y el funcionamiento neuronal del
cerebro humano.
Además, fueron
relevantes las consideraciones sobre los aportes realizados por Bertrand Russel
(1872-1970) a la lógica proposicional y las teorías computacionales de Turing.
Posterior a la reunión, se presenta en la Universidad de Princeton, el primer
ordenador neuronal (SNARC), surgen las primeras propuestas para el juego de
ajedrez automatizado, la implementación de programas Analogy, con la
capacidad de resolver problemas geométricos, el General Problem Solver
(GPS), entre otros aspectos (Torra, 2019).
En la década de los
años sesenta, se dio lugar al informe ALPAC de Estados Unidos, en el que se
deja en evidencia la capacidad de traducción automática de los ordenadores,
cuyo fin era la traducción inmediata de la lengua rusa al inglés, hecho que se
llevó a cabo en medio de la Guerra Fría, al igual que otros proyectos
auspiciados en medio del conflicto. Para la década de los años setenta, el
Reino Unido dio a conocer el informe Lighthill, en el que se revelaban
las limitaciones que se tenía en torno a la IA hasta el momento, lo que motivó
a la suspensión de la inversión en esta rama del saber, que sería retomada en
los años ochenta, con la fabricación de la R1 (XCON) por Digital Equipment
Corporations, siendo un sistema experto, diseñado para pedidos informáticos,
que estuvo en auge durante más de una década (DataScientest,
2022).
Por su parte, Moreno
(2019) plantea que la pregunta de trasfondo de esta serie de indagaciones
radica en la posibilidad de que una máquina pueda emular la inteligencia
humana. Esto quiere decir que esté en la capacidad de integrar estructuras, ser
capaz de aprender, de adaptarse, razonar, corregirse, sin perder de vista que
su configuración está determinada por la repetición de procesos, la
automatización de actividades, la simulación de los procesos computacionales,
la combinación intencional de algoritmos, entre otros aspectos, que derivaron a
que, en los años noventa del siglo XX, se pusieran en escena las primeras
computadoras capaces de realizar trabajos complejos, lo que terminaría en
convertirse en la IA que se conoce en el presente.
Para el año 1997, la IA
pudo, por primera vez, derrotar al campeón mundial de ajedrez del momento, Garry
Kaspárov, significando un hito dentro de la historia y evolución de la IA, de
donde derivaron importantes desarrollos tecnológicos, que avivaron la
investigación sobre sus usos, alcances y límites (Chicaiza et al., 2024; Krylova
et al., 2024; Martínez, 2024). En palabras de Sadin (2019):
La
victoria del programa Deep Blue, que había sido concebido por IBM, contra el
campeón mundial de ajedrez Garry Kasparov en 1997 se inscribe en esta misma
línea, que aquí da prueba de la facultad de algunos programas para tratar masas
de información a velocidades extremadamente altas y para comprometerse en
ciertas decisiones en función de modelos inventariados. (p. 142)
En el año 2008, la
empresa Google logró avanzar en el
reconocimiento de voz, en las aplicaciones de teléfonos inteligentes; por otra
parte, Andrew Yan-Tak Ng, profesor y director del Laboratorio de Inteligencia
Artificial de la Universidad de Stanford, alimentó una red neuronal con más de
diez millones de videos de YouTube, llevándole
a la detección de animales sin el conocimiento previo de los mismos (DataScientest, 2022).
Para el año 2015, la
misma empresa logra publicar imágenes creadas por algoritmos que, de acuerdo a
Sadin (2019), tenían “nulo interés y de aspecto psicodélico, pero lograron
maravillar en la medida en que fueron el primer testimonio de la existencia de
una suerte de «facultad artística» en los procesadores” (p. 142). Este tipo de
desarrollo de la IA, fue llevado a cabo por Google
hasta el año 2016, cuando se logró una melodía de piano, que se desarrolló
mediante el proyecto Braim Team, que buscaba que la IA fuera capaz de
realizar producciones y representaciones artísticas.
Como puede apreciarse,
la IA se ve asociada al crecimiento de grandes sectores empresariales, de la
industria del internet, los
videojuegos, la educación, entre otros. En la actualidad, se asocia al término big
data, dado que la IA procura recolectar, analizar y recoger cantidades
ingentes de datos, que van desde aspectos científicos o naturalistas, así como
económicos, estadísticos, deportivos, biológicos, teniendo en miras formular
las predicciones sobre el tema, con la mayor precisión posible.
