ISSN 2244-7334 / Depósito legal pp201102ZU3769 Vol. 6 N° 2 • Julio - Diciembre 2016: 113 - 119
Estudiante de la Escuela de Medicina, Facultad de Medicina de la Universidad del Zulia jdpolancob@gmail.com
Post nubila, phoebus
Maracaibo, 1 de octubre de 1946
Una reflexión nos acerca a la historia del maes- tro. El olor del salitre se amalgamaba con el vapo- reo de una taza de café que empañaba el aire, la brisa nocturna llenaba los pulmones nostálgicos de un hombre que repasaba su vida detrás de un escri- torio, mientras recordaba las penurias de su incog- nito inicio se deslizaba en sus evocaciones el dulce recitar de su madre, que durante su niñez tantas veces lo reconfortó en noches tan obscuras. Pero esta no es una noche cualquiera. Sentado inerte observa con detenimiento el verde desgastado de las paredes agrietadas de la Casa del Obrero.
Transpolarlo a las veredas de su ciudad de Ma- racaibo, resulta fácil con la ayuda de la mediano- che marabina. Una ciudad única semejante a una argolla coronada con su mar de cristal donde las penas de sus obreros errantes provenientes de los campos, buscan un sitio donde resguardarse de la diáspora petrolera, que se mezcla en sus aguas con las primeras gotas de sudor de los pescado- res venidos a menos que tejen sus redes para su encuentro diario con Maléiwa. En la quietud de sus aguas se reflejan los últimos 42 años de ostracismo decretado en 1904 por la demagogia “Restaurado- ra” de Cipriano Castro, “El Cabito” centralista.
“Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias, para decidir su propio camino.”(- Frankl, 1946)
Ostracismo inquisidor encabezado por caudillos territoriales, que barnizan las calles con niños anal- fabetos, obreros hambreados y madres solteras apartadas por la elite social; como si el tiempo se
hubiese detenido en la antigua provincia de Coqui- vacoa instaurada por los virreyes conquistadores del pasado. El reloj de los girasoles marca las 3:43 am, inmediatamente se incorpora sobre sus pies, da un pequeño recorrido por los cuatros metros cuadrados de su oficina que bien podrían ser los 100 codos de perímetros de la basílica de la cuidad, extiende su brazo izquierdo para alcanzar el café que yace frio en una pequeña taza de barro. Esa acción se asemeja a su búsqueda de otrora, aque- lla que no se doblega a la oscuridad del desconoci- miento, pues él, mejor que nadie, sabe que el ma- yor tiro a la tiranía no se le da con una bala rellena de plomo, sino con el resplandor del conocimiento, él, mejor que nadie, lo sabe. Apoyado por los pro- fesores Pedro París y Bustamante los últimos 16 años ha conformado una cuádriga encargada de armar a los sedientos jóvenes recién egresados del instituto masculino con el agudo filo de la ciencia, capaz de cortar el hilo que mantiene atada toda una generación a la arboleda nocturna del ayuno profa- no del analfabetismo, otorgándole la mayor de las libertades a las que puede aspirar un ser humano, la elección personal para decidir su propio camino.
Retoma su asiento. En un ciclo bifásico vacía sus pulmones de la nostalgia atmosférica, en su primera fase exhaladora expulsa el recuerdo de la escasez económica familiar que limitó severamente su acceso a los estudios universitarios. Lejana se aprecia la fecha de 1912 cuando el lánguido ado- lescente acudía de la mano de su devota y adorada madre a la graduación que anunciaba la culmina- ción de una etapa, con la obtención del título de bachiller en el Colegio Federal de Varones. Se ha- bía encendido la llama de la razón como capacidad
humana, ese fuego que se ha transmitido de gene- ración a generación haciendo al hombre avanzar. Había nacido el ciudadano ejemplar Jesús Enrique Lossada.
