Revista de Ciencias Sociales (RCS)
Vol. XXXI, Número Especial 11, enero-junio 2025. pp.
251-267
FCES - LUZ ● ISSN: 1315-9518 ● ISSN-E: 2477-9431
Como citar: Padilla, M. G., Soto,
J. E., Sandoval, J. P., y Rayo, C. Y. (2025). Transformación educativa,
decolonialidad, paz y competencias comunicativas. Revista De Ciencias Sociales,
XXXI(Número Especial 11), 251-267.
Transformación educativa,
decolonialidad, paz y competencias comunicativas
Padilla Santamaria, Martha Gineth*
Soto
Molina, Jairo Eduardo**
Sandoval
Herrera, Jessica Paola***
Rayo,
Claudia Yamile****
Resumen
La
actual crisis civilizatoria se debe a la incapacidad de confluir dialógicamente
las distintas comunidades humanas. De ahí la importancia de emplear las
capacidades pedagógicas emancipadoras para conformar sociedades justas. En
relación, es propósito de esta investigación analizar los retos y oportunidades
de la educación decolonial como desarticulación de los límites colectivos
impuestos desde los intereses neocoloniales. Es un estudio
bibliográfico-documental, conformado desde el enfoque racionalista deductivo.
Como resultados se tiene que se enfrentan las enajenaciones racistas y clasistas
que impiden la capacidad social deliberativa; así, se competen habilidades que
provocan pensamiento crítico capaz de concertar relaciones equitativas. La
instrucción liberadora prepara para convivir de modo pacífico al educar
tolerancia, respeto, escucha; competencias distintivas de las relaciones
interculturales. A su vez, como conclusión se enfatiza la importancia de
supeditar, en la enseñanza, las posibilidades comunicativas que ofrecen las
nuevas tecnologías de la información al reconocimiento de la dignidad como
sustento de los derechos humanos.
Palabras clave: Educación decolonial; interculturalidad;
convivencia pacífica; habilidades comunicativas; condición humana digna.
* Doctora
en Ciencias Políticas. Magister en Gerencia de Recursos Humanos. Especialista
en Derecho Constitucional y Derechos Humanos. Abogada. Docente Investigadora de
la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Popular del
Cesar, Valledupar, Cesar, Colombia. E-mail: marthapadilla@unicesar.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6577-1194
** Doctor
en Ciencias Humanas. Magister en Educación: Administración Educativa. Teaching
English to Children.. Licenciado en Filología e Idiomas. Docente Investigador
en la Universidad del Atlántico, Barranquilla, Atlántico, Colombia.
Director y Coordinador del Grupo de Investigación y del Semillero de
Investigación Language Circle. E-mail: jairosoto1@mail.uniatlantico.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3378-0202
*** Magister
en Administración. Especialista en Finanzas y Sistemas. Contador Público.
Docente Tiempo Completo en la Universidad del Atlántico,
Barranquilla, Atlántico, Colombia. E-mail: jessicasandoval@mail.uniatlantico.edu.co ORCID: https://orcid.org/0009-0005-2206-6304
**** Doctora
en Ciencias de la Educación. Especialista en Ética y Pedagogía. Especialista en
Docencia Universitaria. Licenciada en Ciencias Sociales. Profesor del
Departamento de Humanidades de la Facultad de Medicina en la Universidad
Cooperativa de Colombia, Santa Marta, Colombia. E-mail: claudia.rayob@campusucc.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4256-4667
Recibido: 2024-12-22 • Aceptado: 2025-03-11
Educational
transformation, decoloniality, peace and communication skills
Abstract
The
current civilizational crisis is due to the inability of different human
communities to converge dialogically. Hence the importance of employing
emancipatory pedagogical capacities to build just societies. In this regard,
the purpose of this research is to analyze the challenges and opportunities of
decolonial education as a way of dismantling the collective boundaries imposed
by neocolonial interests. This is a bibliographical and documentary study,
constructed from a deductive rationalist approach. The results show that racist
and classist alienations that impede the capacity for social deliberation are
being addressed; thus, skills are developed that provoke critical thinking
capable of establishing equitable relationships. Liberating instruction
prepares for peaceful coexistence by teaching tolerance, respect, and
listening—distinctive competencies for intercultural relations. In conclusion,
the importance of subordinating, in teaching, the communicative possibilities
offered by new information technologies to the recognition of dignity as the
foundation of human rights is emphasized.
Keywords: Decolonial education; interculturality; peaceful
coexistence; communication skills; dignified human condition.
Introducción
De
acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO, 1998), la educación debe basarse en principios
capaces de instruir valores y capacidades que aprueban enfrentar los retos que
imponen las crisis sociales contemporáneas. Destacan: Aceptación de la
diversidad cultural, contener los problemas socioculturales fomentados por la globalización
económica neoliberal; poseer habilidades teóricas y prácticas capaces de
conformar sociedades de la comunicación. Estos constructos de aprendizaje se
desarrollan con base a: Aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir
juntos y aprender a ser.
Para
cumplir el propósito, los países en vías de desarrollo deben provocar
decolonialidad del pensamiento, con el fin de implementar modelos pedagógicos
emancipadores, que permitan la educación para la paz y el desarrollo sostenible
(Barrio, 2009). A la vez, se tiene la desafiante tarea de formar individuos
críticos capaces de materializar relaciones dialógicas, para contribuir con la
transformación social en búsqueda de la digna convivencia (Cerdas-Agüero, 2015;
Holguin-Alvarez et al., 2020; Fernández-Cediel y Bonilla, 2020) y con la paz
(Gutiérrez et al., 2024).
