UTOPÍA Y PRAXIS LATINOAMERICANA. AÑO: 23 , n° Extra 3, 2018, pp . 162-168 REVISTA INTERNACIONAL DE FILOSOFÍA Y TEORÍA SOCIAL
CESA-FCES-UNIVERSIDAD DEL ZULIA. MARACAIBO-VENEZUELA. ISSN 1315-5216 / ISSN-e: 2477-9555
Hermeneutical Reading. Bolívar and Miranda, Crossed Lives for a Historical and Literary Interpretation
Libertad LEÓN GONZÁLEZ
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-8460-9416 Universidad de Los Andes, Núcleo “Rafael Rangel”, Trujillo, Venezuela
Este trabajo está depositado en Zenodo:
DOI: http://doi.org/10.5281/zenodo.2427229
La novela histórica indefectiblemente se nutre de la tradición y la historia. Revisar la vida de Simón Bolívar (1783-1830) y Francisco de Miranda (1750-1816) desde la novela histórica es una invitación expresa a revisar textos que retomen la vida de ambos hombres ilustres. La biografía posee esa expresa información sobre los grandes momentos acaecidos en cada personaje histórico, hasta el punto de reconocerse en sus líneas una exaltación, muchas veces, también idealizada de sus vidas. Acercarse a este género ofrece sugerentes aspectos de interpretación de la hermenéutica iberoamericana sobre esos seres recreados de la ficción novelesca.
The historical novel, with no doubt, is nourished by the tradition and history. Reviewing the lives of Simon Bolivar (1783-1830) and Francisco de Miranda (1750-1816) from the historical novel is an express invitation to study again those texts that return to the lives of both illustrious men. The biography has that express information about the great moments lived by each historical character to the point of recognizing in their lines an exaltation, idealistic in many times, of their lives. Approaching this genre offers suggestive aspects of interpretation of Ibero-American hermeneutics about those creatures recreated in the novel fiction.
Recibido: 10-10-2018 ● Aceptado: 01-11-2018
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El estudio de la historia y la ficción a propósito de la tesis Indagación ética y re-interpretación del pasado en la novela histórica latinoamericana actual, enmarcada en el período de la emancipación latinoamericana en dos autores de nuestro continente, tales como, Denzil Romero (1938-1999) y Mario Szichman (1945), propicia, en este caso, como lectora de novelas históricas, no solo una mirada ficticia de la vida de los héroes Simón Bolívar (1783-1830) y Francisco de Miranda (1750-1816), sino también una consulta que me devuelve a la historia. La historia coincide con la ficción cuando nos cuenta también como acción, en un sentido ricoeuriano del término, lo que el hermeneuta llamó en los relatos de ficción: “la transformación moral del personaje, su crecimiento y educación en la vida moral y afectiva.” (Ricoeur, 1996: p, 388). El siguiente estudio traza un recorrido reflexivo que lleva a apreciar la vida de estos héroes, el cruce de sus destinos en momentos históricos trascendentes.
Atendiendo al criterio de autores que han dedicado buena parte de sus vidas al estudio de estos hombres, interesa revisar, en esta ocasión, el género de la biografía. Bien merece la pena mencionar aspectos significativos e interpretaciones en algunos de ellos, desde la hermenéutica ontológica y la hermenéutica simbólica iberoamericana.
Cabalgar el tiempo de la vida de los héroes, a través de diferentes autores, también permite al lector contrastar la importancia que tuvieron determinados episodios de sus vidas públicas en la configuración de ese ser inédito para la historia, a partir de su pensamiento y sus acciones.
Siendo la autobiografía uno de los puntos de inicio de las interpretaciones surgidas de la
hermenéutica, valorada por Dilthey Wilhelm (1833-1911), al considerarla: “la forma suprema y más instructiva en la que nos sale al encuentro la comprensión de la vida.” (Dilthey, 2000, p. 37), se produce la siguiente lectura interpretativa. En este caso, lo más cercano a la autobiografía, las biografías consultadas, toman en cuenta, precisamente, en el caso de Miranda, la revisión continua de sus Diarios, manuscritos, anotaciones y entrevistas1. En definitiva, papeles de su vida marcada por el recorrido incesante de países en Asia, África, Europa e Hispanoamérica. En Bolívar, la profusión de su pensamiento desde las biografías, toma como referencia de primera mano sus cartas, manifiestos, proclamas, discursos y acciones tomadas en episodios cruciales de la gesta americana.