En virtud de lo
anterior, se concibe que, a mayor cantidad de datos almacenados por la IA, mayores
serán las probabilidades de proyectar o prever escenarios futuros en distintas
áreas de actuación humana, siendo fundamental el uso de los algoritmos,
entendido como la fuente de aquella capacidad predictiva, que puede encontrar
la relación entre una serie infinita de variables, centrándose en la previsión
de escenarios futuros (López, 2019).
En síntesis, la IA,
desde sus orígenes, ha desarrollado una ruta evolutiva, condicionada por la
actividad de pensamiento humano y por el progreso de las ciencias
computacionales. Desde sus primeros intentos por simular la capacidad de
pensamiento lógico, hasta llegar a formas generativas de contenido, se ha
constituido en una herramienta, cuyo potencial sigue siendo descubierto. No
obstante, no pueden pasarse por alto los dilemas éticos y sociales surgidos de
los entornos complejos como la privacidad de la información, la automatización
del empleo y la necesidad de construir marcos regulativos para su beneficio
social.
2.
Competencias digitales
Las competencias digitales
forman parte esencial del desarrollo profesional de los individuos y parte de
su proceso de alfabetización digital. Contempla el manejo de herramientas
digitales en un orden creciente, que va en pro de las mejoras en la calidad de
vida del estudiantado y de la ciudadanía. La finalidad de esta competencia es
el alcance del conocimiento tecnológico, para poder así hacer uso de recursos
digitales, con el fin de responder a situaciones complejas de manera formal e
informal, vinculando la actuación teórica con el hacer práctico.
Si bien los teóricos de
la educación no precisan una definición definitiva de esta competencia, se
acepta como la aptitud de enfrentar las situaciones complejas, de manera
creativa, pertinente, con aplicación del saber, haciendo uso de Tecnologías de
la Información y Comunicación (Lozano, Amores y Olmedo, 2022). Levano-Francia
et al. (2019), sostienen que las competencias digitales son una perspectiva
dentro del enfoque por competencias que:
Ha
generado diversas líneas de investigación que a luz de los nuevos avances
tecnológicos en el rubro de las TIC. Su vasta trascendencia en el ámbito de su
aplicación a la Tecnología Educativa, cuyo espectro de acción abarca diversas
proyecciones, tanto de aprendizajes, investigación, recreacionales y sociales,
entre otros. (p. 571)
Ahora bien, esta
formulación permite asociar las competencias digitales a diversas perspectivas
del saber, más allá de los enfoques educativos, asociándose a la sociedad del
conocimiento, a las demandas del siglo XXI y a la presencia de la
globalización.
Los autores precitados,
indican que el desarrollo histórico de la competencia digital se hace evidente
en el año 2008, a raíz de programas educativos que orientaban la formación en
informática, como medio para hacer frente a las demandas del mundo globalizado.
Fue una tendencia naciente en la Unión Europea, específicamente, en la Agenda
Digital de Estrategias de Crecimiento para Europa 2020, donde se planteaban las
posibilidades de cambios con respecto al uso, manejo y alcances de las TIC, que
estuvieron estructurados en base a las repercusiones que las tecnologías tienen
sobre la vida humana. Es así que esta competencia surge asociada a las demandas
del entorno, que requería de habilidades digitales para ampliar los rangos de
acción de la actividad laboral, cuyas tendencias demandaban la implementación
de herramientas digitales.
De acuerdo a la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO, 2018), las competencias digitales comprenden información sobre el uso
adecuado de las tecnologías digitales, con fines de aprendizaje, empleo,
asesoramiento normativo y desarrollo de capacidades en los individuos. Insta a
la formación de los educandos y educadores en el manejo eficiente de las
tecnologías, como una necesidad prioritaria, para llevar al desarrollo
responsable de las mismas, el intercambio de recursos y ampliar las
posibilidades de la educación flexible, sin limitaciones geográficas.
Como puede notarse, la
UNESCO considera que el tema de las competencias digitales va más allá de la
evaluación de lo tecnológico o su aprendizaje, implica la capacitación, su
manejo, el intercambio de saberes, el desarrollo individual, pero también la
inclusión de las clases desfavorecidas y de las personas con discapacidades al
proceso de enseñanza-aprendizaje (Muñoz, 2023), lo que emplaza a incorporar en
las tecnologías herramientas para el aprendizaje abierto, flexible, dinámico,
con disposición de tecnologías de punta, conduciendo a la resolución de
problemas locales y comunitarios, aproximando a la educación hacia la sociedad del
conocimiento y la digitalización de la sociedad.