Como
ejemplo, en Latinoamérica durante décadas el sistema educativo en todos los
niveles estuvo sometido a modelos pedagógicos provenientes de otras latitudes;
sobre todo, se aplicaron disposiciones pedagógicas eurocéntricas, provocando
colonización del saber. Por ello, se deben implantar formas de enseñanza
capaces de conformar relaciones sociales sostenibles, al servir para el
encuentro pacífico de las comunidades, específicamente, decolonizando la
educación (Ilyas et al., 2022). De este modo, responder al desafío que plantea
la racionalidad humana ante las múltiples crisis sociales y ecológicas
contemporáneas.
En
opinión de Méndez y Moran (2014), en Latinoamérica, región que exhibe riqueza
multicultural, es necesario servirse de la educación para decolonizar el
pensamiento; así, superar el saber colonial como basamento del sometimiento.
Igualmente, lograr desde posturas interculturales la mediación ética y
dialógica de las diversas culturas humanas (Pedrero-García et al., 2017;
Espinoza y Ley, 2020).
Las
pedagogías acertadas consideran que los modelos de enseñanza vigentes en la
región, provocan escisiones humanas que legitiman el ejercicio injusto del
poder (Leal y Oregioni, 2019). Se atiende que las pedagogías vigentes muchas
veces sirven recursos para el sometimiento cuando instruyen contravalores
éticos. Se trata, la educación contrahumana del sometimiento de la capacidad
deliberativa al imponer pensamiento, razón y acción que benefician las
relaciones hegemónicas de poder.
Por
ello, esta investigación tiene el propósito de analizar la transformación
educativa que conlleva la decolonización educativa. Se subraya la importancia
de la instrucción dialógica y ética para dirimir de modo pertinente las
diferencias. Se trata de ejercer el pensamiento crítico como habilidad
colectiva capaz de subvertir las convivencias injustas. Los argumentos aquí
presentados buscan fomentar la pluriculturalidad como encuentro de la
diversidad humana en el espacio común; toda vez que la mediación ética y
dialógica conforma relaciones humanas dignas. En este sentido, se trata de un
estudio bibliográfico-documental, de carácter diacrónico, conformado desde el
enfoque racionalista deductivo.
1.
Transformación educativa
Los
modelos educativos que provocan formas humanas interculturales, se caracterizan
por aplicar estrategias éticas capaces de generar constructos teóricos
emancipadores. Así, benefician relaciones culturales capaces de evidenciar los
derechos individuales, colectivos y ecológicos (Burgos, 2018). Para lograr este
propósito, la educación debe conformar sociedades de conocimiento al emplear
distintas redes de interacción; donde, se garantiza la confluencia en el
espacio público de las diversas razones y valores culturales (Barrio, 2005).
Para
evaluar la estructura pedagógica debe considerarse los tipos de gestión del
conocimiento. Es menester atender los modos de liderazgo directivo, la
planificación estratégica, la adaptación del currículo educativo, la evaluación
de la gestión, el rol participativo comunitario; siendo estos importantes
indicadores que definen la transformación pedagógica (Cárdenas-Tapia et al.,
2022). En conformidad, el modelo decolonial debe basarse en los postulados de
la Teoría de Aprendizaje de Mezzirow, que implica seguir un esquema de
enseñanza fundamentado en la investigación-acción-participación (Essomba,
2019), cuyos propósitos buscan fortalecer las competencias colectivas capaces
de conformar redes de ejecución de proyectos.
En la
transformación pedagógica decolonial, el vínculo entre educación y comunidad es
esencial para afrontar la crisis de identidades colectivas. El sistema
educativo global evidencia importantes restricciones que impiden el fomento del
pensamiento crítico, tanto en los centros de validación del conocimiento como
en los niveles de gestión; siempre que se dificulta el trabajo
interdisciplinario y transdisciplinario (López et al., 2021). De allí que la
transformación educativa implica importantes cambios organizacionales y
curriculares.
Siendo
la educación una herramienta colectiva capaz de conformar coexistencias dignas,
debe considerarse que las relaciones culturales se acompañan de los modelos de
instrucción; sobre todo en Latinoamericana, quien exhibe una distintiva
presencia de variedad cultural. La condición plural del ser latinoamericano
exige la participación colectiva en la formación social integral (Soto et al.,
2020). Conforme, el reconocimiento intercultural en la transformación educativa
encuentra una oportunidad en la región debido a la significativa
pluridiversidad existente. Se adiciona, la intensa movilización migratoria;
situación que implica distintas formas y niveles de inserción en los países de
acogida, específicamente, debe enfrentarse las tensiones entre docentes,
comunidad y estudiantes que implican la migración humana (Aguilera-Valdivia,
2023).
Las
relaciones interculturales exigen importantes disposiciones éticas y dialógicas
para que los intercambios humanos evidencien la dignidad implícita a la vida.