La biografía acorta la distancia entre la historia y la novela histórica. Por un lado, se nutre de las fuentes documentales directas del personaje biografiado. Por otro, se deja colar la empatía del autor hacia el personaje, a medida que ofrece detalles sobre los episodios de la vida de este último. Respeta la progresión siempre cronológica de estos episodios, (aquí el apego a la historia), hasta culminar el trazo definitivo de quien será considerado ser humano excepcional. Tanto Bolívar como Miranda poseen un infinito número de autores que han seguido con especial ahínco el recorrido de sus vidas. De tal modo, al querer destacar los momentos cruciales en que ambos seres históricos cruzaron sus existencias, la biografía otorga datos importantes en esta particular búsqueda. A continuación, el hallazgo para una simbología histórica y literaria.
“(…) el historiador Lautico García pone de relieve el valor de las entrevistas de Miranda con personajes con quienes debió tratar durante su vida. Expresa a este respecto: “Son fecundas, pues, para la historia de la cultura y de la política, esas interviús de Miranda con celebridades vivientes de la Europa que pisa. En ellas se pasa examen a la situación internacional como lo pudieran hacer los Ministros de Relaciones Exteriores” (Miranda de, 1992: p,19).
Únicamente las imágenes dialécticas son genuinas (es decir, no arcaicas); y el sitio donde las encontramos
es el lenguaje. Walter Benjamin
Tres son los más significativos momentos de encuentro que se han denominado actos, en el curso de las vidas de Bolívar y Miranda. La coincidencia de uno en el otro, marcado como inciso de sus destinos.
Primer acto: Entre el 14 de julio (tal y como se afirma en la cronología publicada por Monte Ávila Editores, en el Diario de viajes de Francisco de Miranda, 1ra. edición del año 1992 con selección y prólogo de Manuel Castillo Didier) y el 10 de agosto de 1810, es enviada a Londres la comisión diplomática integrada por Andrés Bello, Luis López Méndez y Simón Bolívar, con la intención de realizar negociaciones precisas con el gobierno inglés. Y aunque entre las recomendaciones a la comisión estuvo: “Defenderse de Miranda o aprovechar solo su concurso de algún modo que sea decente a la comisión” (Picón Salas, 2009: p, 185), sin embargo, los tres personeros compartieron con Francisco de Miranda no solo paseos sino también reuniones de importancia, con el ministro inglés Ricardo Welleslley2, entre otras personalidades.
La breve coincidencia en Londres, entre Bolívar y Miranda, afina el ideario de emancipación americana entre ambos hombres. Sin embargo, los acontecimientos que se suscitan en el desarrollo de la Primera República, cambian la relación de unión en separación y hasta traición, en el caso de Bolívar, particularmente. Se hace necesario apreciar en el cruce de las vidas entre ambos héroes la historia que posee un comienzo, un medio y un fin. Seguimos a Ricoeur en la siguiente reflexión:
(…) ninguna acción, en suma, tomada en sí misma es un final, sino solo cuando en la historia relatada concluye un curso de acción, desata un nudo, compensa la peripecia con el reconocimiento, sella el destino del héroe por un acontecimiento último que clarifica toda la acción y produce en el oyente la catarsis de la piedad y el terror.” (Ricoeur, 2002: p. 17).
Del encuentro en Londres en 1810 surgen las siguientes recomendaciones de Miranda a Bolívar: (…) la reunión de Diputados de toda América en un Cuerpo Representativo, la construcción
de un canal de navegación en Panamá, el nombre de Colombia, la necesidad estratégica de
unir a Venezuela con la Nueva Granada y Quito para consolidar su libertad. (Polanco Alcántara, 1997: p, 303).
En la vida de Bolívar la temprana ausencia del padre tiene una repercusión importante en su apego a ciertas figuras masculinas que servirán para que “su espíritu buscase diversas formas de expresión de la necesaria figura paterna” (Lovera De-Sola, 2016: p, 63). Una de esas figuras es “Francisco de Miranda, al menos hasta el conflicto que los separó en 1812, acto de parricidio puede considerarse” (Ibídem).