El 4 de junio de 1921 recibe el título que lo acre- dita como abogado, una meta conquistada en con- tra de la corriente. Transcurre el año de 1917.Im- posibilitado de trasladarse a la ciudad de Mérida o Caracas para satisfacer su hambre de comprender a través de la razón la naturaleza, cualidades y rela- ciones de las cosas, logra inscribirse en la universi- dad de Los Andes bajo una modalidad especial. Se formaría en Maracaibo, con docentes particulares y realizaría a la ciudad de Mérida viajes esporádicos para presentar sus exámenes.
Con el devenir de los años fue sumando títulos. Su virtuosa pluma fue ganando adeptos venciendo las fronteras, siendo nombrado: Poeta, cuentista, docente, profesor universitario e intelectual vene- zolano. Una madrugada de tantas, sostiene en su mano derecha su pluma predilecta, ansiosa por ro- dar sobre el papel una vez más. Sobre su mesa yace tibiamente el boceto del discurso que emitirá en unas horas. Hace una pausa- se reclina sobre sus lomos- cierra sus ojos saboreando el frenesí que solo conocen los que besan con amor; saberse que no se encuentra delante de un discurso más. Impulsivo, con la calma que lo caracterizó; resume en un par de líneas las palabras que lleva atragan- tadas los últimos 16 años.
“La universidad debe tener sus lumbres abiertas, de par en par, a todas las corrientes ideológicas. Solamente habrá de impedir la entrada de dogma- tismo de cualquier índole”. Una cálida sonrisa de media luna en sus labios, se fusiona al unísono de una respiración profunda con una paz y dicha que le empapa los tuétanos.
4:30 AM: Satisfecho plasma su firma en el borde inferior de la hoja, así como el rayo del Catatumbo plasma su resplandor sobre el sur del lago anun- ciando que después de las nubes, sale el sol.
Jesús Enrique Lossada (había nacido el mito)
Un maestro que logrado prolongar sus pensa- mientos en la historia. En referencia a este ilustre, Gabriel García Márquez expresa. “Los seres hu- manos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez.”
Durante el final del siglo XIX y principio del siglo XX, Venezuela atravesaba un tiempo de profunda transición política, económica y social que alcanza- ría su clímax con el levantamiento militar, de carác- ter restaurador organizado desde la cordillera andi- na, proceso que significo el choque de conceptos entre el final de un siglo enmarcado por una profun- da recesión y el reto que suponía el advenimiento del siguiente, con una masa social que clamaba a gritos por probar la dulce mies de principios como libertad, igualdad y fraternidad.
María Luisa Lossada, a primera vista con su velo blanco intachable bordado a mano, es una simple marabina perteneciente a la amplia feligresía de la iglesia de Santa Bárbara, quien al finalizar la misa matutina del domingo, con los ojos almendrados cargados de lágrimas, se despide de José Francis- co Tomás Urdaneta, su amado párroco. Mujer de carácter volátil, rebelde y de profunda fibra amo- rosa que desde hace meses ha abandonado el común denominador de su edad, no es libre, pues su cuerpo lleva meses empollando, no es del co- mún pues próximamente se recibirá como madre soltera, sonriendo ante la revelación que la pérdida del respeto, apoyo y afecto de tus cercanos puede generar una condena incluso más dolorosa que el castigo divino de “Parirás a tus hijos con dolor”. Por qué a Eva no le dolió parir, le dolió fue hacerlo fuera de su casa (Edén).
El 15 de Julio de 1892 eclosionó de sus entra- ñas el bólido pan de amor que ha estado cocinan- do a fuego lento los últimos ocho meses. En una habitación de paredes de barro y techo de asbes- to germina un vínculo genuino bajo la promesa de protección y apego a su joven cría, que a partir de ese momento y por el resto de su fructífera vida res- pondería al nombre de Jesús Augusto Enrique del Carmen Lossada. Lánguido niño de ánimo tímido, introvertido pero profundamente analítico con el de- seo pulsátil recorriendo sus arterias de conocer la razón de ser de las cosas. Colabora con su trabaja- dora madre, saliendo todas las tardes a recorrer las polvorientas calles marabinas con su cesta repleta de “soles” tejidos por ella misma. Este lapso forjaría su estirpe moral y altamente humanista inspirándo- lo para impulsar las reivindicaciones laborales bási- cas ausentes de la época. Ya que la pobreza no se lleva en el bolsillo sino en la cabeza.