En relación, la pluralidad cultural obliga a los gobiernos democráticos a
ofrecer disposiciones institucionales y jurídicas que garantizan el derecho a
la educación; como lo exige la Declaración Universal de los Derechos Humanos de
la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 1948); y, el Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU (1966). Las
transformaciones educativas latinoamericanas deben contemplar los fundamentos
de este marco jurídico; se adiciona, pluralidad y ductilidad organizativa capaz
de enfrentar las diversas contingencias de contexto, por ejemplo, las
suscitadas durante la pandemia sanitaria por SARS-CoV-2.
Ahora
bien, la transformación de los modelos de instrucción latinoamericanos exige la
reconfiguración de los procesos didácticos-pedagógicos; pues, históricamente
están caracterizados por la imposición de presupuestos epistémicos que
benefician las relaciones coloniales. Es necesario según las investigaciones de
Prince (2021), apreciar la capacidad humanizadora de las pedagogías que
evidencian la condición humana digna; sirviendo a la vigencia de los derechos
humanos como contención de las restricciones neocoloniales.
Por
otra parte, la educación del siglo XXI en la sociedad del conocimiento y la
información, está determinada por la mediación digital de las comunicaciones;
por tanto, se requieren currículos educativos vinculados a herramientas
tecnológicas capaces de promover las transformaciones educativas pertinentes
(Miguélez-Juan et al., 2019). La sociedad de la información, dominada por millenials demanda competencias digitales que
requieren de aulas virtuales interactivas. A su vez, se considera, que los
jóvenes construyen más aprendizajes desde los dispositivos digitales que en las
aulas de clases (Céspedes y Ballesta, 2018). Es importante, en este sentido,
considerar la impronta virtual en las relaciones educativas; siempre que se
aprovechan las oportunidades comunicativas que ofrecen las nuevas tecnologías
de la comunicación e información.
La
sociedad contemporánea evidencia rápido avance tecnológico; de esto, los millenials se caracterizan por el frecuente uso de
teléfonos inteligentes, computadoras portátiles, tabletas y otros dispositivos
digitales. Situación que representa un importante desafío ético, siempre que se
debe verificar la veracidad de la información que median las relaciones
educativas. Por ello, el uso de la tecnología -se adiciona la Inteligencia
Artificial (IA)- en la educación, debe ser de manera reflexiva y responsable;
considerando que son herramientas multifacéticas que pueden promover
importantes cambios positivos en las relaciones humanas (Pamuraharjo et al.,
2023).
Los
educadores, los gestores de políticas pedagógicas y quienes confluyen en los
hechos educativos, deben considerar las diversas necesidades y experiencias de
los estudiantes millenials, con el fin de
lograr equilibrio entre los favores y los desafíos que representan la
tecnología de la información. Un beneficio importante en la era digital según
Sari et al. (2023), es la capacidad de manejar grandes volúmenes de datos –era
de la big data-, quienes consienten realizar
importantes transformaciones en las prácticas docentes y de investigación; los
cuales, aumentan la eficiencia educativa, siempre que los recursos tecnológicos
dinamizan el intercambio de información.
Por
ello, en la transformación educativa se usan las herramientas que ofrece la era
digital con el fin de aprovechar sus oportunidades para enfrentar los desafíos
sociales. Deben conformarse relaciones formativas que proporcionen a los
estudiantes millenials estrategias que les
permita insertarse en relaciones sociales dinámicas. Concretamente, la debida
transformación educativa sucede al garantizar la «calidad educativa», habilidad
que considera y mejora la evaluación formativa. La calidad educativa como
concepto polisémico admite diversas interpretaciones, en esta investigación se
adopta el termino como un importante elemento humanizador de las relaciones
sociales (Ávila-Gómez, 2016), siempre que se expresan los derechos individuales
e interculturales.
En
esta dirección, se concuerda con la postura de Gardó y Riera (2022), quienes
proponen acelerar la transformación educativa con el uso del modelo de Hackaton, es decir, utilizar eventos de innovación
en los constructos de aprendizaje, donde se generan soluciones a problemas
complejos en un corto periodo de tiempo. Estos métodos presentan mucha
incertidumbre en el campo educativo, puesto que pueden atentar contra la
calidad educativa, siempre que los errores de planteamiento son susceptibles de
causar detrimento de los alcances pedagógicos. Pues, la gestión de la calidad
educativa demanda constante participación y seguimiento de acuerdo con los
lineamientos y las políticas establecidas en cada sistema; pudiéndose encontrar
un espacio de aplicación en la metodología de investigación denominada acción
participativa (Rodelo et al., 2021).
Ahora
bien, como se aprecia, superar los límites pedagógicos latinoamericanos implica
enfrentar las situaciones de contexto; donde destaca la colonialidad de las
formas de aprendizaje, al imponerse históricamente los programas educativos,
como férreos corset que fijan los
procedimientos, estrategias en tiempo y espacio establecidos. Estas
imposiciones están caracterizadas por la enajenación de los valores culturales
presentes en la región.
Es
decir, la educación impuesta por intereses coloniales y neocoloniales impiden
la expresión del sujeto latinoamericano, las propias voces, razones,
sentimientos y sensaciones, siempre que se supeditan los valores culturales a
la univocidad legitimada por las relaciones verticales de poder. En tanto,
cuando se enfatiza la importancia de modos educativos decoloniales, se insiste
en la apropiación colectiva de los recursos pedagógicos, para que la escuela se
convierta en lugar de encuentro y expresión intercultural, donde se aprenden
habilidades dialógicas y éticas siempre que se condicionan las relaciones
sociales a la vigencia de los derechos humanos.
