Revista
de la
Universidad
del Zulia
Fundada en 1947
por el Dr. Jesús Enrique Lossada
DEPÓSITO LEGAL ZU2020000153
ISSN 0041-8811
E-ISSN 2665-0428
Ciencias del
Agro,
Ingeniería
y Tecnología
Año 14 N° 39
Enero - Abril 2023
Tercera Época
Maracaibo-Venezuela
REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA. 3ª época. Año 14, N° 39, 2023
Emma Segovia López /// Seguridad Alimentaria en Venezuela: La producción y el consumo en el 2023, 1-8
DOI: http://dx.doi.org/10.46925//rdluz.39.01
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Seguridad Alimentaria en Venezuela: La producción y el consumo en
el 2023
Emma Segovia López*
RESUMEN
Se analizan datos sobre la producción y el consumo de alimentos en Venezuela, así como algunas
proyecciones para el 2023, en el marco de la Seguridad Alimentaria Nacional. Para ello se consultaron las
mediciones y estimaciones de organismos especializados (nacionales e internacionales) y de los
diferentes gremios de productores, por medio de los cuales se viene supliendo la inexistencia de cifras
oficiales. La Seguridad Alimentaria y la alimentacn en Venezuela han sufrido un deterioro en cada uno
de sus componentes; desde la disponibilidad, representada por la producción nacional; y el acceso,
reflejado en el consumo y comportamiento del consumidor venezolano. Las proyecciones para el 2023
son favorables para avanzar en la recuperación progresiva de la producción agrícola nacional, y de esta
manera lograr abastecer el mercado nacional en más del 50% para la mayoría de los rubros de
importancia estratégica. Para ello es necesaria la implementación de cambios en las estructuras de la
política agrícola del Estado venezolano.
PALABRAS CLAVE: Seguridad alimentaria, agricultura, producción agrícola, Venezuela.
Food Security in Venezuela: Production and consumption in 2023
ABSTRACT
Data on food production and consumption in Venezuela are analyzed, as well as some projections for
2023, within the framework of National Food Security. For this purpose, the measurements and
estimates of specialized organizations (national and international) and of the different associations of
producers were consulted, through which the non-existence of official numbers has been supplied. Food
Security and feeding in Venezuela have suffered a deterioration in each of its components; from
availability, represented by national production; and access, reflected in the consumption and behaviour
of the Venezuelan consumer. The projections for 2023 are favorable to advance in the progressive
recovery of the national agricultural production, and in this way to supply the national market in more
than 50% for most of the items of strategic importance. For this, it is necessary to implement changes in
the structures of the agricultural policy of the Venezuelan State.
KEY WORDS: Food security, agriculture, agricultural production, Venezuela.
*Profesora de la Facultad de Agronomía de la Universidad del Zulia, Maracaibo-Venezuela. ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-2966-595X. E-mail: esegovia@fa.luz.edu.ve; esegovial@gmail.com
Recibido: 17/10/2022 Aceptado: 13/12/2022
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Ante un nuevo año, generalmente nos preguntamos: ¿Qué nos traerá o como será, el nuevo
año? De igual manera ocurre para otros sectores o niveles; en el plano socio-económico, nos asalta
la inquietud de mo se desarrollarán o cuál será el comportamiento de las principales variables
socioeconómicas en Venezuela este 2023. Sobre todo, el impacto en nuestra cotidianidad,
considerando la situación crítica que en la última década ha afectado a la sociedad venezolana.
Y aunado a esta crisis, es necesario considerar los efectos de la pandemia de la COVID-19 en los
diferentes sectores de la economía; lo que se refleja en el deterioro de la mayoría de los
indicadores económicos y sociales, y su repercusión en la sociedad. De esta manera, Venezuela
presenta una alta inflación; aumento de la pobreza, del desempleo; deserción escolar, problemas
de salud, pérdida del poder adquisitivo del venezolano, desnutrición, caída de la producción
nacional reflejada en el PIB, deterioro de los servicios públicos, aunado a un incremento de la
migración de la población venezolana buscando mejores condiciones de vida (Herrera-Cuenca,
2021).