Cuando en 1906 accede al Colegio Federal de Varones conoce a la ninfa que terminaría corres- pondiendo a todas sus pasiones: lo sedujo la lectu- ra, lo enamoraron las letras, esa actividad humana,
orientada a la obtención de conocimientos para la resolución de los problemas cotidianos, convencido que no son las circunstancia las que determina las personas, sino que son las personas a través del conocimiento quienes determinan sus propias cir- cunstancia.
Había nacido el Investigador. Más tarde en uno de sus poemas declara “Un mundo nuevo desplie- ga. Me gobierna su dinamia. Y lo estoy creando yo mismo.”
Desde entonces el proceso creativo constante fue la brújula que guiaría el cosmovisionario des- tino de su vida. Para 1911 obtiene su primer lauro, por su ensayo ¿Es Dios la Naturaleza misma o un ser superior o distinto a ella?, fundando el centro científico de estudiantes, donde esgrime el triunfo de la razón sobre la fe, de la ciencia sobre las opi- niones y, sobre todo por encima de las supersticio- nes.
Posteriormente, en 1916, publica su primer poe- mario “Madrepora”, que nutre y revoluciona el movi- miento cultural venezolano cual organismo planctó- nico atrapado en los tentáculos del coral, captando la atención de críticos por el equilibrio logrado en- tre la innovación modernista y el verso clásico, ha- ciendo un uso educado y caballeristico del sone- to. Continúa, sumando estrellas a su constelación naciente publicando la Revista “Los principios” que a posterior le daría nombre a toda una generación de ilustres zulianos, en sus páginas doradas podría encontrase artículos con el objetivo de promulgar y difundir la ciencia y la sed por ella.
Para 1917 consigue egresar como abogado titu- lado por la universidad de los andes, experiencia de la que construye el trinomio jerárquico del conoci- miento, ciencia y educación como los tres elemen- tos necesarios para generar una nueva mentalidad, un nuevo orden y nuevas relaciones sociales. Con- solidando la figura del hombre como actor principal del desarrollo humano y social. En contraposición del ostracismo del periodo gomecista, había nacido el Dramaturgo, el Doctor Jesús Enrique Lossada.
Pero su noble espíritu no encuentra sosiego en su alma, pues no logra comprender el bienes- tar propio sin el avance y la salud de quienes lo rodean, siendo esta característica que lo ensalza por encima del gentílico y lo eleva como un hom- bre universal. Creyente ferviente en la necesidad de generar un pensamiento crítico antagónico a tradiciones escolásticas, que inciten a la crítica in- terna y estimulen el germinar de ideas innovadoras.
Parecía destinado por la santa providencia a nacer en la Pequeña Venecia, aquella que durante los pri- meros años de su fundación fungió como un impor- tante puerto de enlace entre las zonas productoras del sur del lago y la localidad andina, llevando a la región a un florecer comercial y económico que alcanzaría su punto álgido con el establecimiento de las más importantes casas comerciales euro- peas, específicamente alemanas e inglesas tales como Boulton, Blohm o Beckman. Sucursales que financiaban los cultivos de café y cacao, para luego comprarlo al menor precio a los jornaleros y llevarlo a Europa. La Brewer Moller C.O, maximizaba ga- nancias al reducir costos de producción moliendo los granos de café en los pilones de las cafetaleras marabinas antes de embarcarlo rumbo a los puer- tos de Hamburgo.