Las competencias
digitales facilitan el desarrollo del pensamiento crítico, el uso reflexivo
sobre las tecnologías, haciéndose consciente de la virtualidad, conociendo sus
principios y cómo estos afectan la vida cotidiana. Por tanto, esta competencia
plantea el reto de evaluar las unidades curriculares, seleccionar la
información adecuadamente, cuestionar la neutralidad de la ciencia y las
tecnologías, a la vez que pone en evidencia que las habilidades desarrolladas
en materia digital, son cualidades esenciales para afrontar el siglo XXI.
De acuerdo a Morduchowicz
(2021), las competencias digitales mantienen ciertas características específicas,
entre los que se destacan: Comprender críticamente el entorno digital, identificar
los problemas y desafíos de la internet,
explorar el significado de la privacidad en la red, evaluar la confiabilidad de
las tecnologías, comprender el uso de algoritmos y tecnologías avanzadas, comunicar
las tecnologías y realidades virtuales, crear contenido eficiente y resolver
problemas cotidianos.
Las competencias
digitales derivan en la formación crítica del estudiante, procuran su inserción
en la sociedad y en el mercado laboral, en tanto son capaces de comprender el
entorno, participar activamente del acto educativo, sirviéndose de la
tecnología para beneficios comunes, mejorar oportunidades educativas,
garantizando la calidad de vida de los individuos. Como tal, fortalece el
intercambio de ideas y experiencias, las opiniones y la presencia de la
educación en el mundo tecnológico. Por ende, de acuerdo a Morduchowicz (2021),
se procura: Promover la reflexión crítica sobre las tecnologías, fortalecer la
construcción de respuestas, plantear dilemas sobre el uso de las tecnologías,
suscitar la resolución de problemas comunes mediante el uso de tecnologías, favorecer
el trabajo conjunto y transferir habilidades y conocimientos.
Visto de este modo, las
competencias digitales son herramientas de renovación tecnológica, actitudinal
y aptitudinal, en tanto plantean lograr resultados prácticos, vinculándose al
uso eficiente de las Tecnologías de la Información y Comunicación, de los
recursos informáticos, computacionales, la IA, entre otros. Se plantea como una
oportunidad para gestionar el saber, la información, así como para tecnologizar
y humanizar la educación; en otras palabras, otorgar una dimensión ética, responsable
y holística, que sustenta las funciones digitales requeridas para la educación
de calidad (Levano-Francia et al., 2019). Ahora bien, se concibe que es la Universidad
el ente facilitador de las competencias profesionales:
Necesarias
para la incorporación al mercado laboral, y el desempeño de las funciones
profesionales de cada sector. Para ello, ha de contar con los recursos
necesarios y con personal cualificado para formar a los futuros egresados; es
en este colectivo en el que centramos nuestra atención, por su influencia en
los procesos de enseñanza y aprendizaje. (Fernández-Márquez, Leiva-Olivencia y
López-Meneses, 2018, p. 214)
En este sentido, los
docentes se han encontrado con una progresiva exigencia tecnológica en el
desempeño de sus funciones. Por tanto, las competencias digitales son
significativas y un reto para la educación, particularmente para la educación
superior, en tanto exige el desarrollo de habilidades y destrezas, el uso de tecnologías,
donde no basta saber usarlas, sino cómo, cuándo y el por qué, en la medida que la
capacidad de saber-hacer, fortalece las habilidades estudiantiles para el
trabajo colaborativo, el pensamiento crítico y la comunicación. Las
competencias digitales, reivindican el papel de las universidades en el
contexto histórico, ayuda al estudiante a reconocer su papel dentro de la
universidad y la sociedad, a plantearse un enfoque pedagógico integral.
En el siglo XXI, las
competencias digitales son fundamentales para la formación integral de los
individuos. Más que simples herramientas tecnológicas, promueven el pensamiento
crítico, creativo y reflexivo, mejorando los vínculos entre individuos,
ampliando sus capacidades de inserción dentro de un mundo interconectado. Como
tal, la Universidad juega un papel determinante, pues proporciona entornos y recursos
idóneos para que los estudiantes pueden adquirir competencias digitales que,
posteriormente, serán llevadas al ámbito profesional y personal, así como a la
vida ciudadana.
