Educación y consenso: Las funciones pasivas.

• Miguel Angel Campos Universidad del Zulia-Venezuela

Abstract

Ese espacio invisible donde se reproducen los valores que sustentan la permanencia de una sociedad no suele encararse con la determinación que exige su carácter altamente beligerante. Por el contrario, se asume que todo lo que allí ocurre está desvinculado de la dinámica más perma nente de la sociedad; sólo que se trata, en realidad, de intereses definitivos a los efectos de formular un proyecto de convivencia: cuando un proyecto o una ley suscita un cierto debate es porque toca aspectos relacionados con el equili brio de poder inmediato, tal es el caso del actual PLES, que incide en lo gremial, en lo económico, en la discrecionalidad de los entes escolares. La condición circunstancial de este debate prueba la cosificación que pesa sobre el tema en Venezuela. Los aspectos materiales y técnicos ocultan las definiciones ideológicas, lo importante es, no ob stante, no perder de vista la función última de la educación como mecanismo capaz de reproducir valores a una escala tal que en un momento dado de ese ejercicio en el tiempo no es posible una reorientación sin que medien procedimientos radicales. El proyecto educacional venezolano no es objeto de debate justamente porque está instalado en lo más profundo de los hábitos de la sociedad, se ha hecho subsidiario del proyecto gerencial del Estado y pervive con relativa autonomía al margen de los conflictos ideológicos. Está así en un punto en que alcanza su máxima eficacia en el sentido de lo que sería el consenso por omisión. Paradójicamente, la posibilidad de cambio y transformación se ubica, en estas circunstancias, fuera de la educación como práctica formal, institucional. La escuela debe ser denunciada, lo que supone una colisión frontal con la filosofía que hasta ahora ha sustentado al Estado venezolano, principal beneficiario de las condiciones societarias que se han derivado de los valores que aquella escuela reproduce.