Seguidamente,
la aplicación de las nuevas tecnologías de la comunicación social en los
contextos educativos exige, como mínimo, considerar las mediaciones sociales
interculturales para que las prácticas humanas evidencien los derechos
individuales, colectivos y ecológicos. Quiere decir, el principal reto
educativo contemporáneo latinoamericano implica servirse de las herramientas
virtuales con el fin de desarticular las imposiciones neocoloniales, para
conformar relaciones basadas en la tolerancia, respeto y diálogo intercultural.
El propósito claro es servir los recursos tecnológicos a la emancipación humana
como correlato de la equidad y justicia social.
2.
Decolonialidad en el currículo educativo
Para
que la transformación formativa tenga solidez, tanto en el discurso, como en la
práctica, se deben decolonizar las relaciones pedagógicas en todos los niveles
educativos. Se enfatiza que, los constructos de aprendizaje capaces de causar
la sostenibilidad de las comunidades, deben cimentarse, según Peñuela (2009),
en tres exigencias: Acercamiento histórico entre la ecología en contextos
educativos; la formación ético-política como reflexión conjunta de la
epistemología del saber; y, finalmente, el uso de la pedagogía decolonial como
crítica al discurso pedagógico moderno.
Es
necesaria la construcción de formas dignas de convivencia desde la perspectiva
multidiversa; exige, la aplicación de relaciones educativas sustentadas en
propios modelos de etnoeducación. Implica visibilizar la diversidad cultural de
América Latina, considerando las propuestas decoloniales que se proponen desde
la interculturalidad (Blanco et al., 2021).
Específicamente, una propuesta de educación transformadora decolonial es
encontrar alternativas pedagógicas que
consientan superar las actuales crisis sociales. En opinión de Méndez (2022), las perspectivas pedagógicas
decoloniales constituyen procesos de transformación sociales y educativos
capaces de solventar las necesidades colectivas, atendiendo a las situaciones
de contexto.
La
educación transformadora desde una perspectiva decolonial, busca deconstruir
modelos de saber y poder eurocentristas frente a la Escuela Otra
Latinoamericana, enfrentando, en primer lugar, la mercantilización de la
educación (Domínguez, 2018). Por ello, los presupuestos antropológicos de la
educación transformadora decolonial plantean la urgencia de concebir modelos
educativos mediados por disposiciones éticas y dialógicas, siempre que se
provoca la vigencia de los derechos humanos. De esto, la educación decolonial
trata, específicamente, con sujetos en emancipación en la medida que se
apropian de las posibilidades culturales que la educación permite (Alvarado,
2016).
En
opinión de Méndez y Morán (2014), el sistema educativo actual es impuesto desde
presupuestos hegemónicos, anteponiendo una visión unívoca del “mundo yo”, al
resto de las culturas del planeta. Es necesario, entonces, desplegar prácticas
educativas decoloniales que transformen los modos de instrucción, a la vez,
propiciar la vigencia de los derechos humanos desde la identidad cultural (Giraldo-Mejía,
2019). Supone, una visión curricular trans e interdisciplinaria, que aborda las
imposiciones del saber (Salinas y Méndez, 2021), con el fin de desarticular las
prácticas pedagógicas que acompañan al proyecto de economía neoliberal.
Morán
(2021), propone recuperar la identidad cultural americana, más allá de la
trayectoria histórica que plantean las luchas inacabadas. Se debe ejercer el
pensamiento crítico como habilidad colectiva para transformar el destino de la
región, sin interponer modelos nacionalistas o regionalistas.
En
conformidad, es pertinente analizar los currículos educativos, puesto que las
subjetividades emancipadas, evidencian la identidad cultural. Donde la
autonomía colectiva se teje en relaciones basadas en la homogeneidad de
derechos; exige esto el reconocimiento del pensamiento y la palabra de las
culturas alternas (Vázquez y Pérez, 2009). Es decir, deben considerarse los
valores autóctonos, siempre que se entablan relaciones interculturales, donde
el respeto, tolerancia, escucha, caracterizan los modos humanos de confluencia.
La
narrativa del currículo educativo decolonial, se construye en procesos
ético-políticos, capaces de crear condiciones sociales que median ética y
dialógicamente las diversas culturas. En estas, los actores educativos y grupos
de interés participan colectivamente para la transformación de las relaciones
sociales (Rivas-Flores et al., 2020). En la decolonialidad para la
transformación social intervienen principios éticos y valores colectivos que
permiten la construcción de la convivencia (Capera, 2017). En los modos de
relación intercultural, la paz es una fortaleza y distinción de las
coexistencias; de ahí la importancia de concertar estrategias comunicacionales
que admiten la confluencia dialógica, el encuentro de las razones y valores
culturales, concertando ambientes tolerantes.
Se
explica, entonces, que los modelos educativos decoloniales son,
específicamente, interculturales; pues, la expresión y confluencia de los
distintos valores culturales en el espacio público exige la formación humana de
habilidades dialógicas y éticas. Enfatiza que las imposiciones coloniales
suceden en espacios sociales determinados por la incapacidad humana de confluir
a través de la palabra.