En el devenir cronológico el escenario econó- mico, político y social venezolano había cambiado drásticamente, cuando Antonio Aranguren en 1906, obtiene la concesión para la búsqueda de petróleo en los municipios Maracaibo y Bolívar dando ori- gen a las primeras migraciones poblacionales. Si- tuación que se agudiza con la apertura de la ex- plotación petrolera con pozo Zumaque I en 1914, ubicado en Mene Grande. Un éxodo constante de las poblaciones desde zonas rurales a la región oc- cidental, costa montaña y litoral del país, fenómeno demográfico impulsado por la búsqueda de nuevas oportunidades de trabajo y estándares de vida más altos presentes en las grandes metrópolis las cua- les contaban con acceso a servicios básicos. En- quistando dos grandes tumores que aun a la fecha aquejan a la sociedad venezolana, el abandono de zonas agrícolas productivas y mano de obra barata sin ninguna formación profesional. Tumor que para 1937 no escapó del ojo visionario del lánguido di- rector del liceo Baralt que desempeñaba funciones como presidente del Consejo Municipal de Mara- caibo, cuando desde su despacho, ataviado con su tradicional traje formal de gabardina negra, conce- día una entrevista al Anuario Americano Internacio- nal.
Esta visión temprana y adelantada a su época, lo llevaría a sumergirse profundamente a la activi- dad de la enseñanza, dedicándose íntegramente a compartir sus conocimientos, habilidades, ideas y experiencias con aquellas personas que no po- seían ni los medios ni las herramientas para ad- quirir competencias. Previniendo el gran obstáculo que ello significaba para el crecimiento y formación de ciudadanos. Pobreza extrema, escasas fuentes
de empleo y la ausencia de ofertas para estudios superiores en la región creaban una ecuación que avizoraba un abismo para las futuras generaciones, pero no existe abismo que la voluntad y la determi- nación asertiva de hombres moralmente aptos no pueda sortear. Decidido a revertir la situación crea en 1930 –junto a otros abogados- la Escuela de ciencias políticas de Maracaibo, que luego termi- naría laborando como una especie de Núcleo de La Universidad de los Andes.
Había nacido el guía-. Había nacido la Cuadriga
del sol.
Transcurre el periodo de 1936-1945, Lossada se ha perfilado como piedra angular y punto en co- mún de distintos movimientos sociales integrado por miembros representativos de distintas clases. Escritores, políticos, médicos, filósofos, artistas, docentes y obreros hallaban en su palabra justa y sabia el farol que señalaba el camino a la embarca- ción de sus sueños que en medio de horas obscu- ras anhelaban la llegada a puerto seguro, a la tierra firme que significa una universidad propia, libre y autónoma. Una lucha que enmascaró un intrincado juego político enmarcado en el monopolio de po- deres dominado por caudillos políticos centralistas.
Su creencia y fe ciega en la docencia, investiga- ción y educación como único instrumentos viable para la generación, fortalecimiento, maduración y restauración del hombre como un ser libre e inde- pendiente, como un verdadero generador de ciuda- danos y no un simple habitante más. Al establecer- se la junta revolucionara de gobierno del cual fue constituyente, se nombra una comisión para recla- mar la reapertura de la Casa de estudios y procurar una sede digna.
Es así como cada esfuerzo se ve encumbrado el 1 de octubre de 1946, cuando las fronteras de los escalafones socioeconómicos se borran para que en las angostas avenidas de la cuidad el obrero se funda en un abrazo con la ama de casa, el cuentis- ta llore a cántaros su prosa, el médico enjuga sus lagrimas con el pulpejo de sus manos cansadas y el carpintero suspira en la calle sentado en el rin- cón en su taburete mientras entierra el rostro en los callos de sus lapidarias palmas al escuchar desde la Casa del Obrero que las luces han vencido a las sombras-Fue el día del nuevo comienzo. Había na- cido el Rector de la Universidad de Zulia.
Instaló la Dirección de Cultura para brindar el lazo de unión de la universidad y la sociedad como fuerzas activas cooperantes. Pues el conocimien-
to no tenía que ser difundido de forma compleja o con largos manifiesto, basta con que sea objetiva y de calidad. Para avivar el fuego y saciar el hambre intelectual propuso las Cátedras Libres. Además proyectaba en sus planes futuros una emisora de radio, imprenta, revista científica y la apertura de la Facultad de Odontología y Farmacia.