3. Inteligencia Artificial: Posibilidades,
límites y desafíos
De acuerdo a Sadin
(2019), “la inteligencia artificial es capaz de manifestar autonomía decisional;
es decir, tiene la capacidad de emprender acciones sin validación humana
previa” (p. 143). Esta realidad forma parte del crecimiento de la sociedad
digital, del desenvolvimiento de las grandes empresas internacionales, que
demandan la transformación digital y el manejo de competencias digitales por
parte de sus trabajadores. Por esta razón, la IA es un referente internacional
para orientar el desarrollo de las competencias digitales, conduciendo a
escenarios educativos y profesionales cónsonos con el crecimiento tecnológico
(Casallas, 2021). Para la UNESCO (2021):
En
los últimos cinco años, debido a algunos éxitos destacados y a su potencial
disruptivo, la inteligencia artificial (IA) ha pasado de los remansos de la
investigación académica a la primera línea de los debates públicos, incluso a
nivel de las Naciones Unidas. En muchos países, la IA se ha convertido en algo
omnipresente en la vida cotidiana: desde los asistentes personales de los
teléfonos inteligentes hasta los chatbots de atención al cliente, desde
la recomendación de espectáculos hasta la predicción de delitos, y desde el
reconocimiento facial hasta los diagnósticos médicos. (p. 7)
En torno al tema de la
IA, se han dado procesos de resistencia, que limitan sus alcances y conexiones
con respecto a lo social, además de destacarse el monopolio de determinadas
empresas, que hace que esta temática se convierta en un tema ético de inclusión
y exclusión. Estos factores ponen límites a la transformación digital de la
sociedad, pero el hecho de que exista resistencia, no resta la relevancia de la
implementación de la IA y de la demanda de competencias digitales como
mecanismos necesarios para tomar decisiones asertivas, efectivas y pertinentes,
haciendo resguardo de la información, disminuyendo los inconvenientes, logrando
con éxito los procesos educativos o laborales propuestos (Casallas, 2021).
La UNESCO (2021),
afirma que la IA se encuentra en la capacidad de afrontar los mayores desafíos,
como el tema laboral y educativo, fijando estrategias, métodos y prácticas de
enseñanza-aprendizaje innovadoras, basadas en capacidades digitales, que
aproximen a la consecución del desarrollo sostenible y la consolidación tecnológica
humana. Este organismo internacional procura que el despliegue de la IA esté
regido por la inclusión y la equidad social, lo que significa promover el
acceso de la IA a un público amplio, haciendo énfasis en los sectores
desfavorecidos, buscando el beneficio social, general y enfoques pedagógicos,
que deriven en la formación de competencias digitales, sin perder de vista
estándares éticos internacionales.
La IA procura las
mejoras en el sistema educativo universitario, en la formación de docentes y estudiantes
en entornos digitales de aprendizaje, con la finalidad de trabajar de forma
efectiva y segura. Es así como las competencias digitales evolucionan y se
adaptan a la formación en IA, en la comprensión y manejo de esta herramienta
para gestionar datos, para proteger la seguridad privada e institucional y para
garantizar las habilidades esenciales para el crecimiento humano. No es un tema
sectorizado o limitado por las ciencias de la computación, sino que es una
problemática de índole inter y transdisciplinar, que requiere del conocimiento
permanente de herramientas digitales, de crear oportunidades en todos los
niveles, estableciendo alianzas y convenios para consolidar estos procesos.
Pese a sus
posibilidades, la IA tiene una serie de limitaciones y desafíos por afrontar,
dado que su crecimiento a un ritmo agigantado puede ocasionar grietas y fisuras
en cuanto a su acceso (Blanco, 2024; Perdomo, 2024), derivando en
preocupaciones tangibles en cuanto a las implicaciones éticas y morales sobre
su uso, sobre las posibilidades de crear nuevas desigualdades, patrones
excluyentes o privatización de la vida, dado que la IA, cada vez más, tiende
hacia los sistemas de aprendizaje personalizados, apoyo para aquellas
instituciones y universidades que tengan un acceso económico considerable.
Igualmente, representa
un desafío ético en cuanto a la equidad y acceso educativo universitario, tanto
para estudiantes como para docentes, puesto que la implementación de la IA
viene a modificar, radicalmente, las definiciones de educación superior, por lo
que su avance repercute en lo económico, lo social, lo político y lo
tecnológico. Por ende, es necesario brindar acceso a modelos de bajo costo para
el desarrollo de tecnologías IA, garantizando así su acceso a países de bajos
recursos, a sectores sociales vulnerables, haciéndoles partícipes de debates
clave para la sociedad, formándoles en competencias digitales avanzadas,
aproximándoles a la sociedad digital.