Es en
la incomunicación social donde encuentran cabida las imposiciones políticas y
económicas, siempre que se aprovechan, por parte de los totalitarismos, la
desarticulación de los hilos colectivos y culturales. La colonialidad acompaña,
siempre, la incapacidad social de atender las razones interculturales. Por
esto, la educción neoliberal se ocupa de enajenar las relaciones humanas al
supeditarlas a la imposición de razones hegemónicas. De ahí el empleo de la
amenaza y del temor al otro, como fundamentales mecanismos de control colectivo.
Trata,
las transformaciones de la educación decolonial, de desarticular el clasismo y
racismo que opera en las sociedades latinoamericanas, con el fin de competer
las habilidades que aprueban coexistir de modo dialógico y ético. Es decir, las
acciones pedagógicas decoloniales se ocupan de humanizar las prácticas sociales
en cuanto apreciación de la condición sensible y racional humana; a partir de
ahí se tejen formas democráticas de convivencia como vigencia de los derechos
humanos. Es, la educación decolonial, la insurgencia epistémica que invalida la
competitividad como impedimento de la solidaridad humana; siempre que los
derechos individuales, colectivos y ecológicos son el basamento de las
relaciones mediadas por el respeto a las razones que las otras culturas
expresan.
3.
Educación para la paz
Existe
correlación positiva entre la educación decolonial y las mejores formas de
vida; pues, la paz, según De Aquino (2000), es una virtud liberadora que deriva
de las relaciones humanas solidarias. Por ello, la educación para la paz es,
siempre, formación para apreciar críticamente las condiciones de vida que con
otros se lleva, con el fin de actuar para impedir las injusticias.
En
esta línea, la paz es una virtud ética que expresa solidaridad como auxilio
para otros y sí mismo. En tanto, educar de modo decolonial implica instruir
solidaridad como disposición para ayudar, en concordancia, habilidades técnicas
que asienten la transformación de la realidad en escenarios justos
(Barrios-Andrade, 2021). Se enfatiza que, en los modelos pedagógicos
neoliberales, estas consideraciones éticas están ausentes en todos los niveles
educativos.
En
particular, en Latinoamérica, donde la modernidad impone modelos educativos
vinculados a los intereses mercantiles; los hechos pedagógicos son
administrados por los grupos de poder. Quiere decir que se imponen conductas
validadas por los intereses de mercado, favoreciendo la univocidad humana como
estandarización de las prácticas de compra.
Ante
las imposiciones culturales, la diversidad individual y colectiva es contenida
de forma violenta, promoviendo el incremento de la exclusión (Martínez et al.,
2022). La estandarización de las conductas de las pedagogías contemporáneas se
opone a la noción de paz como sustento de la educación decolonial. Por ello,
Vargas et al. (2021); y, Gutiérrez et al. (2024), enfatizan que la capacidad
emancipadora de la paz como importante componente pedagógico estriba en la cooperación
igualitaria entre seres humanos, con el fin de concretar la justicia social.
Una
educación de tipo decolonial habilita el pensamiento crítico como capacidad
individual y colectiva para contener las imposiciones que se basan en la
conflictividad y exclusión social. Combatir la dependencia mediante la
decolonialidad pedagógica, requiere modelos educativos enfocados en promover
formas horizontales de relaciones sociales, mediante la participación
ciudadana, donde la paz es el resultado de la mediación dialógica y ética de
las diferencias humanas (Palacios y Rodríguez, 2023).
Destaca
que muchas universidades de la región ofrecen cátedras para la Cultura de la
Paz como importante dispositivo emancipador, a fin de generar condiciones en la
escuela para la sana convivencia (Holguin-Alvarez et al., 2020;
Silva-Hernández, 2021); se busca propiciar espacios de confluencia humana
basados en la tolerancia hacia las diversas razones culturales, con el fin de
disminuir la violencia atávica latinoamericana.
Desde
la perspectiva pedagógica decolonial, la educación para la paz es fundamental
para promover seguridad nacional. La escuela debe convertirse, en todos los
niveles educativos, en espacio que prepara para coexistir en paz,
concretamente, generar intenciones de convivencia encaminadas a la
reconstrucción de los nuevos tejidos sociales (García y Verdugo, 2023).
En
este sentido, Salinas (2023) concuerda con el pensamiento de Educación para la
Paz desarrollado por Johan Galtung, quien enfatiza que la instrucción debe
impedir cualquier forma de expresión de la paz negativa, quien concibe a la
agresión como condición consustancial al ser humano; en sustitución, las formas
pedagógicas decoloniales asumen la noción de paz positiva, que considera la
violencia como contraética aprendida en contextos sociales egoístas.
Es
conveniente recordar que la paz positiva establece que existen tres tipos de
violencia: Directa, cultural y estructural (Salinas, 2023). Desde esta
concepción, la educación para la paz requiere un enfoque racional que impida
las injusticias (Herrera, 2021). Quien aprende debe adquirir y practicar nuevas
competencias y conductas, como el respeto a las voces diversas, la tolerancia
hacia el pensamiento diferente, la desarticulación del clasismo y racismo como
límite psíquico colectivo. Para Bravo-Osorio y Pacheco-Calderón (2023), la
educación para la paz debe vincular las concepciones sobre la vida, basarse en
la vigencia de los derechos humanos, enfáticamente, apreciar a las sociedades
como relaciones bioculturales que acontecen en el tejido territorial como
espacio para la vida.