Con este panorama cerramos un año e iniciamos el 2023. Sin embargo, no se vislumbra un
panorama que permita vislumbrar la superación de estos problemas; no hay elementos que
indiquen el arranque del aparato productivo, sobre todo en el sector agroalimentario: desde las
unidades de producción, distribución a nivel urbano hasta el acceso a los alimentos para
consumo de la población; lo cual repercute en déficits nutricionales, sobre todo en la población
vulnerable, disminución de la ingesta calórica, e incluso de algunas comidas diarias; el
incremento de los precios de los productos básicos de la dieta, como las protnas, lácteos, frutas
y verduras. Tampoco se observa una política agrícola en resguardo de la seguridad alimentaria,
mientras que los pocos programas, como las denominados Comités Locales de Abastecimiento
Popular (CLAP), no cubren a la población más necesitada, y se han implementado como
instrumentos para el control político y manipulación de las necesidades de la población
(Cardozo Álvarez, 2022).
La Seguridad Alimentaria y la alimentación en Venezuela han sufrido un deterioro en cada
uno de sus componentes; desde la disponibilidad, representada por la producción nacional; y el
acceso, reflejado en el consumo y comportamiento del consumidor venezolano, lo que amerita de
evaluación y seguimiento de sus componentes a los fines de definir las acciones estratégicas que
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permitan dar respuesta a los sectores más afectados dentro de los principales circuitos
agroalimentarios, a los fines de proveer de la materia prima a la agroindustria y la distribución
de los productos alimenticios hasta los centros de consumo más vulnerables de la población
venezolana, apoyados por programas de alimentación por parte de instituciones nacionales e
internacionales, responsables para que los alimentos lleguen a los más necesitados.
Según los resultados de organismos e instituciones relacionadas con los sistemas
agroalimentarios, el sector primario en la última cada se ha enfrentado a una serie de
problemas que han afectado la producción nacional, relacionados con los insumos, la falta de
financiamiento, que conllevan al incremento de los costos de producción; a esto se suman
deficientes servicios básicos, como la electricidad, combustible, repuestos, deficiente y/o
ausencia de conectividad telefónica/internet, que limita la aplicación en el campo de los grandes
avances tecnológicos; de igual manera el deterioro por falta de mantenimiento en las vías de
comunicación. Toda esta problemática se agrava con la ausencia de una política de mercados y
precios, y a la inseguridad jurídica y personal, que desestimula la inversión en el campo
agropecuario, y en última instancia, la migración hacia otros rubros o el abandono de la actividad.
No obstante, las proyecciones de diferentes organismos pronostican una leve
recuperación de la economía nacional. Entre estos entes encontramos el Banco de Inversión
Credit Suisse, que en su informe-pronóstico predice que la economía venezolana crecehasta
20 % en 2022. Igualmente, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)
sitúa el crecimiento en 5 %, y destaca que la venezolana será la economía con mejor desempeño
en Sudamérica, muy por encima del promedio regional, estimado en 1,8 %.
Estas proyecciones tienen la limitación de no disponer de estadísticas oficiales; la mayoría
de los estudios y proyecciones del sector se soportan con las publicaciones de organismos
especializados nacionales e internacionales y de los diferentes gremios de productores, donde se
hace referencia al crecimiento de la producción agropecuaria, sobre todo de algunos sectores
estratégicos, como por ejemplo la materia prima para la agroindustria, estimándose un
crecimiento superior al 4%. Con respecto al Producto Interno Agrícola, la CEPAL proyecta s
de 3% ; y la Credit Suisse, en Suiza, dice que será superior al 8%; todo ello con respecto a una
caída de más del 80% de la producción nacional en los últimos años. Esto contrasta con las
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deficiencias de alimentación, donde se evidencia la caída del consumo por grupos de alimentos
en años recientes: 69,5% en carne de res, 44,6% en leche y sus derivados, 57% en harina de maíz,
82,6% en arroz y 86,2% en hortalizas.