El año de 1810, referencia temporal del encuentro en Londres entre Miranda y Bolívar, será considerado por el historiador José Luis Salcedo Bastardo, como el nacimiento, en Bolívar, de su conciencia latinoamericana. Éste sería el cuarto de ocho nacimientos existenciales en la vida del Libertador. Sin embargo, también el historiador Roberto Lovera De-Sola tomará en cuenta el 17 de diciembre de 1830, su noveno nacimiento para la eternidad (Lovera De-Sola, 2016: p, 144). No se ha de
“Inglaterra no accederá a la pretensión venezolana de reconocer a la Junta de Caracas como gobierno autónomo, pero tampoco quiere inmiscuirse en la querella de españoles peninsulares y españoles coloniales que le importan, sobre todo, en cuanto ambos hacen la guerra a Napoleón” (Picón Salas, 2009: pp. 185-186).
olvidar en el cuarto nacimiento de Bolívar, en 1810, lo cercano que han de estar tanto Bolívar como Miranda de los sucesos que los separarán de manera definitiva en 1812.
En la vida del Precursor, resulta igualmente importante destacar el valor que la historia le otorga a propósito de su expedición a Coro, como inicio de su gesta en América, en su misma patria, de la cual se dieron cuenta una vez investigada “no se ha podido encontrar la más leve mancha en su contra.” (Polanco Alcántara, 1997: p, 303). En todo caso, más que fracaso habrá desatino en su planificación y ejecución. Carmen Bohórquez califica la expedición como: “su acción más ilusoria” en virtud de que:
(…) es concebida desde el comienzo sobre la errónea hipótesis de que es esperada con ansiedad por toda la población americana, así como la convicción de que sería una fácil victoria militar, dada la precariedad de defensa de las costas venezolanas (Bohórquez, 2016: p, 225).
Este mismo año, Bolívar está en Paris y desea estar en su patria “para ver las repercusiones que había tenido el general Francisco de Miranda por el occidente del país, por Ocumare y Coro.” (Lovera De- Sola, 2016: p, 227).
En otro sentido, se puede mencionar en la vida de Miranda, el resquemor que se le otorga como legado social y generacional, heredado desde las afrentas que le hicieran a su padre Don Sebastián Miranda y Ravelo como español canario. Tuvo Don Sebastián que demostrar en juicio “la calidad y limpieza de sus ascendientes.” (Polanco Alcántara, 1997: pp, 1-2). Y muy a pesar de su decente ejercicio como comerciante de lienzos de Castilla, reconocido por el mismo Rey; la formación de una familia constituida bajo los preceptos de la religión católica, así como, su nombramiento como capitán y comandante de la compañía de “blancos isleños” en la ciudad de Caracas, no escapó de las intrigas al ser descalificado para ser eliminado del mando de las milicias3.
Estos antecedentes determinan en gran medida las dificultades que el hijo mayor de don Sebastián,
Francisco de Miranda, años más tarde enfrentará al expandir en diversas formas su pensamiento de emancipación en América. Incluyendo el trato personal y grado de empatía a surgir entre él y sus seguidores correligionarios de ideas y recién asignados subalternos militares, entre los que se encontraba Bolívar, cuyas posiciones habían nacido de la insurgencia de 1810 en contra de la monarquía.
El mismo año de 1810 Miranda regresa a Venezuela. No tardarán en suscitarse las acciones de este hombre ilustre quien también plasmó su firma en el acta de independencia, el 5 de julio de 1811. En discusión realizada en el Congreso el 3 de julio, dos días antes de la firma del acta, Miranda se luce con un discurso en el que se acuerda prevalezca “la declaración solemne de la Independencia absoluta de Venezuela.” (Ibíd: p, 309). Un gesto a todas luces reivindicador del desprecio que le propinaran en la Plaza Mayor durante su fracasado intento emancipador en 1806, será, precisamente, enarbolar la bandera en el mismo sitio, después de la firma del acta de independencia.
Segundo acto. 1811 será el año de mayor fulgor de la amistad entre ambos héroes. Miranda ha arribado a Caracas y Bolívar lo agasaja “no solo en su mansión de San Jacinto que le sirve de domicilio, sino también en actos públicos que se convierten en la comidilla de las tertulias debido al énfasis de los discursos contra la monarquía.” (Pino Iturrieta, 2009: p, 42). Comienzan entonces “los llamados de los Rodríguez del Toro a Simoncito, para que desate la intimidad con un aventurero que quiere pescar en río revuelto” (Ibídem). De la misma forma, le recuerdan los episodios pasados en contra del padre de Miranda. Sin embargo, el joven Bolívar continúa en sus planes “de insuflar rapidez a un movimiento que entregue la autoridad a los criollos.” (Ibídem).