Es
fundamental para la sociedad colombiana la educación para la paz, sobre todo
porque transita por una etapa de posconflicto armado; teniendo que enfrentar la
violencia social estructural, tejiendo relaciones interculturales basadas en el
respeto a las diversas razones. En tal sentido, en Colombia, destacan
experiencias exitosas al implementar programas de justicia escolar restaurativa
(Rubiano et al., 2024). Vivencias que expresan los alcances del Plan Nacional
de Desarrollo 2022-2026 en el cual se propone conformar distintos niveles de
dialogo en las comunidades, al partir del reconcomiendo de los derechos
colectivos sobre el territorio que se habita (Lemos y Conde, 2023).
Bajo
estas premisas, la instauración de la educación ciudadana para la paz,
representa un elemento importante en la transformación del modelo educativo,
provocando el rompimiento de formas basadas en la imposición de valores
culturales foráneos. La educación debe conducir según Martelo et al. (2021), a
concordar los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, para
que sirvan a la promoción del diálogo intercultural; a la vez, el avance hacia
el reconocimiento universal de la diversidad y dignidad humana. La educación
para la paz debe concurrir en el dialogo de saberes, en la interacción
comunicacional entre seres humanos desde principios éticos sustentados en el
respeto hacia la condición digna.
Las
formas pedagógicas decoloniales poseen importante sustento epistémico en la
educación para la paz. Pues, enfrenta las antropologías que permiten las
sociedades agresivas; estas conciben al ser humano como ser violento del cual
sólo es lícito contener. En contraposición, la instrucción decolonial desestructura
las reducciones antropológicas de las sociedades agresivas, al denotar la
violencia como límite ético aprendido en contextos que enajenan la condición
digna.
Trata
la educación neocolonial con la sujeción del ser humano violento a través de la
imposición de restricciones. Desde la antropología neoliberal la agresividad
humana debe ser contenida a través de la sujeción violenta. Por esto, al
insistir en la univocidad de la racionalidad cultural, pretende supeditar las
conductas humanas a los intereses de mercado. En consecuencia, se trata de
educación alienante, porque impide expresar la condición social disímil.
Concretamente, no son posibles formas pedagógicas decoloniales al concebir la
agresión haber consustancial a la vida humana.
En
concordancia, únicamente es posible educación para la paz en contextos
pedagógicos decoloniales; pues, se parte de que la agresión es aprendida en
situaciones violentas. Concuerda, que la educación para la paz se basa en
principios antropológicos que enseñan a coexistir de modo digno. Por esto,
resulta fundamental conformar relaciones pedagógicas capaces de instruir
habilidades dialógicas y éticas, siempre que se articulan sociedades justicia.
Es
fundamental, asumir el carácter decolonial de la educación para la paz,
justamente, porque fragmenta los mitemas racistas y clasistas que operan en el
seno de las sociedades agresivas. Pues, al considerar la condición humana
digna, junto al reconocimiento de los valores culturales, es posible atender a
los derechos humanos como importantes límites de lo posible. En consecuencia,
siendo el ser humano considerado poseedor de dignidad se impiden las barreras
éticas que el clasismo y racismo imponen.
Trata,
la educación para la paz, de instrucción para la vida, concretamente, porque
detiene la violencia como expresión de los temores que operan entre los seres
humanos. El quiebre de las contraéticas racistas posibilita formas
interculturales de convivencia; pues, se basan en el reconocimiento de los
límites humanos que la ética impone. La educación violenta sucede en la
promoción de los temores sociales; mientras la instrucción para la vida se
sustenta en la manifestación de los valores individuales y colectivos, además,
en relaciones dialógicas horizontales; donde la igualdad de derechos sirve a la
expresión de la diversidad humana.
4.
Competencias comunicativas
Las
transformaciones educativas decoloniales requieren de específicas habilidades
comunicativas, tanto del docente, como del estudiante. Las facultades
comunicativas verbales y no verbales juegan un rol fundamental para enfrentar
los desafíos e incertidumbres sociales; proporcionan competencias que
benefician las formas humanizantes de aprendizaje (Valdez-Esquivel y
Pérez-Azahuanche, 2021; Tovar-Correal et al., 2024).
Las
acertadas capacidades dialógicas constituyen importante basamento de las
pedagogías emancipadoras, como se expresa en las teorías de aprendizaje de Jean
Piaget y Lev S. Vigotsky, quienes destacan que el ser humano aprende a través
del tipo de relación social donde se desarrolla. De ahí, la importancia de
distinguir educación incapaz de instruir valores éticos y dialógicos, de
aquella que prepara para convivir de forma digna (Zapana, 2021).
Por
consiguiente, países caracterizados por una importante riqueza cultural, como
es el caso latinoamericano, la educación decolonial es, necesariamente,
intercultural, capaz de instruir habilidades dialógicas y éticas que permiten,
en el espacio público, coexistir, sin que se impongan razones y valores que
limiten la expresión de las otras culturas (González, 2021).
Como
ejemplo, las transformaciones sociales pertinentes a la educación decolonial
contemplan la instrucción de diversas lenguas humanas; no limitada al enterarse
del significado de determinados fonemas y morfemas, específicamente, conocer
los valores culturales que acompañan al lenguaje humano (Soto-Molina, 2023). Se
aprecia, además, que el entendimiento multilingüístico entre las sociedades
condesciende interdependencia y libertad; al beneficiar las convivencias
basadas en el reconocimiento de los derechos humanos.