Sin embargo, en el caso del sector agrícola vegetal, la Confederación de Asociaciones de
Productores Agropecuarios (FEDEAGRO), en su informe anual del cierre de cosecha 2022, da
cuenta de de la recuperación de varios rubros estratégicos respecto al 2021, como: el maíz en 46%
(514.299 ha), arroz 525.000 toneladas, (70.000 ha); Frijol (40.000 ha), Ajonjolí (20.000 ha), 24%
en café (24000 tn); el gremio de cañicultores proyecta el aumento del 30% en caña de azúcar; de
acuerdo con las bases de datos publicadas hasta el año 2019, ya se observa la recuperación en
cereales como arroz y maíz, en cacao, girasol, soya, palma aceitera; en frutales, como lechosa,
aguacate, frijol (FEDEAGRO, 2021).
En cuanto a la producción ganadera de Venezuela, donde se incluyen unidades de
producción (UP) tanto de un solo propósito (leche o carne) como de doble propósito, se estima
entre 9 y 11 millones de cabezas, con 95.000 UP de doble propósito y 5.000 UP especializadas,
para una superficie estimada de 13 millones de has. La producción de carne de res en 2022 se
pronostica en 287.803 TM, un aumento del 5 % con respecto a 2021. La Federación Nacional de
Ganaderos (FEDENAGA) estima que en el año 2022 el rebo de ganado aumentó 8 % respecto
al 2021; asimismo el consumo de carne aumentó de seis a ocho kilos por persona (33 %). Es de
destacar que se viene de un período donde el consumo era de 24 Kg/persona/año y se llegó a una
caída de hasta 4 kg per cápita; la carne vacuna es una de las fuentes tradicionales de proteína
animal en Venezuela y es la segunda más consumida, desps del pollo. De esta manera, el
gremio ganadero ratifica que se está produciendo alrededor de 45 % de la carne y 40 % de los
lácteos que se necesitan anualmente (USDA-FAS, 2022 a).
Según FENAVI (Federacion Nacional de Avicultura), el sector está representado por unas
30 instalaciones de mediana a gran envergadura, principalmente por empresas privadas que
producen pollo y huevo conjuntamente. Para 2021, las cifras de producción muestran un
consumo per cápita de 17,3 kg de pollo, y 125 huevos per cápita al año. Esto constituye un
renglón que provee de fuente proteica económica y de gran valor nutricional. Asimismo,
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la producción avícola en Venezuela se ubicó en el 2021 en 420.000 tm; mientras que en el 2022 se
estiman 483.000 tn.
En lo que respecta a la producción de carne de cerdo, los datos disponibles relacionan una
producción de 28.797 TM para el año 2021; cifra atribuible al colapso de la economía venezolana
desde 2015, y la pérdida de competitividad de la carne de cerdo y los productos derivados frente
a otras proteínas animales. En 2022, se prevé que la producción de carne de cerdo alcance las
30 000 TM, un aumento del 5 % desde 2021.
Otra variable necesaria de considerar dentro de la Seguridad Alimentaria es el consumo,
ya que durante la última década igualmente se ha visto afectada, producto de la rdida del poder
adquisitivo del venezolano, llevándolos a disminuir las cantidades demandadas de la mayoría de
los alimentos de la canasta básica, sobre todo las proteínas, disminuyendo los aportes calóricos
requeridos para la salud nutricional, y cambios en los hábitos alimenticios, tal como lo
demuestran los resultados de investigaciones de diversos organismos.
De acuerdo con ENCOVI (UCAB, 2022), en el año 2016, 12,7 millones de personas se
encontraban en pobreza; ascendiendo al 94,5% de la población en 2022; de las cuales, 75,4% se
ubican en pobreza extrema. Asimismo, se constata la disminución de los hogares que reciben
remesas del exterior, pasando de 32% en 2020 a 11,9% en 2022. En estas condiciones de pobreza,
19,7 millones de personas en Venezuela se encuentran atrapadas entre una severa depauperación
económica y el colapso de los servicios básicos.
Según HumVenezuela la pérdida de medios de vida (fuentes de ingresos económicos) es
considerada como una de las principales causas de las privaciones de la población en el acceso a
la alimentación. En marzo 2022, 94% de la población recurrió al uso de estrategias de
sobrevivencia, al menos 18,7 millones de personas había sacrificado sus activos (ahorros, bienes
o medios productivos) para sobrevivir económicamente; y 15,4 millones sufría la pérdida de sus
fuentes de ingreso por trabajo o negocio (HumVenezuela, 2022).