“(…) el 22 de mayo, o sea al mes de la fecha del retiro, el Cabildo requirió al Capitán Miranda para que presentase los títulos que le acreditaban para usar las insignias militares. Don Sebastián no les hizo caso. El Cabildo instó entonces a su Procurador para que enjuiciara para tal causa a don Sebastián, ante el Juzgado del Alcalde Ordinario, don Francisco de Ponte. Reclamó además ante el gobernador, pero éste el 5 de junio de 1769 ratificó que don Sebastián vestía y lucía legítimamente sus insignias y ordenó no molestarlo más por tal razón.” (Polanco Alcántara, 1997: p, 7).
Luego de la firma del acta de independencia, el 5 de julio de 1811, nuevas insurrecciones de los pardos y de un sector de los criollos, contra la declaratoria de independencia, bajo el grito “Viva Fernando VII”, dan pie a nombrar al propio Miranda, “quien se supone experto en situaciones de extremo riesgo” (Ibíd: p. 46) como Comandante en Jefe, quien incluye entre sus colaboradores a Bolívar con el grado de coronel. Entra en escena el capitán canario Domingo Monteverde y el panorama de unión entre ambos héroes se convertirá en debacle. Es el tiempo en que a contra corriente del enemigo, “el gobierno otorga a Miranda los poderes de la Dictadura y el título de Generalísimo” (Ibíd: p, 51)., luego, el coronel Bolívar es designado por Miranda como comandante político y militar de Puerto Cabello (el 4 de mayo de 1812).
Tercer acto. Después de que los acontecimientos de 1806 no resultaron favorables a los planes de emancipación mirandina, como tampoco el apoyo de Inglaterra se hiciera definitivo a pesar del ofrecimiento que en un principio pudo tener del inglés Wellesley, Miranda decide a partir de 1808 cambiar de estrategia y desde la distancia desarrollar una campaña de atraer a sus planes libertarios en América a los mismos criollos caraqueños. Entre ellos el Márquez del Toro quien junto al Conde de Tovar y de Antonio Fernández de León “solicitan al capitán general, en nombre de cuarenta y cinco personas importantes de la ciudad, que se constituya una “Junta Suprema de Gobierno” en Caracas.” (Ibíd: p, 245). Esta acción significativa, considerada subversiva, se desarrolla el 28 de noviembre de 1808, trae como consecuencia el confinamiento en sus residencias de los involucrados y se conoce como “Conspiración de los Mantuanos”.
Después de ocurridos los hechos históricos del 19 de abril de 1810, Miranda logra obtener permiso
por parte de Inglaterra para regresar a su patria, al mismo tiempo que obtuvo autorización tardía para ingresar a Venezuela, luego de su arribo a La Guaira el 10 de diciembre de 1810. Comienza una etapa de controversias entre criollos y pardos al ser creada, por Bolívar y Miranda, de acuerdo a los testimonios en documentos de la época que así lo testifican, la Sociedad Patriótica. Lo que en un primer encuentro fue cordialidad y amistad entre ambos, en torno a los mismos ideales, en el año de 1812, Miranda será víctima de la ambición y la injusticia, propias de las intrigas características del momento, de manos de sus compañeros de lucha, en especial de su amigo y subalterno, el joven coronel Bolívar.
El año de 1810 se configura para la América del Sur en pólvora de libertad esparcida por todo su territorio. Comienza la explosión política en Caracas el 19 de abril y continúa el 25 de mayo en Buenos Aires, luego en el alto Perú (actual Bolivia) se levantó el 14 de septiembre, el 20 de julio se formará en Bogotá la Junta Suprema de Nueva Granada; Quito constituirá el 10 de agosto la Junta Soberana; en México (…) el cura Miguel Hidalgo lanzará el 16 de septiembre “el grito de Dolores; el 18 de septiembre el cabildo abierto de Santiago dará origen a la Primera Junta Nacional de Gobierno. (Reyes Matheus, 2014: p, 182).
A todas luces América del Sur inicia con buen pie sus acciones de separación del dominio español. Sin embargo, muchos serán luego los reveses para que se consolide el sueño americano iniciado por Miranda y desarrollado por Bolívar de manera exitosa en buena parte de su territorio a partir de la Segunda República.
