El velo de la apariencia
Resumen
El motivo que anima las siguientes reflexiones surge de la desconfianza que inspira la apariencia, de muchas incoherencias de los datos de los sentidos y de las dificultades que encuentra la inteligencia para superar tales inconvenientes. Estos datos nos conducen a error, sobre todo en lo que concierne al conocimiento de nosotros mismos y en aquello que percibimos de nuestro propio ser. Permanentemente nos descubrimos aceptando verdades a medias. Hay una verdad que se esconde siempre en la operación racional, en la operación sensible, en el obrar del sentido común, de la intuición o como se quiera llamar a las facultades de nuestro entendimiento. Descubrimos que la conciencia no puede dejarse llevar por el continuo de la apariencia. Esta comprobación nos hace entrar irremediablemente en una tradición escéptica, que envuelve muchas filosofías. Sin embargo, no queremos despreciar los datos y los medios que nos dan una primera comprensión de la realidad, sin duda insuficiente. Sólo sospechamos de ellos y deseamos ir más allá, hasta donde se pueda. No es que desdeñemos lo empírico, los sentidos, los llamados datos inmediatos, aquello que surge del momento y del lugar. Pero nos parecen insuficientes en tanto nos mueva el propósito de aproximarnos a un nuevo conocimiento de la realidad.