Según la FAO, una persona se encuentra en situación de inseguridad alimentaria cuando
carece de acceso regular a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y
desarrollo normales, y para llevar una vida activa y saludable. En el año 2019, según el Programa
Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas, el 92% de la población venezolana sufría
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de inseguridad alimentaria. De ese porcentaje, el 32,3% (9,3 millones) tenía brechas significativas
o extremas en el consumo de alimentos (inseguridad alimentaria moderada o severa), lo cual
ubicó a la venezolana dentro de las 10 peores crisis alimentarias a nivel mundial durante el 2019
(Cardozo Álvarez, 2022).
El último informe de diagnósticos comunitarios de HumVenezuela (2022), que desde
2019 monitorea y documenta la crisis humanitaria que atraviesa el país, revela que, la ingesta de
energía calórica alimentaria aumentó 7,4 % y llegó a 1559 kcal/día/persona, que representa 69,2%
de lo que se requiere nutricionalmente. Además, estima que la inseguridad alimentaria se redujo
de 50,3 % a 42,8 % entre junio de 2021 y marzo de 2022, pero que no se reflejó en la ingesta
calórica de la población. Se estima que 10,9 millones de venezolanos están subalimentados o con
hambre crónica (38 % de la población); 6,4 millones (22,3 %) reducen la cantidad de comidas
diarias, y 2,8 millones (10 %) han comido una vez al día en el último año.
Otros datos significativos son lo siguientes:
Con base al consumo se prevé recuperación en los principales alimentos de consumo
masivo desde el 2022 (USDA-FAS, 2022 b). Así, se plantea para la proteína animal (como
la carne de pollo) un aumento del 13,5 % desde 2021 y posiblemente alcance los 17,6 kg en
2022. La relación de consumo en Venezuela es de alrededor del 80% para pollo completo,
y 20 por ciento para cortes (pechuga, muslos, alas).
Para la carne de cerdo en 2022, se prevé el consumo per cápita en 1,1 kg, el mismo que en
2021. La principal limitación para el crecimiento del consumo de carne de cerdo es su alto
precio en relación con el pollo y la carne de res.
El consumo de producción nacional de carne de res llegó a 8,5 kg por persona al año (30,4
%). El de producción nacional de leche y sus derivados a 60 litros por persona al año, lo
que equivale al 50,8 % de lo requerido.
El consumo de hortalizas aumentó a 7,7 kg/personal/año; pero solo cubre 13,8 % de lo
necesario.
La mara Venezolana de la Industria de Alimentos (CAVIDEA) reportó que en el país
se produjo un crecimiento del consumo de 38 % en los primeros seis meses de 2022.
El informe de HumVenezuela, sostiene que en el 54 % y 60 % de los hogares
frecuentemente faltan o no se come nunca carne de res y pollo. La cifra aumenta a 66,8 %
para plátanos, 69,8 % en el caso de pescados, y hasta 84,6 % de los grupos familiares
reportan comer poco o nada de frutas.
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La crisis, además, empuja a 57,2 % de los hogares a reducir las porciones de comidas y al
menos 8 de cada 10 a reducir la variedad y calidad de los alimentos.(8)
Como conclusión podemos sostener que las proyecciones para el 2023 son favorables para
continuar con la recuperación progresiva de la producción agrícola nacional, y de esta manera
lograr abastecer el mercado nacional en más del 50% para la mayoría de los rubros de
importancia estratégica. Para ello es necesaria la implementación de cambios en las estructuras
de la política agcola del Estado venezolano, garantizar el suministro de los agro-soportes
necesarios para el desarrollo de la producción. También es fundamental promover la inversión
en el campo, a través de políticas de seguridad jurídica y personal, así como de mercados
competitivos; y proveer de los servicios públicos al medio rural, para lograr precios justos dentro
de los circuitos agrícolas, y de esta manera recuperar el poder adquisitivo de la población y, por
ende, el consumo que permita una dieta calórica de acuerdo a los requerimientos establecidos,
en el marco de una auténtica Seguridad Alimentaria.
Referencias
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