De
acuerdo con Blanco y Arias (2022), es urgente sistematizar la comunicación
dialógica a través del aprendizaje escolar, como opción didáctica en contexto
de diversidad cultural. Pues, permite la convivencia digna, la búsqueda de la
independencia y la seguridad entre pares. Por ello, Barranquero-Carretero y
Sáez-Baeza (2015) argumentan que la cosmovisión del buen vivir, siendo
coexistencia pacífica, promueve formas decoloniales de existencia. En sentido
similar, al existir actualmente diversas formas y estrategias de comunicación,
estas deben emplearse para conformar distintas estrategias dialógicas,
empleando los contextos educativos como lugar de confluencia cultural (García
et al., 2022).
Hoy,
en la era de la comunicación virtual, es necesario que quienes se instruyen
ejerzan la interpretación del discurso comunicacional desde el enfoque crítico;
pues, la comunicación como mediación social enfrenta importantes imposiciones
culturales como enajenación humana. Por tanto, es necesario implementar
estrategias pedagógicas decoloniales al promover la instrucción de habilidades
dialógicas y discursivas; posibilidad que se sirve de las nuevas tecnologías de
la comunicación social (Cebrelli y Arancibia, 2018).
Se
demuestra que las tecnologías de la comunicación, como las redes sociales, el internet, la surgente Inteligencia Artificial (IA),
son nuevas formas de capital cultural (Burgos, 2012). Ocurren importantes
transformaciones educativas caracterizadas por la apropiación individual de los
procesos de aprendizaje mediados por los recursos digitales; en este contexto,
las transformaciones pedagógicas latinoamericanas deben aprovechar los recursos
y oportunidades que ofrece la comunicación digital. Bajo esta concepción, Luna
(2023) asume que las competencias comunicativas se adquieren a partir de
distintas prácticas sociales, haciendo uso de la creatividad; por ello, muchas
estrategias pedagógicas son útiles cuando se ejercita la escritura creativa y
el podcasting con competencias comunicativas.
Se
subraya que las competencias comunicativas en expresión oral, pueden ser
abordadas desde el enfoque constructivista del aprendizaje, pues, el empleo
intercultural de la palabra y el discurso determina los procesos de
decolonización de la educación (Urrego, 2020). Asimismo, no basta con enseñar a
leer y escribir correctamente, ni simplemente aprobar una evaluación, es
necesario formar seres humanos pensantes, reflexivos, críticos con sentido de
justicia, equidad y probidad; así, superar la violencia racista colonial.
Es
necesario desarrollar competencias de comunicación lingüística y no verbal,
para conformar sociedades emancipadas de los contravalores impuestos. En
conformidad, la educación decolonial acontece cuando las competencias
dialógicas admiten los intercambios humanos que invalidan la exclusión. De
esto, la escuela se convierte en lugar de liberación en la medida que en ellas
confluyen los valores culturales, a la vez, se instruye la disposición a atender
los valores alternos (Gil-Galván et al., 2024).
Además,
las formas educativas decoloniales se acompañan de la instrucción de
habilidades que consienten la apropiación colectiva e individual de los hechos
educativos; por esto, se trata de provocar el interés hacia lo que se aprende,
la actividad de investigación del sujeto cognoscente como ejercicio de
comprensión de la realidad que junto a otro se habita. Es decir, la instrucción
de habilidades de investigación aprueba la educación como ejercicio intencionado
de entendimiento de la realidad.
Las
formas neocoloniales de sujeción humana, promovidas por el proyecto económico
neoliberal, insisten en el silencio, la copia y calca como actitud de los
individuos que se adiestran. Debido al interés de impedir la apropiación
colectiva de los hechos educativos, se validan modelos formativos
caracterizados por la distribución del saber legitimado en relaciones
verticales de poder; donde se demuestra instrucción en la medida que se repite
a precisión la palabra aprendida.
En
contrapartida, las formas educativas decoloniales insisten en la instrucción de
competencias educativas toda vez que el ser en emancipación se apropia de los
recursos pedagógicos para gestionar el saber. Quiere decir que más que ejercer
habilidades autodidactas como ensimismamiento cognitivo, las sociedades en
emancipación emplean la investigación como apreciación crítica de la realidad,
en virtud de subvertir las relaciones injustas por mediaciones humanas
equitativas.
De
esto, se instruye en la medida que se ofrecen las herramientas que permiten a
los sujetos investigar y reflexionar en común la realidad que se habita;
siempre que los discursos que operan en el seno social sean legitimados a
través de los acuerdos de quienes confluyen en el espacio político. Propósito y
habilidad que, claramente, impide la imposición de razones enajenantes de los
valores culturales.
Conclusiones
La
educación decolonial requiere transformar las políticas educativas; amerita
adaptar el currículo educativo a las exigencias interculturales, también,
aplicar formas y métodos de evaluación que consienten confluir las razones y
valores sociales, donde, las formas de autoaprendizaje expresan los indicadores
postulados por la Teoría de Aprendizaje de Mezzirow; quien propone modelos
pedagógicos basados en investigación-acción-participación. En estos contextos
pedagógicos se requiere la integración de las diversas culturas a los hechos
educativos; habilidad que abre los cierres epistémicos del salón de clases,
favoreciendo la integración de las comunidades a los eventos de instrucción. Se
trata de formación que sucede junto y por las colectividades, jamás de espalda
y en contra de ellas.