Para Sadin (2019), se busca
mantener una postura ética evidente, que evite que la humanidad sufra la
colonización de la vida por parte de la IA, de los asistentes virtuales, de los
sistemas inteligentes de los celulares, que apuntan a soluciones inmediatas, a
resolución de problemas sin reflexión crítica, impulsando una cultura
exacerbada de consumismo digital, ocupando un lugar de centralidad en la vida
cotidiana. Entendido de este modo, el peligro de la IA se sitúa en guiarse de
manera autómata por la IA, dejando de lado el sentido humano, el trato con la
alteridad, con la otra persona que siente, que vive y que padece, que sufre de
conflictos, que ameritan del trato humano, del acercamiento del otro, de la
capacidad empática, emocional, cosa que no puede lograrse mediante el uso
desmedido de la IA.
Como puede apreciarse,
la IA se ha posicionado en el siglo XXI, redefiniendo los paradigmas sociales y
educativos, brindando nuevas oportunidades para el trabajo, con un potencial
que aún no puede ser medido para mejorar la calidad de vida. No obstante,
persisten desafíos, riesgos y dilemas éticos que deben afrontarse. Por ende, es
necesario que la IA se utilice de manera responsable, equitativa, promoviendo
su acceso, principalmente en los entornos educativos, como medio para la
construcción de un futuro más justo y humanizado.
Conclusiones
En la sociedad del
conocimiento, el uso de la IA y la implementación de las competencias
digitales, resulta fundamental para mantener una actualización permanente del
saber, para revisar, de forma crítica, las exigencias del mundo globalizado, lo
que exige el reconocimiento de la formación, conciencia del entorno y
responsabilidad frente a lo social. En este contexto, la IA ha tomado
dimensiones amplias, afectando los entornos de la vida pública y privada, que
va desde lo cotidiano hasta la automatización de procesos académicos,
universitarios, médicos y laborales. La IA significa un avance agigantado de
las tecnologías, que invita a reflexionar sobre los alcances, posibilidades y
límites de estas herramientas tecnológicas en los espacios globales.
Es notoria la
versatilidad de la IA, en tanto pueden emular el comportamiento humano,
ofreciendo sugerencias para mejorar las experiencias de gestión de los asuntos
humanos. Por tanto, la IA transforma y modifica el entorno, toma decisiones, prevé
escenarios, proyecta hacia el futuro, pero también contempla el debate en torno
a problemas éticos evidentes, como la inclusión, la exclusión, el
desplazamiento de los humanos de los entornos laborales, entre otros aspectos.
En medio de estos escenarios, la IA ha asumido roles que, tradicionalmente,
eran desarrollados por seres humanos, lo que amerita una formación continua en
competencias digitales, asumir responsabilidades, discutir sobre el valor de
los individuos y sobre los límites de la IA.
En consecuencia, es de
suma importancia que la IA sea gestionada de manera clara, transparente y
eficiente, que sus propósitos se adecuen al beneficio social, al progreso de
los pueblos, a la toma de decisiones para evitar la exclusión, la
discriminación y la desigualdad. En esencia, se busca que la IA sea un
mecanismo de renovación educativa, laboral, que brinde mejoras al estudiante y
al docente, haciendo eficiente los procesos académico-administrativos que
corresponden a su entorno.
Esta investigación se
encuentra limitada por su carácter documental y cualitativo de la información,
sin ofrecer un análisis estadístico de datos empíricos. No obstante, pretende
ser un referente teórico conceptual, que contribuya al reconocimiento e
importancia de la IA dentro de los escenarios educativos, sociales y
profesionales, en la discusión de sus conceptos éticos y en lo tocante a su uso
responsable. Con ello se deja abierta la posibilidad de futuras líneas de
investigación de casos prácticos o concretos sobre el impacto de la IA en
instituciones de educación superior, en el mercado laboral o en espacios
públicos o gubernamentales, entre otros.
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* Magister en Desarrollo Integral de Niños,
Niñas y Adolescentes. Especialista en Gerencia de Servicios de Salud.
Trabajadora Social. Docente Investigadora en la Universidad de La Guajira, Riohacha, Colombia.
E-mail: yoblancot@uniguajira.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5530-8526
** Magister en Promoción
y Protección de los Derechos Humanos. Abogada. Docente Investigadora en
la Universidad de La Guajira,
Riohacha, Colombia. E-mail: lfragozo@uniguajira.edu.co ORCID: https://orcid.org/0009-0005-5640-5407
*** Magister en Derecho del Trabajo y de la Seguridad
Social. Especialista en
Derecho Laboral. Abogado. Docente Investigador en la Universidad de La Guajira,
Riohacha, Colombia. E-mail: megomezl@uniguajira.edu.co ORCID: https://orcid.org/0009-0008-1006-1428
Recibido:
2024-06-18 · Aceptado: 2024-09-05