En el año 1783, el mismo año en que nace Simón Bolívar, Francisco de Miranda llega a Estados Unidos, tenía 33 años y ya poseía la riqueza que proporciona una vida intensa en lecturas, con una vasta biblioteca, dominio de varios idiomas, misiones cumplidas y títulos militares adquiridos y ganados. Así como el hábito ya consagrado de llevar su Diario en el que: “Poco o nada escapa a su ojo examinador” (Polanco Alcántara, 1997: p, 40)4.
Refiere Tomás Polanco Alcántara en su libro Miranda que Sebastián Francisco de Miranda, de origen y tradición canaria, nace en Caracas el 28 de marzo de 1750, es bautizado en la Catedral de Caracas a los pocos días de nacido, el 5 de abril de 1750. Su padre, Sebastián de Miranda Ravelo, de ancestral ascendencia canaria. Su madre, Francisca Antonia Rodríguez, caraqueña, de posible origen
Miranda en esta etapa avanzada de su juventud no solo se vislumbra como personaje de cualidades para el ejercicio de una carrera cívico, política y militar. También establece prioridad en conocer figuras que lo nutran y catapulten a lograr consistencia en sus acciones y en su pensamiento. Una de las primeras personalidades que, más por amistad por admiración, tiene un sentido especial en su vida es George Washington. Apenas será este el inicio de la lista de hombres influyentes que interactúan con Miranda en la etapa de su estadía a Estados Unidos. Entre otros también figuran de forma determinante en su formación política, económica y bríos de lucha, los nombres de Alexander Hamilton y Adam Smith. Así ocurrirá al paso de Miranda por los países de la culta Europa. La lista de nombres influyentes se abulta en el seno de sus continuas relaciones culturales, diplomáticas y militares.
1783 entonces se vislumbra como el año en que Miranda concibe la independencia de América del Sur ante el dominio español. Piensa también en el nombre de Colombia, el nombre que llevaría América del Sur convertido en una sola nación. Dos símbolos trascendentes de su ideario en el año en que nace el Libertador.
El 24 de julio de 1783 nace en Caracas, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad, de privilegiada ascendencia por la rama paterna, su quinto abuelo don Simón de Bolívar se desempeñó como burócrata, Procurador General, Regidor Perpetuo de Caracas y Contador de la Real Hacienda y por la rama materna también con procedencia especial como hombre de armas, el capitán Francisco Infante y una rica lista de cargos políticos y militares. Comienza el trazo de una vida plena en recursos materiales y ausencias afectivas con la muerte prematura de sus padres y más tarde, al comienzo de su vida adulta, de “su joven esposa, el 22 de enero de 1803.” (Pino Iturrieta, 2009: p, 29).
La culta Europa será el escenario donde el Libertador comienza a despertar sus ideas de
emancipación americana, inspiradas entre otros tantos, en Miranda; lo que luego se convertirá en “la transformación del admirador en traidor” (Ibíd: p. 41).
Respecto a los acontecimientos que separan la vida de estos hombres, la historia señala por un lado el resentimiento que va sembrando Miranda en Bolívar, después de la pérdida de la plaza de Puerto Cabello, son memorables las palabras que Bolívar, sintiéndose vencido, dirige a Miranda:
Mi espíritu se halla de tal modo abatido que no me siento con ánimo de mandar un solo soldado; mi presunción me hacía creer que mi deseo de acertar y el ardiente celo por la patria suplirían en mil los talentos de que carezco para mandar. Así, ruego a Usted que me destine a obedecer al más ínfimo oficial o bien que me de algunos días para tranquilizarme, recobrar la serenidad que he perdido al perder Puerto Cabello. (Ibíd: p, 52).
Para Miranda el ocaso en el que se sumerge después de la Capitulación ante Monteverde no le permite, sin embargo, abandonar su postura como gestor de una salida que irá más allá de firmar la capitulación. Tratará de conseguir ante el imperio español se respeten los acuerdos que han sido burlados por el mismo Monteverde. Este último hace caso omiso a las exigencias de España, dejando una estela de infortunios al país que tomó como trinchera de sus abusos y desmanes.