Ars longa, vita brevis. El arte (ciencia) es eterno, pero la vida es breve. La vida es una comedia trági- ca, cargadas de luces y sombras, con la ironía y el agridulce sabor de las tragedias. El que otrora fue- ra el atalaya de la cuidad, se desvanece cual débil clavel frente al viento; poco a poco en su lecho. Un minúsculo problema bucal, el cual siempre pospuso por falta de tiempo le ha arrancado de la forma más séptica posible, pétalo a pétalo, los años de vida. En un dulce delirio con los ojos encriptados de lágri- mas cristalina semejante al lago que tanto amó, un suave beso del pasado se deposita en su sudorosa frente expresando su último deseo “Quiero reposar junto a mi madre.”
Fallece el 28 de julio de 1948. Ha nacido el in- mortal.
Las circunstancias no determinan a las perso- nas, son las personas en base al conocimiento quienes determinan sus circunstancias: El momen- to histórico en cual inicia la vida de Lossada lo po- sicionaba en un escenario cargado de elementos negativos para la inhibición de su desarrollo profe- sional, pero su alta determinación, valores morales y amor por el conocimiento lo llevaron a nunca con- formarse, emprendiendo desde temprana edad una búsqueda incansable por la excelencia. Sin impor- tar los inconvenientes económicos, se registra un crecimiento progresivo y constante en la esfera pro- fesional y humana. Teniendo la capacidad de con- tagiar y modificar su entorno, transformándose a sí mismo en un ente multiplicador de ciencia, llegando incluso a realizar traducciones de trabajos científi- cos arbitrados para la difusión y entendimiento en- tre las minorías.
Más que un habitante, un ciudadano integral. A lo largo del devenir histórico de la región sus pobla- dores se han arropados muchas veces y en dife- rentes situaciones bajo el término de la zulianidad. Esgrimiendo con orgullo su gentilicio y raíces, pero ciertamente ¿que tan real es este sentir?, ¿Cuán recíprocos como habitantes somos con nuestra región?. Lossada, a lo largo de los años, fue co-
leccionado nombramientos, títulos y cargos, de los cuales nunca se autoproclamó o buscó protagonis- mo, ya que no lo impulsaba un discurso demagó- gico vacío amparado bajo la excusa del gentilicio. El motor que lo impulso era mucho más sencillo y genuino, se trataba de brindar a cada persona las oportunidades básicas e intrínsecas a las cuales tiene derecho cada ser humano. Libertad, Igualdad y fraternidad. Siendo escritor, docente o político su intencionalidad siempre estuvo encausada en al- canzar un verdadero desarrollo social y económi- co de la cuidad exaltando siempre sus atributos, enmarcando siempre un elevado sentido moral y del respeto; redimensionando el gentilicio y la zu- lianidad definiéndola en la viabilidad de ser un ente competente, eficiente e integral para sí mismo y el entorno.
Non omnis moriar. Al respecto, expresó, El Maes- tro Jesús Enrique Lossada, trasciende su época y hoy sus pensamientos son cada vez más vigentes. Al respecto, expresó Horacio Quinto en sus odas, no moriré del todo. Indudablemente los hombres pueden llegar a desaparecer físicamente pero su
legado trasciende los límites del espacio-tiempo, servir al prójimo pudiera ser la expresión máxima del amor, pues no se mide ni reparte por mereci- mientos, sino del medio interno que no espera nada a cambio. El legado de Lossada se quedaría corto en cuanto cifras, solo por mencionar alguna, en la actualidad la Universidad del Zulia cuenta con una matrícula de 75.000 estudiantes de pregrado y post- grado distribuidos en 11 Facultades y 2 Núcleos. Compuesta por 27 escuelas donde se imparten 56 carreras y más de 100 postgrados. Trasmitiendo a través del escudo su ideal, qué siempre las luces del saber vencen la sombra de la crisis, ideario que se mantiene vigente.
Viktol Frankl Man’s searching for meaning. 1962 Imelda Rincón, Sheila Ortega Discurso político del
maestro Jesús Enrique Lossada Año 3 Nº 7,
Sep-Dic 2012
Roberto Torres Luzardo 2008, Vida y esencia de Jesús Enrique Lossada. Editorial Venezuela y sus Relatos.