La
transformación educativa debe suceder a través del empleo de las nuevas
tecnologías de la comunicación social, supeditando las prácticas de instrucción
a la expresión de la diversidad cultural. La incorporación de las tecnologías
como la IA, redes sociales, interactividad virtual, mecanismo de e-learning, favorecen implementar importantes
cambios pedagógicos, donde la inmediatez de la información sirve a la expresión
de la condición social diversa. Los cambios educativos deben, en todo momento,
servir para conformar pensamiento crítico como fortaleza individual y social;
habilidad posible, solamente, al instruir habilidades éticas y dialógicas.
El
sujeto emancipado sucede en la educación decolonial, quien, a través del
reconocimiento de la condición sensible y racional humana, entabla relaciones
horizontales basadas en la tolerancia, el respeto y la escucha intercultural.
Resultan las transformaciones sociales de la educación intercultural, al
preparar para convivir de modo dialógico, atendiendo la condición digna como
basamento de las relaciones sociales.
El
principal objetivo de esta investigación fue describir las cualidades
pedagógicas que permiten las trasformaciones sociales de la educación
decolonial; se comprende que la instrucción emancipadora se basa en habilidades
y recursos interculturales. De ahí la importancia del aprendizaje de
competencias dialógicas y éticas, siempre que se espera la instauración de
relaciones legitimadas por el respeto a las razones y valores por los otros
expuestas.
Además,
se enfatiza que la educación decolonial es un tipo especializado de
instrucción, pues se trata de formación humanizante al preparar para mediar en
paz las relaciones sociales. Es decir, la educación decolonial es instrucción
para conformar cultura de paz, como expresión y vigencia de la tolerancia, el
respeto y la atención a las razones diversas.
La
instrucción para la paz lejos está de negar los conflictos sociales, menos de
imponer la paz a través de la violencia que se ejerce contra la disidencia,
como es el caso de las formas neocoloniales de instrucción. Se trata, en todo
caso, se expresar paz como evidencia de la capacidad de confluir dialógica y
éticamente las comunidades; amerita la apropiación colectiva del espacio
político con el fin de concertar las razones, voces, valores colectivos para
mediar los conflictos a través del ejercicio de la palabra. Se enfatiza que hay
emancipación en la medida que las imposiciones verticales como negación de la
capacidad deliberativa comunal, son sustituidas por los acuerdos durante las
confluencias dialógicas.
Esta
concepción antropológica de la educación decolonial es favorecida al reconocer
los muchos servicios que a la mediación humana ofrecen las nuevas tecnologías
de la comunicación social. En tanto, la educación pertinente se sirve de las
herramientas digitales con el fin de utilizar la inmediatez de la información
para dinamizar las interacciones interculturales.
Se
acota que el empleo de la tecnología per se
lejos está de significar adelanto o avance pedagógica. Pues, la educación con
visible habilidad decolonial únicamente es posible al supeditar todos los
recursos, estrategias y herramientas educativas a la necesidad de concertar
interacciones humanas distinguidas por el reconocimiento de la condición digna
inherente a la vida.
Concebido
así, adquiere vigencia e importancia la solidaridad como importante componente
de la educación que se precia de servir para la emancipación humana. Se trata
de formación que humaniza, precisamente, porque impide la recreación de las
reducciones clasistas y racistas distintivas de las sociedades neocoloniales.
Es decir, la educación solidaria se encarga de capacitar para reconocer la
condición humana racional y sensible; a partir de esta habilidad, apreciar la
dignidad como contenido colectivo; pues, es la dignidad como valor humano
universal la que establece los límites prácticos posibles.
En
conformidad, los principales aportes de esta investigación estriban en analizar
los basamentos teóricos de la educación decolonial, siempre que se exponen las
razones por las cuales se trata de instrucción que emancipa las relaciones
sociales de las imposiciones socioculturales. A su vez, se analizan las
fortalezas y oportunidades de la educación decolonial como estrategias que
inciden sobre relaciones sociales enajenadas para fomentar la cultura de la
paz.
Al
estar las relaciones sociales actuales caracterizadas por la violencia, como
expresión de las agresividades que implican el racismo, clasismo, la negación
de los derechos políticos y económicos de las sociedades; son pertinentes los
análisis que investigan las causas de estos límites humanos. Se deben servir
los basamentos epistémicos capaces de coordinar pedagogías que propician
convivencias pacíficas, reconocimiento de los derechos humanos como basamento
de las relaciones democráticas.
Por
supuesto, los alcances de este tipo de investigación se enfrentan, siempre, a
la pervivencia de relaciones coloniales en los contextos educativos. Donde se
deben enfrentar las restricciones a la participación colectiva en los espacios
escolares; a su vez, la copia, calca y repetición acrítica como evidencia de
aprendizaje. Estas resistencias son vencidas a través de la apropiación
colectiva de los recursos culturales, específicamente, las habilidades
pedagógicas, siempre que la acción humana sirve para evidenciar justicia y
equidad. Por esto, las líneas futuras de investigación deben profundizar el
análisis teórico de la educación decolonial, siempre que se conforman las
estrategias que significan educación como emancipación de las imposiciones
neocoloniales, en favor de mediaciones humanas justas y equitativas.
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