El infortunio en que culmina la brillante vida de Miranda a partir de la entrega que el propio Bolívar realiza al ponerlo en manos del enemigo, muestra la vida en su sentido simbólico: “Asumir la vida es
canario. Su padrino, el sacerdote Bachiller Tomás Bautista de Melo, originario también de las islas canarias, quién desposó a sus padres como cura rector de la catedral de Caracas el 24 de abril de 1749 y con ceremonia de velación o bendición solemne el 25 de noviembre de 1750. (Óp. cit., p. 2).
asumir la muerte, y asumir la muerte es asumir el sentido que coimplica el sinsentido.”(Guerenabarrena Artamendi, 2015: p, 323), la existencia como coimplicación de los contrarios en que se ha convertido el legado de cada uno de estos dos hombres en los espacios territoriales de lo que será la América emancipada. No prevalece el bien sobre el mal, para Miranda no hay tregua, su final trágico es más que inmerecido.
En Bolívar, su pensamiento y acciones libertarias, dirigidas por su calidad visionaria, adeuda mucho al proyecto mirandino. La tenacidad que demuestra de norte a sur de América del Sur, sin menoscabo de hacer uso de los recursos materiales que pudieran servir, incluso, comprometiendo sus propias riquezas. Su mayor error, al entregar a Miranda, su fragilidad como hombre lábil y ser humano dual, ambiguo, entre el bien y el mal. A pesar de su condición excepcional como hombre, esto no justifica su acción tenaz en contra de Miranda. Sin embargo, historiadores como Indalecio Liévano Aguirre(2007), sostienen que Miranda actuó con indiferencia ante la carta que le escribiera Bolívar, de donde surge: “un nuevo sentimiento, alimentado por el recuerdo de los desaires de que fue objeto, dio paso a una pasión furiosa contra Miranda” (p.131). La historia se diversifica a partir de las lecturas y empatías desarrolladas en las biografías.
La razón multicultural del proyecto americano de Miranda, lo coloca en un sitial de honor, al ver
frustrado el último ciclo de su vida al servicio de su patria. Precisamente, el proyecto continental de Bolívar, nutrido en buena medida de las ideas de Miranda, sigue su curso en los espacios de la América del Sur, en uno y de la culta Europa, en el otro.
Ambos proyectan la siguiente noción de Andrés Ortiz-Osés: “el hombre desgarrado en identidad simbólica di-ferida, es decir, herida: es la rajadura humana sólo suturable simbólica o culturalmente y, por tanto, a través de mediaciones y aperturas de sentido” (Ortiz-Osés, 1998, p.341). Ambos, dos líneas paralelas que en algún punto de su trayecto se juntaron y volvieron a separarse siguen el curso de sus pasos, en cada texto histórico o literario, en cada interpretación o lectura que los hace renacer como seres inmortales.
Referencias bibliográficas
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Dilthey, W. (2000). Dos escritos sobre hermenéutica, Prólogo, traducción y notas de Antonio Gómez Ramos, Epílogo de Hans-Ulrich Lessing, Istmo, Madrid: España.
Gadamer, H.G., Durand, J. L. y otros (1998): Diccionario de Hermenéutica, Bilbao: Universidad de Deusto. Guerenabarrena Artamendi, F. (2015). El sentido simbólico en la filosofía hermenéutica de Andrés Ortiz- Osés, Donostia, San Sebastian: Universidad del País Vasco.
Lovera De-Sola (2016). Simón Bolívar en el tiempo de crecer (Los primeros veinticinco años (1783-1808). Caracas, Venezuela: Alfa.
Liévano Aguirre, I. (2007). Bolívar, Grijalbo, Caracas: Venezuela.
Miranda, Francisco de (1992). Diario de Viajes, Caracas, Venezuela: Monte Ávila.
Ortiz-Osés, A. (1998). “Identidad simbólica”, en: Diccionario de hermenéutica. Una obra interdisciplinaria para las ciencias humanas. Dirigido por Andrés Ortiz-Osés y Patxi Lanceros, 2ª. Edición, Universidad de Deusto, Bilbao: España.
Picón Salas, M. (2009). Francisco de Miranda, Caracas, Venezuela: Universidad Católica Andrés Bello. Pino Iturrieta, E. (2009). Simón Bolívar, Caracas, Venezuela: El Nacional.
Polanco Alcántara, T. (1997). Miranda, Caracas, Venezuela: Ediciones GE.
Reyes Matheus, X. (2014). Miranda más liberal que libertador, Caracas: El Nacional. Ricoeur, P. (1996). Tiempo y Narración II, Ciudad de México, México: Siglo XXI
Ricoeur, P. (2002). Del texto a la acción, Ciudad de México, México: Fondo de Cultura Económica.